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La Corte Penal de Buenos Aires y los uigures. Entrevista a Peter Irwin. Nieves C. Pérez Rodríguez

A mediados de diciembre en esta columna se informaba que el Congreso Mundial de Uigures (WUC por sus siglas en inglés) y el Proyecto Uigur de Derechos Humanos (UHRP) habían instruido a abogados para que presentaran una denuncia sobre crímenes internacionales cometidos contra los uigures y otros pueblos turcos en la región de autónoma de Xinjiang ante la Corte Penal Federal de Apelaciones de Buenos Aires.

 

Para profundizar y comprender las razones por las cuales es posible que el caso de violación de derechos humanos de los uigures pueda ser planteado ante un tribunal de un país extranjero y sin vínculos jurídicos con China contactamos a Peter Irwin, encargado de los programas de promoción y comunicación de la organización Proyecto Uigur de Derechos Humanos con sede en Washington D.C.

 

Irwin tiene una maestría en Derechos Humanos de “London School of Economics and Political Science” y ha dedicado años a investigar el compromiso de China en la ONU y cómo encuadra Beijing su relación con los uigures en el plano internacional. También fue el portavoz del Congreso Mundial Uigur, donde trabajó como representante de la ONU en derechos humanos en la sede de Ginebra.

 

En su lucha por denunciar lo que está sucediendo a esta minoría ubicada en la región china de Xinjiang plantearán la causa coincidiendo con los Juegos Olímpicos de Invierno de Beijing de febrero del 2022. Por lo que aprovechamos la oportunidad para preguntar a Irwin los detalles:

 

¿Por qué el caso uigur de violación de derechos humanos puede ser llevado a una Corte Federal criminal argentina?

 

De acuerdo con las disposiciones de jurisdicción universal de Argentina, los tribunales tienen jurisdicción para crímenes internacionales como genocidio y los crímenes de lesa humanidad, donde quiera que sea que estos crímenes se produzcan.

 

¿Cuáles son las etapas de este proceso?

 

Una vez introducida la denuncia, tendrá lugar la primera etapa del proceso, que es la etapa procesal. Es en esta primera parte del proceso el juez designado considera la denuncia y los argumentos del fiscal y sobre eso tomará la decisión de si se abre o no el caso.

 

Si el juez decide aceptar el caso entonces se inicia la investigación y ambas organizaciones, el Congreso Mundial de Uigures y el Proyecto Uigur de Derechos Humanos, presentarán pruebas que deberán demostrar claramente que los crímenes internacionales de genocidio, crímenes de lesa humanidad y tortura se están cometiendo contra el pueblo uigur y otras personas de etnia turca en la región de Xinjiang.

 

En el caso de que la Corte de Buenos Aires acepte el caso, ¿Diría usted que lo haría basado en crímenes en contra de la humanidad o se basarían en un cargo más específico como genocidio en contra de un grupo minoritario?

 

La Corte va a considerar ambos.

 

¿Qué significa para el movimiento de defensa de los uigures poder llevar este caso ante una corte internacional?

 

Este es realmente el paso hacia la justicia para el pueblo uigur.  El tribunal uigur fue el primer organismo en evaluar las pruebas de las atrocidades y la escala de estas, pero carece de jurisdicción o medida vinculante. Un caso de jurisdicción universal implica que el caso sea decidido por un tribunal nacional con poder real.

 

¿Cuáles son las expectativas de la comunidad uigur con en este caso en particular?

 

Yo creo que las expectativas de la comunidad uigur se resumen en que el tribunal llegue a una conclusión similar a la del Tribunal Uigur. Es decir, que la corte sopese las pruebas y determine que efectivamente se están cometiendo crímenes de lesa humanidad y genocidio.

 

Los grupos de defensa o movimientos uigures han conseguido logros bastante notables en los últimos meses. ¿Diría usted que se debe a que el mundo ha despertado a las prácticas del Partido Comunista chino contra las minorías chinas?

