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Beijing grita su descontento a Taiwán y el mundo. Nieves C. Pérez Rodríguez

Como era de esperar, China ha reaccionado bruscamente al viaje de la presidenta taiwanesa Tsai Ing-wen a las Américas. Durante la visita, los portavoces oficiales chinos a diario expresaban su absoluto desacuerdo con que hiciera una parada en territorio estadounidense. Aunque el disgusto no tardó en escalar de declaraciones al mayor despliegue de maniobras militares nunca vista como protesta del encuentro entre la líder taiwanesa y el presidente de la Cámara de Representante de EEUU, Kevin McCarthy.

McCarthy es el sucesor de Nancy Pelosi y como líder de la Cámara de Representantes es el segundo en la línea de sucesión en los Estados Unidos, y aunque no cuenta con un largo historial en defensa de derechos humanos, específicamente en contra de las violaciones chinas, como Pelosi, por su alto perfil político le resulta muy incómodo a China que se reúna con Tsai. Y a pesar de que el encuentro entre ambos no fue catalogado de oficial, ni siquiera fue recibida en Washington precisamente para evitar más tensiones, no deja de ser un encuentro de altísimo nivel en el que el líder de la Cámara ratifica su apoyo a Taiwán.

Justo unas semanas antes de que la presidenta taiwanesa anunciara su viaje McCarthy había expresado su deseo de visitar la isla, lo que produjo una fuerte protesta china, además del desacuerdo de consejeros y expertos quienes desaconsejaron el viaje, así como el propio gobierno taiwanés para evitar más subida de tensiones entre los dos países.

Para el Partido Comunista chino Taiwán es una provincia china, por lo que se oponen a cualquier iniciativa que pueda dar más legitimidad internacional a las autoridades taiwanesas y contacto oficial entre autoridades de Taiwán con otros países.

En tal sentido, en el nuevo Libro Blanco chino sobre Taiwán hecho público el verano pasado (después de que Pelosi visitara la isla) titulado “La cuestión de Taiwán y la reunificación de China en la nueva era” define en tres puntos lo que para el Partido Comunista chino es una prioridad y que han convertido en un objetivo de Estado: “Resolver la cuestión de Taiwán y realizar la reunificación completa de China es una aspiración compartida por todos los hijos e hijas de la nación china. Es indispensable para la realización del rejuvenecimiento de China. También es una misión histórica del Partido Comunista chino”.

Bajo esos principios opera y justifica sus acciones el gobierno chino y, en efecto, como protesta al encuentro que tuvo lugar en California, el Ejército de Liberación Popular chino anunció la ejecución de ejercicios militares a gran escala en el estrecho de Taiwán. Y ciertamente estas maniobras que se llevaron a cabo durante tres días fueron mucho más agresivas que las realizadas con anterioridad como protesta a los viajes de los líderes taiwaneses a los Estados Unidos. Aunque en el verano del 2023, justo después de que Pelosi visitara Taiwán, Beijing respondió con maniobras militares que fueron la mayor demostración de fuerza hasta ese momento hasta el punto de que la situación propició la cuarta crisis del estrecho de Taiwán.

Objetivamente, las maniobras militares chinas de esta semana superaron en tiempo, dimensión y cálculo a todos las anteriores y hasta enviaron guardacostas para patrullar e inspeccionar embarcaciones taiwanesas bajo la justificación de ser sospechosas con el propósito de aumentar la presión sobre la isla. De acuerdo con un informe de la cadena oficial china CCTV “bajo el comando unificado del Centro de Operaciones Conjuntas varios tipos de unidades llevaron a cabo ataques de precisión conjunto simulados contra objetivos claves en la isla y en aguas circundantes”.

