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THE ASIAN DOOR: El factor China en la cadena de suministro de las baterías eléctricas. Águeda Parra

Poniendo en perspectiva la rivalidad tecnológica entre China y el resto de grandes potencias en lo que a transición digital y energética se refiere, los avances alcanzados por el gigante asiático en materia de tecnología de energías limpias, tanto en renovables como baterías eléctricas, sitúan a China en una posición de dominio, teniendo el resto de países una clara dependencia del gigante asiático. Por el contrario, la transición digital muestra el escenario inverso, situando a China en la carrera por la autosuficiencia tecnológica en la fabricación de chips avanzados. Mientras los chips que se necesitan en la fabricación de coches eléctricos no son excesivamente sofisticados, las baterías eléctricas sí son un elemento clave donde el factor China ejerce especial presión sobre todas las etapas en la cadena de suministro.

Cuando a nivel global las grandes economías buscan aumentar su autonomía estratégica y fortalecer su autosuficiencia tecnológica, el dominio de China del 50% del suministro global de baterías, muy por delante de la cuota de mercado que tienen sus rivales de Corea del Sur y Japón, es un factor muy a tener en cuenta en el actual escenario de creciente tensión geopolítica. Los grandes protagonistas son el fabricante chino de baterías CATL, con un 37,1% de cuota de mercado, y suministrador para fabricantes de automóviles como Tesla y Volkswagen, y el también fabricante de coches eléctricos BYD, cuyo crecimiento le ha situado con una cuota del 13,6%, desplazando en este ascenso a la surcoreana LG Energy Solution y situándose como el segundo mayor productor del mundo.

La competitividad de los fabricantes de coches eléctricos estadounidenses y europeos está, por tanto, vinculada actualmente, y en gran medida, a la dependencia de las baterías chinas. Tanto la fortaleza en el desarrollo tecnológico como el control de la cadena de suministro son elementos clave para entender el dominio de los fabricantes chinos. Todo ello les ha permitido tener mejores economías de escala que sus rivales, y competir con mejores precios ante la creciente subida que han experimentado el níquel y el litio en los últimos años, metales esenciales en esta industria.

Mientras la industria de la automoción está abordando un cambio de paradigma que está impulsando que sean las empresas chinas las que inicien un proceso de internacionalización para competir con sus rivales europeos en su propio territorio, la tendencia en la industria de las baterías está adoptando la misma estrategia, aunque en este caso, no se trata tanto de competir con otros rivales sino de beneficiarse del auge en la fabricación de coches eléctricos en otros hubs productivos. El fabricante CATL comenzó su expansión en Europa con una fábrica en Alemania, la primera fuera de China, a la que le seguirá una nueva planta en Hungría. Y no será el único.

No obstante, el atractivo del mercado chino de coches eléctricos está propiciando que otros importantes protagonistas de la industria sigan apostando por construir fábricas de baterías en territorio chino. A pesar de la creciente tensión geopolítica entre Estados Unidos y China, Tesla seguirá apostando por incrementar su protagonismo en uno de los hubs de automoción más importantes del mundo, aprovechando el mejor posicionamiento de China en la cadena de suministro de baterías, para seguir aumentando su inversión en el país con la construcción de una fábrica de baterías en Shanghai, con inicio de producción en el segundo trimestre de 2024.

Evitar presiones sobre la cadena de suministro se ha convertido en una de las principales preocupaciones en la industria, buscando reducir la influencia que las tensiones geopolíticas puedan tener en posibles disrupciones en la producción de baterías y, por tanto, en la fabricación de los coches eléctricos. Conseguir asegurar la disponibilidad del elemento clave en la movilidad sostenible pasa, por tanto, por fortalecer las capacidades de los fabricantes incorporando en su línea de producción la fabricación de baterías, una estrategia recientemente adoptada también por la empresa china Xpeng, uno de los tres ensambladores de coches eléctricos más importantes de China.

El factor China en la fabricación de baterías es susceptible que se reduzca a medida que vayan surgiendo nuevos players en otros países, aunque su protagonismo en plena transición energética seguirá muy presente. El dominio de China del 75% de la capacidad de refinería del cobalto y del 59% de la capacidad de procesado del litio, según la consultora Benchmark Mineral Intelligence, añade mayor complejidad a la reducción de la dependencia de China en todas las fases claves en la cadena de suministro de la movilidad sostenible. Un dominio que, más allá de la fabricación de coches eléctricos, pone de manifiesto los retos que deben afrontar las grandes potencias para reducir esta dependencia en aras de impulsar la seguridad energética, la seguridad económica y la seguridad nacional.

 

THE ASIAN DOOR: Panamá, puente entre Oriente y Occidente. Águeda Parra

Mientras la redefinición del modelo de globalización da sus primeros pasos y las cadenas de suministro comienzan a adaptarse a las estrategias de onshoring y nearshoring que están poniendo en marcha las grandes economías, la relevancia de los pasos geoestratégicos del comercio mundial sigue siendo un valor clave y al alza. En el nuevo esquema de flujos de transporte marítimo resultante, el Canal de Panamá seguirá desempeñando un papel estratégico conectando Oriente con Occidente, intensificándose su protagonismo a medida que Estados Unidos recupere capacidad productiva local, siendo el istmo de Panamá su vía de salida a los países del Pacífico y Europa.

