INTERREGNUM: Ante la revolución digital. Fernando Delage

La redistribución de poder económico y político es la principal causa de la dinámica de rivalidad en curso entre las grandes potencias. Estas intentan defender sus intereses y maximizar su influencia mediante el desarrollo de sus capacidades defensivas y la construcción de alianzas estratégicas en el terreno militar, y mediante acuerdos de libre comercio o la imposición de sanciones en la esfera económica. Estos instrumentos tradicionales del poder estatal se están viendo desplazados, sin embargo, en el nuevo tablero de juego global. En el siglo XXI, el espacio más disputado será el ámbito digital y de la información, en el que Estados Unidos y China ya libran una intensa competición.

La cuestión de qué país dominará la tecnología 5G es probable que sea solo la primera batalla en una guerra tecnológica de mucho mayor alcance, con implicaciones para la economía y la gobernanza global, el acceso a la información e, incluso, el conflicto militar. Hasta la fecha, Estados Unidos ha optado por actuar unilateralmente, presionando a sus socios y amigos para que asuman sin más su posición y sus estándares tecnológicos. Para sus más cercanos aliados, Europa y Japón, lo que está en juego, no obstante, es el futuro de su soberanía económica e industrial.

El temor a convertirse en una “colonia digital” es tan real que la nueva Comisión Europea apenas ha tardado dos meses en dar forma a un Libro Blanco sobre inteligencia artificial y la economía de datos, hecho público el pasado 19 de febrero. Estados Unidos y China suman entre los dos la práctica totalidad de las inversiones mundiales—y el 85 por cien de las patentes—en inteligencia artificial, sólo seguidos por Reino Unido—ya fuera de la UE—e Israel. Bruselas, que prefirió durante estos años dar prioridad a la protección de datos personales, se ha visto superada por estos dos gigantes, cuyas empresas custodian más del 90 por cien de los datos europeos.

Situarse en primera línea de la próxima revolución no será fácil: ni por recursos ni por aproximación. Antes que desarrollar una tecnología propia, la tentación europea es convertirse ante todo en regulador, pero las reglas se han visto superadas por los algoritmos. Y crear una nube europea tampoco servirá para competir en todos los ámbitos. El Libro Blanco, por ejemplo, no hace referencia alguna a la aplicación de la inteligencia artificial al mundo militar, asunto sobre el que China y Estados Unidos—también Rusia—ya cuentan con sus respectivas estrategias.

La UE ha comenzado en cualquier caso a comprender las profundas implicaciones de la era digital; en particular el peso de los datos en la actividad económica del futuro. La rivalidad entre Estados Unidos y China al respecto no hace sino extender el desafío, ante el riesgo de un proceso de desglobalización que conduzca a dos ecosistemas tecnológicos separados—como lo estarían también en cuanto a sus infraestructuras y comercio—liderados, respectivamente, por Washington y Pekín. Evitar ese resultado debe ser un objetivo estratégico prioritario del Viejo Continente, como también de Japón. Ambos extremos de Eurasia cuentan así con un motivo más para acelerar su colaboración en el marco de la asociación de conectividad que acordaron el pasado otoño.

THE ASIAN DOOR: On-line, Off-line, dos mundos en China. Águeda Parra

La tendencia de las ventas on-line se ha ido consolidando en China en los últimos años, de ahí que el sector siga registrando incrementos, aunque a menor ritmo que a mediados de la década. La facturación entre enero y noviembre de 2019 alcanzó los 1.359 billones de dólares, un crecimiento del 16% respecto del año anterior, con la previsión de superar los 1,5 billones de dólares en ventas e-commerce en todo 2019. Alcanzar esta meta es resultado de un nutrido grupo de consumidores digitales chinos, el mayor del mundo, que alcanza los 855 millones, y que han sido capaces de generar un mercado de compras on-line digitales en China mayor que los diez siguientes mercados mundiales juntos, según un informe de McKinsey que analiza las tendencias digitales.

