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INTERREGNUM: China-Ucrania: año tres. Fernando Delage

Cuando la guerra de Ucrania entra en su tercer año, se multiplican los comentarios que hacen hincapié en las dificultades de Kyiv (al escasear los recursos defensivos que necesita) y en la resistencia de Moscú (por su capacidad para eludir las sanciones impuestas desde el exterior). El pesimismo no sirve, sin embargo, para pronosticar el desenlace del conflicto. Para Ucrania, la continuidad del apoyo político y logístico de Occidente es esencial, es cierto. Pero tampoco afronta Putin un escenario favorable: la victoria que no ha conseguido en dos años, tampoco la logrará en el tercero. La evolución de la guerra obliga también, en cualquier caso, a examinar la posición mantenida por otros actores, entre los cuales pocos son tan relevantes como la República Popular China.

En la rueda de prensa convocada con motivo de la celebración de la reunión anual de la Asamblea Popular Nacional el 7 de marzo, el ministro de Asuntos Exteriores, Wang Yi, subrayó la fortaleza de las relaciones con Moscú. Según Wang, China apoya la convocatoria de una conferencia internacional de paz, pero no dio ninguna indicación de que su gobierno esté dispuesto a presionar a Rusia para detener el conflicto. Por el contrario, sólo tres días antes, el enviado especial de las autoridades chinas para Rusia y Ucrania, Li Hui, declaró a sus interlocutores europeos en Bruselas—a donde viajó tras visitar Moscú—que Rusia estaba ganando la guerra, y recomendó a la Unión Europea que entable conversaciones con el Kremlim antes de la derrota ucraniana. En realidad, la supuesta neutralidad de Pekín nunca ha resultado creíble; así lo demuestra el envío, no de armamento letal, pero sí de componentes electrónicos y repuestos, además de la concesión de créditos (estimados en más de 9.000 millones de dólares entre 2022 y 2023). Es evidente, con todo, que surgen nuevas aristas que complican la solidaridad china con Putin.

Aunque la agresión rusa contra Ucrania desacredita la defensa por la República Popular de los principios más básicos de la Carta de las Naciones Unidas, la guerra parece haberle proporcionado en principio algunas ventajas. Por una parte, además de distraer la atención de las democracias con respecto al frente asiático (Taiwán y mar de China Meridional), ha contribuido a fortalecer sus credenciales como líder de las naciones del Sur Global. China se ha presentado como potencia mediadora, mientras acusa a Estados Unidos de alimentar el conflicto mediante su apoyo militar a Ucrania. Al mismo tiempo, sopesa las oportunidades que puedan derivarse del cansancio occidental con la guerra, cuya mejor indicación es el bloqueo por parte del Congreso de Estados Unidos de las

peticiones de la administración Biden para Kyiv. Por lo demás, Rusia se ha vuelto más dependiente que nunca de China, una situación que se consolidará en el futuro.

Pekín ha podido adquirir recursos y materias primas a precios imbatibles, dadas las necesidades rusas de financiación allá donde pueda encontrarlas. Como resultado, los intercambios comerciales bilaterales han crecido de manera notable, para superar los 240.000 millones de dólares en 2023, un aumento del 26 por cien con respecto al año anterior. Las exportaciones chinas a Rusia se incrementaron en un 47 por cien (en un 67 por cien si la comparación se hace con 2021), desplazando a Moscú del décimo al sexto lugar entre los socios comerciales de Pekín.

La relación entre ambos actores no ha dejado de tener, sin embargo, sus puntos débiles. Aunque comparten un mismo adversario, Occidente, la desconfianza—así ha sido históricamente—forma parte de su interacción. Una muestra de la misma es el hecho de que Putin haya recurrido a Corea del Norte para obtener la munición que China no está dispuesta a proporcionarle. Ese acercamiento entre Moscú y Pyongyang erosiona, por un lado, la influencia de Pekín en la península: aun siendo el principal socio de Corea del Norte, la cooperación militar de esta última con Rusia proporciona a Kim Jong-un un mayor margen de autonomía con respecto a las preferencias chinas. Por otra parte, es una relación que complica las opciones diplomáticas globales de la República Popular, pues nada une más a los aliados occidentales que la preocupación por las intenciones rusas (y norcoreanas).

Las limitaciones del apoyo chino a Rusia se deben en parte a la importancia de las relaciones económicas con los países europeos para sus intereses. Pero si estos últimos concluyen que China y Rusia constituyen una amenaza conjunta, cabe esperar entonces que se sumen a Estados Unidos en su política de contención del gigante asiático; un coste que Pekín quizá prefiera evitar. Por todo ello, la idea de que la guerra de Ucrania es una oportunidad estratégica para China quizá resulte desmedida. La República Popular, piensan no pocos de sus expertos, debe prevenir que Occidente extienda su inquietud por Rusia hacia China. Los beneficios inmediatos no compensan los efectos, a más largo plazo, de un conflicto que puede situarla en el lado erróneo de la historia.

Corea del Norte, el vecino amigo, e incómodo, de China

Los últimos incidentes entre las dos Coreas no por habituales cada vez que Corea del Sur despliega maniobras militares con Estados Unidos son menos preocupantes. En el actual escenario internacional, que Corea del Norte haya disparado obuses sobre zonas terrestres y marítimas adyacentes a las líneas de demarcación de ambos países parece un intento deliberado de subir varios grados la tensión internacional, precisamente en un momento en que la dictadura norcoreana ha perdido capacidad desestabilizadora desplazada por los dos grandes conflictos internacionales actuales: Ucrania y Gaza.

La notoriedad alcanzada por el régimen norcoreano con su exhibición amenazante de varios meses seguida por los encuentros del dictador Kim Jon un con el entonces presidente estadunidense Donald Trump ha perdido valor el mercado de la amenaza de apocalipsis para conseguir ventajas. De ahí los gestos de exhibir una estrecha alianza con Moscú, a donde Corea del Norte podría haber enviado unos cientos de misiles (por otra parte de tecnología básica rusa) para el frente ucraniano y la actual respuesta provocadora ante las maniobras militares entre EEUU y Corea del Sur.