 

Yo diría que ha habido un impulso creciente durante el último año. Esto se debe a varias cosas, entre ellas la definición de genocidio de varios gobiernos, el dictamen de genocidio realizado por el Tribunal Uigur, los boicots diplomáticos antes de los Juegos Olímpicos de invierno y la aprobación de la “Ley de Prevención de Trabajo forzoso uigur” en los Estados Unidos. Con todo esto en conjunto, hemos visto como se impulsa nuestro compromiso y lucha hacia adelante.

 

¿Cuál será el próximo paso en la lucha internacional de los uigures?

 

El próximo paso que estamos esperando es la publicación de la evaluación por parte de la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos. Una vez que se publique este informe, esa publicación estimulará acciones adicionales por parte de otras agencias de la Naciones Unidas que han permanecido en absoluto silencio hasta ahora.

 

 

 

 

 

Los uigures ganan nuevas batallas. Nieves C. Pérez Rodríguez

Por estas fechas en 2018 esta servidora escribía por primera sobre la trágica y más reciente historia de los uigures. En aquel momento era muy poco lo publicado en castellano e incluso en inglés se dedicaban pocas líneas a contar la triste situación de esta minoría turca anclada en la provincia autónoma de Xinjiang, en el extremo oeste de China.

Desde entonces la tragedia no ha hecho más que aumentar. Miles de familias de esta etnia, junto con otras minorías musulmanas en China, han sido objeto de represión cultural, abusos físicos, esterilizaciones masivas, separación familiar y detenciones masivas en centros en los que ya muchos se atreven a llamarlos abiertamente campos de concentración.

Tal ha sido el número de denuncias que progresivamente los medios han ido dedicando más tiempo y líneas en dar a conocer esa dura situación. Desde Washington la lucha ha sido ardua, con unos 8.000 uigures residentes en Estados Unidos, muchos de los cuales tienen algún familiar desaparecido o incluso ellos mismo han sido víctimas directas de la persecución. Desde el Congreso también se han introducido varias leyes, bien sea para protegerles de trabajos forzosos o bien condenando el trato que reciben estas minorías en China, o la ley de protección de los Derechos Humanos de los uigures, entre otras.

Coincidiendo con el día internacional de Derechos Humanos, el 10 de diciembre, el Departamento del Tesoro anunciaba nuevas sanciones, en esta ocasión a Shohrat Zakir, presidente de la Región Uigur entre 2018 y 2021, y Erken Tuniyaz, quién lo sucedió en la posición y es el actual líder político de la región.

Asimismo, el 11 de diciembre la oficina de Derechos Humanos de Naciones Unidas afirmaba que está finalizando su reporte sobre Derechos humanos en Xinjiang. Aunque ya la ONU había afirmado con anterioridad que han identificado patrones de detención arbitraria, prácticas laborales coercitivas y erosión de derechos sociales y culturales.

La semana pasada también el Tribunal Uigur, un organismo independiente compuesto por abogados, académicos y empresarios, y que no tienen ningún poder estatal o gubernamental para sancionar a China, concluyó que el Partido Comunista chino está cometiendo genocidio y crímenes en contra de la humanidad hacia los uigures.

Al tribunal fueron sometidos los primeros documentos oficiales clasificados que se han filtrado, que, de acuerdo con el analista Adrian Zenz, “muestran que Xi Jinping y el primer ministro Li Keqiang, junto con otros funcionarios del gobierno central exigieron después del 2016 la puesta en marcha de políticas de reclusión, transferencia laboral coercitiva, educación en internados centralizados y control de la natalidad.

El presidente del tribunal, Geoffrey Nice, dijo que el fallo de genocidio se basa en la evidencia de las políticas de control de natalidad y esterilizaciones forzadas por el gobierno chino a los uigures y con el objetivo puesto es destruir una parte significativa de la población. Nice afirma también que las prácticas son parte integral de la política de Xi Jinping y de las altas esferas de poder en China.

En miras al nuevo año, el Congreso Mundial de Uigures (WUC por sus siglas en inglés) y el Proyecto Uigur de Derechos Humanos (UHRP) han instruido a abogados para que introduzcan una denuncia sobre crímenes internacionales cometidos contra los uigures y otros pueblos turcos en la región de autónoma de Xinjiang ante la Corte Penal Federal de Apelaciones de Buenos Aires. Todo parece indicar que coincidirá con los juegos olímpicos de Beijing de febrero.

