Tras un año en el que se han ido sucediendo las sanciones de exportación de tecnología estadounidense y las restricciones a la exportación de maquinaria para la fabricación de chips avanzados por parte de Japón y Países Bajos, la rivalidad tecnológica entre Estados Unidos y China pasa a una nueva fase en la que China debe afrontar la ambición de convertirse en una potencia tecnológica desarrollando toda una industria con recursos propios. La presentación al mercado del nuevo Huawei Mate 60 Pro que incorpora un chip de 7nm marca un hito importante en la carrera tecnológica, aunque los desafíos todavía son numerosos.
Mientras Taiwán, Corea del Sur, y Japón conjuntamente con Estados Unidos están en la carrera por desarrollar los chips más avanzados hasta el momento de 2nm, el reto para China se centra principalmente en superar primero unas sanciones tecnológicas que le permitan alcanzar la barrera tecnológica de los 7nm para después seguir progresando con la fabricación de chips más avanzados. Cuando hace un año se adelantaba que la empresa china de semiconductores SMIC podría haber conseguido desarrollar con medios propios chips de 7nm, la ansiada autosuficiencia tecnológica parecía más cercana. No obstante, el anuncio del nuevo modelo de Huawei deja abierta la cuestión de si ha sido un desarrollo de SMIC o del propio fabricante de teléfonos chino, aunque el primer objetivo parece haberse alcanzado aún con el retraso tecnológico que aportan las sanciones internacionales a las ambiciones de China.
El siguiente objetivo será alcanzar capacidad de producción de escala al tener China vetado el acceso a la maquinaria para la fabricación de chips avanzados. Para ello es necesario una importante dosis de inversión. Es precisamente aquí donde se encuadra el nuevo fondo anunciado por el gobierno chino que aportará unos 41.100 millones de dólares para financiar inversiones en investigación y en fabricación de equipamiento de chips propios. Es el fondo de mayor cuantía que lanza el gobierno chino, y se suma a los otros similares lanzados en 2014, cuando todavía la tecnología no protagonizaba las tensiones geopolíticas, y en 2019, apenas recién iniciada la guerra comercial entre Estados Unidos y China.
Los nuevos chips de 7nm de producción nacional, y con velocidad equiparable a la del iPhone según el test de velocidad realizado sobre el nuevo smartphone de Huawei, muestra los avances del gobierno chino en desarrollar un ecosistema de chips nacional. Pero será necesario mayor inversión, ya que la cadena de suministro de los chips es larga, muy especializada y mejora constantemente, por lo que no seguir invirtiendo supondría para China retrasarse aún más en los cinco años que ya le separan de sus competidores.
Por el momento, China se beneficiará de que ASML, el fabricante holandés de las máquinas litográficas más avanzadas del mundo, ha anunciado que seguirá cumpliendo con los contratos con las empresas chinas hasta finales de año a pesar de que las restricciones a la exportación entraron en vigor el pasado 1 de septiembre. De ahí, que no será hasta 2024 que comiencen a discontinuarse las ventas de las máquinas litográficas DUV, que permiten fabricar chips de hasta 7nm y cuya importación se ha incrementado un 64,8% en el primer semestre de 2023. Las máquinas EUV más avanzadas, con capacidad para producir por debajo de los 7nm, ya estaban restringidas a la exportación a China desde 2020.
Los avances alcanzados por China en este último año plantean, por tanto, un punto de reflexión para Washington sobre la necesidad de revisar las sanciones en curso, pudiéndose incorporar nuevas medidas más adelante. Bajo este nuevo escenario, China también podría responder incorporando las tierras raras a las restricciones ya impuestas sobre el galio y el germanio desde el pasado mes de agosto, minerales tecnológicos imprescindibles para la fabricación de dispositivos electrónicos y equipamiento militar.
Todos estos movimientos en el tablero de sanciones geopolíticas no reducirán, sin embargo, la capacidad de equipamiento militar que China desarrolla y que incorpora chips menos sofisticados, de 28 nm o superior. De ahí, que la sucesión de sanciones podría no reducir las ambiciones tecnológicas militares de China, mientras, por el contrario, el gigante asiático seguirá manteniendo una posición de dominio sobre las materias primas críticas que haría cada vez más complejo el proceso de derisking de China.