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THE ASIAN DOOR: Tierras raras, pero geoestratégicas. Águeda Parra

La revolución digital no solamente va a marcar un hito histórico en lo tecnológico como parte esencial de la Cuarta Revolución Industrial, sino que está adquiriendo una histórica relevancia geopolítica. Poder ejercer el control en cada una de las partes de la cadena de valor de los productos tecnológicos se ha convertido en un elemento de poder geoestratégico en la carrera por convertirse en el líder tecnológico mundial. La supremacía en innovación que permite controlar la parte alta de la cadena de valor está resultando ser tan estratégica como dominar el acceso a los elementos básicos en la parte baja, las tierras raras, esenciales para producir los componentes tecnológicos.

En esta nueva etapa geopolítica de la revolución digital, las tierras raras reivindican su valor y pasan a ocupar un rol destacado en la dinamización de influencia geoestratégica a nivel mundial. Este mayor protagonismo de las tierras raras se produce, asimismo, tres décadas después de que Estados Unidos ocupara un papel destacado como mayor productor mundial de estos metales en la década de los años 1980, pasando actualmente a depender del abastecimiento exterior, principalmente de China, que acapara el 80% del suministro mundial. En este cambio de roles en la producción, es ahora el gigante asiático el que afianza su posición con casi un monopolio, acaparando el 90% de la producción de las tierras raras y unas reservas que alcanzan casi el 36% del total mundial, frente al 1,3% de Estados Unidos, según el informe BP Statistical Review of World Energy 2021.

Las tierras raras son esenciales en la producción de dispositivos electrónicos inteligentes, turbinas eólicas, o coches eléctricos. Asimismo, resultan decisivas para una gran variedad de equipamiento militar como sónares y radares avanzados, navegación de misiles y sistemas de visión nocturna, entre otros, convirtiéndose en un elemento de nicho crítico para la industria de defensa que podría elevar las tensiones entre Estados Unidos y China de producirse una disrupción en el desabastecimiento de estos minerales esenciales. Igualmente, un crecimiento continuado de los precios podría convertirse en elemento desestabilizador para la producción de todos los dispositivos y equipos electrónicos que son cruciales en la industria tecnológica, de defensa y en las renovables, y que ya el año pasado experimentaron un aumento del 88%, según la Asociación de la Industria de Tierras Raras de China.

Adicionalmente a que el control de los precios de las tierras raras pueda significar para China una herramienta estratégica con la que ejercer influencia internacional, la creación del gran gigante de tierras raras anunciado por Pekín a finales de 2021 supone un claro indicio del valor estratégico que adquiere para China el control de estos minerales en 2022. La empresa estatal resultante de la fusión de las empresas Aluminium Corporation of China (Chinalco), China Minmetals Corporation y Ganzhou Rare Earth Group aumentará significativamente el dominio de China a nivel nacional, controlando casi el 38% de las tierras raras y el 70% de las tierras raras pesadas del país, además de incrementar su liderazgo en la producción global.

A pesar de su nombre, las tierras raras son bastante comunes en la corteza terrestre, no así las reservas de estos minerales. De ahí el valor geoestratégico del despliegue de la Ruta de la Seda por Asia, África y América Latina para mantener acceso al que se ha convertido en uno de los elementos más indispensables en la carrera por dominar la revolución digital. El acceso a las ingentes reservas que dispone Afganistán es una pieza clave en la geopolítica de las tierras raras, pero no la única nueva pieza en este tablero. Madagascar, por su parte, está capturando parte de ese valor geoestratégico casi duplicando su producción de tierras raras en 2020, hasta las 8 toneladas.

El alza del valor estratégico de estos minerales ha supuesto que Estados Unidos comience a reconsiderar su estrategia en tierras raras aumentando su producción un 36% hasta las 38 toneladas en 2020. No obstante, parece necesario un cambio más radical para competir con el progresivo dominio que está adquiriendo China sobre las tierras raras y la influencia geopolítica a nivel mundial que lleva implícita.

 

 

China y el oro azul. ÁNGEL ENRIQUEZ DE SALAMANCA ORTIZ

Vivimos en una época que cada día es más digital y, cada día, estamos más conectados con el mundo en todos los ámbitos de la vida, tanto profesional como personal. La compra-venta de productos, servicios, las redes sociales, intercambio de datos o información a través de la red se ha convertido, para empresas y hogares, en una nueva forma de vida.

