Home Asia El dilema moral de la NBA en China. Nieves C. Pérez Rodriguez

El dilema moral de la NBA en China. Nieves C. Pérez Rodriguez

por: 4ASIA
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La NBA tiene operaciones en China valoradas en 5 mil millones de dólares.  El baloncesto es el deporte más popular en el país asiático, con 500 millones de aficionados en China, según Reuter. Parte de ese presupuesto es la venta de material deportivo, y otro grueso se destina al entrenamiento de jóvenes chinos en centros de entrenamiento de la NBA. Se calcula que unos 300 millones de ciudadanos chinos practican baloncesto, por lo que la afición y el seguimiento de las ligas internacionales son masivos.

La NBA cuenta con academias en muchos países en los que hacen un meticuloso trabajo de entrenamiento de atletas. De acuerdo con la información de la página web de la NBA tienen presencia en Australia; en África están en Camerún, Congo, Kenia, Marruecos, Mozambique, Nigeria, Costa de Marfil, Tanzania, Uganda, Senegal y Sudáfrica. Está presente también en India, México y China. 

La relación de la NBA con China ha sido constante en los últimos años. En el 2014 se anunciaba el lanzamiento de una academia de baloncesto para prácticas extracurriculares en la capital china para niñas y niños en edades comprendidas entre 12 a 17 años. Ese mismo año, el ministro de educación chino hacía pública una alianza con la NBA que incluía la incorporación curricular del baloncesto en la educación primeria, secundaria y bachiller. A finales del 2015 la NBA, en conjunto con la comisión deportiva de Beijing, lanzaban la primera liga junior de baloncesto en China.

En octubre del 2016 el comisionado de la NBA Adam Silver visitaba Beijing para hacer el lanzamiento de tres centros de entrenamiento de élite en China. Primer país que contaría con ellos, ubicados en tres provincias distintas: Centro de Jinan en la provincia de Shandong, Centro de Hanghou en la provincia de Zhejiang, y el centro de Urumqi en la provincia de Xinjiang.

A finales de julio ESPN publicaba un reportaje basado en múltiples entrevistas -anónimas- realizadas a exempleados de la NBA con conocimiento directo de las actividades de la liga de la NBA en China, especialmente en el desarrollo de los jugadores. Al menos dos entrenadores dejaron sus puestos allí por considerar que se estaban maltratando a los jóvenes atletas. Uno de los entrenadores pidió ser transferido después de ver como los entrenadores chinos atacaban a los jugadores, otro se fue antes del final del contrato porque le pareció inconcebible la falta de educación académica en la academia.

Según el reportaje, al poco tiempo de la apertura de estos centros de entrenamiento, varios entrenadores se quejaron con el vicepresidente internacional de operaciones de la organización -Greg Stolt- sobre los abusos físicos que ocurrían en las academias y la falta de estructura académica para los jóvenes participantes, a pesar de que el comisionado Silver había dicho que la educación sería el centro del programa.

La crónica afirma que la NBA se encontró con múltiples problemas para abrir el centro en Xinjiang, pues los entrenadores americanos eran acosados por la policía local en una ciudad en donde el control y vigilancia ciudadana son excesivos debido a la persecución que padecen los uigures y otras minorías musulmanas en la región. Menciona que un mismo entrenador fue detenido tres veces sin razón, o la dificultad que tuvieron él y otros entrenadores en alquilar viviendas por el hecho de ser extranjeros allí.

Hace poco más de una semana que la NBA reconoció que tuvo que cerrar la academia en Xinjiang pero cuando el encargado de las operaciones internacionales de la NBA, -Mark Tatum- fue interpelado acerca del posible factor de derechos humanos, éste declinó responder.

Esta investigación tuvo eco en el Senado de los Estados Unidos, y la senadora Marsha Blackburn en una carta al comisionado Silver le pedía explicaciones por las acusaciones que reveló el trabajo de ESPN. Inmediatamente el senador Marco Rubio se sumaba a la interpelación basada en la necesidad de que una organización estadounidense permita o encubra prácticas que van en contra de los derechos humanos fundamentales.

“La postura de la NBA en Xinjiang envía un fuerte mensaje al Partido Comunista chino: por un buen precio cualquier cosa puede debatirse, incluso el valor de la vida humana”, afirmaba la senadora Blackburn.

Una vez más la semana pasada terminaba en Washington con China de protagonista en los titulares. Por un lado, las revelaciones de las prácticas en dichos centros, y, por otro, la petición de explicaciones desde el Congreso, que es totalmente congruente con el sistema político estadounidense, en el que se espera que las organizaciones de este país mantengan los valores humanos y democráticos en cualquier lugar donde tengan sus operaciones. También el Departamento del Tesoro daba a conocer más sanciones, está vez a políticos hongkoneses, por haber socavado las libertades y la autonomía de Hong Kong.

El 14 de julio Trump firmaba una orden ejecutiva en la que declaraba “Emergencia Nacional” a razón de la aplicación de la ley de seguridad en territorio hongkonés de manos del PCCh. Los once sancionados son altas figuras políticas como Carrie Lam, la máxima autoridad de Hong Kong y quien propuso y fomentó la “ley de extradición” que generó las masivas protestas durante meses. También el comisionado de la policía, Chris Tang, el secretario de seguridad John Lee Ka-chiu y Teresa Cheng secretaria de justicia, todos con posiciones relevantes en la gestión política social o de seguridad de Hong Kong.

La tensión entre Beijing y Washington no hace más que crecer y encresparse. A muy pocas semanas de las presidenciales y en una situación doméstica complicada debido a la pandemia,  la Administración Trump ha puesto el foco en política internacional en China, e intentar darle señales de tolerancia cero ante las reiteradas irregularidades.

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