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Evento. Business opportunities in China for 2019. Isabel Gacho Carmona

Linkes, empresa especializada en formación, asistencia a estudiantes internacionales en China y traducción, organizó el 29 de noviembre una conferencia en Madrid bajo el título “Business opportunities in China for 2019”. Antonio Torres, director general de Linkes, presentó al ponente: Gabor Holch.

El consultor y experto en la materia, que ha vivido más de 15 años en China, comenzó su intervención cuestionando el tratar de hacer negocios en China en sí mismo. “¿Por qué no en Uzbekistán o en Ucrania, por ejemplo?” China no está en las primeras posiciones en el índice del Banco Mundial en este tema y, sin embargo, desde occidente lo vemos como el “go west” americano de hace 150 años.

De hecho, cada vez es más difícil: las visas son cada vez más restrictivas, las regulaciones cada vez lo ponen más complicado, y, además, China tampoco se encuentra entre los destinos más atractivos para los expats. Entonces… ¿Qué hacemos ahí? China no es fácil ni es para todo el mundo. A lo mejor por eso es el lugar idóneo.

Lo primero que hay que hacer al plantarse hacer negocios con China es elegir el objetivo. Ver las posibilidades reales de la industria que nos interesa. Según The Europen Union Chamber of Commerce in China los mejores sectores actualmente son el aeroespacial y el farmacéutico. El sector de las telecomunicaciones, bajo control estatal, no ofrece oportunidades. En segundo lugar, hay que tener en cuenta que la competencia es feroz, hay que cuestionarse como de bueno es uno. Si de verdad puede ofrecer algo en un mercado cargado de profesionales especializados. En tercer lugar, hay que plantearse ¿Valgo para China? China ha conseguido la parte mala de la modernización, pero la parte buena todavía no acaba de llegar del todo. Y, eso, por una parte es muy bueno, ya que necesita hacer negocios internacionales pero por otra dificulta la vida allí. Buen ejemplo de ello es la contaminación.

La contaminación es el primer problema señalado por los expats a la hora de vivir en China. Y, sin embargo, también ofrece posibilidades de negocio. El aire está contaminado pero la vida debe continuar. Ha cambiado el estilo de vida y a eso se le ha sacado partido. La vida se ha movido a los interiores, en este sentido se abren oportunidades: centros comerciales, restaurantes, cines… Pero también en un sentido más casero: purificadores de aire para el hogar, y, algo que ha supuesto un cambio muy significativo, los servicios a domicilio. En China todo se compra a través de aplicaciones. Esto se ha convertido en un modo de vida que vive su máxima expresión cada 11 de noviembre, fiesta de las compras por internet por antonomasia. La contaminación no está solo en el aire, por esto otro cambio que ha traído la contaminación es en la industria alimentaria. La comida también está contaminada, por eso la importación de comida o los invernaderos sellados y con tierra limpia también son negocios en alza. Un mercado que también se está abriendo camino es el de “limpiar tu cuerpo” de los efectos de la contaminación. Remedios que van desde la propia medicina tradicional china a las clásicas vitaminas.

Otro factor crucial a la hora de hacer negocios con china es crear una buena red de contactos. Respirar el ambiente, conocerlo de primera mano. En este sentido cabe destacar el tipo de modelo de empresa chino. Las nuevas empresas no siguen el modelo tradicional. Tras la caída del régimen imperial, y, sobre todo, con la llegada del comunismo, el modelo confuciano no impera. “La sociedad china es como un árbol de navidad con la estrella roja en la cima”. Es un modelo altamente jerarquizado.

Internet en China, por su parte, es un arma de doble filo. China es un país relativamente conectado que, por un lado, ha sido la cuna de milagros económicos como el de Alibaba y, por otro lado, es el país de la censura y la vigilancia. Hay límites a la conectividad y un sinfín de páginas web están censuradas. Esta restricción en el acceso a internet supone un problema para la mayoría de empresarios extranjeros.

El hecho de que sea difícil acceso a cierto tipo de información y productos también abre una ventana de posibilidades. Son comunes, y rentables, las agencias que informan sobre asuntos académicos o inmobiliarios en el extranjero. El llamado daigou (la importación de productos extranjeros en la maleta), aunque ilegal, también juega un papel importante.