El ecosistema tecnológico que ha creado China en las últimas dos décadas ha sido la base para propiciar que el consumo digital en China haya experimentado un importante crecimiento. Hace una década, China apenas representaba el 1% del valor de las transacciones mundiales en e-commerce, y la transformación económica digital ha situado al mercado del e-commerce del gigante asiático como el que más rápido crece y el más grande del mundo, represetando más del 40% de las compras on-line mundiales. Sin embargo, existen otros elementos clave que han impulsado las ventas on-line dinamizando el mercado. Uno de ellos es el efecto de los eventos de compra con descuento. Alibaba ha conseguido poner el e-commece on-line de China en el punto de mira internacional con el festival que cada año organiza durante el Día del Soltero, donde los descuentos en Tmall alcanzan una media del 30%. Durante la edición de 2019, Alibaba ha alcanzado un volumen récord de transacciones de 38.400 millones de dólares, cinco veces más que la última edición del Black Friday, que alcanzó los 7.400 millones de dólares, regitrando la cifra récord de 40% de compras on-line a través del smartphone. La tendencia se ha consolidado durante el Cyber Monday, que alcanzó los 9.400 millones de dólares en ventas, según Adobe Analytics, superando por primera vez en la historia los 3.000 millones de dólares de ventas on-line a través del smartphone. Dos festivales de consumo que se celebran cada año en Estados Unidos y que juntos todavía no pueden rivalizar con las cifras de ventas on-line que genera Alibaba en un solo día, suponiendo en la edición de 2019 más del doble que los dos eventos norteamericanos juntos.

En China, las compras on-line se consideran un mercado maduro al que también se suma otro de los actores más importantes en el panorama e-commerce de China, JDcom. En el segundo festival de compras on-line más importante de China, el denominado 618 en conmemoración a su creación el día 18 de junio, las promociones son de nuevo el aliciente para mantener una tendencia alcista en el comportamiento del consumidor digital chino de las compras on-line. Con un volumen de transacciones algo menor al de su rival Alibaba, JD.com conseguía durante los 10 días que duran las promociones alcanzar un nuevo récord de 29.300 millones de dólares, un 27% más que en 2018.

Entre las tendencias al alza en China que impulsan las compras on-line destaca la acción de los KOL (Key Opinion Leaders) y los KOC (Key Opinion Consumers) en las redes sociales. Se trata de un fenómeno más reciente en el que un grupo de personas son capaces de generar una gran influencia sobre las decisiones de compra, de ahí que muchas marcas en China estén confiando en su potencial para incentivar el consumo digital. Actúan en un mercado donde podría decirse que los consumidores devoran los medios sociales, pasando el 44% de su tiempo en aplicaciones de este ecosistema, siendo la aplicación social WeChat y el servicio de microblog Weibo los que acaparan el 33% de ese tiempo, mientras el 11% restante se invierte en realizar y compartir vídeos cortos, principalmente a través de la aplicación Douyin, más conocida en el extrajero como Tik Tok, según el citado informe de McKinsey. En total, el tiempo on-line en China alcanzaría una media de 358 minutos diarios, casi 6 horas conectados a un ecosistema a través del cual interactúan construyendo una mayor disrupción tecnológica. A todo ello hay que sumar la transformación que va a suponer en los próximos años la incorporación a este mercado on-line de los consumidores de las ciudades de menor tamaño, las conocidas como de nivel 3 e inferior, que actualmente representan más de la mitad de los consumidores digitales del país, unos 670 millones de usuarios de Internet móvil, según QuestMobile.

Sin embargo, el futuro no será on-line, ni desaparecerá el off-line. La tendencia muestra que la omnicanalidad es un actitud en alza en el mercado de consumo de China. Si en 2014 se registraba uno de los picos de mayor crecimiento en las compras on-line, desde 2017 el mercado off-line ha tenido un nuevo repunte entre el gusto de los consumidores. El efecto de omnicanalidad está propiciando que las compras off-line retomen un peso significativo en las tendencias de consumo en China, donde comienzan a tener la misma relevancia las compras on-line como las realizadas en tiendas físicas. Una tendencia que seguirá imponiendóse en los próximos años y que propiciará una nueva disrupción tecnológica que afectará tanto al entorno on-line como al off-line.