Michael Polak, el abogado de nacionalidad británica encargado de introducir la denuncia ante la Corte argentina, decía a AP que “anticipa que China haga uso de su presión política y financiera hacia Argentina para intentar parar el caso en la Corte. No obstante, la primera barrera la pone la propia normativa de la Corte que contempla que la corte misma debe estar de acuerdo con recibir el caso. Aunque Polak insiste en que las evidencias son tan fuertes que la Corte argentina no debería tener ninguna dificultad en aceptarlo.

Esta semana el congreso estadounidense, después de muchas dificultades, conseguía aprobar la “ley de trabajo forzoso uigur” que representa no solo un gran éxito bipartidista sino una gran estocada a China. El proyecto de ley que fue introducido por el senador Marco Rubio -por el partido Republicano- y quien en los dos últimos años ha sido un ferviente defensor de la necesidad de aprobarlo, ha insistido en que esta ley ha tenido mucha oposición sobre todo desde las grandes corporaciones estadounidenses que han hecho un gran lobby en su contra para poder seguir importando productos de Xinjiang.

Con esta nueva ley se asegura que no podrán entrar a los Estados Unidos productos que han sido elaborados con trabajo forzoso de uigures u otras minorías en la región de Xinjiang. Por lo que las corporaciones estarán obligadas a investigar y probar que los productos que están importando fueron hechos en concordancia con las leyes estadounidenses.

El Senador Jeff Merkel -por el partido demócrata- afirmaba que “con esta ley estamos mandando un mensaje inequívoco en contra del genocidio y del trabajo forzoso. Mientras, nos aseguramos de que los consumidores estadounidenses puedan adquirir productos sin caer en la complicidad de los terribles abusos de los derechos humanos”.

La aprobación de esta ley, que aún debe pasar el filtro de la Casa Blanca pero que no se pone en duda que pase, llega en un momento muy oportuno y definitivamente manda un mensaje muy contundente a Beijing sobre sus prácticas y las consecuencias de estas en una economía globalizada.

Mientras tanto, China se ha dedicado a publicitar su propaganda para intentar limpiar su imagen sobre todo de cara a los juegos olímpicos de inviernos de Beijing. Sin embargo, las críticas contra los abusos a los derechos humanos en China han tenido más eco que nunca y parece estar claro que cada día es más difícil para Beijing disfrazar su auténtica realidad.

 

Los uigures continúan su lucha. Nieves C. Pérez Rodríguez

Entre el 12 y 14 de noviembre tuvo lugar la VII Asamblea General del Congreso Mundial de los uigures (World Uyghur Congress WUC, por su nombre en inglés).  El WUC es una organización con sede en Alemania que aboga por los derechos de los uigures y condena a China por sus abusos continuos a miembros de esta etnia minoritaria china, cuya mayoría se encuentra en la región de Xinjiang al extremo oeste de China.

El WUC fue creado en 2004 por un grupo de uigures exiliados que congregó fuerzas para defender los intereses y derechos fundamentales de los uigures. A través de los años la organización ha ido tomando más fuerza e importancia y han conseguido financiamiento y atención internacional.

Se estima que el Partido Comunista chino tiene retenidos más de 1 millón de uigures en unos centros le “reeducación” de acuerdo con el nombre dado por el propio gobierno chino, o también llamado campos de concentración por aquellos que han padecidos y han contado las atrocidades que allí adentro suceden.

Sin embargo, organizaciones pro derechos de los uigures como UHRP (Uyghur Human Rights Project) estiman que son cerca de tres millones de uigures los que se encuentran detenidos en estos centros en los que se practican esterilizaciones masivas de mujeres, políticas de asimilación cultural, torturas y trabajos forzosos entre muchas otras.

De acuerdo con Bahram Sintash, un arquitecto experto en arte y diseño uigur, que ha venido estudiando como la situación política se ha venido deteriorándose para su etnia, “está claro que lo que está haciendo Beijing es un genocidio cultural y religioso que comenzó en 1996 cuando lanzaron la campaña “atacar fuerte” y condenaron las actividades religiosas como ilegales. Desde entonces, la presencia de la policía en Xinjiang es constante. Después de los atentados del 11 de septiembre el uso del término terrorismo ha sido exponencialmente usado para justificar el patrullaje casi permanente. En 2017 fue oficialmente prohibido el uso de la lengua de los uigures en las aulas. Las restricciones religiosas del gobierno ahora son tan estrictas que efectivamente ha prohibido la práctica del islam”.