Por el Canal de Panamá confluyen 180 rutas marítimas que conectan 1.920 puertos en 170 países, lo que supone que por este paso transita el 6% del comercio global, principalmente orientado a facilitar la ruta marítima entre Estados Unidos y Asia, una de las más concurridas del mundo. Tal es el valor estratégico del canal para la primera potencia del mundo que hasta dos terceras partes de la carga transportada a través de la vía interoceánica se produce con origen o destino en un puerto estadounidense, convirtiéndose en el principal usuario del canal. La conexión con Asia, pero también los flujos de comercio que unen ambas costas de Estados Unidos, y la que conecta la costa Este con la costa Oeste de Sudamérica y Centroamérica son las rutas que concentran la mayor parte del tráfico que pasa por el canal, hasta alcanzar los 13.342 tránsitos durante 2021.

En esta conexión entre Oriente y Occidente, China, Japón y Corea del Sur se posicionan como los mayores usuarios del canal por detrás de Estados Unidos. Aunque para los países asiáticos el Estrecho de Malaca y el Canal de Suez son las principales vías de conexión con el comercio mundial, sin necesidad de pasar por esclusas, el Canal de Panamá es la vía que les permite conectar directamente con el amplio mercado norteamericano.

De hecho, la apuesta por promover la inversión en renovables lanzada por la administración Biden, con la Ley de Reducción de la Inflación (IRA), y la nueva política que busca incentivar la producción local en materia de semiconductores, con la Ley CHIPS y Ciencia, incrementarán progresivamente la capacidad de manufactura de Estados Unidos en los próximos años, poniendo mayor presión al tránsito de barcos por el Canal de Panamá. Al tradicional flujo de buques cargados con soja, maíz y todo tipo de grano que parte de la costa Este de Estados Unidos, y que tiene su destino en los mercados de China, Japón y Perú, se suma actualmente el comercio de gas natural licuado (GNL) y de gas licuado de petróleo (GLP), que ha experimentado un crecimiento exponencial en los últimos años. Hasta el 49% de las exportaciones de GLP de Estados Unidos transitaron por el Canal de Panamá, principalmente hacia los mercados de Corea del Sur y Japón.

A su relevancia como enclave estratégico del comercio mundial, el Canal de Panamá suma además un valor medioambiental muy significativo. Esta vía supone un importante impulso para el desempeño ambiental del transporte marítimo, dando un aporte de sostenibilidad al comercio mundial. El tránsito por Panamá no solamente supone una reducción de tiempo de transporte al evitar la larga travesía que supondría atravesar el Estrecho de Magallanes, sino que el paso por la ruta verde del canal supone reducir de forma significativa la huella de carbono de petroleros, gaseros y de grandes buques. Trasladado a cifras, el paso por Panamá supuso un ahorro total de 16 millones de toneladas de dióxido de carbono en 2021, hasta 3 millones más que el año anterior, equivalentes a las emisiones anuales que producirían 3,2 millones de vehículos.

En el ámbito geopolítico, la ruptura del vínculo histórico de reconocimiento de Taiwán, pasando Panamá a establecer relaciones con China en 2016, ha intensificado la diplomacia y presencia del gigante asiático en la región en los últimos años, principalmente con proyectos englobados bajo la nueva Ruta de la Seda, siendo el primer país de América Latina en adherirse a la iniciativa china en 2017. La gestión por parte de China de dos puertos en la zona, uno a cada lado del istmo, mantiene un punto de tensión en las relaciones entre Estados Unidos y China, adicional al actual entorno de rivalidad tecnológica, que podría intensificarse a medida que se incrementen los tránsitos por el canal como resultado de una mayor capacidad productiva estadounidense.

 

 

THE ASIAN DOOR: Factor geopolítico, valor en alza en la toma de decisiones. Águeda Parra

La geopolítica de la tecnología se ha convertido en un importante game-changer para las próximas décadas, con impacto directo en empresas de todos los sectores y geografías porque la tecnología es parte esencial de todos los procesos productivos. Como agente de cambio, la geopolítica está acelerando que las potencias innovadoras busquen una mayor autosuficiencia tecnológica que les devuelva el protagonismo en la escena mundial. Se trata de un cambio en la visión estratégica hacia una mayor y más rápida transición dual, energética y digital, que va a tener impacto a nivel global.

De hecho, responder a los retos que presenta la Cuarta Revolución Industrial (4RI) va a requerir por parte de economías y empresas de una mayor resiliencia estratégica ante los cambios que plantea la redefinición del modelo de globalización en base a tres grandes tendencias que se van a ir consolidando en los próximos años. En esta nueva era económica, el proceso de offshoring, que protagonizó décadas de deslocalización de la industria hacia países con mayores ratios de rentabilidad, va a ir dando paso hacia un modelo de onshoring, bajo el esquema de las nuevas políticas industriales impulsadas recientemente por Estados Unidos, la Unión Europea y varios países asiáticos, que contemplan la combinación de incentivos fiscales y un impulso hacia la digitalización para atraer los flujos de inversión hacia una mayor producción local.

