A pesar de que la crisis sanitaria persiste en todo el mundo, los ritmos de producción de China han vuelto a niveles similares a antes de la aparición del COVID-19. Mismo impulso se aprecia en el desarrollo de los proyectos emblemáticos dentro de la iniciativa de la nueva Ruta de la Seda, también conocida como BRI, Belt and Road Initiative, por sus siglas en inglés. Éste es el caso del Corredor Económico China-Pakistán, posicionándose de nuevo como foco de la inversión extranjera de China en los países BRI.
Después de haber pasado por una etapa en la que el corredor parecía que había perdido atractivo en la agenda geoestratégica de Beijing por el cambio de gobierno del país, ocupando mayor relevancia los proyectos suscritos en la vecina Irán, el Corredor Económico China-Pakistán vuelve a recobrar su momemtum inicial. Cuando en muchas latitudes todavía la pandemia está pasando por su punto más álgido, los acuerdos firmados en el contexto del corredor económico muestran cómo los ritmos de recuperación económica están pasando por un profundo desequilibrio a nivel mundial.
El Corredor Económico China-Pakistán alberga el puerto de Gwadar, considerado el buque insignia de la iniciativa china, llamado a convertirse en el hub de comercio, inversión y turismo del sur de Asia. Después de que no se anunciaran proyectos en 2018 y 2019, en 2020, y en plena recesión económica mundial, se ha anunciado una nueva etapa de inversiones de desarrollo en la región. Con un presupuesto de 11.100 millones de dólares, entre los acuerdos firmados destaca la propuesta de desarrollo de dos proyectos de generación de energía hidroeléctrica por valor de 3.900 millones de dólares en la región de Cachemira, con el que se sigue apoyando el objetivo de mejorar la capacidad de generación eléctrica del país. Esta inversión se complementa con otra de 7.200 millones de dólares, destinados a relanzar la red de ferrocarril que ya existe desde la etapa colonial y que, en una visión renovada, se convierte en el proyecto más caro financiado en Pakistán hasta el momento. En esa misma orden de nuevos acuerdos, se acordaba, asimismo, iniciar la tercera fase de la construcción de la autopista de 1.872 km que conectará Karachi con Peshawar, un proyecto que durará tres años y para el que están presupuestados 7.200 millones de dólares.
Estos tres acuerdos marcan una nueva etapa en la relación de Pakistán con China, impulsando el compromiso del gigante asiático por la construcción del Corredor Económico que se mantiene incluso en tiempo de pandemia, con una recesión económica mundial que va a protagonizar el desarrollo global de la próxima década. En esta línea de renovada colaboración, la crisis sanitaria ha marcado una nueva etapa de fortalecimiento en las relaciones bilaterales, siendo Pakistán uno de los destinos de las donaciones realizadas por las empresas chinas que trabajan en la zona, como parte de lo que ha pasado a denominarse como Ruta de la Seda de la Salud.
En general, las restricciones impuestas por la pandemia han complicado el desarrollo de los proyectos englobados en la iniciativa BRI, al estar los países que discurren por la ruta afectados en mayor o menor medida por el COVID-19. Según las estimaciones del gobierno chino, hasta un 20% de los proyectos BRI se habrían visto seriamente afectados por la crisis sanitaria, mientras que otro 40% habrían tenido un impacto menor, siendo el 40% restante los que apenas se habrían visto impactados. Sin embargo, a pesar del retraso en el desarrollo de los proyectos, sigue incrementándose el endeudamiento de los países con China, lo que supone que ante la actual situación de recesión económica mundial también crece la incertidumbre sobre la capacidad de éstos para devolver los préstamos. De hecho, China se consolida como el mayor acreedor mundial de países de bajos ingresos, pasando de generar unos compromisos de pago de 875.000 millones de dólares en 2004 a suponer 5,5 billones de dólares en 2019, el equivalente al 6% del PIB mundial.
Con estos nuevos acuerdos, se aprecia que, en el actual escenario, en el que resulta crucial adaptarse a las vicisitudes de la contracción económica mundial, China sigue apostando por su visión a largo plazo, impulsando sus proyectos más estratégicos en el contexto de la nueva Ruta de la Seda.