Pakistán, en una situación de incertidumbre institucional tras las últimas elecciones, sufre una ofensiva de grupos islámicos terroristas que defienden la separación territorial de Waziristán en el norte y en Baluchistan, a lo largo de la frontera con Irán, que han provocado choques con el régimen iraní y en los que China, gran aliado de Pakistán, intenta mediar.
Uno de los grupos más activos, sobre todo en el norte es el Tehrik Taliban Pakistán, conocido como el Talibán Pakistaní que, a pesar de su cercanía a sus correligionarios afganos, han roto el compromiso que estos asumieron con el gobierno pakistaní de mantener una tregua a cambio de ayudas, algunas de ellas inconfesables, del gobierno de Islamabad al de Kabul, el que, tras la espantada de Estados Unidos, vuelven a estar los talibán.
La situación es explosiva en las fronteras entre Pakistán en Irán, entre Pakistán y Afganistán y entre Irán y Afganistán. En los tres bordes actúan unos grupos terroristas islámicos sunníes que se oponen a Pakistán porque abanderan la independencia de las regiones citadas, a Irán porque en este país son chiitas y para ellos herejes y a Afganistán porque estos grupos se alinean con el Estado Islámico y consideran moderados a los talibán de Kabul.
Esta situación, de momento de baja intensidad, puede extenderse a Asia Central a la que están unidos por lazos familiares, religiosos y étnicos. Una región que Rusia y China necesitan estable y en la que, a pesar de su amistad oficial, Moscú y Pekín luchan por la influencia política y económica.
