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THE ASIAN DOOR: Los cuellos de botella en la carrera tecnológica de Estados Unidos. Águeda Parra.

El tweet del presidente Biden anunciando que “Estados Unidos va a liderar el camino en la fabricación de microchips” pone el énfasis en una industria que resulta vital para mantener la hegemonía mundial. Y es que la escasez de semiconductores puede convertirse en uno de los mayores problemas de seguridad nacional para cualquier país y, en el caso de Estados Unidos, la excesiva dependencia extranjera en la fabricación de chips convierte el dilema de los chips en una cuestión geoestratégica.

Los cuellos de botella por una creciente demanda global de chips avanzados podrían tener un fuerte impacto en las cadenas de suministro, así como las tensiones geopolíticas en el Indo-Pacífico podrían generar disrupciones que terminen impactando sobre la producción industrial, de la que no quedaría exenta la industria armamentística. La creciente rivalidad con China se suma a un tablero geopolítico donde la geopolítica de la tecnología está ganando enteros a marchas forzadas.

En este escenario, las iniciativas lanzadas por la administración Biden para contrarrestar el ascenso tecnológico de China se han intensificado en el último año. Recuperar el protagonismo de décadas pasadas en la fabricación de semiconductores, y no sólo ser líderes en el diseño, es uno de los objetivos de la Ley Chips y Ciencia aprobada por el Congreso de Estados Unidos el pasado 28 de julio que contará con una dotación de 52.000 millones de dólares para fomentar la producción de semiconductores.

Las subvenciones anunciadas en el paraguas de medidas contempladas en la Ley Chips y Ciencia buscan fomentar la construcción de nuevas fábricas de semiconductores en territorio estadounidense. Entre las empresas interesadas en esta iniciativa figuran la taiwanesa Taiwan Semiconductor Manufacturing Company (TSMC), que invertirá unos 12.000 millones de dólares en la construcción de una nueva fábrica en Arizona que podría estar operativa a principios de 2024, además de la estadounidense Intel, con una inversión de 20.000 millones de dólares en una planta en Ohio, y la fábrica que construirá Micron en el norte del estado de Nueva York con una inversión de 100.000 millones de dólares.

Las nuevas instalaciones no son susceptibles que incrementen la participación de Estados Unidos en la producción mundial de chips de forma significativa, ya que estas empresas han anunciado planes de ampliar su capacidad en otros lugares. Estados Unidos actualmente representa un 12% en la capacidad global de fabricación de semiconductores, según la Asociación de la Industria de Semiconductores, mientras las grandes élites tecnológicas de Asia Oriental concentran hasta el 75% de la producción mundial. A este grupo pertenece Taiwán que, de forma individual, produce más del 90% de los chips más sofisticados. Un dominio por parte de las empresas asiáticas que será difícil reducir en el corto plazo.

Sin embargo, dentro del amplio rango de tipos de chips, Estados Unidos aspira a expandir la producción de los más directamente relacionados con la seguridad nacional. De ahí que, como complemento a la Ley Chips y Ciencia, la administración Biden anunciara el pasado 7 de octubre restricciones a la exportación de tecnología de semiconductores estadounidense a China, orientadas a frenar el ascenso tecnológico del gigante asiático, principalmente en relación a la mejora de sus capacidades militares.

Frenar las aspiraciones de supremacía a las que aspira China y recuperar el protagonismo en la producción de chips pasa, asimismo, por desarrollar una cadena de suministro con proveedores ubicados en las proximidades de las nuevas fábricas de semiconductores. Disponer de estos recursos resulta vital para que las fábricas se abastezcan de los elementos críticos y los productos químicos puros que necesitan para estar operativas. Una cadena de suministro creada con proveedores fiables que todavía no se encuentra disponible donde se ubicarán las nuevas instalaciones en Arizona y Ohio.

La disponibilidad de equipamiento avanzado, como las máquinas de litografía ultravioleta que se utilizan para mapear los circuitos en los chips, y que cuestan alrededor de 150 millones de dólares, son otra parte crítica en la construcción de las fábricas de semiconductores. Sin embargo, la escasez de nuevos graduados en ingeniería puede convertirse en el mayor desafío en la carrera por la rivalidad tecnológica ante la creciente demanda de talento y capacidades tecnológicas que va a generar la construcción de las nuevas fábricas anunciadas.

THE ASIAN DOOR: Cuestión de des(enfoque) en IA. Águeda Parra

Entre los 44 países que ya disponen de un plan estratégico nacional de Inteligencia Artificial (IA), dos son las dimensiones a tener cuenta en la definición del papel que cada país puede llegar a tener como promotor de innovación y de adopción de las nuevas tecnologías. Se trata, por una parte, de la dimensión de las infraestructuras técnicas disponibles y, por otra parte, de la disponibilidad de talento en IA, dos componentes esenciales en el desarrollo de capacidades especializadas en las nuevas tecnologías. Tanto técnicamente, como por ambición geopolítica, Estados Unidos y China se reparten liderazgos en este ámbito, aunque el enfoque sea diferente a la hora de desplegar capacidades técnicas y humanas en la era digital.

Bajo este esquema, la inversión realizada por China para alcanzar capacidades técnicas y desarrollar talento en IA le permite posicionarse como uno de los referentes en este ámbito, sobresaliendo en ambas dos dimensiones. Por su parte, Estados Unidos acapara mayores capacidades globales en relación a la IA, sin embargo, es el ámbito de desarrollo técnico donde sobresale respecto a otras potencias, mientras que la baja capacidad de generar graduados STEM dificulta sus aspiraciones estratégicas y la consecución de objetivos a futuro, según un reciente estudio publicado por Brookings. Por parte europea, Alemania figura como uno de los países mejor posicionado en ambas dimensiones, aunque destaca la componente de generación de talento en IA, mientras la competencia técnica está más desarrollada en el caso de Francia.