Junto a la creciente tendencia del onshoring promovida por las grandes economías para adaptar ventajas competitivas históricas al nuevo entorno digital, el nearshoring va a ser la segunda gran tendencia derivada de esta redefinición del modelo de globalización. Por una parte, se recuperan capacidades de producción tecnológica hacia el territorio local con el onshoring, mientras que con el nearshoring se potencia una cadena de suministro más cercana a las bases productivas para evitar las reiteradas disrupciones de los últimos años sobre los procesos productivos. Como tercera gran tendencia, la nueva generación de global champions chinas, principalmente en el sector automotriz, está impulsando un cambio en el ecosistema promoviendo el fin del esquema del “Business as usual” al ser las startups de automoción chinas las que comienzan a competir con los gigantes de la industria en su propio territorio con fabricación local de coches eléctricos y de baterías.

En este sentido, una mayor visión geoestratégica de las grandes tendencias que están modelando la nueva era económica potenciará la toma de decisiones económicas a nivel empresarial. Sin embargo, los datos del estudio CEO Imperativa Study elaborado por Ernst & Young reflejan la desconexión del factor geopolítico en los planes de adaptación tecnológica y de transformación digital en las organizaciones. Según este estudio, solamente el 28% de los directivos ejecutivos del Forbes Global 2000 sitúan el factor geopolítico como un factor de preocupación empresarial, frente a un 63% que consideran la tecnología y la innovación como las principales tendencias que afectan a su empresa.

De esta forma, el factor geopolítico se sitúa en las últimas posiciones en la toma de decisiones entre los órganos directivos, ampliando la desconexión de la creciente competencia geoestratégica que están librando Estados Unidos y China en la fabricación de chips avanzados, en Inteligencia Artificial y en energías limpias, y que tiene un impacto y dimensión a nivel global. Hacer que las empresas sean más resilientes ante la gestión de riesgos pasa por incorporar el factor geopolítico de la tecnología entre las prioridades estratégicas en la agenda de innovación tecnológica y digital.

THE ASIAN DOOR: Las baterías eléctricas chinas, el gran reto para Europa. Águeda Parra

Cuando la estimación para la economía china es que su crecimiento quede por debajo del que alcanzarán las economías asiáticas en 2022, por primera vez en tres décadas, los fabricantes chinos de coches eléctricos refuerzan su internacionalización hacia el mercado europeo, en previsión de que este año finalicen los subsidios gubernamentales al sector. El panorama de crecimiento de los coches eléctricos se irá transformando en los mercados asiáticos, pero con mayor impacto en el europeo con la llegada masiva de una oferta diversa y de alta calidad por parte de las marcas chinas.

Bajo este escenario, marcas chinas más conocidas como BYD y Nio, y otras que irán acaparando progresivamente el interés de los consumidores europeos, como Xpeng y Wuling, irán haciéndose fuertes en el despliegue de los coches eléctricos en Europa, pero también en la fabricación de baterías de litio. La ventaja competitiva a favor de las marcas chinas es que muchas de ellas aportan un ecosistema integrado, desde la fabricación de los coches eléctricos hasta la producción de las baterías, que hoy por hoy no ofrecen los grandes fabricantes de coches europeos, más inmersos en su transformación de vehículos de combustión fósil a eléctricos.

China no solamente tiene el mayor mercado doméstico del mundo de coches eléctricos, sino que también lidera la producción, pasando de representar un 36% en 2020, a alcanzar una cuota de mercado del 51% en 2022, lo que equivale a producir unos 3,84 millones de vehículos eléctricos al año. Este liderazgo de China en el desarrollo de nuevos modelos de movilidad sostenible ha contribuido a que la marca china BYD se haya convertido en el mayor productor de coches eléctricos durante el primer semestre de 2022, arrebatando el trono al coloso estadounidense Tesla.

Una parte importante de ese liderazgo reside en el expertise desarrollado por las empresas chinas en la fabricación de baterías, que suponen hasta el 40% del coste del vehículo, acaparando hasta el 54% de toda la capacidad instalada en coches en julio de 2022, frente al 30% y 14% que representan las marcas surcoreanas y japonesas, respectivamente. Dos son las grandes empresas chinas que lideran la fabricación de baterías, Contemporary Amperex Technology Ltd (CATL), que lidera el mercado con un 35% de cuota, seguida de BYD, que impulsada por unas mayores ventas de coches ha elevado su participación hasta el 13%, sobrepasando a la japonesa Panasonic, que fabrica las baterías para Tesla y que alcanza un 9% de cuota de mercado en julio de 2022.