Las dificultades para estas minorías parecen no ser solo en Xinjiang puesto que la WUC, en los previos al evento, solicitaron a un hotel de la cadena Marriot en Praga reservar los salones para su asamblea general pero el hotel declinó la solicitud alegando “razones de neutralidad política, por lo que no podemos ofrecer eventos de este tipo con tema político”.

Aunque más tarde rectificaron y se disculparon, las autoridades de la organización uigur insisten en que se debe a la presión de las autoridades chinas. La Embajada china en la República Checa ya había aprovechado para condenar a la Organización, y aunque el hotel intentara remediar el error, está claro que el lobby del gobierno chino bien sea a través de sus oficinas diplomáticas o presiones directas a empresas tienen un fuerte impacto hoy en todos los sectores.

El evento, que contó con unos 200 uigures que se encuentran en el exilio y que se trasladaron de 25 países diferentes, tuvo como propósito elegir a las autoridades del WUC por los próximos tres años y contaron con expertos legales, académicos, diplomáticos, legisladores y sobrevivientes de los “centros de reeducación” que dieron testimonios de sus propias experiencias, analizaron las prácticas y la responsabilidad de lo que está sucediendo en la región autónoma de Xinjiang.

La persecución a los uigures ha despertado gran interés global especialmente en los dos últimos años. En junio de este año sesenta parlamentarios de dieciocho naciones condenaron las acciones del Partido Comunista chino hacia la minoría turca, junto con Amnistía Internacional y Human Right Watch. Ahora, además, se suman las denuncias de que unos 80.000 uigures así como de otras minorías musulmanas chinas están siendo transportados a otras regiones chinas y obligados a realizar trabajos forzosos en fábricas, de acuerdo con la información que manejan las organizaciones de derechos de los uigures.

Las denuncias traspasan el territorio chino y las organizaciones de derechos humanos han implicado a muchas grandes marcas como Adidas, Nike, H&M, Zara, Uniqlo, Marks & Spencer, o incluso firmas de lujo que usan el algodón producido en la región de Xijiang que al parecer no solo es de altísima calidad, sino que se produce en cantidades masivas.

En otro plano, el tomate producido en la misma región parece estar llenando los anaqueles de los supermercados occidentales, pero con el “Made in Italy” poque Italia compra el tomate de Xinjiang y lo envasa en su territorio. Solo en el 2021 las exportaciones de tomates chinos a Italia se duplicaron, según Adrián Zenz, investigador de la organización Victimas del Comunismo.

Para Beijing, todas estas campañas de descredito eran incómodas hasta hace poco, pero cada día se convierten en un problema mayor y más difícil de eludir. Si bien han jugado a presionar a empresas y entidades políticas con retirarle su apoyo, ahora la presión ha bajado al sector económico o incluso deportivo, cada día más consciente de los abusos que el Partido Comunista es capaz de ejercer en sus propios ciudadanos.

Si las prohibiciones como la del uso del algodón siguen imponiéndose en otros productos como el tomate o cualquier otra materia que produzca China, más pronto que tarde Beijing tendrá que corregir, al menos parcialmente, su comportamiento para poder seguir exportando productos que el mundo necesita, pero que a ellos les ha permitido convertirse en la segunda economía del mundo.

Los uigures están pagando un altísimo precio para que el PC chino sigua adelante con sus planes control y definición de una única identidad china. Su región es precisamente la puerta de salida de la Ruta de la Seda hacía Asia central y por ahí conectar con Europa. Las naciones democráticas deberían seguir imponiendo restricciones a los productos originarios de esta región para intentar así parar esta terrible persecución cuya misión tiene borrar la identidad de una etnia que coexistido por siglos en esta región.