Una vez más, China no parece cómoda con esta situación. Aunque Pekín aparece como amigo de los coreanos del norte por su enemistad común con EEUU y Occidente, algunas iniciativas de la dictadura coreada han creado problemas a China por poner sobre la mesa situación precipitadas respecto a los planes chinos.

Porque Pekín tiene su propia agenda y sus propios planes estratégicos para intentar dominar la región y estos planes pasan actualmente por mantener una gran presión sobre Taiwán en víspera de las elecciones en la isla a la vez que explorar una distensión general con Estados Unidos y ganar tiempo. En ese contexto, la subida de la tensión en la península coreaba añade elementos que no favorecen esta estrategia china.

A la vez, China, aliado oficial de Rusia no quiere que este país gane protagonismo en el Pacífico si no es Pekín quien marca la hoja de ruta y las actuales dificultades rusas abonan esta hoja de ruta. Y es el caso que en ella irrumpe Corea del Norte como elefante en cacharrería pidiendo más protagonismo.

INTERREGNUM: Tensiones en la península. Fernando Delage

El pasado 2 de noviembre, Corea del Norte disparó 25 misiles—el mayor número registrado en un solo día hasta la fecha—, uno de los cuales cayó muy cerca de las aguas territoriales de Corea del Sur. Los lanzamientos continuaron durante los días siguientes, incluyendo el de un misil intercontinental (que, según parece, resultó fallido). En respuesta a las provocaciones norcoreanas, Seúl desplegó sus propios misiles, a la vez que su ejército realizaba maniobras con Estados Unidos (que incluyeron los mayores ejercicios aéreos realizados en la historia de la alianza). Se sospecha asimismo que Pyongyang podría realizar a corto plazo su séptimo ensayo nuclear. Las tensiones en la península coreana se han elevado así a un peligroso nivel, agravando el riesgo de enfrentamiento militar en unas circunstancias en las que toda posibilidad de un acuerdo parece cada vez más remota.

Dos factores han transformado el equilibrio estratégico en la península coreana. El desarrollo de sus capacidades militares hace irreversible, por una parte, el estatus de Corea del Norte como potencia nuclear. Por otro lado, en un contexto geopolítico definido por la guerra de Ucrania y por el incremento de la rivalidad entre Washington y Pekín, China y Rusia encuentran motivos para reforzar su “protección” del régimen de Kim Jong-un, haciendo virtualmente inviable una resolución diplomática del conflicto.

A pesar de los esfuerzos de la comunidad internacional para prevenir su adquisición de armamento nuclear, Pyongyang, en efecto, ha continuado construyendo su arsenal sin interrupción. Tras su último ensayo nuclear en 2017, intensificó de hecho los esfuerzos dirigidos a ampliar y diversificar sus sistemas de misiles. Este mismo año, además de realizar un número sin precedente de lanzamientos, anunció el fin de la suspensión de los ensayos de misiles de largo alcance al que se comprometió con la administración Trump en 2018. El país está invirtiendo además en la producción de nuevos misiles—con cabezas múltiples, hipersónicos, lanzados desde submarinos, etc—, y en tecnologías que los hacen más fáciles de transportar y lanzar, y más difíciles de detectar.

Con la atención del mundo puesta en Ucrania, Corea del Norte ha encontrado una gran oportunidad para continuar con su escalada, así como con un mayor margen de maniobra al convertirse en un instrumento útil para Pekín y para Moscú. Si, para China, su aliado norcoreano ha sido siempre un elemento de presión en su competición con Estados Unidos, con respecto a Rusia la relación ha conocido un acercamiento sin precedente. Pyongyang fue uno de los cinco gobiernos que, en marzo, votaron en la Asamblea General de la ONU en contra de la condena de la invasión rusa de Ucrania. En julio, reconoció oficialmente a Donetsk y Luhansk como Estados independientes. En septiembre se hizo público que estaba vendiendo armamento a Moscú. No debe sorprender pues que el Kremlin haya calificado a Corea del Norte como “un muy importante socio estratégico”.

Kim Jong-un carece en consecuencia de todo incentivo para negociar. Pero, simultáneamente, la capacidad de la comunidad internacional para contener el problema se vuelve cada vez más limitada. Todos los intentos de desnuclearización de la península realizados durante años han fracasado: ni las sanciones económicas ni la presión diplomática han permitido poner fin al programa nuclear norcoreano. Pyongyang ha consolidado un cambio unilateral del statu quo, reduciendo las opciones de las naciones vecinas y de unos Estados Unidos volcados en su competición con China. No ha dejado de ser, sin embargo, una grave amenaza para la estabilidad internacional.

Kim Jon-un sigue en su tónica. Nieves C. Pérez Rodríguez

Este año comenzó con el temor de una posible guerra en Europa que, entre la incredulidad y miedo, revivía fantasmas del pasado que, por desgracia, resurgieron con la materialización de la invasión rusa a Ucrania. Esta guerra ha revivido la importancia de que los países aliados se mantengan unidos y alineados en la lucha por los valores fundamentales y soberanos. La atención mediática, como corresponde, ha estado centrada en esta parte del mundo y, mientras tanto, otros dictadores parecen sentirse desolados y buscan robar el foco de las cámaras también.

Es el caso de Kim Jon-un quien se ha dedicado a disparar misiles desde el 5 de enero con una periodicidad que debería tenernos preocupados.

Al principio de la Administración Biden, Kim permaneció muy calmado y actuando contrariamente a lo que suele hacer en años electorales en los Estados Unidos o en Sur Corea. Pero en cambio 2022 lo comenzó muy activo y desde el principio ha estado haciendo pruebas y lanzando misiles. Para examinar estos riesgos el Think Tank CSIS en Washington organizó un evento el 29 de abril para analizar “la creciente amenaza de misiles de Corea del Norte” con un extraordinario panel de expertos que fueron desmenuzando la situación actual.