Mientras las infraestructuras técnicas tienen una relación directa con la financiación necesaria para invertir en nuevas tecnologías, la dimensión de desarrollo de talento lleva asociada la definición de un enfoque ambicioso para adquirir capacidades tecnológicas que permitan alcanzar los objetivos técnicos en el medio y largo plazo. En este caso, la publicación del plan estratégico nacional de China en 2018, dos años antes de que lo hiciera Estados Unidos, responde a la ambición del gigante asiático de posicionarse como principal centro de innovación de IA en 2030. Y es, precisamente, en cuestión de enfoque formativo y de colaboración con los titanes tecnológicos donde se aprecia una mayor disparidad entre los enfoques que han elegido ambas potencias.

En cuestión de plan formativo, el esquema planteado por China se beneficia de un modelo educativo centralizado frente a la estructura federal de Estados Unidos donde cada estado establece sus propias prioridades y atiende, asimismo, a un esquema diferente según sean centros públicos o privados, se trata o no de instituciones religiosas. Un esquema multidimensional que puede incorporar diferentes enfoques sin una directriz de estrategia nacional, de forma similar a la situación que se plantea en Europa, donde cada país aborda un enfoque diferente respecto a la IA.

En el modelo elegido por China, la formación en IA está implementada en todos los niveles del sistema educativo, mostrando un enfoque más ambicioso en la capacitación de habilidades técnicas. Mientras en primaria la formación introductoria en IA se complementa con laboratorios en robótica, drones e impresoras en 3D, en secundaria, por su parte, resulta obligatoria la enseñanza de IA, Internet de las Cosas y Big Data en el diseño curricular de tecnología. Los titanes tecnológicos no están exentos de este fomento de la IA y colaboran en la formación de profesores y en la edición del material educativo. Esta participación activa en una etapa temprana genera una amplia base de talento en IA que, posteriormente, en la etapa universitaria favorece el estudio de la especialidad de cuatro años en IA como título de grado en ingeniería. De hecho, la especialidad en IA se ha convertido en la más popular entre las nuevas titulaciones tanto en 2020 como en 2021.

En otros países, el plan de fomento de la IA está menos extendido en el proceso educativo. En el caso de Estados Unidos, se comienza a incorporar a partir de los doce años, aunque depende de la planificación curricular definida por cada estado, sin que necesariamente la educación en tecnología y materias STEM estén relacionadas con el estudio de la IA. No es hasta la formación universitaria que comienza a introducirse como masters y doctorados en IA. En cuanto al sector privado, las grandes tecnológicas estadounidenses disponen de iniciativas de fomento de la IA, aunque no de forma tan integral como sucede en China, participando del desarrollo de cursos en IA, pero principalmente desde sus propias plataformas.

Distintos enfoques en cuanto a una de las tecnologías que más ampliamente va a influir en la generación de la economía digital en las próximas décadas, mientras la carrera por el liderazgo mundial está ya en marcha.

THE ASIAN DOOR: Cuestión de tiempo. Las STEM cogen velocidad en China. Águeda Parra

La innovación ha marcado el paso del desarrollo de China en los últimos años y los avances tecnológicos no han tardado en producirse, convirtiéndose en palancas claves para el desarrollo de su economía. Era cuestión de tiempo que China materializara la capacidad tecnológica alcanzada para implementar y desarrollar proyectos de relevancia global. El desarrollo de innovación bajo el modelo Designed in China alcanza hitos que muestran el potencial de la estrategia innovadora de los titanes tecnológicos chinos.

Cuando una red social china se convierte en la aplicación más descargada del mundo por delante de uno de los gigantes tecnológicos estadounidenses más destacados puede considerarse como un punto de inflexión que marcará una nueva etapa en el desarrollo de las redes sociales. La aplicación de compartición de videos TikTok ha batido el récord de descargas en 2020, posicionándose por delante del conjunto de aplicaciones que conforman el universo Facebook y que engloba al mismo Facebook junto a WhatsApp, Instagram y Facebook Messenger. A nivel global, ha adelantado tres posiciones respecto al puesto que ocupaba en 2019, mientras que en el caso del mercado estadounidense TikTok ha conseguido convertirse en líder de las redes sociales en el país donde surgieron este tipo de plataformas, conquistando un mercado que ese mismo año anunció el veto a varias tecnológicas chinas, incluida la propia TikTok. La geopolítica de la tecnología en acción.

Asimismo, la capacidad de manufactura con alta componente tecnológica ha permitido a China desarrollar la nueva generación del tren Maglev, capaz de alcanzar una velocidad máxima de 600 kilómetros por hora, el doble de velocidad a la que viajan los trenes de alta velocidad españoles, convirtiéndose en el tren más rápido del mundo. El futuro del transporte en alta velocidad ha iniciado también su punto de inflexión incorporando vías de levitación magnética que permitirán reducir en dos horas el tiempo necesario para conectar Beijing con Shanghai. La distancia de más de 1.000 kilómetros que separa las dos principales ciudades del país quedará cubierta en 2,5 horas, un tiempo menor a las 3 horas necesarias para hacer el trayecto en avión, y las 5,5 horas que supone en tren de alta velocidad. Una tecnología con la que el Designed in China compite por la supremacía en el transporte de alta velocidad con el modelo Maglev que está desarrollando Japón y que ha anunciado que alcanzará los 500 kilómetros a la hora. Competencia intensa en el nuevo escenario de la geopolítica de la tecnología.