THE ASIAN DOOR: La distancia tecnológica entre Estados Unidos y China. Águeda Parra

La tecnología es el gran campo de batalla en la rivalidad creciente entre el hegemónico poder de Estados Unidos y la floreciente industria china. Alibaba, Tencent y Ant Financial ya compiten en la misma liga que Apple, Alphabet, Microsoft, Facebook y Netflix, situándose en el Top 10 de gigantes tecnológicos más importantes del mundo. Pero no todo en la revolución tecnológica de China se debe a los grandes titanes, sino que otros actores como Baidu, JD.com, Didi Chuxinb, Xiaomi, Meituan y Toutiao también están alcanzando puestos de relevancia a nivel internacional apareciendo en la clasificación mundial de grandes titanes tecnológicos entre los 20 primeros.

Este nivel de competencia es más apreciable en algunos sectores que en otros. Hablar de China es hablar de e-commerce, y las ventas en el gigante asiático son el doble que las registradas en Estados Unidos. Lo mismo sucede con el fenómeno de los pagos electrónicos, convirtiéndose China en el paraíso en el que se envían 11 veces más dinero por móvil que en Estados Unidos. Solamente en el área de e-commerce e Internet, la valoración de las empresas chinas de forma conjunta alcanza el 53% del valor de las estadounidenses. La comparativa mejora si se tiene en cuenta el potencial de los unicornios, las empresas valoradas en más de 1.000 millones de dólares. Hoy, la gran mayoría de los unicornios nacen en China y viajan por el mundo, alcanzando una valoración de mercado equivalente al 69% de sus rivales estadounidenses. Con 97 nuevos unicornios creados en 2018, China demuestra su capacidad para generar un unicornio cada 3,8 días, formando un ecosistema tecnológico de innovación que ya reúne a un total de 186 unicornios.

Esta posición privilegiada de China en la transformación digital le va a permitir posicionarse como líder global en Inteligencia Artificial en 2030. La característica única de China de ser el país más poblado del mundo, congregando a casi una quinta parte de la población mundial, es el elemento diferencial para que China se convierta en actor destacado de la nueva generación de servicios asociados a la Inteligencia Artificial. Resulta imprescindible una base tecnológica, y China trabaja concienzudamente para convertirse en líder mundial tanto desde el ámbito gubernamental como desde el empresarial. La determinación del gobierno chino incluye la creación de un parque de desarrollo de IA en Pekín con una inversión de 2.000 millones de dólares, mientras que desde el ámbito de los negocios, las empresas chinas son responsables del 78% de las patentes presentadas en la Organización Internacional de Propiedad Intelectual, 473 de titularidad china respecto de un total de 608, estando un tercio de ellas relacionadas con blockchain. Gracias al potencial de los desarrollos en IA, China se encuentra en una posición ventajosa para fomentar un nuevo marco para el desarrollo de los coches autónomos, las ciudades inteligentes y los estándares tecnológicos.

Otra de las claves que están potenciando la revolución tecnológica en China es su liderazgo en energía renovable. China se muestra comprometida con conseguir un crecimiento sostenible de su economía que reporte un mayor bienestar a su población. Resultado de esta determinación es que el gigante asiático tenga el récord de ser el país que más capacidad de energía solar y eólica genera, contando con tres de las cinco plantas solares flotantes más grandes del mundo. El progresivo crecimiento económico del país está fomentando una mayor necesidad de energía, y las previsiones apuntan a que la demanda energética en 2040 será el doble a la actual. Este hecho, conjugado con que China todavía es demasiado dependiente del consumo de carbón para su crecimiento económico, hacen que el gigante asiático sea el más contaminante del mundo. A su favor, China cuenta con ser el país que más invierte en energía renovable, alcanzando el 32% de toda la inversión global de 2018, que alcanzó los 288.900 millones de dólares, según el informe Renewables 2019 Global Status Report que publica REN21. A cierta distancia queda Europa en segunda posición, representando el 21% del total, mientras Estados Unidos se sitúa en tercer lugar alcanzando un 17%.

Con este escenario, y contando China con suficiente potencialidad como para convertirse en un agente tecnológico global, la industria tecnológica del gigante asiático todavía se mantiene unos pasos por detrás de su principal competidor, suponiendo el equivalente al 42% del potencial de Estados Unidos. Teniendo en cuenta que en 2012 la capacidad de China era de apenas el 15%, el trepidante ritmo de mejora muestra el verdadero potencial que ha demostrado China para alcanzar el desarrollo obtenido en estos últimos años. En cuestión de presupuesto las diferencias todavía son notables, representando China el 30% del gasto en tecnología que dedica Estados Unidos. Con esta proyección, algunos estudios auguran que la paridad entre Estados Unidos y China se alcanzará en unos 10-15 años, lo que supondrá para el gigante asiático disponer de un nuevo motor económico. Pero no sólo eso, en ese tiempo el emblemático proyecto Made in China 2025 habrá alcanzado los objetivos previstos y China se posicionará como un nuevo promotor de estándares tecnológicos a nivel mundial.