Fuentes oficiales taiwanesas informaron que solo en un día habían detectado un total de 70 aviones del ejército chino y embarcaciones alrededor de la isla. Entre esos aviones se encontraban 4 cazas J-15 que despegaron del portaviones Shandong. Este juego de guerra, como ha sido denominado por algunos expertos, se centran en la práctica de bloqueo marítimo y ataques dirigidos a embarcaciones enemigas. Con todo este despliegue, China busca perfeccionar un ataque que bloquee las rutas aéreas de Taiwán y consiga el bloqueo de sus puertos y rutas marítimas.

Al término de las maniobras el ministro de defensa taiwanés declaraba que “Taiwán no dejará de fortalecer su preparación para el combate” desafiando y resistiendo la fuerte presión. Y aunque en teoría las maniobras fueron dadas como concluidas el lunes, un día después fueron detectados 26 aviones y 9 embarcaciones realizando patrullaje de preparación para el combate alrededor de Taiwán.

El portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores chino afirmaba que “todo el despliegue es una fuerte advertencia a las actividades provocadoras de las fuerzas secesionistas de la independencia de Taiwán y su colusión con fuerzas externas, enfatizando por tanto que los ejercicios son una medida necesaria para salvaguardar la soberanía nacional y la integridad territorial china”.

Un grupo de expertos en el área del ChinaPower del think thank CSIS con base en Washington D.C. que se encuentran desarrollando un estudio en tiempo real sobre lo que está sucediendo en el mar del sur de China, sostiene que, en contraste con la gran demostración de fuerza militar, en esta ocasión parece que China se ha abstenido de tomar fuertes medidas de otro tipo como económicas y diplomáticas. Al menos de momento parecen relativamente menos directas para castigar a Taiwán y a los Estados Unidos en estas áreas, aunque el Estado chino ha sancionado a individuos y entidades, comparativamente con otras situaciones similares estas medidas han sido menos significativas.

Beijing seguirá mostrando su enfado y continuará tomando medidas y, de hecho, ya advirtió que cerrará el espacio aéreo el domingo durante media hora, lo que afectará los vuelos comerciales. Por su parte, el ministro de defensa taiwanés, Sun Li-fang, notificó que entre abril y julio van a realizar ejercicios de defensa civil en diferentes partes de la isla para preparar a los ciudadanos frente a una potencial guerra en el estrecho.

Claramente estamos bajo una tensión exacerbada e innecesaria, una situación preocupante que viene a generar más inestabilidad y confrontación internacional. No obstante, parte de la magnitud de respuesta china es claramente propaganda, y el mejor ejemplo es el video que publicaron en sus medios oficiales en el que se observa como ejecutarían un ataque a la isla y recrean con una especie de video juego la toma de Taiwán por la fuerza con misiles lanzados desde distintos puntos de China que aterrizan muy cerca de la costa y otros impactaran en tierra.

Para Beijing una toma de Taiwán a la fuerza es el escenario menos deseado porque significaría que los taiwaneses rechazarían el nuevo gobierno y habría un gran descontento y una masiva oposición. Recordamos que actualmente Taiwán es un régimen democrático en el que sus ciudadanos gozan de todos los derechos y libertades que tiene cualquier ciudadano europeo. Razón por la que el PC chino ha intentado acercamientos a través de acuerdos políticos, influyendo en la vida política de la isla y en muchos casos pagando apoyos.

Y finalmente, Estados Unidos y sus aliados siguen teniendo una capacidad militar superior a la china y con el apoyo que ha venido demostrando Washington en los últimos años a Taipei, con la venta de armamento, acuerdos militares e incluso la introducción hace pocos días del proyecto de ley para “formular la respuesta de Estados Unidos ante una posible invasión de Taiwán”. Una propuesta partidista que deja claro el nivel de preocupación y responsabilidad que los estadounidenses están dispuestos a asumir en cuanto a la supervivencia de Taiwán…

El día después de la conclusión de los ejercicios “Joint Sword”, el MND de Taiwán informó que había detectado 26 aviones y nueve embarcaciones que realizaban patrullas de preparación para el combate. Reuters declaró que se estaban realizando ejercicios militares a pequeña escala frente a las costas de Fuzhou, que probablemente formaban parte de los ejercicios anunciados previamente por Fujian MSA.