Sólo en el mes de marzo Pyongyang lanzó 7 misiles y gracias a los satélites de CSIS han podido observar no solo los lugares desde donde han sido lanzados sino han venido haciéndole seguimiento a una base operacional que se encuentra al norte del país muy cercana a la frontera china, “Hoe Hung-ni”. De acuerdo con Joe Bermudez Jr. Experto en Corea del Norte y autor de una buena selección de libros cree que esta base se cree que se empezó a construir en 2003 y representa un gran reto más para los aliados (Corea del Sur, Japón y Estados Unidos) pues tiene el equipamiento tanto subterráneo como en la superficie para lanzar misiles de distinto alcance. Pero además esta base debería preocupar a Beijing, aunque nunca han mostrado su preocupación, al menos en público.

Ankit Panda, experto en política nuclear, afirmó que se debe analizar con atención el discurso de Kim Jon-un en el marco del VIII Congreso del Partido de Corea en enero 2021, porqué allí dio detalles como nunca antes lo había hecho sobre el plan que tienen sobre el desarrollo de armas, siendo muy transparente en decir que la investigación se centró en perfeccionar la tecnología de guía para cohetes de múltiples cabezas, que seguirán trabajando para tener la capacidad de hacer un ataque nuclear preventivo así como aumentar más la precisión para atacar y/o aniquilar cualquier objetivo en un rango de 15.000 kilómetros con una precisión milimétrica, así como desarrollar cohetes balísticos terrestres y submarinos intercontinentales propulsados por motores de combustible sólido, lo que acortaría el tiempo de respuesta que Corea del Sur y Estados Unidos tendrían para responder frente a un misil norcoreano.

Más recientemente, el 25 de abril de este año, hace apenas unos días, en el desfile militar del aniversario número noventa de la fundación del Ejército Popular Revolucionario de Corea, Kim aprovechaba la oportunidad para lucir un uniforme blanco de mariscal y expresó su determinación de aumentar las fuerzas nucleares de Corea del Norte, en cuanto a volumen y calidad. Panda afirmó que en el discurso parecía indicarse un cambio de doctrina nuclear de Pyongyang, sobre todo cuando Kim aseguraba que sus “armas nucleares no pueden limitarse a la única misión de disuasión de la guerra”. En otras palabras, el desfile y el discurso vino a asegurarle tanto a su audiencia domestica como al mundo que Kim continuaran con su avance en el desarrollo armamentístico y nuclear.

Durante este desfile, como suele ser costumbre, se exhibió parte de su armamento, entre los que cabe resaltar:  el Hwasong-17 (que ya lo habían dejado ver en el 2020), misiles deslizantes hipersónicos como Hwasong-8 (probado en el 2021) y lo que parecía ser un tipo de misil de combustible sólido que los expertos piensan que podría ser un Pumkguksong-6 (ese aún no ha sido probado).

Aunque ese último misil (el Pumkguksong-6) no esté aún listo para ser probado, la cantidad de ensayos conducidos tan sólo en este año debería ser motivo de gran preocupación, coincidieron todos los panelistas del evento. Pues ensayo y error es el mejor sistema para perfeccionar armas, de cada fracaso se aprende y se avanza en la carrera misilística.

El plan norcoreano, de momento, es seguir desarrollando “vehículos de reingreso” que buscan burlar los sistemas de defensa antimisiles de EE.UU. y sus aliados. Misiles balísticos lanzados desde submarinos, misiles nucleares de crucero lanzados desde el aire, que proporcionarían el medio aéreo para que lanzar sus misiles, aunque este último aún no está cerca de conseguirse acotan los expertos. Y de acuerdo con las pretensiones expresadas por Kim de desarrollo armamentístico solo se encuentran en el camino a continuar expandiendo sus capacidades.

También coinciden en que los próximos meses nos traerán más lanzamientos de misiles. Considerando el escenario internacional de guerra en Ucrania, Washington tiene los ojos puestos en Moscú y en Beijing e intentando descifrar si hay algún acercamiento o acuerdo entre ambos, lo que automáticamente alivia un poco la presión sobre Pyongyang pues hasta Naciones Unidas se encuentran prestando atención a la nueva guerra.

Sue Mi Terri expresó su gran preocupación de que Kim siga por el camino del desarrollo de su capacidad nuclear. Mi Terri reconoce que Washington sigue estando por encima de Corea del Norte pero no ha seguido invirtiendo como lo hacía en esta área, debido a la cantidad de compromisos. Mi Terri está especialmente preocupada por el Pumkguksong-6 que considera podría estar más avanzado de lo que occidente cree.

El escenario más probable es que Kim siga evitando acuerdos o negociaciones con la Administración Biden. De momento le funciona mejor que estén un poco distraídos para tomar algo de delantera en su obsesión de aumentar su capacidad de ataque sin que le estén intentando parar. Por su parte Biden tiene bastante trabajo con intentar neutralizar a Rusia, y, en efecto, a día de hoy ya han enviado en apoyo el monto que les costó cuatro años de guerra en Afganistán, lo que deja muy claro la prioridad de la Casa Blanca.

Los fantasmas como la historia parecen cíclicos, que van y vienen pero cuando resurgen parecen hacerlo con la misma intensidad y el mismo riesgo del pasado…

 

Las piruetas de Kim Jong-un y la mirada de Pekín

Corea del Norte no pasa por un buen momento interno. Esta es una constante en Las últimas décadas, pero ahora se tienen algunos datos más de la valoración que el presidente Kim hace a sus colaboradores y dirigentes del partido único, el comunista. Kim Jong-un reconoció el 6 de abril que el país se enfrentaba a la “peor situación de su historia” durante la reunión de los secretarios del Partido de los Trabajadores en la capital, Pyongyang, e instó a los miembros a llevar a cabo un nuevo período de cinco años. Señalan los expertos en asuntos coreanos que  Kim Jong-un, el 9 de abril, pidió al país que se preparara para otra “marcha ardua”, lo que, afirman, es frase comúnmente utilizada para describir la lucha del país contra el hambre en la década de 1990. EE. UU., Corea del Sur y Japón han analizado esta situación en una reunión de alto nivel en la que, además, discutieron la cooperación para abordar los programas nucleares y de misiles balísticos de Corea del Norte; en una declaración conjunta reafirmó la “cooperación trilateral concertada hacia la desnuclearización”, y acordó la necesidad de la plena implementación de las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU sobre Corea del Norte.