Cuestión de tiempo será que China vaya cumpliendo nuevos hitos en capacidad innovadora incorporando en su cadena productiva la disrupción que proporcionan las nuevas tecnologías a tenor del número de doctorados en carreras STEM que es capaz de generar el gigante asiático. En la previsión realizada por la Universidad Georgetown de Washington se estima que China generará el doble de graduados en doctorados STEM que Estados Unidos en 2025. Una tendencia que comenzó en 2007 cuando China adelantó a Estados Unidos en el número de graduados en doctorados STEM, y que en los próximos cinco años podría suponer que China triplicase ese número si solamente se considerase a los estudiantes estadounidenses.

La distancia tecnológica que hace décadas distanciaba a las dos potencias, y que hoy compiten por la hegemonía tecnológica, es cada vez menor y la creciente calidad en la educación doctoral de los graduados en el gigante asiático no hace más que incrementar la competitividad entre los expertos STEM que genera Estados Unidos y China. Parece cuestión de tiempo que se acreciente la rivalidad entre los dos principales polos tecnológicos del mundo compitiendo por generar capacidad productiva innovadora para una economía digital que apenas acaba de dar sus primeros pasos.

 

 

THE ASIAN DOOR: Estrategia Sun Tzu para competir con Estados Unidos. Águeda Parra

Dice Sun Tzu en la famosa obra de “El arte de la Guerra” que la mejor victoria es vencer sin combatir y esta es la máxima que parece estar siguiendo el gobierno chino en su rivalidad con Estados Unidos. Semiconductor Manufacturing International Co. (SMIC) es la empresa estatal con la que China se ha incorporado a competir en la liga de los fabricantes de semiconductores más importantes del mundo. En un mercado dominado en un 80% por proveedores americanos en la producción de ciertos equipos muy especializados, y esenciales en la fabricación de chips de última generación, las restricciones impuestas por Estados Unidos para limitar las ventas a empresas chinas dejan un escenario poco prometedor para continuar con los ritmos de producción actuales.

Asimismo, conseguir un nivel de producción propio que reduzca la dependencia de importaciones pasa también por reducir el gap tecnológico en la fabricación de chips avanzados que den respuesta a las necesidades de computación de alto rendimiento que va a requerir el despliegue de las nuevas tecnologías. Aquí los grandes referentes son la empresa taiwanesa Taiwan Semiconductor Manufacturing Co. y la americana Intel. De ahí, que, cuando el objetivo de China es alcanzar un nivel de producción propio que le permita auto provisionarse y no depender de importaciones que paren la cadena de producción, urge un cambio de estrategia.

Algunos expertos estiman que la competitividad de China en el sector de equipos semiconductores, aunque ha crecido mucho en los últimos años, apenas representa el 2% del mercado global, situándose todavía a dos o tres generaciones de distancia de sus competidores. Se trata de una autosuficiencia en el sector de equipos de semiconductores de alrededor del 10% que limita ostensiblemente las ambiciones de China en un entorno de guerra comercial con Estados Unidos. El gap tecnológico es otro de los grandes caballos de batalla. En este aspecto, la desventaja es bastante similar, y la producción de chips altamente competitivos y de reducidas dimensiones se sitúa a una distancia de entre una y dos generaciones de sus principales rivales, es decir unos 5 a 10 años de desarrollo. De ahí que, en líneas generales, China disponga de una capacidad de autosuficiencia de chips de menor calidad, que se utilizan en dispositivos menos sofisticados, de apenas un 30%.

Con este escenario, la estrategia para completar el largo camino hasta conseguir una suficiencia de aprovisionamiento en producción propia del 70% para 2025 pasa por una inversión masiva en la industria, que algunos medios barajan en unos 1,4 billones de dólares. Aunque la cifra todavía está por confirmar, la cantidad final estará en un orden de magnitud similar, teniendo en cuenta el esfuerzo titánico que debe realizar China para reducir el gap tecnológico que todavía mantiene con Estados Unidos en este sector. El entorno empresarial se ha complicado de forma exponencial tras las medidas establecidas por la administración Trump, que podrían igualmente mantenerse en el tiempo más allá de un hipotético cambio de gobierno tras las próximas elecciones presidenciales en Estados Unidos.

En una industria tan intensiva en capital como es la de los semiconductores, el dinero fluirá entre las empresas que China está impulsando para aumentar su competitividad global en la industria, pero no así lo hará el talento. El sector requiere de perfiles técnicos muy especializados para mantener una alta competitividad, de ahí que se haya desatado una lucha feroz por atraer el mejor talento. La demanda se estima en 720.000 nuevos puestos hasta finales de 2021, que reflejan la presión que viene experimentando el mercado para cubrir perfiles especializados, superando con creces los 460.000 trabajadores que se registraron en 2018, según el Ministerio de industria y Tecnología de la Información de China.

Con la vista puesta en implementar las directrices del próximo Plan Quinquenal, China pretende desarrollar una estrategia de “circulación dual” para hacer crecer la demanda doméstica a la vez que reduce su dependencia de las importaciones extranjeras. De ahí que, el objetivo a corto plazo pase por evitar que una escalada en los salarios de la industria de los chips y una floreciente creación de nuevos unicornios no desemboque en una gestión descontrolada de la inversión que conduzca a una situación similar a la que provocó la burbuja de las “puntocom” hace tres décadas.

