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INTERREGNUM: El meteórico ascenso militar chino. Fernando Delage

El pasado miércoles, el Departamento de Defensa de Estados Unidos hizo público su informe anual sobre las fuerzas armadas chinas; un documento que da idea de los extraordinarios avances que se han producido en el desarrollo de sus capacidades militares, y que agravará de nuevo las tensiones entre ambos países. Tras la sorpresa del proyectil hipersónico probado por China en agosto sin que fuera detectado por Estados Unidos, la publicación coincide con una espiral de enfrentamiento entre China y Taiwán, después de que, hace unas semanas, aviones chinos realizaran docenas de incursiones en la cercanía del espacio aéreo de la isla. La República Popular cuenta cada vez con mayores medios para intimidar a Taipei, pero su desarrollo militar envía igualmente un mensaje a Washington, en particular en el terreno naval y nuclear.

Los progresos en la modernización naval china constituyen, en efecto, uno de los puntos más destacados por el Pentágono en su informe. China posee ya la mayor flota del planeta, con unos 355 buques en su armada, una cifra que aumentará hasta las 420 unidades en cuatro años, y podría alcanzar las 460 hacia 2030. Según el documento, China persigue la adquisición de nuevas capacidades antisubmarinos y de misiles de largo alcance que puedan lanzarse desde buques y submarinos, lo que mejorará notablemente su proyección de poder militar más allá del Indo-Pacífico. Otro importante aspecto en este sentido es la atención dedicada a la reorganización interna de la armada y a su integración con los restantes fuerzas y cuerpos de seguridad.

En cuanto a su arsenal nuclear, el departamento de Defensa estima que China tendrá unas 700 cabezas nucleares hacia 2027, y 1.000 antes de terminar esta década, una cifra que supera con creces la propia estimación hecha por el Pentágono el año pasado (consideró que dicho arsenal pasaría de poco más de 200 a unas 400 unidades a lo largo de la década). Cuadruplicar o quintuplicar sus recursos, además de la expansión de sus plataformas nucleares en tierra, mar y aire, refleja la intención de Pekín de buscar un equilibrio con Estados Unidos también en este frente. Y, naturalmente, la mención del año 2027—fecha en que se celebrará el centenario de la fundación del Ejército de Liberación Popular—implica que China tendrá un mayor margen de maniobra con respecto a una eventual contingencia relacionada con Taiwán, al limitarse de manera significativa las opciones norteamericanas.

Sumados a los progresos realizados en otras áreas como el ciberespacio y el espacio, no puede negarse el extraordinario salto cualitativo dado por China en el terreno militar, y la consiguiente erosión que ello representa para la posición regional y global de Estados Unidos. El debilitamiento de la capacidad disuasoria de Washington es lo que le ha llevado a fortalecer sus acuerdos con los aliados—mediante el QUAD y el AUKUS, entre otras fórmulas—, pero también puede dar pie a una carrera de armamentos especialmente peligrosa, al no poder mantenerse la cuestión nuclear fuera de la ecuación.

Ante los avances chinos, los expertos se preguntan si Pekín está abandonando su política tradicional de “mínima disuasión” y de renuncia al “primer uso” de armamento nuclear. La creciente vulnerabilidad mutua de ambos gigantes debería obligarles a incorporar el tema a su diálogo estratégico a partir de la próxima cumbre virtual Biden-Xi, prevista para antes de finales de año, y a intentar llegar a algún tipo de acuerdo en materia de control de armamentos.

 

INTERREGNUM: China, gigante militar. Fernando Delage

El Departamento de Defensa de Estados Unidos hizo público la semana pasada su informe anual sobre las fuerzas armadas chinas. Es la vigésima edición, la más extensa hasta la fecha, y la que con mayor claridad revela el salto de gigante dado por China en sus capacidades militares a lo largo de estas dos décadas. “En ciertas áreas, se indica, China ya se encuentra por delante de Estados Unidos”.

Entre esas áreas destaca, en primer lugar, su armada, la mayor del mundo. La marina china cuenta con 350 buques y submarinos—número que continuará creciendo—frente a los 293 de la norteamericana. Aunque desde 2017 la administración Trump se ha fijado el objetivo de alcanzar 355 buques, los presupuestos no han incluido los recursos necesarios, y los expertos no creen que pueda alcanzarse esa cifra antes de mediados de siglo. En cuanto a misiles basados en tierra, en segundo lugar, China posee más de 1.250 unidades de misiles balísticos y de crucero, con un alcance que oscila entre 500 y 5.500 kilómetros. Estados Unidos carece de los segundos—que están concentrados en sus fuerzas aéreas y navales—, mientras que el alcance de los balísticos es sólo de entre 70 y 300 kilómetros. China tiene, en tercer lugar, uno de los mayores y más avanzados sistemas integrados de defensa aérea. En cuarto lugar, se estima que China habrá duplicado su arsenal nuclear en una década (en la actualidad cuenta con unas 200 bombas).

