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THE ASIAN DOOR: Estrategia del litio, una oportunidad. Águeda Parra

Asegurarse el acceso a los metales necesarios para afrontar la transición energética y digital se ha convertido en una prioridad para países y empresas. La cadena de suministro de las tecnologías limpias comienza a tensionarse por la elevada demanda, la escasa disponibilidad y los precios al alza de algunos metales tecnológicos. Ante una década decisiva en la adopción de nuevas políticas que aseguren un desarrollo óptimo del sector, empresas y países parecen abordar la estrategia de acceso y/o producción de metales críticos desde distintas perspectivas.

No todos los países disponen de reservas de litio. Chile se encuentra en el conocido como triángulo de litio, del que también forman parte Bolivia y Argentina, concentrando casi el 60% de las reservas mundiales. De estos tres países, Chile es el que dispone de un menor volumen de reservas, pero su gran valor estratégico en la industria del litio es ser el segundo productor mundial, contando con una cuota de mercado del 26%, aunque a gran distancia de Australia, líder mundial en producción de litio con un 55% del total en 2022, según el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS).

Las empresas chinas no son ajenas a la privilegiada posición de Chile en el mercado del litio, teniendo en cuenta que la demanda crecerá un 30% cada año, según McKinsey. De ahí que el mayor fabricante de coches eléctricos del mundo, BYD, haya anunciado la construcción de una fábrica de cátodos de litio con una inversión asociada de 290 millones de dólares para producir hasta 50.000 toneladas de litio ferrofosfato (LFP), operativa a partir de 2025.

Además, BYD ya está presente en el panorama de movilidad sostenible de Chile como suministrador de autobuses eléctricos, y la inversión anunciada en el país le permitirá asegurarse el suministro del litio desde uno de los principales países de producción del mundo, además de diferenciarse del resto de competidores al generar todo un ecosistema de negocio que va desde la fabricación de componentes para baterías, hasta las propias baterías, el diseño y la manufactura del coche eléctrico. Una integración vertical más amplia en su esquema de negocio que le diferencia, asimismo, del resto de fabricantes de coches eléctricos, de los que además es suministrador de baterías.

Ante el auge que está experimentando uno de los metales más importantes en la transición energética, Chile ha anunciado la nacionalización del litio, como ya antes lo hiciera México, buscando participar de una boyante economía de energía limpia que se va a desarrollar en la próxima década. De aumentar la producción, Chile podría competir más directamente con Australia, que dispone de un volumen de reservas sensiblemente menor. La estrategia nacional busca colaborar con el sector privado para abordar esta nueva etapa, apoyándose en las empresas chilenas Sociedad Química y Minera de Chile (SQM) y Albemarle que, a su vez, son el primer y el segundo mayor productor de litio del mundo, respectivamente, en una asociación público-privada. Para ello, primero tendrán que finalizar sus contratos, en torno al 2030 y 2043, respectivamente, antes de empezar a tomar el control de las mismas.

Argentina, por su parte, se sitúa como cuarto productor mundial, y aumentar la producción es una de las prioridades del país, creciendo la exportación de litio desde un 5% registrado en 2021 hasta el 18% de las exportaciones mineras alcanzado en 2022. Aunque los proyectos de litio están en plena expansión, algunos con participación de empresas chinas, todavía serían necesarios unos dos años para que las inversiones anunciadas alcancen mayores capacidades de producción, con el objetivo puesto en alcanzar, e incluso superar, a Chile y situarse entre los principales productores de litio del mundo en 2030.

De entre los 24 países que cuentan con reservas de litio, México se sitúa en décimo lugar con poco más del 2% de las reservas mundiales, y la nacionalización de la industria para proteger sus recursos naturales ha sido la opción elegida por el país para no perder las oportunidades que presenta este metal en la fabricación de coches eléctricos y dispositivos electrónicos. La cercanía con el mercado estadounidense le permitiría a México beneficiarse de las subvenciones propuestas en la Ley de Reducción de la Inflación (IRA) promovida por Estados Unidos, exenciones de las que no podrá participar ni Chile ni Argentina. Sin embargo, a diferencia de Chile, México no cuenta con una industria ya desplegada. y la inversión privada es altamente necesaria para su extracción y para convertir el litio en baterías.