Este es el marco en el que la Administración Biden está reforzando la alianza con sus aliados tradicionales en Asia Pacífico lo que incluye como objetivo reforzar las alertas sobre el desarrollo militar, concretamente naval, de China y su creciente presencia en áreas de disputa con Japón, de intimidación a Taiwán y de intento de controlar rutas de comercio internacional.  Y, en este escenario, la crisis galopante de Corea del Norte puede alterar muchas cosas, porque el presidente Kim puede tener la tentación de aumentar la presión con sus misiles y bravatas para obtener compensaciones internacionales, reducir las sanciones o, al menos, que se alivie la presión sobre su régimen tiránico.

Para China, su aliado coreano es a veces incómodo, porque Pekín tiene su agenta y su estrategia propia a largo plazo y los gestos provocadores de Corea del Norte a veces rompen el ritmo y alteran al panorama. China presiona con frecuencia a los comunistas coreanos pero no se arriesga a ir muy lejos y que sea Occidente, concretamente EEUU y sus aliados asiáticos los que avancen en aquel espacio estratégico. Este precario equilibrio pone alta la tensión regional que pone pies de plomo en la estrategia china medida paso a paso por Pekín en su larga marcha para lo que denominan recuperar Taiwán e imponer una hegemonía irreversible china en toda la región.

INTERREGNUM: Corea, 70 años después. Fernando Delage

El 16 de junio, cumpliendo órdenes directas de la hermana del líder norcoreano, Kim Yo-jong, en su capacidad como alto cargo del Comité Central del Partido de los Trabajadores, se demolió la oficina de asuntos intercoreanos en la zona especial de Kaesong. Pyongyang respondió así al lanzamiento de globos con propaganda contra Corea del Norte en localidades cercanas a la Zona Desmilitarizada (ZD). Es el tipo de provocación que suele acompañar a los procesos de sucesión en el régimen, por lo que no pocos observadores creen que puede tratarse de una maniobra para reforzar la credibilidad como líder de Kim Yo-jong en el caso de incapacidad o muerte de Kim Jong-un.

Pero las implicaciones, naturalmente, no son solo internas. Es un gesto con el que Pyongyang parece querer poner fin al acuerdo que firmó con Seúl en 2018, y restaurar una presencia militar en el complejo industrial de Kaesong y en la zona turística del monte Geumgang, donde se permitió el reencuentro de familias separadas por la frontera.  Corea del Norte no sólo privaría así al gobierno de Moon Jae-in de uno de sus principales logros para reducir la tensión entre ambos Estados, sino que está transmitiendo a su opinión pública el mensaje de que Corea del Sur sigue siendo un enemigo.

Casualidad o no, la acción de Pyongyang coincide con el 20 aniversario de la primera cumbre intercoreana (13-15 junio 2000), y se ha producido un año después de la visita del presidente norteamericano, Donald Trump, a la ZD (20 junio 2019). Lo que es más importante, se solapa con el 70 aniversario de la guerra de Corea, iniciada el 25 de junio de 1950 cuando tropas del Norte traspasaron el paralelo 38 y, en tres días, se hicieron con Seúl.

La apertura de los archivos ha conducido, durante los últimos años, a un aluvión de nuevos estudios académicos que han ofrecido un mejor conocimiento de los orígenes, desarrollo y consecuencias de este conflicto, olvidado por la inmensa mayoría de los norteamericanos—que ni siquiera recordarán MASH, la serie de televisión—pero siempre presente entre los coreanos, en particular los del Norte. Al contrario de lo que el abuelo del actual líder, Kim Il-sung, dijo en su día a su población—que Pyongyang se veía obligada a responder a una invasión del Sur—se trató de una ofensiva cuidadosamente planificada para coger por sorpresa a Seúl y reunificar la península por la fuerza. Fue también una mentira que sirvió de base al relato conforme al cual el Norte describió el conflicto durante las siete décadas siguientes. La “Guerra de Liberación de la Madre Patria” ha servido a sucesivos miembros de la dinastía dirigente para legitimarse en el poder como defensores de la nación frente a los enemigos externos. También Kim Jong-un, en efecto, ha mantenido esta versión revisionista de la historia para recordar a su pueblo el imperativo de la lealtad hacia su líder y la necesidad de un arsenal nuclear.

El conocimiento de la verdad por los norcoreanos supondría una amenaza existencial para el régimen. Pero que esta versión del pasado siga marcando el futuro no hace sino consolidar la división de la península, como confirman distintos estudios de opinión en el Sur. Según un sondeo de la Universidad Nacional de Seúl del pasado año, sólo el 53% de la población considera necesaria la unificación, por debajo del 64% de 2007. Los surcoreanos que mantienen la opinión contraria y los que apoyan el mantenimiento del statu quo suman el 40%, frente al 27% que representaban en 2007. Entre los motivos de quienes apoyan la reunificación, es revelador, por otra parte, que el argumento de que “somos una misma nación” ha caído del 58% de 2008 al 35%. Y, en un dato no menos significativo, otra consulta de 2018 reveló que el 77% de los surcoreanos elegirían la economía antes que la reunificación si tuvieron que optar entre una u otra. En Corea del Sur, décimo-segunda economía del mundo y una de las más sólidas democracias asiáticas, se abre camino por tanto una nueva percepción del Norte, lo que también afectará a su juego diplomático y, en consecuencia, a la estructura geopolítica del noreste asiático.

