THE ASIAN DOOR: La generación Alibaba y Tencent marcarán el éxito de la política del tercer hijo. Águeda Parra


Hace seis años que China tomó la decisión de eliminar la política del hijo único sin que se haya producido el esperado baby boom. Más bien lo contrario. El crecimiento de la población en 2020 descendió en un 15% respecto a 2019, lo que sitúa la población al nivel registrado en 1960. Buscando un cambio de tendencia, China introduce ahora la posibilidad de que las parejas casadas tengan un tercer hijo dentro de su esquema de planificación familiar.

Hace cuatro décadas China estaba preocupada por la sobrepoblación. Después de la introducción de la política del hijo único y un fuerte impulso del desarrollo económico y tecnológico, el gigante asiático ha llegado a convertirse en la segunda potencia mundial y se encuentra en un momento clave de transición hacia una economía avanzada.

Sin embargo, el último censo publicado arroja datos que indican que podría estar comprometido el sueño chino de convertirse en superpotencia si no comienzan a surtir efecto las nuevas medidas de planificación familiar que se han implementado en los últimos seis años. En la visión de cómo ha evolucionado la sociedad china en la última década desde el 2010 al 2020, los datos de población muestran que el número actual de nacimientos es el más bajo de las últimas 6 décadas y que la natalidad desciende por cuarto año consecutivo.

A todo ello hay que sumarle el hecho de que en la parte baja de la pirámide poblacional se observa un creciente incremento de la población de mayores de 60 años, una muestra evidente del rápido envejecimiento que está experimentando la sociedad china. Sin embargo, en la parte alta, se observa que un número menor de nacimientos ha reducido la población en edad de trabajar en más de 3 millones de personas en una década, representando la población entre 15-24 años apenas el 72% de los que tienen entre 45-54 años, por debajo del 79% que supone en Japón y bastante lejos del 100% en Estados Unidos.

Todos los indicadores parecen apuntar a que China, con 1.412 millones de habitantes, estaría cerca de alcanzar el pico de población alrededor de 2025. Esta tendencia ya se produjo en países vecinos como Japón a finales del siglo pasado, donde la falta de mano de obra supuso que el país nipón se viera obligado a reducir su desarrollo económico, dando por finalizadas sus ambiciones de sobrepasar a Estados Unidos en la década de los noventa. En el caso de China, podría traducirse en un intento fallido de convertirse en superpotencia.

Hay ciertas cuestiones sociales y económicas que parecen indicar que la política del tercer hijo seguirá una tendencia similar a la acogida que tuvo la posibilidad de tener un segundo hijo. En lo social, en las casi cuatro décadas de política del hijo único la sociedad china ha experimentado importantes cambios en su conjunto. La urbanización ha sido un gran factor de cambio que ha generado una sociedad más moderna y esto ha influido en que las mujeres chinas busquen priorizar sus carreras y muchas no consideren ni siquiera tener un hijo. Y, por otra parte, en lo económico, el coste de una vivienda en zonas urbanas es una fuerte barrera para crear una familia, más si es de varios miembros. Esto, sumado al creciente coste de la vida en los últimos años, reduce la capacidad económica de las parejas jóvenes que hasta ahora no han recibido muchas ayudas.

Los nacidos con el surgimiento de Alibaba y Tencent son los que tienen la clave para cambiar esa tendencia, y dar paso así a una nueva generación que sea la promotora de situar el modelo del Designed in China como motor de crecimiento del país. De estos jóvenes urbanitas, con niveles de educación más altos, que buscan priorizar sus carreras, el ocio y la compra de dispositivos electrónicos mucho más de lo que hicieron generaciones anteriores, depende ahora el gran sueño chino.

¿Será posible el cambio de paradigma? El desarrollo tecnológico que ha impulsado China en los últimos años, la robotización, el despliegue de la inteligencia artificial y el alto capital humano generado serán claves para mejorar la productividad e impulsar la estrategia industrial del gigante asiático.

THE ASIAN DOOR: Ser mujer en China. Águeda Parra

La condición de la mujer en la sociedad china actual requiere de una retrospectiva hacia el pasado que aporte una visión histórica necesaria para comprender cómo ha evolucionado el rol de la mujer en el tiempo y cuál ha sido el papel que ha desempeñado. En una sociedad milenaria que durante siglos ha estado estructurada bajo un sistema imperial, bañado por una filosofía confuciana, son muchos los cambios que hoy debe abordar China para acomodar el papel que ansía desempeñar la mujer china actual.