 

La NBA y China. Una vez más. Nieves C. Pérez Rodríguez

La historia del enfrentamiento entre la NBA y China se repite una vez más. En esta ocasión, el equipo que centra la polémica es Boston Celtics debido a que Enes Kanter, uno de los jugadores profesionales del equipo que fue fichado por la NBA en el 2011, subía el pasado miércoles un video en Twitter en el que se expresaba en apoyo a la libertad del Tíbet.

El tweet decía: “Estimado dictador Xi Jinping y el gobierno chino ¡El Tíbet pertenece al pueblo tibetano!”. A la publicación la acompañaba además un video en el que el jugador vestía una camiseta con la imagen del Dalai Lama y abogando por los derechos del pueblo tibetano mientras denunciaba que es un pueblo sin derechos básicos.

La respuesta a ese tweet no tardaba en producirse en Weibo, la plataforma china que es una especie de fusión entre Twitter y Facebook. La red informaba a los usuarios que “a partir de ahora nuestra página no proporcionará información sobre los Boston Celtics y dejaremos de actualizar los datos relacionados con el equipo. ¡Cualquier comportamiento que socava la armonía de la nación y la dignidad de la madre patria, nosotros lo resistimos!”.

La contundente respuesta desde China también la manifestó Tencent, el conglomerado tecnológico chino que proveen de productos y servicios de internet y que tiene los derechos exclusivos de transmisión de los partidos de la NBA en China. Tencent dejó de transmitir en línea los partidos de los Boston Céltics justo después de que Kanter publicara el primer mensaje en su cuenta de Twitter.

En plena ebullición de la polémica el atleta volvía a publicar otro mensaje en Twitter en esta segunda ocasión el reclamo se dirigía a pedir libertad para los uigures: “Dictador desalmado Xi Jinping y el Partido Comunista chino. Me estoy dirigiendo a ustedes. Cierren los campos de trabajo forzoso y liberen al pueblo uigur. ¡Alto al genocidio ahora!”.

A estas publicaciones se le sumaron otras en la misma tónica, todas ellas reclamando las libertades de minorías chinas. Kanter, además, aprovechó los partidos de inicio de temporada para mantener la protesta viva portando coloridas zapatillas con mensajes como” Free Tibet”, “Free Uyghur” o “Free China”.

Las zapatillas fueron diseñadas por el artista y disidente chino Badiucao, conocido por su discrepante posición con el Partido Comunista chino. Badiucao nació en Shanghái y actualmente reside en Australia desde donde se ha hecho con un nombre en el mundo de la caricatura. Badiucao hace uso de la sátira política para denunciar los abusos del gobierno chino.

Enes Kanter no solo es conocido por su talento en el deporte sino por su activismo en defender causas justas y derechos humanos. Probablemente su historia personal de haber nacido en Suiza mientras sus padres estudiaban allí, haber crecido en Turquía y ser residente de los Estados Unidos desde que era un adolescente por sus destrezas en el baloncesto, seguramente ha modelado una visión más global del mundo.

El baloncesto es un deporte con 500 millones de aficionados en China, de acuerdo con Reuter, siendo por tanto el deporte más popular en el país asiático. Los cálculos apuntan a que unos 300 millones de ciudadanos chinos practican baloncesto, por lo que la afición y seguimiento de las ligas internacionales en China es realmente masiva.

La rapidez de las tajantes respuestas de las empresas chinas refleja el compromiso de estas con el Partido Comunista chino y la auténtica realidad del mundo de negocios en la nación asiática. Por muy atractivo que parezca establecer negocios en China, las empresas deben evaluar minuciosamente lo que implica y hasta dónde llega el compromiso. Muchas empresas estadounidenses se encuentran en un momento reflexivo acerca de la sostenibilidad de mantener o trasladar sus negocios hasta China debido en gran parte a la presión del propio congreso y en muchos casos hasta de sus consumidores.

Este tipo de circunstancias debe servirle a las empresas internacionales para comprender lo que verdaderamente significa estar bajo la jurisdicción de las autoridades chinas. No es la primera vez, ya que hace un par de años sucedió algo muy parecido por un tweet del ejecutivo de los Rockets de Houston en apoyo a los manifestantes en Hong Kong y que terminó involucrando al Comisionado de la NBA porque China exigía que despidieran al ejecutivo.