China emitió cuatro fuertes declaraciones denunciando el tránsito y la reunión con McCarthy el 6 de abril y sancionó a un puñado de entidades de EE. UU. y Taiwán después. El 10 de abril, China manifestó su deseo de profundizar los intercambios económicos y de otro tipo con Taiwán. Lo que queda por ver es cómo el viaje del ex presidente de Taiwán, Ma Ying-jeou, a China afectará la política interna en Taiwán, un viaje que probablemente fue alentado y al menos parcialmente orquestado por Beijing. Por ejemplo, Beijing probablemente recibió con agrado los comentarios de Ma a la prensa el 7 de abril después de su regreso a Taiwán. Ma caracterizó el liderazgo y la política actual de Taipei como uno que lleva a Taiwán hacia el peligro y la guerra y advirtió que Taiwán tiene que elegir entre la paz y la guerra.

 

 

La presidente taiwanesa en EEUU: visita no oficial rodeada de asuntos oficiales. Nieves C. Pérez Rodríguez

 

FE DE ERRATAS: POR UN ERROR TÉCNICO, ESTE ARTÍCULO APARECIÓ INCOMPLETO EN LA PUBLICACIÓN DE LA SEMANA PASADA. VOLVEMOS A PUBLICARLO ESTA SEMANA DE MANERA ÍNTEGRA.

Tsai Ing-wen, presidenta de Taiwán, en un intento por cultivar sus aliados visitó el continente americano en un tour de 10 días cuyo destino central tenía a Guatemala y Belice, naciones con las que la isla tiene relaciones diplomáticas.

De camino a sus destinos oficiales, Tsai hizo una parada en Nueva York, ciudad en la que asistió a varios encuentros, entre ellos uno con la comunidad taiwanesa residente en la ciudad. Aunque su visita a los Estados Unidos no es oficial, debido a que desde que se establecieron relaciones formales entre Washington y Beijing en 1979 los líderes taiwaneses solo han viajado a Estados Unidos en forma de visitas privadas y/o tránsito y, se le reserva la distinción de visitas oficiales a los funcionarios o dirigentes de Pekín.

Para Taipei, el gobierno estadounidense es la clave en la preservación de su semi-autonómico estatus y el hecho de que figuras políticas taiwanesas usen de tránsito a los Estados Unidos potencia las relaciones y en este caso le permite a Tsai reunirse con algunas figuras distinguidas y hacer un poco de lobby para su isla.

De acuerdo con el informe ChinaPower del Think Thank CSIS sobre Taiwán, históricamente las visitas de los líderes taiwaneses a Estados Unidos se han manejado con sutileza e intentando no ofender al gobierno chino y evitando provocaciones innecesarias.

La Administración Clinton, por su parte, inicialmente negó la visa al entonces presidente taiwanés Lee Teng-hui pero el Congreso presionó para que la visita privada se llevara a cabo. En 2001 a Chen Shui-bian no se le permitió realizar eventos públicos. Posteriormente el presidente Bush en 2002 cambió esa dinámica, aunque en 2006 la misma Administración, preocupada por las políticas de Chen hacia China, limitó las actividades.

A partir del 2008 el tratamiento de Estados Unidos a estos viajes se hizo más consistente bajo el entonces presidente Ma Ying-jeou, al cual se le permitió reuniones con líderes locales y congresistas y hasta la posibilidad de realizar eventos públicos.  Desde el 2016, año en que Tsai se convierte en presidente, Washington ha actuado con más flexibilidad y ha dado más tiempo a los visitantes taiwaneses para participar en actividades en sus paradas técnicas en territorio estadounidense.

Como es costumbre, en esta última visita la respuesta china no se hizo esperar y el ministro de Relaciones Exteriores calificó a Tsai como la “jefa de las fuerzas secesionistas de independencia de Taiwán” alegando que la visita viola la política de una sola China que mantiene los Estados Unidos.