Ante la creciente atención que está recibiendo la industria del litio, ningún país quiere dejar pasar la oportunidad de un nuevo ciclo de desarrollo económico ligado con la transición energética y digital. No obstante, los altos volúmenes de capital que necesita la producción de litio requieren de un ecosistema que impulse la atracción de inversión, con políticas nacionales que favorezcan la estabilidad y el impulso de la minería. La oportunidad que tiene América Latina para acomodar su desarrollo económico a la transformación que va a propiciar la transición energética podría verse mermada por la estrategia nacional adoptada, propiciando que la inversión se dirija a otros países como Australia, a pesar de disponer del mayor volumen de reservas mundial.

 

Paulina Nazal: “La Región Asia Pacífico, fundamental para Chile”

Entrevista a Paulina Nazal, directora general de Relaciones Económicas Internacionales del Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile.

Nieves C. Pérez Rodríguez

Washington.- A principios de enero de este año fueron consultados Morgan Stanley, JP Morgan Chase y BTG Pactual acerca de cuáles serían las naciones donde la inversión y el clima político sería favorable para la economía, y su respuesta fue que Chile se posicionaría entre los mejores países emergentes para invertir en el 2017, y que los activos chilenos serían menos vulnerables a las políticas de Donald Trump.

Cerrando el año, coincidimos con esta opinión e incluso nos atrevemos a ir más allá y afirmar que desde Santiago se están desarrollando políticas económicas inspiradas en aprovechar la interesante posición geográfica que tienen, lo que sabiamente les ha llevado a mirar hacia Asia Pacífico sin olvidarse de sus vecinos. Fue precisamente esto lo que nos llevó a entrevistar a Paulina Nazal, directora general de Relaciones Económicas Internacionales (DIRECON) del Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile.

La zona Asia-Pacífico está adquiriendo un protagonismo y un dinamismo económico que está cambiando las relaciones internacionales y los equilibrios económicos. ¿Qué papel puede jugar Chile en este fenómeno? ¿Y cuál debería idealmente para ustedes jugar?

La política de apertura comercial, impulsada por Chile desde la vuelta a la democracia en 1990, ha favorecido el crecimiento económico, dinamizado el comercio y aumentado los flujos de inversión directa hacia y desde nuestro país. En este proceso, la mayor ganancia ha sido mejorar la calidad de vida de los ciudadanos que se han visto beneficiados tanto a nivel general, como individualmente, pues esta apertura ha influido tanto en la generación de empleos como en la modernización de la sociedad. A nivel individual, no sólo ha permitido acceder a gran cantidad y variedad de bienes y a precios convenientes, sino también ha abierto las puertas del mundo para el emprendimiento y desarrollo económico. Hoy nuestros empresarios recorren el planeta ofreciendo sus productos y servicios.

En ese contexto, la región Asia Pacífico ha sido fundamental para Chile. Además de contar con acuerdos comerciales con 12 economías de esa región, hemos desarrollado estrechos lazos con dichas economías, en foros como APEC, en la negociación del TPP y del ahora TPP11, y a través de la Alianza del Pacífico, tanto en la negociación con los Candidatos a Estado Asociado (Australia, Canadá, Nueva Zelandia y Singapur), como mediante el plan de trabajo 2017 –2018 con los países que conforman la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN).

Otro ejemplo que evidencia el alto interés de Asia para Chile, es la reciente firma del acuerdo comercial con Indonesia, la mayor economía de ASEAN, que se materializó el 14 de diciembre pasado en Santiago, y que nos permitirá un acceso preferencial a ese gran e importante mercado.

Quisiera destacar también el trabajo de Chile en la planificación temática y logística de APEC 2019. La realización de un año APEC implicará una oportunidad única para mostrar la riqueza cultural, social y geográfica de nuestra economía a todos los miembros del Foro, así como la posibilidad de definir las grandes prioridades y entregables del año APEC Chile 2019.

En los últimos 25 años Chile se ha abierto significativamente al mercado global y en estos años han entrado a formar parte de distintos tratados económicos. El arancel que usan para tasar es objetivamente beneficioso para atraer inversión extranjera e importar productos. ¿Cómo les afectaría la ruptura del TPP?

Tras la salida de Estados Unidos, los once países restantes iniciamos un proceso de diálogo para buscar alternativas respecto al Tratado. Así, luego de varias rondas de negociación, decidimos preservar el contenido del TPP, introduciendo algunos ajustes que nos permitieron alcanzar un nuevo tratado conocido como TPP11. Este acuerdo mantendrá en su integridad el contenido del original, incluidos todos los elementos de acceso a mercados y sus disciplinas relacionadas. No obstante, se acordó una lista de disposiciones suspendidas o de no aplicación entre los 11 países, lista que se entregó en Vietnam (Cumbre de APEC) junto a la Declaración de Ministros. El propósito de los 11 países sería firmar el acuerdo durante el primer trimestre de 2018. Lo anterior será un hito muy relevante en nuestra relación con la región Asia Pacífico.