THE ASIAN DOOR: Los caminos de las empresas españolas para llegar a China. Águeda Parra

La Ruta de la Seda digital está posibilitando que los grandes titanes tecnológicos chinos realicen su expansión internacional. Un camino que se está consolidando como de doble sentido. Cada vez más, un número mayor de empresas españolas encuentran los mecanismos para incorporarse al complejo y dinámico mercado chino. Las diferencias culturales y la adaptación y conocimiento del cliente chino son cuestiones básicas que debe abordar con profundidad cualquier empresa extranjera que diseñe su estrategia de posicionamiento en el país. En esta nueva etapa de las empresas españolas hacia su internacionalización en el mercado chino, el buen reconocimiento del que gozan las marcas españolas en el extranjero está resultando ser un elemento diferencial.

Correos es uno de esos casos que ejemplifica cómo las empresas españolas están encontrando el camino que les lleve a abordar su incorporación en el mercado chino con garantías. Utilizando la fórmula de operar en el país gracias al acuerdo con socios locales, Correos pretende tener operativo a finales de año un centro de admisión y clasificación de paquetes a unos 100 kilómetros de Hong Kong. La región se ha consolidado como el área de comercio digital transfronterizo más importante del mundo, gestionando a través de su aeropuerto internacional el envío del 80% de la paquetería que genera la región asiática.

Para Correos, China significa poder iniciar el tránsito de los envíos desde donde tienen origen los cerca de 4.000 millones de paquetes que el gigante asiático envía al extranjero, de un total de 50.000 millones que genera el país anualmente. El potencial de la estrategia de internacionalización de Correos responde a la oportunidad que representa el país con el mayor mercado del e-commerce y el que más rápido crece del mundo, generando un volumen de paquetería que se estima crezca un 20% hasta 2022. Fomentar que los productos chinos alcancen más rápidamente otros mercados es lo que favorecen estrategias de internacionalización como la de Correos.

En China, el dominio del e-commerce corre a cargo de titanes tecnológicos como Alibaba y JD.com que, junto con otras empresas de tamaño más pequeño, como Pinduoduo y VIP.com, han configurado el comercio electrónico doméstico del país. Estas plataformas digitales están posibilitando que otras empresas extranjeras comiencen a operar en el maduro y dinámico mercado de comercio electrónico de China. En este ámbito, se entiende el acuerdo suscrito por ICEX con JD.com, para aprovechar la plataforma china como vía de entrada para las empresas españolas, que permitirá impulsar la internacionalización de nuestras firmas en el mayor ecosistema del e-commerce mundial. En el caso de la empresa de moda española Mango, la opción elegida para aumentar su presencia en las plataformas digitales de China se ha materializado a través de VIP.com, un acuerdo suscrito con un socio local que también contempla la apertura de nuevas tiendas físicas.

Al margen de los marketplaces digitales, otro de los factores que está posibilitando la internacionalización hacia el mercado chino es el reconocimiento de marca. Éste es el caso de SEAT, que comenzará a operar en el mercado chino en los próximos dos a tres años, gracias al acuerdo suscrito por Volkswagen, matriz del fabricante de coches español. La operación cuenta con un socio local a través de una joint-venture para impulsar la producción de coches eléctricos de marca española en el gigante asiático.

Entre los caminos que están impulsando que las empresas españolas alcancen el mercado chino, destaca la guerra comercial entre Estados Unidos y China. Este escenario está posibilitando que aquellas economías que dispongan de productos de sustitución a las importaciones estadounidenses encuentren una vía directa de acceso a los consumidores chinos. En la estrategia de evitar los aranceles impuestos por Estados Unidos, la comunidad de Murcia ha registrado el mayor incremento de exportaciones a China, hasta un 107% interanual entre enero y marzo de 2019, situándose como la quinta provincia española que más exporta al gigante asiático por detrás de Barcelona, Madrid, Huelva y Zaragoza. Los productos de la industria química, los aceites minerales y el sector cárnico son los que se están viendo más favorecidos ante la reorganización de las cadenas de suministro global por la guerra comercial de desgaste que mantienen Washington y Pekín.

