China y Latinoamérica, pasos adelante

La gran estrategia china para expandir sus negocios, su influencia y su presencia en el exterior pasa por el restablecimiento, por vía terrestre y marítima, de la mítica Ruta de la Seda hacia Occidente. Pero eso no implica que la potencia asiática  no explore otras áreas del planeta caracterizadas por la debilidad institucional, la incertidumbre política y, a la vez, el potencial crecimiento económico más allá de las apariencias.

 

Estos son los casos de África, donde las inversiones y la presencia china se multiplican año a año, y sobre todo América Latina. No hay país de este continente donde no haya empresas chinas, todas con fuerte influencia estatal de Pekín, optando a la adjudicación de grandes contratos para infraestructuras y desarrollos tecnológicos y en casi todos los casos con ofertas ventajosas respecto a otras empresas por el apoyo estatal chino, las facilidades financieras y los amplios márgenes obtenidos en su territorio nacional.

 

En territorio americano  es muy importante la presencia china en Brasil y Argentina y Venezuela mientras las autoridades empresariales chinas exploran negocios en el resto de los países. A la vez, Pekín está jugando fuerte la baza anti Estados Unidos para ofrecer sistemas de armas y desarrollos tecnológicos militares y en Venezuela ha hecho avances aunque es Rusia la principal suministradora.

 

La crisis reciente de Cuba, que pone sobre la mesa la lenta pero persistente descomposición institucional en  el continente situado al sur de Rio Grande, ha revelado las cartas de China al ofrecer todo tipo de apoyo a la dictadora castrista mientras a la vez estrecha lazos con el gobierno conservador y con rasgos autoritarios de Bolsonaro en Brasil. Este pragmatismo chino, basado en la fuerza que ofrece una retaguardia super controlada en el plano político y económico, permite una estrategia a largo plazo para ir aumentando zonas de influencia que a veces Estados Unidos no parece entender ni desarrollar estrategias de contención.

 

Tampoco Europa parece dispuesta a enfrentar esta realidad aunque algunos países como Alemania están modificando el discurso hacia una mayor firmeza ante las prácticas tramposas de penetración de las empresas chinas.

 

Pero esta es la realidad y en ella hay que operar. Y las empresas europeas tienen que competir, con frecuencia con desventajas fiscales y financieras, en los mercados africanos y americanos con las empresas paraestatales chinas. Y este escenario exige análisis, medidas y estrategias algo diferentes desde las sociedades abiertas y de democracia y derechos.

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