En definitiva, China todavía ofrece muchas oportunidades para los inversores extranjeros, pero es crucial entender el país, su situación y sus dimensiones. El ponente cerró el evento con una anécdota sobre unos vinicultores húngaros que tras largas negociaciones cerraron un trato comercial con unos importadores chinos “¿Cómo que queréis 20 millones de botellas? Nosotros solo producimos 20.000.” (Foto: Fabio Francesco Nocito, flickr.com)

El rol de la mujer en Asia. Nieves C. Pérez Rodríguez

Washington.- Diversos expertos coincides en que septiembre de 1995 marcó un momento histórico en la reivindicación de derechos de la mujer en Asia. La firma de la “declaración de Beijing” selló las pautas de los estándares a seguir en igualdad de género, acceso igualitario a la educación, militancia política y lucha contra la violencia de género, entre los aspectos más destacados. De acuerdo con Naciones Unidas fue el plan más progresista que jamás había existido para promover los derechos de la mujer. A pesar de que han pasado más de dos décadas, esta declaración sigue siendo una fuente de poderosa inspiración y guía para la sociedad civil, los gobiernos y los activistas en la lucha por avanzar en este camino.

Asia ha crecido de manera significativa en las últimas décadas; ha sacado de la pobreza extrema a millones de personas, sin embargo, más de 800 millones de asiáticos siguen viviendo con menos de 1,25 dólares diarios y 1.700 millones sobreviven con menos de 2 dólares diarios (de acuerdo con la organización para la cooperación y el desarrollo). En el caso de las mujeres, en el sur de Asia la participación en la fuerza de trabajo es tan solo del 40% comparado con la masculina. En Asia Central y del Este las niñas de primaria y secundaria se matriculan un 20% menos que los niños.

En el caso de India, desde 2005 se está observando un fenómeno curioso: cada vez más mujeres tienen acceso a educación; sin embargo, menos mujeres trabajan. A pesar de la expansión de centros urbanos, menos mujeres se insertan en actividades laborales en estas ciudades, hecho llamativo, porque suele ser radicalmente opuesto a lo que ocurre en otras sociedades. Tan solo el 27% de las indias trabajan y, contrariamente a lo que ha sucedido en la mayoría de las sociedades, en India cada día aumenta el paro femenino. Entre 2000 y 2012, más de 70 millones de indias dejaron de trabajar según la Sociedad Asiática (Asian Society Organization). En Pakistán, donde solo un 25% trabajan, en los años recientes se ha observado cómo ha habido un aumento progresivo.

En Bangladesh, el 58% de sus mujeres participan en alguna actividad laboral, mientras que en Nepal el 80% trabajan, siendo el porcentaje más alto en el sur de Asia, de acuerdo con un estudio publicado por la Universidad de Harvard en el 2016. Sin embargo, la mayoría de las mujeres sufren malnutrición y no reciben remuneración por su trabajo; es una sociedad dominada por castas donde la mujer ha estado históricamente en desventaja.

En Asia, el protagonismo político sigue siendo ejercido en su mayoría por hombres. En Filipinas únicamente ha aumentado un 10% la participación femenina en el gobierno nacional. Al igual que pasó en Indonesia o Corea del Sur, el hecho de que muchas mujeres lleguen a altos cargos políticos se debe a que son hijas o esposas de algún personaje destacado de la esfera política del país y curiosamente no han utilizado sus posiciones para defender los derechos femeninos. A pesar de que los países del sureste asiático han firmado la declaración de la eliminación de cualquier forma de discriminación femenina, con la excepción de Laos y Vietnam, es difícil incorporar la igualdad de género cuando un hijo es siempre más deseado que una hija; o en el caso de los países budistas que siguen creyendo que reencarnar como mujer tiene menos méritos y es consecuencia del comportamiento en vidas pasadas.

Japón por su parte cuenta con una participación política femenina de tan solo el 10%, mientras que solo 49% de sus mujeres trabajan; y a pesar de ser un país industrializado, la diferencia salarial es del 26,6% entre géneros. Parecida es la situación en Corea del Sur donde, a pesar de que el 99% de las mujeres reciben formación, tan solo la mitad de ellas trabajan.

Otra muestra de lo importancia que tiene la igualdad de género en el desarrollo económico de la región puede constatarse en las prioridades que tiene el Banco de Desarrollo de Asia, que tan solo en el 2016 destinó 45% de su presupuesto a esta materia. Cuenta con un plan operacional de incentivos para la promoción de la mujer, que comenzó en el año 2013 y que prevé continuar hasta el 2020, en donde estiman que llegarán a conseguir el objetivo, a través de un seguimiento de la inserción de la mujer en actividades económicas (emprendedoras, oportunidades, créditos, etc.), educación de niñas y adolescentes (desarrollo de sus vocaciones, capacitación, etc.), y el seguimiento en las leyes y políticas en pro de reducir las diferencias entre géneros, además de incentivar el acceso a posiciones en toma de decisiones tanto en el sector privado como público.

Mucho camino se ha andado y a pesar de que se ha progresado con la puesta en marcha de leyes y políticas para beneficiar a las mujeres y niñas asiáticas, aún queda un largo camino por recorrer. Y en muchos casos las religiones, los usos y costumbres culturales suponen el más aguerrido de los bloqueos en esta lucha.