Las ventas de coches eléctricos bajo el esquema del Designed in China y Made in China no solamente están abasteciendo el mercado local, donde se estima que la penetración alcanzará el 20% a finales de año, sino que también se han incrementado significativamente las ventas a mercados extranjeros, registrando un crecimiento interanual del 290% en 2021. Sin embargo, apostar por la cercanía a estos nuevos consumidores es lo que está motivando el desembarco de nuevas fábricas chinas en Europa. De esta forma, las empresas chinas acercan su oferta a la región que ha liderado el sector automovilístico históricamente, pero en su versión de coches de combustión.

La estimación de crecimiento del mercado europeo de coches eléctricos ha impulsado la construcción de nuevas fábricas chinas por todo el territorio, con especial énfasis en el despliegue de una red de alquiler e intercambio de baterías extraíbles, hasta un total de 1.000 zonas de aprovisionamiento fuera de China, principalmente desplegadas por Europa, y con el foco puesto es el consumidor de coches eléctricos en Alemania.

En este cambio de paradigma está el fabricante chino Nio, que suma a la fábrica de Noruega una nueva en Hungría, dedicada a desarrollar estaciones de cambio de baterías, reduciendo así los costes de tenerlas que exportar desde China. Poder disponer en pocos minutos de una batería extraíble cargada va a suponer la gran revolución del sector que disparará las ventas de los coches eléctricos. Vitalidad innovadora del Designed in China en movilidad sostenible que garantiza una fuerte competencia con las propuestas de las grandes marcas europeas de automoción.

 

THE ASIAN DOOR: Tierras raras, pero geoestratégicas. Águeda Parra

La revolución digital no solamente va a marcar un hito histórico en lo tecnológico como parte esencial de la Cuarta Revolución Industrial, sino que está adquiriendo una histórica relevancia geopolítica. Poder ejercer el control en cada una de las partes de la cadena de valor de los productos tecnológicos se ha convertido en un elemento de poder geoestratégico en la carrera por convertirse en el líder tecnológico mundial. La supremacía en innovación que permite controlar la parte alta de la cadena de valor está resultando ser tan estratégica como dominar el acceso a los elementos básicos en la parte baja, las tierras raras, esenciales para producir los componentes tecnológicos.

En esta nueva etapa geopolítica de la revolución digital, las tierras raras reivindican su valor y pasan a ocupar un rol destacado en la dinamización de influencia geoestratégica a nivel mundial. Este mayor protagonismo de las tierras raras se produce, asimismo, tres décadas después de que Estados Unidos ocupara un papel destacado como mayor productor mundial de estos metales en la década de los años 1980, pasando actualmente a depender del abastecimiento exterior, principalmente de China, que acapara el 80% del suministro mundial. En este cambio de roles en la producción, es ahora el gigante asiático el que afianza su posición con casi un monopolio, acaparando el 90% de la producción de las tierras raras y unas reservas que alcanzan casi el 36% del total mundial, frente al 1,3% de Estados Unidos, según el informe BP Statistical Review of World Energy 2021.

Las tierras raras son esenciales en la producción de dispositivos electrónicos inteligentes, turbinas eólicas, o coches eléctricos. Asimismo, resultan decisivas para una gran variedad de equipamiento militar como sónares y radares avanzados, navegación de misiles y sistemas de visión nocturna, entre otros, convirtiéndose en un elemento de nicho crítico para la industria de defensa que podría elevar las tensiones entre Estados Unidos y China de producirse una disrupción en el desabastecimiento de estos minerales esenciales. Igualmente, un crecimiento continuado de los precios podría convertirse en elemento desestabilizador para la producción de todos los dispositivos y equipos electrónicos que son cruciales en la industria tecnológica, de defensa y en las renovables, y que ya el año pasado experimentaron un aumento del 88%, según la Asociación de la Industria de Tierras Raras de China.

Adicionalmente a que el control de los precios de las tierras raras pueda significar para China una herramienta estratégica con la que ejercer influencia internacional, la creación del gran gigante de tierras raras anunciado por Pekín a finales de 2021 supone un claro indicio del valor estratégico que adquiere para China el control de estos minerales en 2022. La empresa estatal resultante de la fusión de las empresas Aluminium Corporation of China (Chinalco), China Minmetals Corporation y Ganzhou Rare Earth Group aumentará significativamente el dominio de China a nivel nacional, controlando casi el 38% de las tierras raras y el 70% de las tierras raras pesadas del país, además de incrementar su liderazgo en la producción global.

A pesar de su nombre, las tierras raras son bastante comunes en la corteza terrestre, no así las reservas de estos minerales. De ahí el valor geoestratégico del despliegue de la Ruta de la Seda por Asia, África y América Latina para mantener acceso al que se ha convertido en uno de los elementos más indispensables en la carrera por dominar la revolución digital. El acceso a las ingentes reservas que dispone Afganistán es una pieza clave en la geopolítica de las tierras raras, pero no la única nueva pieza en este tablero. Madagascar, por su parte, está capturando parte de ese valor geoestratégico casi duplicando su producción de tierras raras en 2020, hasta las 8 toneladas.