Sin embargo, mientras las rutas digitales están proporcionando nuevas vías de acceso a los productos extranjeros en el mercado chino, el desarrollo de marketplaces por parte de empresas internacionales no termina de funcionar en el país que mayor volumen de e-commerce registra. La venta de productos chinos en plataformas digitales parece estar cubierta por los titanes tecnológicos y las startups chinas, no teniendo cabida otras empresas extranjeras. Éste es el caso de Amazon que, después de estar operando en el país desde 2004 y conseguir una cuota de mercado del 15% entre 2011-2012, su cuota ha estado por debajo del 1% en los últimos años, según algunas empresas de investigación de mercado locales.

Los titanes tecnológicos están haciendo cada vez más fuerte la “muralla china digital” propiciando que algunos competidores extranjeros del sector, como Amazon, no tengan cabida en el mercado ante la imposibilidad de ofrecer a los consumidores locales una oferta diferencial. Amazon.cn ha dejado de operar en China desde el pasado mes de julio, aunque mantiene el compromiso de permanencia en el país con su plataforma de comercio electrónico transfronterizo, que permite a los clientes chinos buscar productos internacionales, además de mantener sus operaciones de servicios de cloud computing y la venta de lectores Kindle.

El competitivo mercado del comercio electrónico doméstico en China alcanza una valoración de 2 billones de dólares anuales, muy superior al mercado estadounidense que equivaldría a un cuarto del valor de éste, según eMarketer. Eventos de promoción de los productos chinos, como el que realiza anualmente Alibaba con su conocido Día del Soltero, y el carnaval de descuentos que ofrece JD.com cada 18 junio en conmemoración de su aniversario, se convierten en campañas promocionales contra las que otros marketplaces han tenido difícil competir.

THE ASIAN DOOR: En los juegos digitales Tencent es el rey. Águeda Parra

De la economía digital en China se conoce mucho a sus actores, los grandes titanes tecnológicos que están impulsando el desarrollo de las nuevas tecnologías en el país. Baidu, Alibaba, Tencent, más conocidos como los BAT, figuran entre los grandes referentes de la revolución tecnológica que está experimentando el país. Muchos de ellos ya han traspasado la “Gran Muralla china” digital y están desarrollando sus planes de expansión internacional con éxito entre los países asiáticos, pero también entre las grandes potencias occidentales. De entre los sectores que hacen posible la floreciente economía digital en China, el e-commerce, las FinTech y la inteligencia artificial figuran entre los más importantes, pero existen muchos otros, menos conocidos, como los juegos digitales, que también están realizando una gran aportación a una cada vez más importante economía digital en China.

Podríamos decir que Alibaba representa para el e-commerce lo que Tencent a los juegos digitales, un gran imperio que le ha llevado a ser la firma de juegos más grande a nivel mundial con los mejores juegos para móvil y PC del mundo por ingresos. Conseguir esta posición de liderazgo ha sido el resultado de la adquisición de otras compañías extranjeras que ha permitido a las empresas chinas disponer de los juegos con mayor número de jugadores online. De hecho, las compañías chinas fueron responsables de hasta el 70% de todas las adquisiciones de compañías de juegos digitales entre 2015-2017, un escenario que difícilmente se volverá a producir después de que el gobierno chino incorpora en agosto de 2017 una nueva ley sobre inversiones en el extranjero que prohíbe la adquisición de este tipo de empresas. No obstante, el entorno de enfrentamiento entre Estados Unidos y China con el trasfondo de la guerra comercial harían en la actualidad muy complicadas este tipo de negociaciones.