Un recorrido por algunas de las etapas más destacadas de la historia de China aporta una visión de conjunto de los diferentes hitos que han marcado el papel de la mujer en la sociedad china. En primer lugar, y sin que existan referencias de una tradición similar en ninguna otra sociedad, la mujer china sufrió durante más de diez siglos el vendado de pies. Considerado como un símbolo de estatus social que les hacía parecer más atractivas para el género masculino y asociado incluso a un misticismo erótico, las mujeres chinas comenzaron su calvario del vendado de pies desde la dinastía Song del Norte (960-1127), en una tradición que se mantuvo hasta bien entrado el siglo XX. Todavía es posible encontrar mujeres en las zonas rurales con 80 y 90 años que pueden ofrecer testimonio de la tortura a la que fueron sometidas desde temprana edad, se comenzaba entre los 5 y 7 años, produciendo la rotura de los huesos de las extremidades inferiores que generaban problemas de salud y la imposibilidad de llevar una vida autónoma normal.

En épocas más recientes, encontramos otros momentos en donde la mujer ha desempeñado un papel destacado en la sociedad china. Por una parte, durante la Revolución china, la célebre frase de Mao Tse-Tung indicaba que “Las mujeres sostienen la mitad del cielo, porque con la otra mano sostienen la mitad del mundo”. Con posterioridad, y formando parte de la historia más reciente del país, la mujer china tuvo que afrontar uno de los desafíos sociales más importantes que ha vivido China convirtiéndose en pieza esencial de la sociedad. A partir de 1979, y con el objetivo de generar las condiciones económicas necesarias que permitieran el desarrollo del país, la mujer china asumió servir de instrumento del modelo de planificación familiar que impuso el gobierno chino con la implantación de la política del hijo único. De esta forma, China comenzaba el mayor experimento social de la historia que ha concluido 39 años después con la eliminación de esa política y con el establecimiento de una nueva directiva que permite a las parejas chinas tener un segundo hijo.

Pero la sociedad china avanza, y aunque se pretende dejar atrás antiguas tradiciones, la problemática ahora es cómo hacer frente a una población que disminuye drásticamente y que pone en peligro la recuperación económica de China. La población disminuyó en 2018 por primera vez en 70 años reflejando un cambio de tendencia en el rol que aspira a desempeñar la mujer china en una sociedad moderna. El número de nuevos nacimientos descendió en 2,5 millones, cuando las previsiones del gobierno contemplaban un incremento de la población de 790.000 personas. Una situación que se puede considerar como la actitud de cambio que están impulsando las nuevas generaciones de romper con una etapa en la que la sociedad y el gobierno marcaban el rol que debían asumir las mujeres para pasar a otra en la que son ellas las que reivindican el papel que desean desempeñar.

Teniendo en cuenta apenas unos ejemplos de la situación de la mujer en China, no es extraño que en el Informe de Brecha de Género 2018 que elabora anualmente el World Economic Forum, China se sitúe en el puesto 103 de 149 países que forman la clasificación en esta edición, descendiendo desde la posición 100 de 144 países que ostentaba en 2017. Casi cuatro décadas de política del hijo único han llevado a la sociedad China a situarse última en la clasificación de brecha de género por selección de sexo al nacer, asociado a la realización de esterilizaciones, abortos e hijas abandonadas por la preferencia del hombre frente a la mujer. Esta situación ha llevado a que en China se produzca el mayor desequilibrio mundial de género que asciende a 33 millones de hombres más que mujeres, producto del nacimiento de 87 mujeres frente a 100 hombres, siendo mayor el impacto en las zonas rurales.

No obstante, existen algunos datos positivos que anticipan el cambio que sufrirá la sociedad china en las próximas décadas. Según este informe, las mujeres constituían el 52,5% de los estudiantes universitarios en 2016, eligiendo en un mayor número que los hombres estudiar en el extranjero. Asimismo, la mujer constituye un 43,1% de la fuerza laboral de China en 2017, por encima del objetivo del 40% establecido en el Programa del Desarrollo de la Mujer China (2011-2020). Una proporción que seguramente ascenderá tras la nueva directiva que ha implantado el gobierno chino que persigue prohibir preguntar a las mujeres si desean tener hijos, con multas que podrían ascender hasta los 7.400 dólares para aquellos empleadores y reclutadores que obvien la nueva directiva gubernamental.

Todo parece apuntar a que una ola de empoderamiento femenino está surgiendo en la sociedad china, con una nueva generación de mujeres que se unieron al clamor global de reivindicar el movimiento feminista #MeToo en 2018. Sin embargo, un año después apenas se ha producido seguimiento en el Día Internacional de la Mujer por la rápida acción del gobierno de sofocar este tipo de manifestaciones, lo que no impide que la mujer china esté dando grandes pasos en el rol que aspira a desempeñar en la sociedad actual. (Foto: Film To Live!)