El alza del valor estratégico de estos minerales ha supuesto que Estados Unidos comience a reconsiderar su estrategia en tierras raras aumentando su producción un 36% hasta las 38 toneladas en 2020. No obstante, parece necesario un cambio más radical para competir con el progresivo dominio que está adquiriendo China sobre las tierras raras y la influencia geopolítica a nivel mundial que lleva implícita.

 

 

THE ASIAN DOOR: El billón de razones que rediseñan la estrategia de China en Afganistán. Águeda Parra.

La retirada de Estados Unidos de Afganistán ha motivado que los países vecinos de la región den un paso al frente ante un evidente cambio en el terreno de juego de la geopolítica en Asia Central donde los cambios se irán haciendo efectivos en los próximos años a medida que se estabilice la situación en el país. Según el proverbio chino que dice que “el aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado mundo”, conocido como efecto mariposa y que sirve para explicar la teoría del caos, el cambio en el escenario de juego por el que Estados Unidos se retira de Afganistán para orientar su estrategia de política exterior en el Indo-Pacífico, y en menor medida en Asia Central, podría conllevar que se acelerase la pugna por el liderazgo económico, tecnológico y geopolítico entre Estados Unidos y China.

La frontera de apenas 90 kilómetros entre Afganistán y China a través del denominado corredor del Wakhan es la menos extensa de todos los países limítrofes con el país asiático, pero, sin embargo, marca la máxima prioridad para Pekín que busca mantener la integridad territorial y evitar que, en este momento de transición en Afganistán, se produzcan incursiones del extremismo yihadista en China a través de Xinjiang. Con la embajada abierta en Kabul, China busca dar continuidad a la reunión mantenida con la delegación de los talibanes afganos en Tianjin el pasado mes de julio en la que China solicitaba a los nuevos dirigentes del país que cortaran las relaciones con los separatistas Uighures del Turkestán Oriental que podría suponer una entrada en Xinjiang. A cambio, los talibanes estarían buscando que China utilizara su influencia en el Banco Asiático de Inversiones en Infraestructuras, liderado por el gigante asiático, para obtener concesiones de préstamos ante el actual escenario de aislamiento internacional.

La situación estratégica de Afganistán en el centro de Asia le confiere al país una posición de privilegio para convertirse en el futuro hub comercial de la región en el marco de la iniciativa de la Ruta de la Seda, donde se podría plantear una extensión del Corredor Económico China- Pakistán en el que el gigante asiático ha invertido más de 62.000 millones de dólares. Una vez estabilizado el país, y con Afganistán formando parte de la iniciativa desde 2016, China podría avanzar en otra de sus principales prioridades en la región que es la seguridad de sus inversiones en el marco de la Ruta de la Suda en la región. Se trataría de avanzar en la explotación de concesiones previas, como la mina de cobre de Aynak (el segundo yacimiento más importante del mundo) que obtuvo por 3.000 millones de dólares en 2007 y que mantiene bloqueadas las conversaciones por diferentes motivos desde 2015. Otros proyectos, sin embargo, si han comenzado su construcción, como la carretera que une Kabul con China a través del corredor de Wakhan y que supone una inversión de 5 millones de dólares.

Una mirada a la vecina Pakistán puede dar a los talibanes afganos una imagen de cómo podría transformarse el país en la próxima década. El puerto de Gwadar en Pakistán, considerado el buque insignia de la iniciativa de la Ruta de la Seda, es un ejemplo de la metamorfosis que puede llegar a alcanzar la región. Con la estabilización de la situación en Afganistán, China se beneficiaría de la posición estratégica del país hacia las fuentes de petróleo y gas en Oriente Medio y le permitiría conectar con otros mercados donde llevar los productos chinos y su capacidad industrial, además de avanzar en otra de las grandes prioridades que ha identificado China en el país: el acceso a las reservas de minerales y tierras raras que tiene Afganistán y que están valoradas en más de 1 billón de dólares.

Afganistán está considerado por el Departamento de Defensa de la ONU como el “Arabia Saudí del litio”, aunque carece de la infraestructura necesaria para explotar las reservas a gran escala. China aportaría esa capacidad extractiva ante la perspectiva de acceder a un metal cuya demanda se estima que se multiplicará por cuarenta de aquí a 2040, según la Agencia Internacional de la Energía (AIE). Aunque China ya produce el 40% del cobre mundial, el 60% del litio y dispone del 80% de las tierras raras, Afganistán se extiende sobre una extensa base de superabundancia de estos elementos que son básicos para la fabricación de semiconductores, dispositivos de alta tecnología como los smartphones, y para la producción de baterías para los coches eléctricos, además de resultar esencial en la industria armamentística.

Como mayor mercado mundial de coches eléctricos, China espera que las ventas de estos vehículos supongan el 20% de las ventas totales en 2025, desde el 5% actual, alcanzando el 50% en 2035, según ha anunciado recientemente la Sociedad China de Ingenieros Automotrices. La base de superabundancia en depósitos minerales sobre la que se extiende Afganistán puede convertir al país en un importante actor clave en el campo de juego geopolítico de la transición energética y de la geopolítica de la tecnología, contando con China como vecino mientras Estados Unidos se retira a miles de kilómetros.