Poco antes de que se conociera la visita de Tsai, Honduras rompía relaciones con Taipei y se pudo saber que China ofreció 2.95 mil millones de dólares a Honduras como estímulo para establecer relaciones bilaterales, y el canciller hondureño, Eduardo Enrique Reina, fue invitado al gigante asiática en el momento en que Tegucigalpa rompió sus relaciones diplomáticas con Taiwán.

Taipei mantiene relaciones diplomáticas con 13 Estados pequeños (Ministry of Foreign Affairs, Republic of China (Taiwan)-Diplomatic Allies (mofa.gov.tw)  y la visita de la presidenta en este momento es importante, puesto que Taiwán necesita hacerse presente y enviar un mensaje claro a sus aliados recordándoles que siguen estando ahí y que a pesar de la ausencia física durante la pandemia, una vez que se ha vuelto a la normalidad, Tsai se presenta y les recuerda que aprecia y necesita de sus aliados.

Los países que tienen relaciones diplomáticas con China no pueden tener relaciones diplomáticas con Taipei, razón por la que en los últimos años la lista de Estados que reconocen a Taiwán se ha ido encogiendo. Mientras que Beijing ha ido aumentando su influencia y comprado con proyectos y créditos sus relaciones por el mundo.

Paralelamente a la visita de Tsai, en el Congreso estadounidense se introducía un proyecto de ley para “formular la respuesta de Estados Unidos ante una posible invasión de Taiwán”. Una propuesta bipartidista y bicameral puesto que dos representantes de la cámara baja presentarán una legislación complementaria.

En la presentación del proyecto de ley  explícitamente se solicita que el Departamento de Defensa, en colaboración con la comunidad de inteligencia y los Departamentos del Tesoro, Comercio y Homeland Security elaboren una estrategia de sanciones efectiva contra la República Popular China en caso de una agresión contra Taiwán. Solicitan a estas instancias tener identificadas las vulnerabilidades y las posibles medidas de respuesta a China.

Asentándose sobre la orden que dio Xi Jinping al Ejército Popular de liberación de que esté preparado para invadir Taiwán en el 2027 se justifica este proyecto de ley y en las consecuencias devastadoras que dicha invasión puede acarrear para los aliados de Washington en la región. Dice también que aún hay tiempo para formular una estrategia clara para proteger la economía y fortalecer significativamente a nuestros socios en la región como medida disuasoria.

En este sentido 4Asia se puso en contacto con la Representación Económica y Cultural de Taipei en Washington para conocer su opinión sobre dicha ley y esto fue lo que nos dijeron:

“El Congreso de los Estados Unidos ha sido una fuerza impulsora para acercar las relaciones entre Taiwán y los Estados Unidos. Estamos muy agradecidos por el apoyo bipartidista y bicameral a largo y ancho del Congreso de los Estados Unidos”.

Por su parte, el pasado viernes, mientras la presidente taiwanesa estaba en la gran manzana, Beijing envió 10 aeronaves militares a sobrevolar el Estrecho de Taiwán como una respuesta de protesta y quizás hasta de alerta sobre lo que puede suceder si Occidente se opone a una futura adhesión de Taiwán al territorio chino.

Antes de regresar a Taiwán Tsai hará una parada técnica en Los Ángeles en su camino de regreso, ciudad estadounidense con más taiwaneses, unos 45.000 aproximadamente. Aunque el Estado de California tiene una comunidad de casi 95.000 taiwaneses. Además de diferentes encuentros previstos, la presidente planifica reunirse con Kevin McCarthy el nuevo líder de la Cámara de Representantes que sustituyó a Nancy Pelosy. Y aunque el encuentro no es oficial, con un recibimiento en el Congreso, es posible que Beijing proteste enérgicamente debido a que McCarthy es el segundo en la línea de sucesión de EEUU.