THE ASIAN DOOR: Una ventana de oportunidad para la IA europea. Águeda Parra.

La inteligencia artificial (IA) ya ha dejado de ser la tecnología del mañana para ser la apuesta del ahora. La pandemia ha acelerado la digitalización de la sociedad y, por tanto, la adopción de las nuevas tecnologías y su incorporación en los procesos productivos va a ser un proceso más rápido que si no se hubiera producido esta crisis sanitaria. La inteligencia artificial entre ellas.

Este proceso de aceleración de la digitalización va a generar progresivamente una oleada de captación de talento que disponga de las habilidades técnicas específicas, con especial atención a las capacidades asociadas a la IA. De hecho, el objetivo de incorporar en los sectores productivos a profesionales que sean promotores de la construcción de un nuevo modelo de crecimiento económico va a consolidarse como una de las principales tendencia post-pandemia.

De hecho, la atracción del mejor talento IA va a convertirse en la nueva dinámica en la creciente rivalidad que existe entre Estados Unidos y China. El espíritu de innovación tecnológica que caracteriza a Silicon Valley ha promovido que durante décadas sea el destino anhelado para emprendedores e investigadores en diferentes disciplinas tecnológicas. Atendiendo al escenario actual, Estados Unidos atrae al 59% del talento IA, mientras que China solamente es destino para el 11% de los investigadores de primer nivel, casi en paridad con el atractivo que genera Europa, que agrupa al 10% de este grupo. Una dinámica que contrasta con el panorama de generación de talento IA, con China liderando la clasificación como el país de origen que aporta hasta el 29% de estos investigadores, seguido de Estados Unidos (20%) y Europa (18%), y a cierta distancia India (8%), Canadá (5%) y Reino Unido (4).

Otro escenario bien distinto presenta el de los investigadores de élite, un grupo reducido que apenas representa el 0,5% de los profesionales de mayor nivel. En este caso, Estados Unidos es origen principal de la élite de investigadores (35%), aunque India (12%), China (10%), Israel (7%) y Francia (6%) también son generadores del talento IA más importante. Sin embargo, existe cierto consenso en elegir a Estados Unidos (65%) como el principal destino para trabajar, mientras que Europa alcanza una representación modesta con Francia (8%) como el país mejor posicionado en tercer lugar, y los Países Bajos (5%) en quinta posición, según el think tank MacoPolo.

Esta composición del lugar de procedencia y el país en el que deciden desarrollar su carrera profesional los investigadores de más alto nivel del mundo es susceptible de cambio en la medida que China está maximizando los esfuerzos para desarrollar una industria digitalizada donde la IA va a ser una de las componentes más destacadas. El proyecto Designed in China implementado por el gigante asiático, con el que el país aspira a ser referente tecnológico mundial en 2030, va a ejercer de atractivo para los investigadores y profesionales de IA, lo que supondrá posicionar a China tanto de origen como destino de los investigadores más vanguardistas. Una transición que puede verse acelerada de incrementarse las fricciones generadas por la pugna que mantienen Estados Unidos y China como telón de fondo de la guerra comercial y que están comenzando a aplicarse ya casi a cualquier ámbito en las relaciones bilaterales.

A nivel europeo, Francia representa tanto el origen (26%), el lugar de trabajo (31%) y la procedencia de la élite (53%) de investigadores en IA, seguida de Alemania a bastante distancia, lo que supone establecer unas buenas perspectivas para que en un futuro cercano Europa sea origen y genere el atractivo suficiente para que los investigadores encuentren su destino profesional entre nuestras fronteras. En esta clasificación, que aglutina los datos de participación de la conferencia de IA más relevante del momento, la Neural Information Processing Systems, en su edición de diciembre de 2019, España se sitúa como la quinta potencia generadora de investigadores de IA, por detrás de Francia, Alemania, Italia y Bélgica.

En definitiva, teniendo en cuenta cómo se presentan el escenario mundial y europeo de generación de talento IA, todo apunta a que todavía queda un largo camino por recorrer si el propósito de la Unión Europea es mantener sus altos niveles de competitividad en las cadenas de valor globales.

En teoría, Silicon Valley no debería existir. Miguel Ors Villarejo

Cuando a finales del siglo pasado se matriculó en la Universidad de Berkeley para cursar un posgrado, Enrico Moretti (Milán, 1968) decidió que quería saber todo de Estados Unidos y empezó a bucear en los datos del censo. Miraba las magnitudes que podían medirse de cada ciudad (ingresos, nivel educativo, sectores de actividad), las tabulaba y las comparaba. Esperaba descubrir una sociedad más homogénea que la que había dejado en Italia, donde un abismo separa al norte del sur, pero le sorprendió comprobar las diferencias que había entre las regiones. Y lo llamativo es que desde entonces no han dejado de ampliarse. “Internet, el correo electrónico y los móviles han democratizado el acceso a la información”, explica Moretti en Econ Focus, la revista del Banco de la Reserva Federal de Richmond. Esto debería hacer irrelevante el lugar de trabajo. En teoría, si se dispone de una conexión de datos y un ordenador, da igual que se esté en Bután o San Diego. Pero no es así. El tipo de empleo, de salario y de carrera varía cada vez más de una ciudad a otra. Nunca importó tanto donde uno resida.