ASIAN DOOR: La geopolítica del clima en marcha para liderar la COP26. Águeda Parra

Los efectos del creciente calentamiento global no pasan ya desapercibidos para ninguna de las grandes potencias mundiales, cada vez más conscientes de que es necesario acelerar el ritmo de implementación de medidas que conduzcan a una efectiva neutralidad del carbono. El medioambiente se resiente, y los efectos del cambio climático tienen implicación directa sobre el desarrollo de la economía y el mantenimiento de los estándares de salud.

De hecho, con todas las potencias mundiales implementando medidas más agresivas, la componente climática se va a convertir en una cuestión geopolítica de primer orden en las próximas décadas. Tanto la viabilidad económica del nuevo modelo energético, como el liderazgo tecnológico por las renovables, van a definir el escenario de rivalidad a nivel global en el que las grandes potencias van a competir. Pero no se trata solamente de alcanzar los ambiciosos objetivos de descarbonización, sino conseguir la victoria geopolítica sobre qué potencia liderará una respuesta global al cambio climático.

Conseguir este objetivo pasa por definir una respuesta al calentamiento global que incorpore a China como país más contaminante del mundo, de modo que haga más factible que otros países también se unan en una colaboración conjunta frente al cambio climático. Con esta perspectiva en mente, Estados Unidos ha buscado reforzar el diálogo y la cooperación con China antes de participar en la Cumbre Internacional del Clima el pasado mes de abril, organizada por Biden, a la que acudían virtualmente los líderes mundiales. El objetivo era dejar al margen los numerosos conflictos que han tensionado las relaciones entre ambos, tanto anteriormente con la administración Trump como ahora también con la administración Biden, de modo que no interfiriesen en establecer una cooperación conjunta ante la próxima Cumbre del Clima COP26 en Glasgow en el mes de noviembre con medidas para los próximos años que puedan salvar el planeta.

Sin comunicado de una cooperación conjunta, China busca alcanzar los objetivos de descarbonización anunciados con una transformación energética. Una hoja de ruta por la que ha apostado el gigante asiático para conseguir cambiar su mix energético y que le ha llevado a posicionarse como el mayor inversor en energías limpias de la última década, siendo líder mundial en la fabricación de paneles solares, turbinas eólicas y coches eléctricos, donde las marcas chinas como Nio y BYD ya comienzan a competir directamente con Tesla.

Con Estados Unidos de vuelta a la Cumbre de París, el objetivo es reducir el uso de los hidrofluorocarbonos hasta el 85% en los próximos 15 años, buscando limitar drásticamente los gases de efecto invernadero al ser estos productos químicos utilizados en aires acondicionados mil veces más potentes que el dióxido de carbono sobre el calentamiento global. Una primera medida tomada por la Agencia de Protección Ambiental bajo la administración Biden con la que Estados Unidos espera eliminar el equivalente a 3 años de emisiones del sector eléctrico entre 2022 y 2050.

Durante años, Europa también ha venido trabajando con China para abordar una acción global climática y, previo a la reunión virtual de líderes internacionales organizada por Biden, Francia, Alemania y China pusieron en común su disposición de colaborar para garantizar el éxito de la próxima COP26 en Glasgow, la cumbre más importante del clima desde el 2015 cuando se alcanzó el acuerdo histórico por parte de 196 países en el Acuerdo de París.

Sin que haya un único liderazgo mundial en cuestión del clima, la cooperación en procesos multilaterales de acción contra el cambio climático es un punto de encuentro coincidente para Estados Unidos, Europa y China. Sin embargo, si desde Washington o Bruselas se consiguiera que el gigante asiático adelantara su compromiso de alcanzar el pico de emisiones a una fecha anterior a 2030 sería considerado como una victoria diplomática, y lo que es más importante, una señal clara de mayor influencia geopolítica global.

THE ASIAN DOOR: Xiaomi, nuevo player en el mercado de los coches eléctricos. Águeda Parra.


Las tecnológicas chinas están abanderando el ritmo de digitalización en el gigante asiático liderando la inversión en nuevas tecnologías. No se trata únicamente de incorporar en los procesos productivos de sus respectivas líneas de negocio las nuevas capacidades que proporcionan tecnologías punteras como la inteligencia artificial y las ventajas que aportan las infraestructuras de computación en la nube. Se trata de abordar una nueva estrategia de diversificación empresarial. ¡La revolución tecnológica se intensifica!

Los titanes tecnológicos chinos han sido pioneros en convertir al gigante asiático en referente mundial en sectores como el e-commerce y las FinTech, generando entornos de emprendimiento que han impulsado que las compras online y los pagos electrónicos alcancen un nivel de desarrollo en China mayor de lo que sucede en otros mercados de economías desarrolladas. El momentum que están experimentando las nuevas tecnologías en el desarrollo de la revolución digital en el gigante asiático está favoreciendo que los titanes chinos sean pioneros en abordar una estrategia de diversificación empresarial hacia nuevos mercados. Es decir, exportar su expertise como referentes tecnológicos hacia entornos donde la componente digital es esencial, maximizando las capacidades de las nuevas tecnologías en mercados que van a experimentar un fuerte crecimiento en los próximos años.