Estados Unidos ha venido aumentando su apoyo a Taiwán en los últimos años, ante el potencial peligro de que China invada la isla. A finales de año se acordaba que se le vendería a Taiwán armamento por un importe superior a 1.1 mil millones de dólares, lo que provocó la ira de China.

El General Mark Milley, jefe del Estado Mayor Conjunto, hizo un llamamiento a cambiar la retórica alarmante sobre una inminente guerra de Estados Unidos contra China y dijo que él duda de las posibilidades de que China pueda conquistar a Taiwán. Mientras, dijo que Washington debe continuar acelerando los envíos de armas a Taiwán y aumentar las capacidades militares de la isla, por si acaso…

Milley dijo también que Taiwán necesita defensa aérea, misiles de crucero antibuque y minas antibuque. Aunque admitió que la isla en sí misma, su población de 23 de millones, incluidos los 170.000 militares en servicio activo y entre 1 y 2 millones de reservistas, junto con la falta de experiencia de China hacen que una toma de control sea poco probable. “Taiwán sería una isla difícil de conquistar”.

Taiwán grita Sí a la democracia, No a China. Nieves C. Pérez Rodríguez

Washington.- Taiwán, una vez más, da  ejemplo de valores congruentes con la democracia y la libertad. La masiva confluencia a los centros electorales es la prueba de que la mayoría del pueblo taiwanés quiere mantener su estatus democrático, así como el apoyo al Partido Progresista (DPP por sus siglas en inglés) muestra que la mayoría de los taiwaneses poseen una identidad propia y que no quieren formar parte de China.

Tsai Ing-wen fue reelegida presidente de la isla después de haberla liderado por cuatro años. Y pese a los problemas que enfrentó durante su legislatura, cuando su popularidad cayó considerablemente, consiguió hacerse con la presidencia nuevamente. Su contrincante, Han Kou-yu, el candidato del partido conservador Kuomintang (KMT por sus siglas en inglés),  se inclinaba por la reunificación de Taiwán con China.

Tsai se define a sí misma como la defensora de los valores liberales de Taiwán. Y lo cierto es que no lo ha tenido fácil, pues China les ha ido cercando por todos los costados, sobre todo el diplomático, terreno en el que Beijing aprovecha sus favores económicos a otras naciones para pedir el no reconocimiento de Taipéi como ente internacional.

Xi Jinping, hace tan sólo un año, afirmó en un discurso que la reunificación de Taiwán con China es inminente. Pero cuanto más ha amenazado Beijing, más dura y consistente ha sido Tsai con sus promesas. Y su determinación se ha visto compensada con más de 8.1 millones de votos representando así más del 57% del electorado, contra 38,6% de su oponente.

Tsai ha capitalizado cada amenaza china en su beneficio, como el uso de la fuerza militar de ser necesario, para la “imperativa necesidad” de la reunificación de Taiwán a la península. Esta líder ha solidificado los valores identitarios de los ciudadanos como taiwaneses, y no chinos. Ha enfatizado el carácter democrático de Taiwán. Ha despertado un sentir en los jóvenes taiwaneses, quienes no se sienten chinos, y quienes no están dispuestos a sacrificar su modo de vida y su libertad.

4Asia fue invitada por la representación diplomática de Taipéi en Washington al recuento de los resultados electorales y a la discusión de un panel de expertos que analizaron las elecciones presidenciales legislativas de la isla. El Dr. Richard Bush -un respetado experto en China, con una larga lista de trabajos y libros publicados, y miembro del Brookings Institute, afirmó que “La reelecta presidente tiene un gran reto por delante. Un panorama muy complicado. Lo que viene no es fácil. No es casual que en su discurso de victoria dijera lo importante que es reunificar a la sociedad taiwanesa para poder seguir adelante”.