Una clase media con mayores ingresos y una creciente penetración de usuarios de Internet ha llevado a que China se posicione como el mercado más grande del mundo con un 26% de cuota por ingresos, según la consultora especializada NewZoo. El liderazgo en esta ocasión corre a cargo de Tencent, que cuenta con un 46% de la cuota de mercado del país, lo que además le permite situarse como la compañía de juegos digitales más importante del mundo por ingresos con 10.200 millones de dólares, según Niko Partners. Esto supone que la compañía china acapara un 13% de los ingresos globales de los juegos digitales, que le permite posicionarse por delante de otras grandes empresas del sector como Sony, Activision Blizzard, Microsoft, Apple y Electronisc Arts que, junto a Tencent, ocupan el Top 5 mundial de las empresas de juegos más importantes. En el mercado chino, por el contrario, solamente NetEase, la sexta compañía más importante del mundo, consigue con un 15% de cuota de mercado hacerle algún tipo de competencia al gigante Tencent, propietario además de la omnipresente aplicación WeChat, elemento clave del ecosistema digital de China.

El mercado de juegos digitales ha conseguido duplicar en poco tiempo sus cifras de negocio, creciendo entre 2013-2017 desde los 13.800 millones de dólares a los 32.500 millones de dólares, una cifra que se consigue reuniendo a más de 575 millones de jugadores online, según NewZoo. El creciente mercado de juegos digitales en China ha superado con creces al de Estados Unidos que alcanzó los 25.000 millones de dólares en 2017, registrando 180 millones de usuarios menos que el chino. Este menor rendimiento del negocio de empresas estadounidenses en China no procede, sin embargo, de un menor interés por los productos que ofrecen, más bien al contrario. El juego para PC más popular en el gigante asiático es el League of Legends, desarrollado por la empresa estadounidense Riot Games que fue adquirida por Tencent, mientras que el más popular entre los juegos para móvil es Honor of Kings, una adaptación de League of Legends. Sin embargo, la situación a la inversa no suele darse, es decir, que las empresas chinas que desarrollan juegos digitales populares en el mercado nacional consigan traspasar la “muralla china” y posicionarse entre los más descargados en otros países.

El gran dominio de Tencent se produce gracias a la obligación impuesta por las leyes chinas que requieren que las empresas extranjeras se asocien con una compañía local para operar en China. La cesión obligatoria de las licencias supone que las compañías extranjeras reciban en torno al 30%-50% de los ingresos asociados a los juegos de PC disponibles en el mercado chino, mientras que en el caso de los diseñados para móvil ese porcentaje puede ascender hasta el 60%. Una situación que dificulta la operativa de las compañías extranjeras en China, donde el mercado de juegos digitales está experimentando un gran crecimiento después de que el gobierno levantara en 2015 la prohibición de 14 años impuesta en 2000 de importar consolas de juego extranjeras por considerar que podrían ser perjudiciales para la salud por cuestiones de adicción. La situación llegó al extremo en China cuando en 2007 el gobierno obligó a los operadores a incluir un “software anti-adicción” para evitar un uso excesivo entre los jóvenes.

Una de las preocupaciones de este monopolio entre las empresas chinas del sector de juegos digitales es el acceso a la información que se recopila de los terminales de juego, que puede incluir la geolocalización, acceso a la cámara, lista de contactos y hábitos. Información sensible si se tiene en cuenta que en el caso de Tencent la compañía también dispone de los datos que le proporciona WeChat, la aplicación omnipresente con la que los usuarios pueden realizar compras e-commerce, pagos online, solicitar citas médicas, pedir comida a domicilio, solicitar transporte compartido, bicicletas de alquiler y un largo etcétera. Unos datos que podrían llegar al gobierno, si así se lo requiriesen por normativa legal. Mientras los usuarios de WeChat en el extranjero siguen siendo una minoría, la información actual corresponde principalmente a los ciudadanos chinos.

5G el debate más allá de lo tecnológico. Nieves C. Pérez Rodríguez

El desarrollo de la tecnología 5G y su necesaria aplicación despertó un gran debate en el que inicialmente se subestimó la capacidad de China de ir a la velocidad que impone la tecnología y se cuestionó el hecho de que pudiera jugar dentro de las reglas del juego del comercio internacional, así como la injerencia del Estado chino en sus empresas privadas.

Beijing aprendió del gran fracaso a finales de los 90 y principios del 2000, cuando intentaron sin éxito desarrollar la red 3G y perdieron enormes cantidades de dinero. Pero esos diez años los preparó para el momento en que tocó hacerlo la red 5G, de la mano de Huawei -la gigantesca empresa de telecomunicaciones china-.Y, en efecto, pudo conseguirlo gracias al enorme capital que el Estado chino dedicó a tal propósito. Lo que a su vez se traduce en una injusta competencia frente a otros proveedores internacionales de telecomunicaciones, cuya supervivencia es producto de la calidad del servicio que ofrezcan, así como de los beneficios económicos que consigan.

