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Teherán en su laberinto

Como decíamos en 4Asia, el ataque de EEUU contra el general iraní Soleimani y la reacción de Teherán, llena de nerviosismo e impericia técnica que llevó a derribar el avión ucraniano con 176 pasajeros a bordo, ha acabado metiendo la crisis en el patio iraní. Las reacciones ante uno y otro hecho han desvelado las contradicciones entre el Gobierno y la autoridad religiosa, que controla sus propias unidades militares, y una reacción de la sociedad con manifestaciones en las calles y asesinatos por parte de la policía que han tensionado el ambiente.

La teocracia iraní está en medio de una gran crisis económica, una pérdida de apoyo social y un  desprestigio internacional evidente tras tener que reconocer su papel en el derribo del avión ucraniano.

Estos elementos y la tendencia del régimen iraní a huir hacia adelante (ya han anunciado su abandono total del acuerdo nuclear ya denunciado por EEUU, que lo considera insuficiente) planean ahora sobre el escenario sirio, donde están desplegadas unidades de la división Al Quds, que dirigía Soleimani y donde Hizbulah, uno de los brazos terroristas de Teherán,  ha amenazado con atacar a EEUU.

INTERREGNUM: No es sólo Irán. Fernando Delage

En 2016, Donald Trump se presentó como candidato a la presidencia de Estados Unidos prometiendo que sacaría al país de las guerras de Oriente Próximo. Instalado en la Casa Blanca, no tardó en abandonar el acuerdo nuclear con Irán, e imponer a este último duras sanciones económicas. Trump intentó reducir la presencia norteamericana en la región haciendo de Israel y de Arabia Saudí—coincidentes ambos en su hostilidad hacia Teherán—los instrumentos centrales de defensa de sus intereses. Lo inviable de dicha política acaba de ponerse de manifiesto: con el asesinato del general Qassem Suleimani en Bagdad la semana pasada, Washington abre un nuevo escenario de conflicto, cuyas implicaciones no se limitan sin embargo a esta parte del mundo.

Los analistas especulan sobre las posibles represalias del régimen iraní. Pero quizá tenga mayor interés examinar el margen de maniobra con que cuenta Estados Unidos para responder, a su vez, a las reacciones de Teherán. Irán actuará de manera gradual, asimétrica y con un claro objetivo a largo plazo: la completa expulsión de Washington de Siria e Irak. La influencia adquirida por Teherán en la zona—una de las consecuencias de la invasión norteamericana de Irak en 2003—permite a sus autoridades dictar el ritmo, alcance y localización de toda escalada de manera precisa. Irán puede navegar los vericuetos de Oriente Próximo con una considerable libertad de acción, mientras que Estados Unidos parece haber perdido la que tuvo durante décadas. Pues no se trata de capacidades militares—terreno en el que nadie puede competir con Washington—sino de un juego que se desarrolla en un tablero más amplio, y en el que participan otras grandes potencias.

Mientras Trump ha abierto el camino que puede conducir a una nueva guerra en Oriente Próximo, Kim Jong-un puede reanudar sus ensayos nucleares y continuar ampliando su arsenal. China y Rusia, por su parte, observan con satisfacción este intento de demostración por Washington de su poder como lo que es en realidad: una prueba de desorientación estratégica que continúa minando su posición geopolítica. Motivado por la prioridad de su reelección, Trump intenta crear las circunstancias que le sirvan de apoyo en el caso de una confrontación directa con Irán. Pero 2019 terminó con la realización en el golfo de Omán, del 27 al 31 de diciembre, de los primeros ejercicios navales conjuntos en la historia de Irán, Rusia y China; una iniciativa que lanza a Washington el claro mensaje de que Teherán no está solo y cuenta con poderosos socios. Irán se afirma como potencia regional, Rusia confirma su regreso como actor relevante en Oriente Próximo, y China revela las capacidades navales que sustentan la ampliación de sus intereses geoeconómicos.

La advertencia de que una guerra con Irán implicaría a China y Rusia—haciendo de la muerte de Suleimani un nuevo Sarajevo—puede resultar un tanto exagerada. Pero no lo es el hecho de que, sumando a su enfrentamiento con Pekín y Moscú, un choque con Teherán, Washington está propiciando la formación de la Eurasia menos conveniente para sus intereses. En el contexto de vulnerabilidad política propio de un año electoral, una “alianza” China-Rusia-Irán no sólo puede hacer inviable una política norteamericana de embargo de recursos energéticos, sino acelerar la construcción de un espacio euroasiático integrado en el que Estados Unidos puede quedarse fuera de juego.

Año nuevo, tensiones al alza

El último año de la década comienza con los mismos puntos de tensión de los últimos años con un aumento de tensión en Oriente Medio. La guerra de baja intensidad que se lleva a cabo con más o menos publicidad en los últimos meses entre Estados Unidos e Irán ha saltado a primera plana con la eliminación en Bagdad del general iraní Qasem Soleimani y sus más directos colaboradores. Soleimani, además de ser la mano derecha de Ali Jamenei, máximo dirigente religioso de Irán, situado por encima del Gobierno y autoridad de la principal rama del chiismo en todo el mundo, encabezaba la división Al Quds (que no por casualidad es el nombre árabe de Jerusalén) desplegada en Irak, entrena en operaciones “irregulares”, es decir terroristas en algunas ocasiones. Soleimani, mito para los iraníes que apoyan al régimen teocrático, dirigía la colaboración con Hizbullah, las relaciones con grupos terroristas palestinos que, aunque suníes, viven de las finanzas de Teherán y las operaciones contra Arabia Saudí en Yemen y otras partes.

Este golpe al gobierno de Teherán puede tener consecuencias que van más allá del aumento de tensión militar y posibles enfrentamientos y atentados. Puede aumentar las contradicciones internas entre los poderes iraníes, contra lo que se pueda pensar ya que Soleimani respondía sólo ante Jamenei y no ante el gobierno y, a la vez, estrecha los lazos de EEUU con aliados como Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos, últimamente dudosos de las vacilaciones de Donald Trump y el aumento de la influencia rusa aliada de Teherán.

Pero el escenario de Irak, donde chocan EEUU en Irán, no está aislado en una amplia región donde confluyen los intereses de China en su trazado de la nueva Ruta de la Seda, la creciente influencia rusa, los choques entre corrientes islámicas y poderosos intereses europeos sin que la Unión Europea haga otra cosa que pedir calma. “Cuando aparece una amenaza grave, mientras EEUU lanza un misil, la Unión Europea emite un comunicado”, dijo una autoridad militar norteamericana hace unos años”.