El Partido Comunista chino, por su parte, sigue honrando el fiel compromiso de no tolerar ninguna crítica o inherencia en sus asuntos, hasta el punto de que prefiere sacrificar negocios antes que tolerar un error o crítica. Beijing es consciente de que tiene muchos problemas económicos ahora mismo: los problemas con las gigantes inmobiliarias, problemas de escasez de carbón, severos problemas eléctricos justo a días de la llegada de invierno, y esos son sólo unos pocos de los frentes que tienen abiertos y que no pueden permitirse el lujo de descuidar.

Sin embargo, la necesidad de control de las autoridades chinas ha sido una prioridad en los últimos 70 años y seguirá siendo la prioridad número uno en su manual de operaciones. Por lo que prefieren sacrificar negocios por mantener absoluto control político. ¿Pero hasta dónde podrán llegar si los consorcios, corporaciones y empresas dejan de hacer negocios con ellos?

 

¿China genocida? Nieves C. Pérez Rodríguez

Mientras continúan las tensiones entre Washington y Beijing por la guerra tarifaria, la pandemia y sus consecuencias, la Administración Trump sopesa si acusa a China de estar llevando a cabo un genocidio de los uigures en la provincia autónoma de Xinjiang.

El pasado 2 de julio, un grupo bicameral y bipartidista de más de 70 miembros envió una carta al secretario de Estado, Mike Pompeo, y al secretario del Tesoro, Steven Mcnuchin, en la que exponían su profunda preocupación basada en pruebas de esterilizaciones forzosas y otras medidas coercitivas utilizadas para reducir el tamaño de las familias uigures. “Todo indica que el gobierno chino está trabajando intencionadamente en destruir y esencialmente acabar con las familias de uigures, la cultura y la adhesión religiosa y fomentar violencia contra las mujeres.”

La misiva solicitaba a la Administración Trump que determine si estas atrocidades incluyen crímenes de lesa humanidad y genocidio. Mientras, también pide que se lleve el caso a Naciones Unidas.

De acuerdo con un asistente republicano del Congreso, al que 4Asia consultó su opinión al respecto: “hay un consenso bipartidista en el congreso de EE.UU. sobre las atrocidades que ha cometido el PC chino en contra de los uigures. El determinar si los crímenes constituyen actos de genocidio será vital para que el gobierno chino responda a sus actos y también para que otras democracias empiecen a alzar su voz”.

En el medio de esta compleja situación, nos pareció necesario conversar con Rushan Abbas, una reconocida activista de los derechos de los uigures en los EE.UU.

Abbas nació en 1967 en la capital de Xinjiang -Ürümqi- en donde vivió y se hizo profesional. Durante sus años universitarios participó en protestas en contra de las políticas de opresión china en la región autónoma de los uigures. A finales de los 80 se trasladó a Estados Unidos para continuar sus estudios, desde donde ha continuado su trabajo como activista y ha abogado por los derechos de esta minoría musulmana.

Abbas ha trabajado para Radio Free Asia informando en su lengua natal, ha sido invitada a hablar en diversos foros internacionales, y entre otras tantas cosas, ha dado testimonios en el Congreso de los Estados Unidos sobre la persecución de los uigures. Lo que le ha generado que el PC chino la acuse de ser parte del grupo separatista del Turquestán del Este.

Abbas fundó y actualmente preside la organización sin fines de lucro “Campaña para los uigures” cuya sede se encuentra en Washington D.C.

Le pedimos que nos contara cual era la situación en Xinjiang durante los años que vivía allí, en busca de entender si las cosas se han mantenido igual o por el contrario han empeorado considerablemente:

“Si bien enfrentamos opresión desde el comienzo del gobierno comunista chino y sus políticas de asimilación, en ese entonces todavía se nos permitía practicar nuestras tradiciones culturales en casa. Especialmente durante la década de los 80, cuando iba a la escuela secundaria y a la universidad, tuvimos cierta libertad en casa para disfrutar de nuestra rica cultura, para estudiar nuestra historia a través de la publicación de muchos libros históricos e incluso pudimos organizar protestas contra las regulaciones supresoras del PC chino. Pero hoy los uigures no cuentan con un espacio personal ni siquiera en sus propios hogares porque éstos están ocupados y supervisados por funcionarios del PC chino”.