La relación del Estado chino con sus empresas y el Partido Comunista Chino, así como la legislación china que contempla la obligación de estas compañías de facilitar información al Estado de ser solicitada, incomoda mucho a occidente. Durante años, oficiales estadounidenses han insistido en que Huawei puede ser usada por Beijing para espiar o interrumpir comunicaciones, de acuerdo a su conveniencia, lo que es percibido como un grave riesgo para la seguridad nacional de Estados Unidos.

Otra cosa que preocupa a Washington es la penetración y creciente mercado de objetos cotidianos conectados a internet (IoT devices, por su nombre en inglés), que cada día aumentan su demanda, cosas tan comunes como el timbre de casa que está conectado a internet y que al sonar activa la cámara y emite una señal al móvil del propietario de la vivienda en el que aparece un video en tiempo real de quién está en la puerta. O los hornos programables conectados a la red, o los refrigeradores, los sistemas de calefacción o aire acondicionado. La teoría que cuenta con apoyo del Senado estadounidense consiste en que China, como actor estatal, podría aprovechar el acceso a través de equipos, para estar investigando, rastreando todo tipo de actividades.

El gobierno estadounidense ha intentado advertir a sus aliados sobre esta posibilidad y ganar apoyos. De hecho, el grupo de “Five eyes” ha estudiado de cerca la preocupación, pues si algunos de ellos usaran la red 5G de Huawei existiría el riesgo de que la información militar que intercambien pueda ser vista por Beijing. Por lo que Australia se mantiene alineada con Washington. Aunque en las investigaciones hechas por Gran Bretaña, en sus primeras conclusiones preliminares, no encontraron rastro de que en efecto hayan dejado una brecha abierta, mientras  Alemania se mantiene alerta, aunque no cerrada. Y Canadá posiblemente se decante por seguir a Estados Unidos, mientras Nueva Zelanda ha expresado su preocupación de que Huawei y el Estado chino estén colaborando.

Esta inquietud no es exclusiva de la Administración Trump. El intentar encontrar mecanismos que permitan un blindaje contra el espionaje y los ciberataques no es algo que comenzó con la Administración Trump, pues ya Obama sancionó a empresas chinas en respuesta a esta inquietud.

Huawei a todo esto respondía la semana pasada con una demanda contra el gobierno de los Estados Unidos, basada en que los argumentos usados para bloquearlos socavan la competencia en el mercado y no se base en hechos reales. Son precisamente estos argumentos los que han intentado pelear corporaciones estadounidenses en tribunales chinos, en diversas ocasiones, sin ningún éxito. Hasta el punto de que han sido llevados hasta el Congreso estadounidense en busca de mediación, también sin ningún éxito.

Otro elemento que preocupa al gobierno de los Estados Unidos es que “China está en el negocio de exportar autoritarismo”. Pues para nadie es un secreto que la libertad es restringida para sus ciudadanos hasta para la navegación a Internet. Según el Think tank Freedom House, China es el país más agresor de la libertad de internet. Y su modelo empieza a ser exportado, según el reporte anual “Freedom of the net 2018” conducido por el mismo centro de pensamiento.  Tan sólo el año pasado China adiestró funcionarios de 36 países de África, América Latina, Europa del Este y Medio Oriente en tecnología autoritaria para sus respectivos gobiernos, exigiendo que las empresas internacionales acaten sus normas de contenido incluso fuera de China. Lo que se traduce en una nueva forma de propagación de su modelo, asegurándose la fidelidad de esos gobiernos replicando lo que el Partido Comunista Chino ha ido perfeccionando.