En China, el comercio digital ha ido creciendo en las últimas décadas, llegando a proporcionar  un beneficio para el país, a día de hoy, de más de 3,2 billones de yuanes y, se espera que para la próxima década alcance los 72 billones de yuanes. Éste comercio electrónico está siendo impulsado en China gracias a avances tecnológicos como la telefonía móvil, el internet de las cosas, el 5G o empresas como Alibaba. El desarrollo de ordenadores más potentes, con mayor capacidad o satélites, han ido de la mano con el desarrollo del comercio digital.

Estos teléfonos móviles, súper ordenadores, satélites o baterías para coches eléctricos tienen un elemento indispensable para su fabricación: el cobalto. Este mineral de color azul, que se extrae de forma manual y en muchas ocasiones con la participación de menores y en condiciones infrahumanas, se ha convertido en uno de los elementos más codiciados del planta tierra y, casi con total seguridad, se convertirá en uno de los minerales más importantes en las próximas décadas.

La República Democrática del Congo logró su independencia de Bélgica en 1960, pero sus primeros años estuvieron marcados por la inestabilidad política y social. Tras 32 años, en 1997,  el régimen de Mobutu –que cambió el nombre del país a Zaire- fue derrocado y renombrado el país como República Democrática del Congo. Además de petróleo, en sus tierras podemos encontrar cobalto, cobre, oro, plata, diamantes o carbón. La R.D. del Congo es el principal productor mundial de cobalto y China su principal comprador, y esta demanda es impulsada por la industria de estas nuevas tecnologías, como las baterías recargables usada en coches eléctricos o en móviles. Las reservas en este país de cobalto son las mayores del mundo, llegando casi, a triplicar las de su perseguidor, Australia.

[Fuente: www.Statista.com]

Las exportaciones representan en torno a un tercio del PIB del país, que en el año 2018 se situó en más de 47.000 millones de dólares. Estas exportacio­nes han sido fundamentalmente de recursos naturales como cobalto o cobre. El principal mercado de la R.D Congo fue China que abarcó casi el 40 por ciento de las exportaciones del país, y de esto, más de la mitad es de cobalto.

La empresa Tenke Fugurume Mining S.A., es una de las empresas más grandes de cobalto del país y, la mina Fungurume, de más de 1.500 Km2, al sur del país, cuenta con la mayor reserva de cobalto de la R.D. del Congo. No es casualidad, que la empresa TFM sea propiedad de la empresa China Molybdenum Co, que en enero del 2019 aumento su participación en TFM hasta alcanzar el 80%. Una empresa que en el año 2018 alcanzó una producción de 9.363 millones de toneladas métricas de cobalto y cobre. La escasa oferta de este mineral y su alta demanda con la nuevas tecnologías, han hecho que el precio ascienda desde los 30.000 dólares por tonelada métrica a principios de siglo hasta más de 90.000 dólares, siendo su mayor crecimiento en los últimos años.

China está apostando fuertemente en la región de Katanga, donde se encuentran las reservas más grandes del mundo de cobalto, pero también en la mina de Kolwezi, al sur del país.

Otra empresa, Congo Dongfang Mining, subsidiaria de la empresa china Huayu Cobalt, compra cobalto en las minas de la R.D Congo para tratarlo y usarlo en la fabricación de automóviles, empresa que cotiza en la bolsa de Shanghai.

La venta de coches eléctricos a nivel mundial se ha disparado, en el año 2018 se vendieron 1,26 millones de coches eléctricos, un 74% más que en el 2017, de los cuales más de la mitad se han vendido en China. En el primer semestre del año 2019, más de la mitad de los Vehículos con Batería Eléctrica (BEV – por sus siglas en inglés) se han vendido en China, es decir, más de 430.000 unidades, un aumento del 111%.

[www.jato.com]

China es el país más contaminante del mundo, el 30% de la contaminación mundial proviene de su industria, lo que ha hecho que en ciudades como Pekín se vivan constantes alertas por alta contaminación y, se ha convertido, para el gobierno de Xi Jinping, una necesidad el cambio a las energías limpias y no depender tanto de combustibles fósiles.

La presencia de China en África, y más concretamente, en la República Democrática del Congo, le da una ventaja al país asiático para liderar éste mercado verde, un mercado que ya lidera desde el año 2015.

China ya controla las minas de cobalto de la R.D. del Congo, este mineral se ha convertido en uno de los más demandados para la fabricación de baterías de coches, ordenadores o teléfonos móviles, y seguirá siéndolo en las próximas décadas. El cobalto, el oro azul o el petróleo del siglo XXI, se ha convertido, para China y para el mundo entero, en un mineral indispensable para la prestigiosa carrera de este siglo, la de la energía limpia.

Ángel Enriquez de Salamanca Ortiz es Doctor en Economía por la Universidad Complutense de Madrid