¿Visualiza Chile la Alianza del Pacifico como uno de sus mayores y más productivos mercados a día de hoy? ¿Conquistar el Mercado de Asia Pacífico es el fin último de esta alianza?

La Alianza del Pacífico es un mecanismo de integración regional conformado por Chile, Colombia, México y Perú.

Entre julio de 2016 y junio de 2017, Chile tuvo la presidencia pro témpore del bloque, período en el cual avanzamos de forma sustantiva, tanto en el trabajo intra Alianza, como en una hoja de ruta concreta con Mercosur para trabajar temas conjuntos (facilitación del comercio, cooperación aduanera, promoción comercial, apoyo a las PYMES, barreras no arancelarias y acumulación de origen, e identificación de posibles cadenas regionales de valor), así como en el acercamiento con Asia Pacífico a través del inicio de negociaciones con los Candidatos a Estado Asociado, que ya comentamos, y el plan de trabajo con ASEAN.

A lo anterior podemos sumar la implementación del Fondo de Capital Emprendedor; una hoja de ruta para la agenda digital; varios avances en materia de integración financiera; el acuerdo para empezar a trabajar un mercado de carbono regional; finalizar los acuerdos para facilitar el comercio de los suplementos alimenticios; así como la implementación de emisión y recepción de certificados de origen digital y certificados fitosanitarios electrónicos. En total nos propusimos 73 objetivos en diferentes áreas como Educación, Innovación, Pymes, Facilitación de Comercio y Género, entre otros.

El acercamiento a la región Asia Pacífico es un objetivo estratégico para el bloque y estamos avanzando de forma concreta en esa dirección.

¿Podría ser México un socio comercial y político en la zona del Pacífico para ustedes?

Con México tenemos relaciones comerciales reguladas desde 1991 cuando se firmó un Acuerdo de Complementación Económica (ACE17), que en 1999 fue reemplazado por un Tratado de Libre Comercio. Durante estos más de 25 años, hemos consolidado tanto nuestras relaciones comerciales como políticas, siendo México un socio estratégico de nuestro país. Junto a México participamos y colaboramos hoy estrechamente en el marco de la Alianza del Pacífico, del Foro APEC, OMC, de OCDE, de las negociaciones del TPP11 y de muchas otras instancias internacionales.

Con la tendencia proteccionista de la Administración Trump y la posible salida de Estados Unidos de NAFTA, o la renegociación pero a nivel bilateral, tal y como parece que sucederá, ¿Qué papel puede jugar en ese escenario el Nafta y las relaciones Chile-USA? ¿Podría Chile beneficiarse de este escenario?

Dado que se trata de un proceso en revisión de parte de sus países integrantes y del cual Chile no participa, prefiero no referirme a este proceso que está en pleno desarrollo. Lo que sí puedo asegurar es que las relaciones bilaterales con EE.UU. han sido siempre muy positivas, con un Acuerdo de Libre Comercio vigente desde hace 14 años, un intercambio comercial creciente, y un positivo desarrollo de la cooperación en un sin número de áreas, que en agosto pasado nos permitieron realizar una evaluación junto a las autoridades del gobierno estadounidense en el marco de la visita del vicepresidente de EE.UU. a Chile, Mike Pence, las cuales confirman este punto.

El NAFTA, supervivencia en agonía. Nieves C. Pérez Rodríguez

Washington.- El acuerdo de libre comercio de América del Norte (NAFTA por sus siglas en inglés) está en un proceso de deterioro de su estabilidad, a pesar de sus más de veinte años de exitoso funcionamiento. Tanto Canadá como México están apostando fuertemente por mantenerlo a flote, pero sus socios estadounidenses han repetido sin ningún tipo de dobleces que no continuarán con un acuerdo que perjudique la economía y los intereses de los Estados Unidos. La semana pasada, el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, en su visita a la Casa Blanca, apostó por impulsar el acuerdo mientras Donald Trump, en su básico vocabulario, dejaba claro que sus relaciones bilaterales con Canadá son muy buenas, pero que el NAFTA ya se verá.

Trump ha sido consistente es su oposición a este acuerdo como, en general, a casi cualquier acuerdo económico en donde los intereses de su “América First” o “Make America Great again” estén comprometidos: de acuerdo a su propia concepción, lógicamente. Ha asegurado que es el peor tratado económico nunca antes firmado y firmó una orden ejecutiva para renegociar NAFTA a muy pocos días de tomar posesión. Además de que sus asesores económicos han expresado su negativa a continuar adelante con este compromiso.