“En mi familia, –prosigue- ni mi madre ni mis tías se cubrían el pelo. Nosotros nos educamos en colegios públicos. Mis hermanos fueron a colegios de lengua china durante la gran revolución cultural, mientras que mi hermana y yo fuimos a un colegio uigur”.

“Mientras yo crecía en Turkestán Oriental, los uigures éramos definitivamente la mayoría. Esto ha cambiado a lo largo de los años debido a que las autoridades chinas incentivaron a los chinos han a trasladarse a la región para continuar con su plan colonizador”.

“Activista desde 1985, he luchado por los derechos de los uigures y he denunciado lo que ha venido haciendo el PC chino a nuestra gente”.

“En septiembre del 2018 participé en un panel de un reconocido Think thank en el que expliqué la desaparición de la familia de mi esposo -Abdulhakim Idris-. Mis cuñadas están en los campos de concentración chinos, mi cuñado ha sido sentenciado a 21 años de prisión, mis 14 sobrinos de edades comprendidas entre 4 y 23 años están desaparecidos. Pasado 6 días de haber hecho esta denuncia mi hermana -Gulshan Abbas- fue secuestrada”.

“Mi hermana es médico retirada en Ürumqi. Ella no necesita ser reducada o ser provista de una profesión, pues ella es médico. Mi tía de 60 años también ha desaparecido, y todo en respuesta a mi activismo y mis denuncias”.

Abbas le ha dado la vuelta al mundo con un cartel que reza “¿Dónde está mi hermana? Ella es médico, no necesita entrenamiento vocacional”.

Tanto ella como su propio marido han vivido en carne propia la desaparición, encarcelamiento o tortura de familiares. Pero como ellos, los 8.000 uigures que viven en los Estados Unidos tienen a alguien desaparecido o han sido ellos mismos víctimas de alguna persecución. Y han sido ellos mismos quienes han denunciado insistentemente estas arbitrariedades. Y las constantes denuncias, que se han multiplicado en los últimos años, junto con las imágenes satelitales que prueban la existencia de los centros de reeducación, pero con características de cárceles de alta seguridad, con paredones altos, torres de vigilancia, alambrado de picos y los documentos del PC chino que se han filtrado, demuestran que en efecto estos campos o centros son mucho más que centros de educación profesional.

No cabe duda de que denunciar genocidio es una acusación extremadamente grave, y que para hacerlo hay que contar con pruebas fehacientes. Por lo tanto, la petición del congreso a la Administración Trump es clara y está respaldado por cientos de denuncias. Y todo apunta a que la presión continuará con lo que la relación entre Beijing y Washington seguirá deteriorándose.

Sin embargo, Estados Unidos tiene una obligación moral de denunciar acciones que estén pensadas para acabar con un grupo minoritario basado en su religión, prácticas y/o cultura.

Demolición de la identidad de los uigures. Nieves C. Pérez Rodríguez

Xinjiang es la región autónoma china con mayor extensión territorial de la nación asiática, ubicada al extremo oeste del país, y cuyos límites tocan a India, Paquistán, Afganistán, Tayikistán, Kirguistán, Kazajistán, Rusia y Mongolia.

Una región compleja debido a su dimensión y topografía. Xinjiang es el hogar de los uigures, una minoría musulmana que tiene origen turco pero que ha habitado esta región durante siglos. “Es una civilización totalmente diferente a la china”, apunta Bahram Sintash, un arquitecto experto en arte y diseño, que se ha dedicado a estudiar el estilo arquitectónico de las mezquitas y lugares sagrados de los uigures en Xinjiang.

4Asia conversó con este arquitecto sobre la desaparición de estos santuarios y cómo, desde la distancia, ha podido determinar lo que según sus propias palabras lo que está ocurriendo es un plan cuyo objetivo es “la demolición de la fe de los uigures”.

Sintash es uigur y su padre, Kurban Mamut -68 años- es un prominente escritor y ex director del popular diario “la Civilización de Xinjiang”, quien fue detenido en febrero de 2018 y enviado a un campo de reeducación en Urumqi. Desde entonces no se ha tenido ninguna información sobre él. Así mismo, apunta, fueron detenidos otros uigures intelectuales, como el ex director del departamento de supervisión de educación de Xinjiang, ex presidente de la Universidad de Xinjiang.