Por lo tanto, el negocio del 5G a través de Huawei y ZTE con sus equipos podría garantizar a Beijing el acceso a información de cualquier tipo, en cualquier parte donde estos proveedores tengan presencia. Mientras, el Partido Comunista Chino aprovecha sus relaciones políticas para vender su modelo autoritario a otros líderes que tengan la intención de perpetuarse en el poder, lo que termina siendo el negocio más fructífero para los chinos, ganar a través de la venta de equipos, proveer las redes y entrenar hasta a los políticos. ¿Quiénes  son los que están colonizando el mundo con una discreción exquisita? (Foto: RDGS, Flickr)

Sí, es verdad, Uber se ha llevado tu queso. Espabila. Miguel Ors Villarejo

“Todo el mundo empieza a tener miedo de que lo ubericen”. La expresión es de Maurice Lévy, el presidente de la multinacional francesa Publicis. La acuñó en 2015, en unas declaraciones al Financial Times, y Fundéu no tardó mucho en darle su bendición. Lévy definía la uberización como “la idea de levantarte una mañana y descubrir que tu actividad tradicional se ha volatilizado”. Es lo que está ocurriendo en muchos ámbitos, desde el transporte de viajeros a la concesión de créditos, pasando por el alquiler de pisos, la venta de flores o la contratación de anuncios. Unos recién llegados desarrollan con cuatro euros una aplicación que pone en contacto a los demandantes de un servicio con sus oferentes y prescinden del intermediario. ¿Para qué necesita nadie que Publicis le negocie espacios en la radio o la televisión cuando a través de Facebook o Google puede alcanzar directamente a su público?

Esta desintermediación salvaje ha dado lugar a algunas profecías alarmantes. Uberización = ¿economía desgarrada?, se preguntan Bruno Teboul y Thierry Picard en Francia. Aquí la CNT no tiene ninguna duda: las gestoras de flotas de VTC “imponen condiciones precarias, competitivas y explotadoras a los conductores” y los enfrentan con los “trabajadores del taxi. Este ha sido siempre el juego sucio del capitalismo”. Por su parte, varios expertos dibujaban en la jornada Reinventa’t una distopía inquietante de “nómadas digitales” y jefes que “son algoritmos. Uno de ellos incluso alertaba: “Podría acabarse el estado de bienestar”. ¿Tan mal andamos?

La coincidencia de la revolución del móvil con la Gran Recesión (el iPhone se presentó en enero de 2007, meses antes de que Bear Stearns anunciara la quiebra de dos fondos especializados en hipotecas subprime) enturbia la perspectiva e induce a muchos a atribuir al primero lo que es culpa de la segunda. Solo ahora empezamos a disponer de datos que permitan desenmarañar la madeja. ¿Y qué es lo que nos revelan?

Stéphane Auray, David Fuller y Guillaume Vandenbroucke han destripado las últimas series de la Encuesta Continua de Hogares para averiguar cuántas personas hay pluriempleadas en Estados Unidos. “Tener varios trabajos”, plantean, “se interpreta a menudo como un indicador de que a la gente le cuesta más llegar a fin de mes”, pero su investigación arroja dos “resultados clave”.

Para empezar, la tasa de pluriempleo es menor que hace dos décadas. El pico se alcanzó en 1997, en torno al 6,5%. Hoy está estabilizada por debajo del 5%.

Pero es que, además, quienes más están recurriendo al pluriempleo no son las masas proletarizadas y sin formación, sino licenciados y posgraduados (en torno al 7%). Entre quienes carecen del graduado escolar, apenas el 2% simultanea ocupaciones.

La explicación no está clara, pero en cualquier caso es “inconsistente”, dicen los investigadores, con la tesis de que se pluriemplean quienes pasan dificultades. “Si fuera así”, razonan, “esperaríamos una mayor prevalencia de trabajos múltiples entre los asalariados que probablemente gana menos, esto es, los que poseen peor formación”.

Igual que otras tecnologías disruptivas, el smartpohne no respeta jerarquías ni grados. Ha puesto patas arriba infinidad de negocios y es una pena, pero la sociedad en su conjunto no parece peor y millones de consumidores han abrazado sus posibilidades con entusiasmo. La historia revela que esa es una fuerza imparable. En las sociedades libres, oponerse a los dictados del mercado es una receta para el desastre.

En lugar de ello, lo que hay que hacer es remar a favor de la corriente. El propio Lévy no perdió mucho tiempo lamentándose y preguntándose quién se había llevado su queso, y se puso a buscar matemáticos y expertos en datos para ofrecer a su clientela los algoritmos que pedía. “Estamos”, decía, “fichando a genios, computines, jugadores”.

Uberizándose, en suma, tan rápido como le daban las piernas.