Cómo Kim Jong-un llegó a ser el líder que es hoy. Nieves C. Pérez Rodríguez

Jung H. Pak, ex asesora de la CIA en asuntos coreanos, acaba de publicar a finales de abril su último libro sobre Kim Jong-un y cómo fue que se llegó a convertir en el líder que conocemos hoy. Su título en inglés “Becoming Kim Jong-un” publicado por Ballantine Books, hace un recorrido por la historia de la península coreana desde el momento de la ascensión al poder de Kim Il-sung, primer líder de la dinastía hasta hoy, mientras mantiene el foco central en el dictador actual. 

Pak analiza las circunstancias que hicieron posible la transferencia de poder de Kim Il-sung en el momento de su muerte en 1994 a su hijo Kim Jong-il y como éste mantuvo control y poder de Corea del Norte, gracias en parte a la consolidación del poder autocrático, y la impresionante veneración que su padre creó en sí mismo.  

La muerte de Kim Jong-il se produjo antes de lo esperado. Sin embargo, ya éste había señalado a Kim Jong-un como su sucesor en un par de ocasiones públicas, aunque era posible que para muchos altos rangos militares y políticos eso podía no estar tan claro, basado en la juventud de Kim y su corta experiencias.

El funeral de Kim Jong-il, describe la autora, fue el comienzo de su reinado. Ese día helado de invierno, en el que la nieve cubría de blanco las calles y contrastaba con el negro que vestían los participantes en señal de luto. A la cabeza de la procesión se encontraba Kim Jong-un, su corpulenta figura, curioso corte de pelo y su cara de niño, revelaba su juventud, en una sociedad donde la sabiduría está atada a la experiencia y a los años. 

Mientras las participantes dejaban ver su tristeza y melancolía, el nuevo Kim se presentaba como la reencarnación de su abuelo, el que ha sido mitificado por la propaganda del régimen norcoreano. Mientras, los análisis auguraban un reinado corto si las élites norcoreanas no aprobaban al líder y el régimen caería en las siguientes semanas o meses.

A pesar de que todo apuntaba a un colapso del régimen, Kim Jong-un ha hecho uso de mecanismos autoritarios de control, represión y miedo, cohibición y vigilancia de la elite, y el control de las fuerzas militares y de seguridad para consolidarse en el poder. Pero lo ha hecho más allá que su abuelo o su padre, ha centralizado el poder en sus manos mientras ha reducido el poder del gabinete y las fuerzas militares.

En los primeros dos años en el poder, el joven líder marginó y/o ejecutó a cinco de los siete altos miembros del Partido del Trabajo norcoreano, concentrando en su persona más poder. Mientras, continuaba su desarrollo nuclear y misilístico que es la razón de supervivencia del régimen, de acuerdo a las creencias del propio Kim Jong-un.

La educación internacional que recibió Kim le ha servido para comprender mejor las formas de pensar de las sociedades occidentales, así como el acceso a todo tipo de tecnología -video juegos, ordenadores, juguetes tecnológicos, etc- que modelaron una forma de pensamiento estratégico más sofisticado que el de sus predecesores. Al final, Kim nació siendo el nieto de una especie de Dios, y el hijo de una especie de rey. Con todo a su alcance en un país en el que el hambre mataba a la población mientras el crecía en medio de los privilegios que sólo gozan los hijos de altas élites en las sociedades más avanzadas.

El aislamiento al que fue sometido -descrito por el chef japonés que sirvió a los Kim durante años y citado por Pak- describe un niño solitario carente de amigos para jugar. Y al que hasta los generales que frecuentaban a su padre para darle informes del país rendían pleitesía por ser el hijo de su líder.  Acciones como esa alimentaron su ego y su convicción de superioridad que bien le han servido para dirigir el país más cerrado del planeta y contra todo pronóstico continuar la monarquía política e incluso asesinar a su medio hermano -Kim Jong-nam- ante los ojos del mundo, en el aeropuerto de Kuala Lumpur en Malasia, para eliminar cualquier posible competencia al cargo. Mientras, su hermana Kim Yo-jong sube su rango político y se mantiene estratégicamente al lado de su hermano en la mayoría de las apariciones del líder.

En cuanto al rol de Kim Jong-un en la escena internacional, también se ha destacado por continuar lo que comenzaron sus predecesores, un desarrollo nuclear que el mundo desconoce hasta donde puede haber avanzado, y el lanzamiento de misiles que a su vez demuestran una gran evolución y que provocan a su gran enemigo, Estados Unidos.

Kim también ha comprendido que para jugar en las grandes ligas hay que participar en los ciber ataques. Así se lo hicieron saber a Sony Pictures entertainment cuando estaban a punto de lanzar una película en la que Kim Jong-un era asesinado por los Estados Unidos y mostraba la auténtica personalidad de Kim como un aficionado a la buena vida, el alcohol y la fiesta.

En noviembre de 2014 Sony sufrió un ataque en el que robaron información confidencial de la empresa y fue publicada online. Los hackers amenazaron con mensajes digitales a empleados de Sony, junto a otros mensajes que aseguraban que no tendrían piedad si la película que dañaba la imagen de su líder era lanzada, y que ese lanzamiento era un acto de terrorismo y que no sería tolerado. Aseguraban también que Washington estaba usando una empresa de entretenimiento para dañar el liderazgo del líder norcoreano.

El dictador ha comprendido la necesidad de desarrollar su capacidad más allá de lo nuclear y misiles balísticos, desarrollar la capacidad cibernética de Corea del Norte en el escenario internacional. Establecerse como un luchador moderno cuyas herramientas cibernéticas pueden manipular el sistema a pesar del orden geográfico y la geopolítica, deja ver su pensamiento estratégico y desacredita  a los que lo subestimaron al principio de su reinado. 

A pesar de todas esas acciones, Kim ha conseguido reunirse con el presidente de los Estados Unidos en tres ocasiones sin haber dado nada a cambio, más que haber fortalecido su liderazgo e imagen de líder tanto en Corea como en el exterior.

Todas las acciones tomadas por Kim Jong-un muestran a un líder racional cuyo objetivo principal es continuar con su carrera nuclear que le ayuda a mantener un status quo internacional y asegurarse la supervivencia del régimen mientras ha burla sanciones de una u otra manera, lo que le ha permitido mantener oxigenado la economía doméstica.

