La victoria de Masoud Pezeshkian en las elecciones presidenciales iraníes dibuja un escenario interesante y nuevo, pero incierto. El nuevo presidente ha desarrollado su campaña prometiendo reformas. Es verdad que en la teocracia iraní no hay mucho margen para las reformas porque el autócrata, el guía espiritual, Ali Jamenei, retiene con mano dura las riendas del poder, pero Pezeshkian, cirujano cardíaco y miembro del Parlamento, ha criticado a la polémica policía moral de Irán y causó revuelo al prometer que buscaría poner fin al aislamiento actual de Irán.
Irán está en un enredo de difícil solución. Está en medio de una crisis económica en la que no siquiera su petróleo puede actuar como vía de recuperación, los sectores más jóvenes siguen demandando modernización, un mercado laboral más activo y abierto y aliviar las medidas de rigor religioso. Es en este terreno en el que nuevo presidente ha prometido reformas. Pero romper el creciente aislamiento de Irán pasa por admitir los engaños de Teherán sobre su programa de armamento nuclear para recuperar al menos el apoyo europeo frente al rechazo estadunidense e israelí y el más discreto de Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos. Además un giro internacional hacia la moderación exigiría atenuar el apoyo a los hutíes de Yemen en su bloqueo de la ruta marítima del Mar Rojo y eso va a ser difícil de aceptar para el sector más agresivo que lidera Jamenei y sus Guardianes de la Revolución que son el brazo armado que actua en Siria, Irak, Líbano y asesora a Hamás.
A la vez, la prometida inversión multimillonaria china tarda en llegar o llega a cuenta gotas, siguen los incidentes con Pakistán y los choques con grupos armados suníes en las provincias de Sistán y Baluchistán, en la frontera pakistaní, y no sabe cuál debe ser su papel respecto a su alianza con Hezbollah en el Líbano y si abrir o no un nuevo frente de guerra contra Israel.
A todo eso hay que sumar la inestable situación en Asia Central en medio de una discreta, pero cada vez más intensa, puga por la influencia entre China y Rusia. Irán es una potencia regional cercana a Rusia y observada de reojo por Turquía y Azerbaijan y la posibilidad de terremotos políticos o militares en la región preocupa en Pekín por su impacto en la estrategia de la nueva Ruta de la Seda hacia Occidente. Este es el gran reto que debe gestionar el nuevo presidente iraní con du prometida reforma.