Estas desigualdades regionales no son una novedad. Las llamadas “economías de aglomeración” hacen que las empresas se agrupen sectorialmente. Cuando viajas por el sur de Toledo solo ves fábricas de muebles. ¿No tendría más sentido que se dispersaran por la provincia, para repartirse el mercado? No, porque para el cliente es más cómodo que los establecimientos estén pegados: así, si no se encuentra algo en uno, se va al de al lado dando un paseo. A los empleadores también les resulta más sencillo localizar mano de obra cualificada y a la mano de obra cualificada, empleo. Lo mismo ocurre con los proveedores de materia prima y los servicios auxiliares. Por último, la difusión del conocimiento (modas, nuevas técnicas) es más rápida.

La explotación de estas sinergias da lugar a la aparición no ya de polígonos, sino de ciudades enteras. Wolfsburgo surgió de la nada en 1938 para albergar las plantas de Volkswagen. La producción del Escarabajo requería la acción coordinada de miles de obreros, que debían ocupar un puesto concreto en la cadena de montaje. Lo mismo ocurría con la aeronáutica o la siderurgia. Pero en la economía del conocimiento se funciona con ideas y portátiles, no con carbón y hornos. Y los productos consisten en análisis financieros, aplicaciones informáticas o series de televisión que viajan por el ciberespacio, no por tren o carretera. ¿Qué más da donde estemos? Silicon Valley no debería existir. Sin embargo, es una obstinada realidad. ¿Por qué?

Puede que las economías de aglomeración sean menores que en la era industrial, pero no han desaparecido y las pequeñas ventajas de partida se retroalimentan y acumulan hasta abrir brechas considerables. Pensemos en dos alumnos de primaria, uno nacido en febrero y otro en noviembre. Físicamente son bastante parecidos, pero es probable que el profesor de gimnasia elija para el equipo de hockey al primero, que está unos meses más hecho. En consecuencia, recibirá un entrenamiento y adquirirá una experiencia que harán que, al año siguiente, vuelvan a escogerlo. Así, curso tras curso, lo que no era más que una modesta diferencia de edad se agrandará y, al final, como observa Malcolm Gladwell en Fuera de serie, te encuentras con que “en cualquier club de la élite del hockey [de Canadá] el 40% de los jugadores habrá nacido entre enero y marzo [y apenas] el 10% entre octubre y diciembre”.

Con las ciudades ocurre igual. Cuando William Shockley se mudó a Palo Alto, allí no había más que almendros. Pero su labor pionera en electrónica arrastró a un puñado de ingenieros, cuyo éxito estimuló a otros colegas, que a su vez atrajeron a más y, poco a poco, fue erigiéndose un formidable ecosistema que es como un imán para los inversores. “Las empresas de sectores avanzados o especializados no quieren instalarse en áreas donde están aisladas”, dice Moretti. “Ninguna quiere ser la primera en moverse porque va a pasarlo mal para hallar trabajadores cualificados. Y los trabajadores cualificados tampoco quieren trasladarse a ciudades donde hay poca oferta de empleo”.

Es la pescadilla que se muerde la cola, y lo hace con una intensidad desconocida en términos históricos. “Cuando se analizan los principales campos [de la economía del conocimiento], se aprecia una aglomeración de inventores que es asombrosa. En ciencia de la computación, las 10 primeras ciudades concentran el 70% de toda la innovación, medida por las patentes. Para los semiconductores, es el 79%. Para biología y química, es el 59%. Esto significa que las 10 primeras ciudades generan la inmensa mayoría de los avances en cada campo. Y esta cuota no ha hecho más que aumentar desde 1971”.

En consonancia con su mayor productividad, los residentes de estas capitales punteras perciben generosas retribuciones, muy superiores a las de sus compatriotas, que los ven prosperar mientras ellos languidecen, y esto no carece de implicaciones políticas. ¿Se han preguntado quiénes son los que votan por Trump en Estados Unidos, por Le Pen en Francia y por el brexit en el Reino Unido?

THE ASIAN DOOR: La generación Techie de jóvenes emprendedores. Águeda Parra.

La política de puertas abiertas que vivió China entre 1986 y 1990 supuso dejar atrás toda una larga tradición de economía planificada para abrirse camino hacia una economía de mercado y el sector privado. Significó para el gigante asiático el gran punto de inflexión que ha permitido que China en casi 20 años pase de la famosa política “Go Global”, impulsada por el presidente Jiang Zemin, a un nuevo modelo de desarrollo económico y social que podríamos denominar como “Go Digital”, al frente del cual se sitúa el actual presidente de China, Xi Jinping.

En esta época, la sociedad china no ha cambiado solamente en lo económico, sino también en lo social. Vigente desde 1979 hasta 2015, la política del hijo único ha dado lugar a una generación mucho más abierta de mente y más segura de sí misma, además de mucho más individualista. A diferencia de sus padres, que tuvieron que vivir numerosos conflictos sociales, los niños nacidos a partir de 1990 son la primera generación que ha comenzado a acceder a Internet desde la niñez. En una sociedad con larga tradición por emprender, los jóvenes chinos siguen pensando en abrir su propia empresa pero, en este caso, buscando fomentar la innovación y las capacidades que ofrecen las nuevas tecnologías como la inteligencia artificial, el uso del Big Data y el Cloud Computing para aplicarlo a todos los sectores de la economía china.

