Sanciones, ¿por qué no?

Cada vez que se decide aplicar sanciones a países que suponen un riesgo para la seguridad o violadores de las normas internacionales con agresión a sus propios ciudadanos, surgen voces señalando lo inocuo de estas sanciones o lo que suponen de castigo real para sus habitantes más que para sus gobernantes. Pero, ¿son realmente poco efectivas las medidas de castigo económicos a los países que antes se llamaban “canallas”?

Parece obvio que en algunos casos las sanciones económicas han contribuido a desbloquear algunas situaciones o han servido de incentivos para acabar con situaciones de abierto desafío a las reglas de la convivencia internacional, o de las leyes básicas de respeto a los derechos humanos. Por ejemplo, ocurrió así en Sudáfrica al final del régimen del apartheid y ha ocurrido así con el régimen de Teherán, que ha tenido que rebajar sus aspiraciones a construir un arsenal nuclear militar para lograr unas relaciones con Occidente que le permitan hacer frente a los problemas que para su economía y sus relaciones regionales están planteando las sanciones económicas, y las dificultades para poner en el mercado el petróleo iraní.

Pero también es cierto que hay casos emblemáticos, como el de Cuba, en el que décadas de restricciones económicas, que no boicot, por parte de Estados Unidos no han servido para ablandar el régimen tiránico. Aunque hay que decir que nunca se aplicaron a Cuba sanciones coordinadas internacionalmente y con compromiso general de cumplirlas.

Así las cosas, ¿Qué van a suponer las sanciones para Corea del Norte? En primer lugar, un mensaje renovado. La gran arma económica de la dictadura es, desde hace décadas, el chantaje con el miedo a desestabilizar la situación en Extremo Oriente. Y Occidente, má allá de mensajes altisonantes, había reaccionado hasta ahora cediendo con más o menos discreción y aceptando nuevas ayudas a la dictadura. Pero ahora algo ha cambiado, Estado Unidos ha enseñado algo más los dientes, China y Rusia apoyan sanciones al margen de que luego las apliquen o no, y el dictador, aunque aún sin grandes temores, ve que se le estrecha el margen de maniobra. Tal vez la reacción de Trump no se encuentre en el marco de un plan estratégico nuevo, pero parece que al menos ha sentado las bases para un nuevo escenario en el que Corea del Sur y Japón tienen que ir más allá de protegerse bajo el paraguas norteamericano; China, que no está dispuesta a deshacerse de la dictadura, tiene que jugar otra partida en la que tal vez  obtenga ventajas y Rusia ve una vuelta a su escenario oriental. La nueva situación coreana, y las sanciones son parte de ella, plantea más incertidumbre, pero ha salido del bucle de fondos a cambio de menores amenazas en que Occidente estaba instalado frente a Corea del Norte.