Sintash se había trasladado a los Estados Unidos previo a la detención y nos cuenta que ahora no puede regresar a su lugar de origen porque estaría en peligro inminente. Por lo que se ha dedicado desde el exilio a estudiar la desaparición de los santuarios de los uigures. Afirma que hasta el momento ha descubierto que han desaparecido 140 mezquitas, algunas completamente, otras parcialmente o al menos sus cúpulas o partes más notorias han sido quitadas del edificio.

 Para su estudio ha usado Google Maps Earth, con cuya herramienta ha podido verificar las demoliciones y cambios dramáticos de estos lugares, que incluyen también los cementerios de esta minoría.

Sintash afirma que a día de hoy el 80% de las mezquitas han sido afectadas de una manera u otra desde el 2017. Lo que en número serían entre 10.000 a 15.000 mezquitas de Xinjiang. “Los musulmanes creen que las mezquitas son el hogar de Dios y donde los musulmanes sienten la misericordia de Dios y se sienten cerca de él. Las mezquitas son donde las personas pueden ir a estar y sentirte parte de la comunidad musulmana. Sin mezquitas no se puede transmitir la religión a las siguientes generaciones. Sin mezquitas los musulmanes se quedan sin hogar religioso en su propia tierra natal”.

En 1982 la Constitución china fue modificada en parte, sostiene Sintash, para clarificar los derechos fundamentales y reflejar la determinación de Deng Xiaoping de poner una base para la estabilidad y modernización doméstica china. Lo que resultó en el reflorecimiento de la cultura de los uigures, puesto que se pudieron publicar libros históricos, novelas, diarios, se hicieron películas, programas de TV, la música y el arte también vieron su crecimiento, y en cuanto a la educación, los colegios desde preescolar hasta las universidades enseñaban en la lengua de los uigures.

“Está claro que lo que está haciendo ahora Beijing es un genocidio cultural y religioso que comenzó en 1996 cuando lanzaron la campaña atacar fuerte y condenaron las actividades religiosas como ilegales. Desde entonces, la presencia de la policía en Xinjiang es constante. Después de los atentados del 11 de septiembre el uso del término terrorismo ha sido exponencialmente usado para justificar el patrullaje casi permanente. En 2017 fue oficialmente prohibido el uso de la lengua de los uigures en las aulas. Las restricciones religiosas del gobierno ahora son tan estrictas que efectivamente ha prohibido la práctica del Islam”

Sintash afirma que no puede comunicarse con su familia desde febrero de 2018, porque la policía de Xuar ha establecido que es un crimen mantener contacto con personas fuera de China. Lo único que sabe es que su madre está enferma y que su hermana es quien la cuida. Insiste en que vive en agonía sin saber que le han hecho a su padre, pues dentro de los campos de concentración de Xianjiang se atenta contra los derechos humanos básicos.

La doctrina comunista la instauró Mao Zendong hace 70 años, en un esfuerzo por apostar por las políticas marxistas, pero siguiendo una receta china propia, que fue orientada a la clase campesina con miras en industrializar el país. Para ello Mao creo granjas colectivas que prohibían la agricultura y la propiedad privada, lo que acabó matando de hambre entre 20 a 40 millones de individuos, entre persecuciones políticas y larga lista de horrores.

Tras su muerte, las reformas introducidas por Deng Xiaoping transformaron la economía, comenzó su liberación, permitió la propiedad privada y descentralizó el poder, por la que en regiones como Xinjiang los uigures pudieron ver el florecimiento de su cultura.

Xi Jinping por su parte, parece estar disfrutando los beneficios de las reformas de Deng, pero restringiendo todo tipo de libertades para evitar perder control de la nación. Acabar con las minorías es una forma rápida de evitar cualquier sublevación que se base en esas diferencias. Erradicar cualquier forma distinta de pensamiento consagra a Xi como el Mao del siglo XXI.

Es responsabilidad directa de Xi la tragedia de los uigures en Xinjiang que de continuar se convertirán en una minoría extinta en la región.