Si algo ha comprendido Kim es que una guerra es lo opuesto a lo que quieren Japón, Corea del Sur, ó Estados Unidos. Es más, Kim ha entendido que el precio político por una guerra es tan alto para Washington que evitarán a toda costa llegar a ello, por lo que Kim seguirán lanzando provocaciones, continuará su desarrollo nuclear y cibernético, porque entiende que esa es la supervivencia de su régimen y su persona.

Corea del Norte en medio de la crisis del COVID-19. Nieves C. Pérez Rodríguez

Mientras la mayoría del planeta se centra en combatir el coronavirus que ya lleva más de 100.000 infectados y supera los 3.000 decesos a nivel global, surge la incógnita. ¿Y Corea del Norte? Es un país que comparte fronteras con China, país de origen del COVID-19 y con el mayor número de infectados del mundo, y Corea del Sur, el vecino que ha respondido más agresivamente a la crisis con laboratorios temporales en las calles y que ha podido hacer casi 160.000 pruebas a día de hoy.

Corea del Norte, enclavado en medio del brote de la epidemia, no ha reportado ningún caso aún, lo que es curioso, partiendo de que su principal socio es China y cuyos intercambios, tanto de mercancías como de personas, son constantes. Aunque Pyongyang fue rápido y astuto y se cerró herméticamente. La primera medida fue cerrar las fronteras, así como todos los lugares públicos de visitas masivas; cerraron los colegios por un mes, suspendieron actividades turísticas y pusieron en cuarentena a extranjeros y nacionales que habían estado en el exterior. Probablemente las medidas son sensatas frente a un brote como el que hemos visto, pero que para un régimen como el norcoreano son fáciles de ejecutar debido al nivel de control que tienen de todos los sectores de la sociedad.

“Corea del Norte no está preparada para una emergencia médica como la del COVID-19. Con un sistema de salud tan precario, que carece de inversión pública, lo hace más vulnerable a un brote de este tipo que ningún otro país del mundo”, afirma Sue Mi Terri (experta en asuntos coreanos y miembro de Centro para los estudios internacionales y estratégicos en Washington D.C.).

Mi Terri explica cómo las condiciones del país, en el que el 43% de la población, unos 11 millones de habitantes, están malnutridos, lo hacen más vulnerables a contraer infecciones y cualquier tipo de enfermedades. Como si eso no fuera suficiente, Corea del Norte es el país que invierte menos en infraestructuras sanitarias en el mundo, menos de 1 dólar por habitante por año. Asimismo sostiene que más de la mitad de los hospitales en la nación no cuentan con acceso a agua corriente, ni condiciones sanitarias mínimas y las redes eléctricas del país han decaído tremendamente, por lo que la electricidad es intermitente hasta en los hospitales.

Por su parte, los medios de comunicación estatales norcoreanos han reportado extensamente sobre el brote de COVID-19, así como han intentado educar a la población para prevenir la infección. El aparato de propaganda del régimen es muy astuto, sabe como llegarle a la población, conoce profundamente sus debilidades y sabe cuales es la situación doméstica sanitaria y el pavoroso escenario en el que se encontraría si hubiera un brote del virus allí.

Mientras tanto, Pyongyang ha aprovechado los canales diplomáticos para pedir apoyo. Así lo hizo con la Cruz Roja Internacional, Médicos sin fronteras, Organización Mundial de la Salud, y otras organizaciones de esta naturaleza.

Cruz Roja y Media Luna Roja recibieron una exención de las sanciones de Naciones Unidas, impuestas a Corea del Norte por la Resolución 1718 (2006) del Consejo de Seguridad lo que permite la provisión de apoyo vital para proteger a las personas de la propagación del COVID-19, de acuerdo con la página oficial de la Cruz Roja publicado el 24 de febrero.

El pasado 20 de febrero Radio Free Asia reportó que en un hospital de la ciudad de Chongjin, al norte del país, se había incinerado 12 cuerpos de pacientes que habían fallecido de enfermedades respiratorias. El caso llamó la atención puesto que no es costumbre en Corea del Norte cremar los cuerpos. Sin embargo, esta información no ha sido posible verificarla.

Con casos o sin casos de contagios del COVID-19 en Corea del Norte, lo que sí se puede predecir es el impacto económico que tendrá en la economía norcoreana. Con las duras sanciones impuestas tanto por Naciones Unidas como por los Estados Unidos, la importación de casi todos los productos está prohibida.  China y Rusia habían sido los aliados que les habían ayudado a burlar un poco las sanciones, pero durante el cierre total de fronteras estas prácticas no han podido llevarse a cabo, lo que dificultará más aún la adquisición de alimentos y productos de primera necesidad.

En medio de esta tremenda crisis, Kim Jon-un decidió lanzar dos misiles el pasado 2 de marzo, que de acuerdo con los análisis de expertos fueron lanzados tan sólo con 20 segundos de diferencia entre uno y otro y con un alcance de 240 km. Su destino fue el mar de Japón. Es muy significativo que el lanzamiento se ejecute a tan sólo días de que Washington y Seúl hayan cancelado sus maniobras militares anuales y después que Corea del Sur informara de más de 20 casos de contagios en sus filas militares.

La lógica de Kim nunca ha sido congruente con la lógica de Occidente. Pero el mensaje de estos misiles es muy difuso. En un momento de tal dificultad interna, regional y global, busca hacerse sentir a través del miedo que infunda en la comunidad internacional, mientras pide ayuda a las ONGs sanitarias, lo que lleva consigo levantamiento temporal de sanciones. No cabe duda de que los dictadores saben bien como usar el terror para conseguir sus objetivos.

Kim Jong-un, mucha astucia y aparentemente poca experiencia. Nieves C. Pérez Rodríguez

Kim Jong-un es un personaje envuelto en misterio y secretismo. El régimen de Corea del Norte ha sabido utilizar la discreción para ocultar la excéntrica vida de la dinastía de los Kim. El aparato de propaganda ha articulado un sistema muy sofisticado de información en el que se filtra lo necesario y se publica lo preciso para alimentar el mensaje del régimen.

