El mundo hoy es muy diferente al que conocíamos en 2019. La pandemia ha dejado expuestas las vulnerabilidades de las sociedades, incluso de las más avanzadas. Las economías más desarrolladas y con sistemas sanitarios más modernos -en su mayoría- fracasaron en el control de infecciones y con ello un cambio total y radical de vida se ha instaurado.
Los Estados se han visto forzado en replantearse sus relaciones con otras naciones, y China se ha convertido en el blanco de muchas denuncias. Países como Australia o Nueva Zelanda han tomado firmes posiciones de denuncias contra Beijing, y Estados Unidos, por su parte, parece estar orientando sus esfuerzos diplomáticos en cerrar un frente con sus aliados para sobrellevar la crisis mientras desarrolla una estrategia que ayude a blindar a Taiwán de las amenazas del PC chino. Para ello le provee de una plataforma en la que gane mayor protagonismo internacional.
El pasado 10 de abril, El Instituto americano en Taiwán (American Institute in Taiwan), la sede pseudo diplomática de Washington en Taipéi, prometía más cooperación con la isla por los años venideros. Basado en el “Acta de las relaciones con Taiwán de 1979” se ha permitido intercambios sobre todo de tipo económico entre ambos. Esta ley fue creada al momento en que Washington reconocía diplomáticamente a Beijing. Pero durante la Administración Trump ha sido un recurso para potenciar más intercambios y generar más acercamientos con Taiwán. Muy a pesar de las protestas de China, todo indica que la estrategia de la Administración es continuar apoyando a Taiwán, más allá de la venta de armas o el “Acta de viajes a Taiwán” que consiste en permitir viajes entre oficiales de ambos gobiernos. Es evidente que Washington está tratando de proteger este enclave democrático que se encuentra a tan sólo 150 kilómetros de territorio chino y que su estratégica posición le asegura cierto control del Pacífico. O quizá más bien ayuda a equilibrar la influencia china en la región.
El instituto americano en Taiwán está presidido por un diplomático de carrera, Brent Christensen, pero bajo la figura de director, en vez del título de embajador. Un foro debatió el pasado viernes sobre “La reestructuración de la cadena de suministros y mejora de la resiliencia entre socios afines”, y cuyo propósito fue discutir herramientas políticas que permiten la reestructuración de las cadenas de suministro al tiempo que se asegura que las empresas y las economías puedan prosperar.
Christensen decía “La pandemia de Covid-19 ha expuestos los riesgos de depender demasiado de un solo país o un proveedor de materiales críticos como suministros médicos y productos farmacéuticos y de insumos para industrias estratégicamente importantes. Mientras planificamos un mundo postpandémico y evaluamos que cambios son necesarios, una cosa es cierta: Taiwán ha demostrado una y otra vez que es un socio confiable y un actor fundamental para avanzar hacia una economía global más sostenible”.
El Departamento de Estado también está dándole más exposición al “grupo de trabajo de cooperación y entrenamiento global” (por sus siglas en inglés GCTF), que en sus comienzos se estableció para proveer una plataforma en la cual Taiwán podría contribuir a la resolución de problemas globales y compartir su experiencia con socios en toda la región. Para indagar más en el propósito y entender las razones por las que este grupo está tomando mayor importancia, 4Asia consultó al portavoz de la Oficina de asuntos del Hemisferio Occidental del Departamento de Estado, quien nos dijo: “A medida que los países hacemos la transición entre la recuperación de la pandemia a la revitalización de nuestras economías, aliados como Taiwán y Japón son socios fundamentales”.
“Estados Unidos continuará apoyando a Taiwán mientras busca expandir sus ya importantes contribuciones para abordar los desafíos globales”.
“Taiwán es un conocido líder mundial en su respuesta transparente y compasiva a la pandemia. Queremos compartir este liderazgo democrático y experiencia con nuestros socios de América Latina y el Caribe. A través del grupo de trabajo de cooperación y entrenamiento global, Estados Unidos, Taiwán y la Asociación de Intercambio Japón-Taiwán se centrarán en áreas claves como la salud pública el empoderamiento de las mujeres y la economía digital para intercambiar las mejores prácticas y promover la transparencia en la recuperación económica”.
El GCTF fue creado en el 2015 con el propósito de ayudar a la inclusión de Taiwán en las organizaciones y foros internacionales. Pero en el marco del quinto aniversario, Estados Unidos expresa que está expandiendo el radio de acción de dicha plataforma. Así lo dijo Christensen en la conferencia de prensa de celebración del aniversario, “Taiwán ha manejado la crisis del Covid-19 mejor que ningún país del mundo, mientras otros países intentan comprender mejor el modelo de Taiwán, China siguió presionando para dejar excluido a Taiwán de la OMS. Nosotros reconocemos ampliamente a Taiwán como un socio confiable, un modelo democrático y una fuerza para el bien del mundo”.
Definitivamente la pandemia ha sido una especie de despertar para el mundo democrático sobre los grandes riesgos de tener las cadenas de producción en manos de su principal rival ideológico y económico. Así como de la necesidad de agrupar esfuerzos en apoyar pequeños aliados en Asia que permiten mantener cierto equilibrio en el Pacífico, porque de lo contrario Beijing se hará con el control total más allá del económico.