Hace casi 20 años, China inició un cambio económico desde una visión de dentro hacia afuera, animando a las corporaciones mejor posicionadas en el panorama nacional a dar el salto a la escena internacional. Sin embargo, en la era Xi Jinping, y con una generación de nativos digitales, la visión ha cambiado, y ahora se persigue fomentar el emprendimiento, la inversión y el desarrollo en I+D. En este ambiente de crecimiento económico, la generación de fundadores millennial chinos está haciendo florecer todo un nuevo ecosistema digital en China. Artífices de la abrumadora velocidad de transformación que se está produciendo en China en el ámbito de los negocios, están consiguiendo transformar una sociedad de cultura milenaria en el mayor ecosistema digital mundial. Se trata de una generación mucho más consciente de los problemas globales, y mejor formada que la de sus padres, donde el 25% de los jóvenes millennials chinos tienen una licenciatura o un título superior, comparado con el 3% de la generación anterior, según un estudio de Boston Consulting Group. Esta ventaja competitiva está creando una generación “Techie” de jóvenes chinos, como es el caso de Li Jing que, con 25 años de edad, es el vicepresidente más joven de Baidu, una de las startups más conocidas en China que comenzó simulando la funcionalidad de Google.

Esta generación está viviendo un mundo de dualidad entre tradición-modernidad, control-apertura, comunidad-individualismo, lo que está ayudando a forjar jóvenes emprendedores que tienen su propia visión de futuro, ansiosos por reafirmarse en su identidad y en mostrar su singularidad al mundo. Con edades comprendidas entre los 19-35 años, son unos 415 millones de jóvenes chinos millennials, según un informe de Goldman Sachs, que pueden considerarse una generación privilegiada de “pequeños emperadores”, como se les conoce en China, que saben disfrutar más de la vida y están acostumbrados a un nivel de gasto mucho mayor que generaciones anteriores donde predominaba fundamentalmente la cultura del ahorro. Sin gastos de hipotecas y con los gastos del hogar cubiertos, se pueden dedicar a gastar libremente sus propios ingresos, muchos de ellos, optando por la opción del emprendimiento.

El crecimiento de las startups en el sector de la tecnología es especialmente significativo en China, convirtiéndose en los impulsores de definir nuevas tendencias que están transformando el país y que indudablemente están modelando también nuestro propio entorno. Tal es el nivel de innovación y de emprendimiento entre los jóvenes, que se estima que cada día se crean en China 10.000 nuevas empresas, según ChinaDaily, lo que significa siete startups por minuto.

El hecho de que sean hijos únicos les ha hecho mucho más receptivos a interactuar y socializar por Internet, pasando conectados de media 27 horas a la semana, un 24% más que los jóvenes en Estados Unidos. En el caso de la generación de principios de este siglo, el ratio de penetración de las redes sociales asciende hasta el 99%, según el estudio conjunto de la Chinese Academy of Social Sciences y Tencent Research Institute. Mucho más preocupados por los problemas medioambientales, el cuidado de la salud, la mejor calidad de los alimentos, la igualdad de género y las libertades sociales, la conciencia de estos problemas está derivando en que sea una generación socialmente más activa, con ilusión por perseguir una solución a este tipo de problemas mediante la creación de nuevas empresas socialmente responsables. De su visión, del nivel de emprendimiento y de la capacidad de innovar que está promoviendo esta nueva generación depende en gran medida el futuro crecimiento económico y social del país en las próximas décadas. (Foto: Feinie, Flickr)

THE ASIAN DOOR: China se apunta a la rivalidad tecnológica. Águeda Parra

Los avances en la economía china durante las últimas décadas han sido lo suficientemente significativos como para que la segunda potencia mundial haya consolidado su posicionamiento como actor relevante en cuestión de gobernanza global. La presencia de China se considera incuestionable ya en todos los ámbitos y, ante el proteccionismo que promulga Estados Unidos, el gigante asiático está respondiendo con la promoción de un comercio más global e inclusivo.

El protagonismo creciente del dragón dormido está aflorando la rivalidad que existe entre las dos primeras potencias mundiales. La economía china ha crecido durante el primer trimestre del año al 6,8%, y mantiene una previsión de crecimiento estable gracias a un mayor consumo interno y al repunte de la inversión privada, que ha alcanzado valores similares a 2015. En el corto plazo, la economía china podría sobrepasar el PIB de los 19 países de la zona euro durante 2017, y mantener ese ritmo creciente, según datos de Bloomberg. Mientras en el horizonte económico a más largo plazo, se considera que 2032 será el año en el que China arrebate a Estados Unidos el liderato en la clasificación de potencia mundial, teniendo en cuenta el poder económico, la fuerza militar y la capacidad tecnológica.

Para lograrlo, en la era Xi Jinping, se está poniendo un especial énfasis en promover que el crecimiento económico y social del país también esté vinculado a fomentar la innovación y a impulsar un mejor posicionamiento mundial a nivel tecnológico, donde la inteligencia artificial, la economía digital, y el e-commerce están jugando un papel diferencial. Alibaba y Tencent están liderando la revolución tecnológica, pero muchas otras startups chinas están aportando innovación al ecosistema digital. Con este trasfondo, la guerra comercial abierta entre Estados Unidos y China tiene de base el objetivo de reducir el déficit comercial histórico entre ambos países, pero el detonante es la amenaza de una creciente rivalidad en desarrollo de I+D.

La preocupación de Estados Unidos procede de que en 2013 el gasto anual en I+D en China ya era 30 veces superior al de 1995, alcanzando los 234.000 millones de dólares en 2016. Y las publicaciones han seguido este ritmo. China es el segundo país que más gasta en I+D, aporta el 20% del total del gasto mundial, como resultado del fuerte compromiso de anteriores líderes chinos por impulsar el desarrollo de la ciencia y la tecnología. El reto es conseguir que China desarrolle rápidamente su propia capacidad de innovación y conocimiento científico, y dejar así de depender de medios extranjeros, impulsando los estándares propios.