Mientras que Bonnie Glasser -otra experta en China, directora para del Proyecto sobre el poder de China en CSIS, uno de los think tank más influyentes en Washington- se centró en Beijing y lo poco exitoso que han sido en intimidar a Taiwán. “Es muy interesante ver la falta de influencia que Beijing ha tenido. Los esfuerzos de Beijing han fracasado en acabar con Taiwán”.

Así mismo Glasser insistía en lo importante del KMT -partido de oposición- para los Estados Unidos, la oposición es necesaria en democracia, a pesar de ser aliados de Beijing. Y así China no puede alegar que no tiene con quien hablar en Taiwán.

INTERREGNUM: Hong Kong, seis meses después. Fernando Delage

Seis meses después del comienzo de las protestas en Hong Kong, la administración norteamericana ha optado por involucrarse de manera directa. Pese a las dudas iniciales sobre si Trump daría el paso adelante—la tregua en la guerra comercial parecía prioritaria—, el presidente firmó la semana pasada la ley que ha aprobado el Congreso en apoyo a la democracia y los derechos humanos en el territorio. De conformidad con la misma, Estados Unidos puede revocar el estatus de su relación especial con Hong Kong—hasta ahora exento de los aranceles y sanciones económicas impuestas a la República Popular—si las autoridades chinas no respetan el ordenamiento jurídico y el sistema de libertades civiles de esta provincia semiautónoma.

La decisión de Trump complica aún más la ya tensa relación entre las dos mayores economías del planeta. El presidente Xi Jinping, que pese al tiempo transcurrido no ha logrado poner fin a los disturbios, tendrá también que responder a la iniciativa legislativa norteamericana, adoptada sólo días después de las elecciones locales en Hong Kong, celebradas el pasado 24 de noviembre. Los votantes se pronunciaron de forma masiva en contra de los candidatos pro-Pekín, confirmando que—pese la creciente violencia y desorden en las calles—las protestas cuentan con un notable apoyo popular. Los resultados no deben sorprender, en efecto, cuando los habitantes de la ciudad ven sus libertades en peligro ante la retórica neo-maoísta y la política de mano dura de las autoridades chinas.

El presidente Xi se encuentra así ante el más grave desafío a su gobierno desde su llegada al poder en 2012, y no solo por sus efectos sobre Hong Kong. Las implicaciones de la movilización popular para Taiwán, cuya reunificación con el continente es una urgente prioridad para Xi, inquietan de manera especial a los dirigentes chinos. La crisis de Hong Kong se ha traducido en un considerable aumento de popularidad de la presidenta proindependentista de la isla, Tsai Ing-wen, quien—si, como se espera, logra un segundo mandato en las elecciones de enero—abrirá otro delicado frente para Pekín.

La democratización de Taiwán en los años noventa ha conducido a la formación de una identidad cultural y política propia—separada de la “china”—, de la misma manera que sus valores políticos y Estado de Derecho también hacen que los hongkoneses perciban su sociedad como diferente de la del continente. El desarrollo de una identidad democrática en Taiwán y en Hong Kong constituye una doble amenaza para el Partido Comunista Chino. Por un lado, desafía el concepto de una única nación y cultura china mantenido por Pekín. Por otro, erosiona esa combinación de confucianismo, maoísmo y nacionalismo que justifica su monopolio del poder. Taiwán y Hong Kong ofrecen un modelo alternativo chino de modernidad.

También representan, en consecuencia, una presión añadida sobre el futuro de Tibet y Xinjiang, provincias cuya identidad cultural y religiosa está sujeta a la represión de los dirigentes de Pekín. Setenta años después de su fundación, la República Popular no ha terminado de construir por tanto la China a la que aspira. Lo que es más grave, los problemas en la periferia podrían algún día extenderse al centro. Una identidad construida sobre el discurso del rejuvenecimiento nacional y la recuperación de los territorios perdidos (el “Sueño Chino” de Xi), está llamada a chocar con otras basadas en valores políticos y culturales distintos. ¿Le bastará al Partido Comunista con el uso o amenaza del uso de la fuerza como medio principal para asegurar su legitimidad?