De ahí surge la estrategia de abordar la nueva dinámica de digitalización vinculando el know-how tecnológico de los titanes con el desarrollo de industrias que están demandando la incorporación de capacidades digitales punteras. De esta combinación surge la incursión como nuevos players de los fabricantes tecnológicos en el potente mercado de los coches eléctricos. Un mercado al alza que va a ir escalando posiciones en las próximas décadas a medida que se impulsan los objetivos de descarbonización a los que se están comprometiendo las principales economías mundiales como parte de la lucha contra el cambio climático, China entre las potencias más destacadas.

Los titanes tecnológicos chinos quieren ser parte activa de este proceso de revolución digital que está promoviendo un proceso de integración horizontal que pasa de fabricar equipos electrónicos a desarrollar coches eléctricos. Éste es el caso de Xiaomi, que ha anunciado una inversión de 11.500 millones de dólares durante la próxima década para lanzar su nueva filial enfocada a operar en el floreciente mercado de coches eléctricos de China. Un mercado que el gigante asiático está impulsando para que las ventas de los vehículos eléctricos supongan el 20% del total de la demanda en 2025.

El escenario que presenta China, una sociedad digitalmente más sensible con consumidores muchos de ellos nativos digitales, le permite a Xiaomi ofrecer una experiencia de usuario única para los fieles seguidores de una marca reconocida y bien posicionada, y que además está llevando a cabo un exitoso proceso de expansión internacional, siendo embajador de las capacidades del Designed in China. Esta nueva estrategia le permite a Xiaomi incorporarse en el competitivo mercado de los coches eléctricos aportando la ventaja competitiva de contar con las fortalezas tecnológicas que está demandando la industria automotriz para afrontar los retos de una transformación hacia modelos de movilidad menos contaminantes que incluyan todo un ecosistema de dispositivos conectados.

Las tecnológicas a nivel mundial están asumiendo una intensa competición en su sector, lo que está impulsando estrategias de crecimiento hacia nuevos negocios. De ahí que otros titanes como Apple y Huawei hayan anunciado también su incursión en el desarrollo de la nueva generación de coches eléctricos y coches autónomos que van a marcar el ritmo de digitalización mundial en las próximas décadas, intensificando la rivalidad tecnológica ya existente entre Estados Unidos y China.

THE ASIAN DOOR: Asia se reivindica como polo estratégico. Águeda Parra


Unos años antes de que se acabara la última década comenzó a extenderse una nueva narrativa sobre Asia. La fortaleza de sus economías hacía vislumbrar un movimiento por el que se trasladaría cada vez con mayor inercia el epicentro del desarrollo económico de Occidente a Oriente, modelando el futuro de Asia como el impulsor del desarrollo global y haciendo del siglo XXI el siglo de Asia. Apenas acaba de empezar la nueva década y el escenario que se plantea deja todas las opciones abiertas.

La consolidación de las economías asiáticas como actores relevantes en las cadenas de valor globales y en los flujos de innovación ha generado un crecimiento de la región que excede su propio entorno hasta convertirlo en un polo estratégico en el desarrollo económico mundial. Los retos del futuro de Asia están estrechamente ligados con el hecho de convertirse en elementos dinamizadores del crecimiento mundial, con amplio protagonismo en la generación de equilibrios geopolíticos donde la geopolítica de la tecnología tendrá un valor diferencial.

Asia como polo estratégico supondría una vuelta a los orígenes, ya que no sería la primera vez que la región lleva las riendas de la economía mundial. El historiador Angus Maddison, especialista en historia macroeconómica cuantitativa, llegó a estimar que Asia representó durante 18 de los últimos 20 siglos más de la mitad de la producción económica mundial. Concentrando más del 60% de la población mundial, que ha generado rápidos ritmos de urbanización, la región ha consolidado una creciente clase media cualificada que demanda un entorno tecnológicamente avanzado. El resultado de este crecimiento ha generado que la región haya protagonizado el paso del estatus de ingresos bajos a medios en una misma generación, y más de 3.000 millones de personas en Asia podrían disfrutar de estándares de vida similares a los de Europa en 2050, según el Banco Asiático de Desarrollo. Aviso a navegantes.

Las diferentes particularidades de las economías asiáticas generan perspectivas de crecimiento desiguales, que se verán acrecentadas con la evolución de la crisis sanitaria. China, como motor de crecimiento económico y de desarrollo tecnológico de la región, lidera los crecimientos previstos para el presente año, al que se suman otras economías como Corea del Sur, Japón, Taiwán y Vietnam cuyas positivas estimaciones de crecimiento hacen pronosticar a los expertos el buen rendimiento de la región.