Según el informe del Pentágono, el gasto oficial chino en defensa en 2019 (174.000 millones de dólares) supuso un aumento del 6,2 por cien, aunque como porcentaje del PIB apenas representa un 1,3 por cien. La cifra real más aproximada será de unos 200.000 millones de dólares, lo que significa que el presupuesto se ha duplicado desde 2010. Pero, naturalmente, no es solo una cuestión de cifras; mayor relevancia tienen las implicaciones para la proyección del poder chino. Desde esta perspectiva es de destacar el enorme cambio producido en el equilibrio militar entre ambos lados del estrecho de Taiwán—una cuestión de primer orden para Washington—, así como la creciente presencia global de las fuerzas armadas chinas.

El documento subraya, en efecto, que Pekín no pretende “que sus fuerzas armadas sean un mero reflejo de su modernización ni que se orienten tan sólo a las amenazas regionales”. La República Popular, se señala, ha considerado “el establecimiento de instalaciones logísticas del Ejército de Liberación Popular en Myanmar, Tailandia, Singapur, Indonesia, Pakistán, Sri Lanka, Emiratos, Kenia, Seychelles, Tanzania, Angola, y Tajikistán”. Se menciona asimismo la base ya existente en Yibuti y el interés chino por la base naval de Ream, en Camboya, además de Namibia, Vanuatu, y las islas Solomon. Es la primera vez que un documento oficial de Estados Unidos identifica de manera explícita estas posibles instalaciones de Pekín en el exterior.

La descripción de esta transformación sin precedente del poder militar chino avivará aún más la hostilidad contra la República Popular que ya existe en el escenario preelectoral norteamericano. Pero el reconocimiento de la ventaja china en determinados terrenos no deja de representar una señal para Pekín de la consecución de un nuevo logro en su estrategia de ascenso.

INTERREGNUM: Mercados y submarinos chinos. Fernando Delage

No hay mejor reflejo del poder chino que el hecho de que no haya una semana en la que su presidente no ocupe la primera página de los grandes medios internacionales. Y, en coherencia con las ambiciones de Pekín, las noticias no son sólo de cuestiones empresariales. Es ya imposible hablar del futuro de la economía global, pero también del equilibrio militar de poder, sin tener en cuenta a la República Popular.

El martes 10 de abril, en una intervención ante el Boao Forum—reunión que se celebra anualmente en la isla de Hainan, y es conocida como el “Davos asiático”—Xi Jinping asumió una vez más su ya conocido papel de principal defensor del libre comercio y la globalización. Xi recurrió a los mismos mensajes en los que ha hecho hincapié en el Foro Económico Mundial en enero de 2017, o en distintas ocasiones multilaterales, como las cumbres de APEC (la última de ellas en Vietnam el pasado noviembre). Pekín ha sabido ocupar el vacío creado por el nacionalismo económico de Trump, con una retórica que calma a los mercados internacionales sin abandonar al mismo tiempo la defensa de sus intereses nacionales.

Ambos objetivos coinciden en el anuncio realizado por Xi en el mismo discurso: prometió reducir las barreras a la inversión extranjera en la industria del automóvil y el sector financiero, disminuir los aranceles a las importaciones de vehículos de motor, y mejorar la protección de los derechos de propiedad intelectual. Su compromiso sobre estos asuntos centrales en las actuales disputas comerciales con Washington, y el tono conciliador empleado por Xi, han mitigado la preocupación por una inminente guerra comercial. La administración Trump se ha atribuido con celeridad la victoria, al interpretar la declaración del presidente chino como una concesión a sus presiones. Pero China aún tendrá que concretar su retórica en hechos. De momento, se ha garantizado la estabilidad que necesita su crecimiento—objetivo interno prioritario—, mientras—de cara al exterior—es la República Popular quien refuerza su imagen como país respetuoso de las normas multilaterales.

China, por resumir, ha vuelto a dar otro ejemplo de habilidad en su diplomacia económica. A lo que hay que sumar la demostración militar realizada sólo dos días más tarde. El despliegue de más de 10.000 soldados, 48 buques y submarinos de la armada y 76 cazas de la fuerza aérea carece de precedente. A bordo del destructor Changsha, el presidente chino pasó revista a siete grupos de batalla, y por primera vez hicieron aparición pública los submarinos nucleares 094A, dotados cada uno de ellos con 12 misiles intercontinentales (de un alcance estimado de 7.400 kilómetros). Las comparaciones históricas, siempre presentes en el imaginario nacional, llevó a algunos medios a describir la ocasión como la mayor concentración de buques chinos en 600 años, es decir, desde las famosas expediciones del almirante Zheng He. Como mínimo, sí revela la extraordinaria y acelerada modernización de las capacidades navales chinas desde la llegada de Xi Jinping al poder a finales de 2012; un poderío que puede poner fin—así lo reconoce el propio Pentágono—a la supremacía de Estados Unidos en las aguas del Pacífico occidental.

Como no habrá escapado a la atención de los observadores, los ejercicios también se han desarrollado en la isla de Hainan, plataforma central de proyección en el mar de China Meridional—la totalidad de cuyas islas Pekín reclama—, y punto de partida de la Ruta de la Seda Marítima. El mismo día que Xi se dirigió a sus tropas, también se anunció la realización de maniobras navales en el estrecho de Taiwán el 18 de abril. (Foto: Gerry Pink, Flickr)