El salto de China de un país de imitación a uno centrado en la innovación se aprecia en el creciente número de recursos disponibles que el gobierno chino está gestionando para mejorar la situación de la ciencia y la tecnología en el país. Y, con ello, la promoción del talento chino, pero también extranjero, creando las mejores condiciones para que los laboratorios del gigante asiático puedan competir e eclipsar los desarrollos conseguidos por los competidores occidentales. Esto ha supuesto que la Fundación Nacional para la Ciencia de Estados Unidos registrara en 2016, por primera vez, un número mayor de publicaciones científicas desde China que desde Estados Unidos, 426.000 frente a 409.000. Sin embargo, el avance es menor si hablamos de calidad, puesto que Estados Unidos sigue manteniendo el Top 1 en número de artículos citados, mientras China se sitúa por debajo del 1%.

El posicionamiento creciente de China en I+D responde a un incremento exponencial de universitarios que eligen los campos de las ciencias y la ingeniería para desarrollarse profesionalmente, constituyendo la mejor base de conocimiento de la economía avanzada a la que aspira China. En la última década, el gigante asiático ha alcanzado el Top 1 en número de estudiantes universitarios con títulos en ciencias e ingeniería, tendencia similar a la seguida por la concesión de doctorados que se ha multiplicado por diez entre 2000 y 2006. De hecho, desde 2007, China es el país que mayor número de títulos de doctor otorga en la especialidad de ciencias e ingeniería.

La calidad es otro punto a tener en cuenta en la enseñanza y concienciación en conocimiento científico. Hoy por hoy no hay competencia para Estados Unidos en la clasificación de mejores universidades del mundo, liderada por Massachusetts Institute of Technology (MIT), con Stanford y Harvard ocupando el segundo y tercer puesto. Pero las universidades chinas avanzan posiciones rápidamente, y ya son tres las que aparecen en el Top 50 mundial, Tsinghua University (25), Beijing University (38) y Fudan University (39), según QS World University Ranking de 2018. Esta posición mejora significativamente en la clasificación por especialidades, con dos universidades chinas en el Top 20 en el campo de ingeniería y tecnología, Tsinhua University (10) y Beijing University (20).

China está fomentando el talento, y reclutando aquél que todavía cursa estudios en Estados Unidos, ofreciendo mejores condiciones laborales y un mejor desarrollo profesional. Teniendo en cuenta los avances de esta última década, es previsible que incluso en menos tiempo la determinación de China consiga situarle como promotor mundial de las nuevas tendencias tecnológicas. (Foto: Stephanie Simos, Flickr)

THE ASIAN DOOR: A los unicornios les gusta China. Águeda Parra

Hasta hace unos años, era normal que Estados Unidos fuera el país que contara con un número mayor de unicornios, es decir, las denominadas startups tecnológicas de inversión privada que tienen un valor superior a los 1.000 millones de dólares. Sin embargo, con el milagro tecnológico que está experimentado China en los últimos años, los unicornios comienzan a proliferar fuera de Silicon Valley y emprenden su estrategia de hacerse globales desde China hacia los mercados internacionales.

Durante 2017 ha seguido creciendo el número de empresas tecnológicas globales que se han convertido en unicornios, hasta 46 compañías, según un informe de CB Insights, situación que ha intensificado la competencia entre la primera y la segunda potencia mundial por conseguir situar un mayor número de unicornios en la clasificación mundial. Solamente en 2017, China consiguió crear 17 de estas grandes empresas tecnológicas globales, a poca distancia de las 19 compañías que aportaba Estados Unidos.

La carrera en estos años ha sido trepidante, y China ya sitúa a 56 titanes tecnológicos en la clasificación de 2017, cuando en 2014 solamente tenía 8 unicornios. Por tanto, no parece extraño que en el próximo lustro la situación cambie y China pueda comenzar a liderar la clasificación mundial de unicornios, una vez que ya ha adelantado a Europa en la creación de este tipo de empresas.

El desarrollo tecnológico en China ha sido el gran desencadenante de que el gigante asiático se esté disputando los primeros puestos en el Top 10 de unicornios más grandes del mundo en 2017. En esta clasificación, el gigante asiático aporta cuatro empresas, la firma de transporte Didi Chuxing, y el fabricante de teléfonos móviles Xiaomi, en segundo y tercer puesto, liderando el Top 3 la estadounidense del transporte privado, Uber. Los otros dos titanes tecnológicos se sitúan al final del grupo de los 10 principales unicornios, ocupando Lu.com y China Internet Plus Holding los puestos octavo y noveno, respectivamente.

Una de las principales ventajas que tienen los unicornios chinos es el tamaño del mercado en el que se desarrollan. Las dimensiones del gigante asiático facilitan que se puedan expandir y desarrollar nacionalmente. La competencia en el mercado chino y la amplia experiencia adquirida durante este tiempo terminarán por animar a los unicornios de creación China a que den el salto hacia los mercados internacionales, donde ya comienzan a realizar las primeras incursiones. Con ello, los unicornios chinos entrarán en competencia directa con las empresas extranjeras en su propio territorio, y la lucha no será únicamente por conseguir una mejor cotización bursátil, sino por quién capta un número mayor de usuarios.

Otro aspecto destacado es el uso masivo de la tecnología en la sociedad china, que cuenta con una clase media creciente que está ampliando su nivel de gasto, facilitando que se creen un número mayor de nuevos unicornios en torno al sector del e-commerce y de las plataformas online. Y son las grandes tecnológicas de China del sector de los pagos digitales las que están invirtiendo para desarrollar la industria, de ahí que el 46% de los unicornios chinos hayan recibido la participación de empresas como Baidu, Alibaba y Tencent, según el citado informe.