La reciente firma de la Asociación Económica Integral Regional (conocida en inglés como RCEP, Regional Comprehensive Economic Partnership) ha otorgado a la región la categoría de bloque comercial cohesionado en magnitud simular a los flujos que se generan en Europa y Norteamérica. Un escenario que resulta atractivo para atraer un volumen de inversión mayor que en otras regiones y que favorece las previsiones que ya existían antes de la aparición de la pandemia de que Asia generará más del 50% del PIB mundial y cerca del 40% del consumo global en 2040, según McKinsey.

La revolución tecnológica corre a favor de la región. Japón fue el primero en posicionarse como potencia industrial, a la que siguieron los cuatro dragones asiáticos (Corea del Sur, Taiwán, Hong Kong y Singapur), protagonistas del crecimiento económico y la industrialización de la región a principios de siglo, sumándose China como máximo exponente del creciente protagonismo de la región en materia comercial y económica, pero también geopolítica y tecnológica.

La red 5G es ubicua en Corea del Sur desde hace más de un año y se acelera su despliegue en China, que lidera la revolución tecnológica con la apuesta de entornos blockchain aplicados a las FinTech, el livestreaming como dinamizador del e-commerce, la inteligencia artificial y el machine learning aplicado a la robótica, y la apuesta por la revolución verde en la creación de una nueva generación de coches eléctricos que pretenden situar al gigante asiático como hub de la producción y la distribución en Asia como uno de sus mercados preferentes. Transcurrida ya una quinta parte del siglo, el dinamismo de Asia marcará su propio futuro.

THE ASIAN DOOR: Baterías, el motor de la nueva economía. Águeda Parra.

La recuperación de los mercados tiene su impacto directo en el optimismo renovado que muestra el sector de los vehículos eléctricos en China. La vuelta a la normalidad de la actividad industrial en el gigante asiático tras la pandemia muestra un camino prometedor para fortalecer las capacidades de China en su camino hasta convertirse en hub para los vehículos eléctricos.

La consolidación de China entre las potencias exportadoras de la industria automotriz supondría sumar un nuevo jugador a la zona asiática, donde ya operan con una posición sólida Japón y Corea del Sur entre los principales fabricantes de automóviles del mundo. De hecho, el impulso del comercio intrarregional que va a promover la Asociación Económica Integral Regional, conocida en inglés como RCEP (Regional Comprehensive Economic Partnership), el acuerdo de libre comercio más grande del mundo, se configura como el mejor escenario para que los coches eléctricos Designed in China alcancen rápidamente al conjunto de los otros 14 mercados que forman parte de la asociación junto con el gigante asiático.

Contar con un mercado comprometido con el cambio climático favorece el crecimiento de los coches eléctricos en China y Europa, donde el gasto en infraestructuras y los estímulos fiscales son parte de la ecuación. De hecho, el gigante asiático aglutina la mayor demanda prevista en el mercado, con un incremento estimado de las ventas para 2020 de hasta el 8,1%, seguido de Europa con un 5%, mientras las ventas se desploman en Estados Unidos en torno al 1,7% según las estimaciones de BloombergNEF.

El potencial de China para configurarse como el nuevo hub para los vehículos eléctricos no pasa desapercibido para las marcas europeas que buscan fortalecer su presencia en un mercado donde tener éxito favorece acceder a la creciente demanda del consumidor chino y a las capacidades de exportación que exhibe el gigante asiático tanto en un contexto regional, en Asia-Pacífico, como global. La reciente inversión de Volkswagen y sus socios chinos de más de 17.500 millones de dólares para incrementar la capacidad productiva de coches eléctricos en las fábricas chinas es una muestra representativa de los movimientos de la industria automotriz en el país.

En este sentido, los fabricantes de vehículos eléctricos buscan situarse en una posición de liderazgo en el mayor mercado del mundo para tener éxito a nivel global. China aglutina capacidad productiva y la mayor demanda de la industria automotriz mientras Europa se presenta como uno de los mercados más atractivos hacia el que se están orientando las fábricas de marcas europeas y americanas que operan en China. Las inversiones realizadas por Tesla en su sede de Shanghai han permitido al fabricante de automóviles estadounidense satisfacer la creciente demanda del mercado chino y comenzar la exportación apenas diez meses después hacia diez países europeos, entre los que se encuentran Alemania, Francia, Italia y Suiza utilizando la capacidad de China como hub de vehículos eléctricos.

El siguiente gran desafío será que los productores chinos sigan estos mismos pasos con marcas propias cosechando éxitos en los mercados internacionales. Hasta el momento el Sudeste Asiático ha sido el destino prioritario de las marcas chinas, y solamente BYD figura entre las marcas chinas que han traspasado fronteras. Después de aterrizar en los mercados de Europa y Estados Unidos con autobuses eléctricos, la siguiente apuesta es desembarcar en el competitivo mercado europeo con su novedoso sistema de baterías para coches eléctricos, comenzando por Noruega desde principios de 2021. Las marcas chinas comienzan a abrirse camino a nivel internacional y la conquista de otros mercados estará en línea con la consolidación del gigante asiático como próximo hub del sector.