Anna Fifield es una periodista neozelandesa que ha pasado parte de su vida estudiando a Japón y la península coreana, con un enfoque especial en Corea del Norte. Actualmente es la directora de la oficina del Washington Post en Beijing. Fifield ha escrito la obra “El gran sucesor”, libro en el que relata la vida de Kim Jong-un con detalles nunca antes publicados. Para ello utilizó fuentes primarias y cercanas al líder en distintos momentos de su vida. El extenso trabajo de investigación recopila fechas, hechos y anécdotas que dibujan un perfil bastante cercano al enigmático personaje.

El libro comienza por dar una referencia histórica del origen de la dinastía norcoreana y su héroe y fundador, Kim Il-sung, personaje que, según la propaganda, nació en el famoso monte Paektu, en el norte del país y que, en la noche de su nacimiento, una gran estrella se apareció en el cielo. Una curiosa historia inspirada en el cristianismo que recuerda el momento del nacimiento de Jesús en Belén, que buscaba mitificar al líder.

Todo en Corea del Norte es insólito. Haber sobrevivido al colapso de la Unión Soviética y la muerte de su fundador Kim iJ-sung; la transición de poder de padre a hijo, preparada durante años y, en  2011, el régimen sobrevivió una tercera sucesión, en esa ocasión al nieto del gran héroe.

La muerte de Kim Jong-il dejó en el poder a un joven de tan sólo 27 años a cargo de un país complejo y hermético y en una muy precaria situación económica. En este momento la propaganda del régimen dejó a un lado lo místico para engrandecer a Kim Jong-un por un elemento más cercano de lucha, el nuevo líder es un militar innato, quien desde los tres años podía disparar un arma con tanta facilidad que podía acertar a una bombilla a 100 metros de distancia. Y a los ocho años ya podía conducir un camión a 120 kilómetros por hora.

Fifield afirma que, en contra de todos los pronósticos, en su viaje a Pyongyang poco después de que Kim Jong-un tomará posesión, “el gran sucesor no solo sobrevivía sino prosperaba”.  Se empezaban a ver el levantamiento de edificios altos, la apertura de cafés que ofrecen capuchinos por precios ridículamente altos, auge de gimnasios al puro estilo occidental, que se convierten en clubs de una reducida élite que es parte del régimen.  Se respiraba un aire capitalista nunca antes visto en esta ciudad, donde la proliferación del comercio de ocio en los que sólo los cercanos al régimen pueden disfrutar y presumir del estatus que ostentan en esa la capital que de vez en cuando llaman “Pyongyanttan”.

Pero en contraste con ese desarrollo, la mayoría de la población sigue viviendo en la miseria, sin agua corriente, con viviendas inacabadas, muy mal alimentados, intentando sobrevivir dentro de una gran precariedad.

En pro de obtener más datos, la autora conversó con la tía de Kim Jong-un, la mujer que se hizo pasar por su madre cuando fue a Suiza a estudiar a sus 12 años, junto con su hermana. Fueron presentados ante las autoridades como hijos de diplomáticos norcoreanos, con identidades falsas.  Ella describió un chico solitario, pero que tenía obsesión por el baloncesto, los aviones y los motores.  Y quien podía pasar el día entero entregado a sus intereses.

Tuvo una vida de niño rico de primer mundo, con los juguetes de última generación. Viajes a los principales destinos europeos, vistió con las principales marcas estadounidenses, especialmente Nike, como marca patrocinadora de baloncesto. Y dentro de Corea del Norte, le construyeron pistas para conducir, parques de diversiones, salas de juegos, piscinas olímpicas y complejos recreativos dentro de los campamentos o complejos de las múltiples viviendas que poseen los Kim, que pueden ser vistas satelitalmente, y que se ha podido saber que cuentan con pasajes subterráneos para poder desplazarse de un lugar a otro.

Durante su solitaria niñez, donde no había otros niños, se hizo amigo del chef japonés que trabajaba para su familia.  Y quién narró cómo se convirtió en su fiel compañero durante sus primeros años y con quien pasó muchas horas intentando acabar con su soledad.

Fifield afirma que esa imagen caricaturista de niño rebelde tonto no es del todo cierta. Al tomar el poder se rodeó de los personajes que apoyaron a su padre durante años y algunos hasta a su abuelo. Sacó el beneficio que pudo de ellos, como el jefe de las Fuerzas Armadas, el jefe de la propaganda y el jefe de economía y relaciones con China, que era su cercano tío Jang Song-thaek. Pero cuando ya no los necesitó más salió de ellos. En los tres casos todos desaparecieron, pero su tío es el más llamativo puesto que fue degradado públicamente a “escoria humana” y asesinado despiadadamente. Con esas desapariciones, Kim Jong-un envió un mensaje claro a quienes podían pretender salir de él, de lo que es capaz de hacer y que es él quien tiene en sus manos el control de Corea del Norte.

La autora afirma que fue la astucia de la madre de Kim la que impulsó a su hijo a ser el elegido. Ella era una amante de Kim Jong-il de larga data y, según las fuentes, probablemente la mujer que él realmente amó, sin embargo, era poco probable que el hijo de la amante llegará a coronarse como el elegido en la dinastía. Pero la educación que recibió, la seguridad que ella le transmitió y el haberlo enviado a la academia militar después de regresar de Suiza parecen ser las claves de su elección. Así como el rol de su hermana, quien se deja ver siempre como su asistente más fiel y devota.