La semana pasada, en el marco de la cuarta ronda de negociaciones para intentar salvar NAFTA, el representante de intercambios estadounidense afirmó que la causa del déficit que sufre Estados Unidos es este acuerdo. Del mismo modo, alegó que es prioritario para su Administración disminuir el déficit en los intercambios entre México y Estados Unidos, que el año pasado ascendió a 36 billones de dólares, mientras con Canadá fue de 30 billones (según el Economic Complexity Index).

Chrystia Freeland, ministra de Exteriores de Canadá, por su parte aseguró que erradicar este acuerdo no será la solución al déficit estadounidense. Los números indican que en 2016 las exportaciones estadounidenses fueron de 1.42 trillones de dólares versus 2.21 trillones en importaciones globales, lo que arroja un balance negativo de 783 billones.

Los expertos no terminan de ponerse de acuerdo en cómo se podría acabar con el NAFTA. Técnicamente hay dos teorías que se manejan. La primera, que Trump puede anularlo basándose en el artículo 2205 del acuerdo, lo que le daría 90 días para la retirada total. La segunda teoría sostiene que, dado que este convenio fue aprobado por el Congreso de los Estados Unidos, es el Congreso el que tiene la autoridad legal de anularlo, lo que sería más complicado, pues de momento sigue contando con su apoyo.

El dinero es el elemento que tiene realmente en vilo este tratado; el reestablecer aranceles a los productos beneficiaría a las empresas petroleras estadounidenses, lo que se traduciría en mayor liquidez, dicen. Es también probable que se pudieran recuperar entre 500 a 700 mil empleos en empresas manufactureras en California, Michigan, New York y Texas que han sido trasladadas a México. Sin embargo, el precio de los productos agrícolas que se importan de México a Estados Unidos aumentaría instantáneamente, (vegetales, frutas, aceites comestibles, etc.) lo que terminaría teniendo un impacto inflacionario en la economía que tanto quiere proteger Donald Trump.

Los acuerdos económicos entre países, tal y como su nombre indica, son convenios en donde se gana y se sacrifican cosas para un bien común. Pretender establecer acuerdos donde sólo se benefician los intereses de una de las partes, es una gran presunción. Renegociar acuerdos existentes para poder ajustarlos a las nuevas necesidades, demandas e incluso a la nueva realidad, es políticamente correcto, pero siempre que se haga bajo el respeto hacia los otros socios.

El afán proteccionista de Trump está llevando a la nueva Administración a replantearse las normas del juego económico, y con ello tratar de imponerlas a sus aliados comerciales.

México ha ido abriendo progresivamente su mercado hacia el Pacífico. En el 2011 se creó una zona de libre comercio entre México, Colombia, Chile y Perú, que solo en el 2017, ha conseguido que el 94% de los intercambios hayan sido libres de impuestos. Además, China, Alemania y Japón (en ese orden) después de Estados Unidos y Canadá, son los países a los exportan sus productos. Y astutamente Japón está intentado hacerse con los espacios que podrían dejar las fábricas automovilísticas estadounidenses en México. En cuanto a Corea del Sur, la relación con México es bastante dinámica, tiene firmados 11 convenios de cooperación en diversas áreas (según cifras oficiales del gobierno azteca) y Seúl considera a México como el primer aliado comercial en América Latina, puente estratégico para entrar a este gran mercado. Canadá, por su parte, tiene menos riesgo, pues de momento parece que Washington apuesta por mantener las relaciones cercanas y apunta más a querer un convenio económico bilateral con ellos.

Finalmente, lo cierto es que, para Estados Unidos, ambos socios son fundamentales en su economía, y que a pesar de su tendencia súper proteccionista, a la administración Trump le tocará hacer un análisis pragmático de sus intereses frente a la realidad, pues Canadá es el primer país a donde envían sus productos, y el tercer país del que importan. Y en cuanto a México, es el segundo al que al que exportan productos, y el segundo también del que importan.

Imponer un cambio de las reglas de juego cambiará la realidad económica. La situación actual no es la misma de cuando la fuga de los empleos, lo que significa que aun intentando replicar esa pasada realidad no hay seguridad de que se podrán recuperar las manufactureras. Estamos inmersos en un proceso de cambio constante que exige adaptarse. Mirar atrás no es la clave, pues lo que dio resultado hace tres décadas no tiene garantía de ser exitoso en el mundo globalizado que vivimos hoy.