La irrupción de los unicornios chinos en la escena internacional ha supuesto una duplicidad entre las grandes tecnológicas mundiales, como Tencent, que es la versión china de Google, Didi que emula el negocio de Uber, y WeChat, que es lo más parecido a Facebook. Empresas que se están viendo favorecidas por el efecto de los “sea turtles”, nombre como se denomina a los graduados chinos en universidades extranjeras que deciden regresar a los centros tecnológicos de China donde se está apostando por la innovación y el talento. Durante 2016, 432.000 graduados decidieron que China aportaba mejores oportunidades para desarrollar su trayectoria profesional que las que podrían encontrar en Silicon Valley.

El mercado chino se mueve con rapidez, y el ritmo de crecimiento de la economía del 7%, muy superior al alcanzado por el resto de grandes potencias mundiales, favorece la creación de nuevos unicornios tecnológicos, impulsado, fundamentalmente, por la apuesta del gobierno chino de convertirse en la primera economía mundial en 2030. Los unicornios chinos han venido para quedarse, y para crecer en número cada año, de modo que dependerá del dinamismo tecnológico del resto de economías que haya competencia en la futura economía digital. (Foto: DWRL U. Texas, Flickr)

THE ASIAN DOOR: Xi Jinping sin límite de mandato, China sin límite en la I+D. Águeda Parra

Con la decisión de la Asamblea Nacional Popular de China, del pasado 11 de marzo, de reformar la Constitución para eliminar la restricción del límite de dos mandatos para los presidentes, la era Xi Jinping no finalizará en 2023, sino que se prolongará, al menos, cinco años más. Esto significa ampliar el tiempo de llevar a cabo las reformas económicas iniciadas, y prometidas, por el presidente chino desde que tomara posesión del cargo en 2013.

El hecho de que exista la posibilidad de prolongar en más de dos mandatos la presidencia de China supone un mayor grado de centralización en la toma de decisiones y una mayor concentración del poder. Pero también significa iniciar, desarrollar e impulsar proyectos en los que Xi Jinping se ha implicado en primera persona como parte de su legado.

De finalizar el mandato de Xi en 2023, la celebración del centenario de la fundación del Partido Comunista Chino en 2021 sería la fecha en la que Xi Jinping mostraría al mundo los avances económicos y sociales alcanzados por China en las últimas dos décadas. Coincidiría con el final de su mandato, y no podría seguir impulsando otras iniciativas contempladas en el XIII Plan Quinquenal (2016-2020) que persiguen apostar por la innovación y la modernización del país como piedra angular para alcanzar la transición hacia una economía avanzada.

Por ello, el punto positivo de la consolidación del poder de Xi Jinping es que favorecerá que se alcance un mayor número de reformas estructurales en el corto plazo, impulsando aún más la transformación en la que está inmersa China, y en la que apenas ha recorrido la mitad del camino. Eliminar la limitación del mandato tendrá efectos positivos en los avances tecnológicos, no sólo en alcanzar el Made in China 2025, sino en establecer nuevos límites tecnológicos gracias a la apuesta en la era de Xi por la I+D.

En la era de Xi Jinping, el gasto en I+D ha sido una prioridad, aumentando en apenas un lustro un 70,9% desde 2012. El resultado ha sido que China destinó en 2016 el 2,1% del PIB a I+D, superando el gasto del conjunto de la Unión Europea (28), que alcanzó el 1,9%, aún lejos del 2,7% de Estados Unidos, el 2,9% de Alemania, y el 3,1% que dedica Japón, según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

A pesar de que China disfruta de un menor bienestar social y económico que el resto de potencias, sin embargo, muestra una mayor determinación por situar en primera línea la I+D. Impulsar la creación de numerosos parques industriales de alta tecnología e incubadoras está situando a China como promotor mundial en inteligencia artificial, en robótica y en big data. El esfuerzo de China por liderar la I+D está llevando al país a dominar industrias como la nuclear, las energías renovables, los trenes de alta velocidad y los vehículos eléctricos. Todo ello hará que China consiga alcanzar el objetivo de convertirse en el líder mundial en tecnología en 2035.

Para ello, será importante desarrollar a las empresas nacionales. Hasta un total de 376 empresas chinas figuran en el informe 2017 EU Industrial R&D Investment publicado por la Comisión Europea, que recopila las 2.500 empresas de 43 países con mayor inversión en I+D en 2016. Estas compañías chinas forman el Top 3 mundial y son responsables del 8,3% del gasto en I+D mundial, por detrás de Japón que incorpora 365 empresas que invierten el 14% del total, liderando la clasificación Estados Unidos, con 822 compañías responsables del 39,1% de la investigación y desarrollo mundial.

Los gigantes del e-commerce mundial como Alibaba y Tencent, y muchas otras compañías chinas que ya compiten a nivel global, se están convirtiendo en jugadores globales, reduciendo la distancia existente en innovación y tecnología de China con el resto de potencias occidentales. Durante la era de Xi, la brecha tecnológica se reducirá aún más gracias a que China dispone de una mayor cantera de talento, con 4,7 millones de graduados en ciencias, tecnología, ingenierías y matemáticas en 2016, ocho veces más que los 568.000 de Estados Unidos. Todo ello para posibilitar que China luche en la mejor de las condiciones posibles en la carrera tecnológica mundial que permitirá que los países mejor preparados en innovación lideren la economía digital del mañana.