El pequeño Kim, desde los 8 años, fue presentado a los altos cargos militares y, probablemente alimentada por su madre, esa preferencia castrense creció y fue la base del líder que hoy vemos. Una especie de rey que lejos de retroceder en sus ambiciones, ha continuado una carrera nuclear que se cree muy sofisticada, con misiles de largo alcance, ha conseguido reunirse con el presidente de la potencia con la que está técnicamente en guerra hace más de 70 años y, permitiendo cierto grado de corrupción, ha hecho que el estrago económico se vea aliviado a través de pago de comisiones y un mercado negro que crece cada día en ese país, pero que oxigena la economía norcoreana y alivia el hambre del ciudadano común. (Foto: Flickr, Elvert Barnes)

Bolton y Corea. Nieves C. Pérez Rodriguez

Washington.- Cada año el JoongAng Ilbo, uno de los periódicos más importantes de Seúl, organiza un foro junto con CSIS (Centro Estratégico de Estudios iInternacionales) para discutir la situación de Asia con foco especial en la península coreana. La semana pasada tuvo lugar el noveno encuentro en Washington y contó con la presencia de expertos asiáticos y estadounidenses de primera línea, así como exministros de exteriores y exembajadores que analizaron a profundidad la situación geoestratégica de Asia.

4Asia participó en el Foro, en el que John Bolton abrió con un discurso sobre su visión. El asesor de seguridad nacional del presidente Trump acaba de dejar su cargo en la Casa Blanca, o a quién se le invitó a renunciar -pues las partes aún no se ponen de acuerdo sobre este aspecto-. En su primera aparición pública, Bolton habló extensamente sobre su posición en el conflicto coreano y cuál debería ser la posición de los Estados Unidos, que valga decir es exactamente igual a la que tenía antes de entrar a la Administración Trump.

Bolton ha estado siempre afiliado al partido republicano y es conocido por sus posturas más conservadoras. Sus publicaciones, comentarios y sus cargos públicos siempre han contado con gran rechazo del partido demócrata. Es recordado especialmente por su tiempo en Naciones Unidas durante la Administración de George Bush y el momento en que se estaba discutiendo la invasión de Irak.

Bolton fue enfático en su discurso sobre cuál debería ser la posición de Estados Unidos en relación con Corea del Norte. “No se puede aceptar que tenga armas nucleares. Aunque Kim Jong-un intente por todas las vías posibles mantenerlas y continuar su desarrollo. Es absolutamente inaceptable que Pyongyang posea armas nucleares y la política de Washington tiene que ser clara: No aceptamos que tengan armas de este tipo”.

Washington no puede permitir que Pyongyang siga amenazando a sus vecinos con las pruebas de misiles, ha señalado, que incluso puedan llegar a impactar en territorio estadounidense. Ha señalado: “Pero, además, si los vecinos como Japón y Corea del Sur siguen sintiéndose amenazados por Kim, estaríamos frente a una posible proliferación nuclear pues estas naciones buscarían desarrollar sus propias armas nucleares. Lo que sería un fracaso de Washington”.

Bolton tiene claro que Kim Jong-un decidió estratégicamente continuar su desarrollo nuclear hasta conseguir un mayor alcance, mientras trata de aliviar la presión de las sanciones internacionales. “Dejar a Pyongyang seguir con las pruebas es dejarlos convertirse en el Amazon o el Wallmart nuclear, y podrían empezar a aceptar pedidos de misiles. El modelo que se aplicó en Libia funciona y debería ser aplicado. Muammar Al Gadhafi decidió dejar las armas nucleares. Con máxima presión se podría hacer que Kim lo hiciera”. Insistió en que el modelo de Libia funciona con un país pequeño como Corea del Norte.

Citó a Kim Jong-un: “La situación en Corea es muy difícil, la sequía ha perjudicado mucho las siembras y los alimentos son escasos”, y pidió que las sanciones sean levantadas y les permitan recibir ayudas y alimentos.

Pero Bolton insiste en que, si la situación es realmente tan dura, cómo se explica que sigan invirtiendo tanto en desarrollo nuclear, en vez de gastar en alimentos.

“El continuo lanzamiento de misiles sí representa un riesgo para la seguridad del mundo y la seguridad de Estados Unidos”, insistió. “Pensar en que mientras no sean los misiles de largo alcance no es preocupante, es en efecto lo opuesto. El hecho de que no ha habido pruebas de misiles intercontinentales podrían ser una señal de que Corea del Norte haya alcanzado el nivel que querían”. Por lo que Bolton insiste en que la opción militar debe seguir sobre la mesa.

Sue Mi Terry, una experta en asuntos coreanos muy respetada en Washington, comenta a 4Asia que “le sorprendió mucho oír a Bolton decir que sigue creyendo que la solución pasa por un cambio de régimen en Corea del Norte, que mencionara la opción de una Corea unificada, a sabiendas que es un argumento polémico, así como que insistiera en que la opción militar debería seguir en la mesa. Palabras muy provocadoras para Corea del Norte.

Mi Terry insistió en el hecho de que Bolton siga pensando lo mismo después de haber participado en las tres cumbres entre Kim Jong-un y Trump, de haber visitado Pyongyang y participado en las negociaciones del último año. “Esto prueba que no se entendía con el presidente Trump”.

“Lo más probable es que para antes de finales de año Trump firme un acuerdo pequeño que obligue a Pyongyang a congelar su programa nuclear o al menos a para las pruebas y el lanzamiento de misiles”.

Victor Cha (otro experto en asuntos asiáticos con una larga experiencia) coincide con que deben estar negociando un acuerdo que involucre poco compromiso por parte de Pyongyang. Para Trump, en pleno año electoral, es clave dar algún tipo de resultados.

 En materia de política exterior esta Administración no ha concretado nada internacional. Por lo que algún tipo de acuerdo podría ser vendido como un éxito a los votantes.

El escenario electoral estadounidense se perfila complicado. El partido demócrata, con el mayor número de candidatos de la historia, está compitiendo con ideologías más o menos radicales en las primarias, pero dejan ver un partido sin un liderazgo claro. Mientras que el presidente Trump enfrenta a una amenaza de “impechment” y toda la polémica que rodea su gestión.

Todo apunta a que es muy probable que algún tipo de acuerdo con Pyongyang se materialice muy a pesar de que los misiles y las provocaciones siguen siendo el centro de la conversación. Al final, Trump seguirá premiando al dictador norcoreano sin haber recibido nada a cambio.