THE ASIAN DOOR: América Latina frente al decoupling ¿realidad o reto? Águeda Parra

Después de varios meses de pandemia, una de las consecuencias más evidentes que ha generado la crisis sanitaria del COVID-19 ha sido impulsar un proceso de aceleración mundial en varios entornos. Entre ellos, la reordenación de las cadenas de suministros globales pasa a ocupar un lugar destacado.

En un mismo período de tiempo, ha coincidido un escenario de decoupling de China, promovido por la administración Trump, y una crisis sanitaria, suscitando una posible reordenación de las cadenas de suministro globales para reducir riesgos operativos ante una situación como la que ha planteado una pandemia mundial. La vista está puesta ahora en potenciar la aportación de valor de otras regiones de Asia, por su cercanía a China, o jugar la baza de América Latina, por su proximidad al importante mercado de consumo de Estados Unidos.

La integración de China en la región asiática ha favorecido que, a medida que el gigante asiático asciende hacia la parte alta de la cadena de valor en la manufactura y producción en varias industrias, hayan sido los países vecinos los que han capturado el espacio dejado por China. Asimismo, en este escenario, el proceso de decoupling y la aceleración generada por la crisis sanitaria ha motivado que varias tecnológicas estadounidenses, como Google, Microsoft y Apple, estén moviendo parte de su producción fuera de China, quedando Vietnam y Tailandia entre los países más beneficiados. Pero ¿en qué medida podría América Latina beneficiarse de esta reordenación de las cadenas de suministro globales que está promoviendo Estados Unidos?

La gran ventaja de la proximidad de los países latinoamericanos con el gran mercado de consumo estadounidense no se ha visto traducida en un mejor posicionamiento de América Latina como sustituto natural de Asia en este proceso de decoupling al que aspira Estados Unidos. La región en su conjunto no ha desarrollado las infraestructuras y capacidades logísticas que demanda la operativa de las cadenas de suministro globales, sin embargo, determinados países podrían verse beneficiados, según un estudio de The Economist Intelligence Unit.

En ese movimiento de las cadenas de suministro globales que está promoviendo Estados Unidos del este al oeste, México es el país mejor posicionado, aunque determinados factores hacen poco factible que este proceso llegue a consolidarse, según este estudio. El hecho de que dos tercios de las importaciones de bienes y servicios de México estén relacionados con el comercio de exportación, y que el envío de contenedores tarde apenas una semana en pasar la frontera frente a las cinco semanas que tardaría en llegar desde China, además de tener un coste menor, son puntos que benefician la posición de México. Sin embargo, la lenta recuperación de la pandemia no favorece un reposicionamiento del país en las cadenas de suministro globales, a lo que habría que añadir la falta de políticas que promuevan este tipo de movimiento, así como la carencia de mecanismos que incentiven la atracción activa de la inversión.

De entre los países de América Latina, Chile, Costa Rica, México, Colombia y Brasil figuran entre los mejor posicionados para incorporarse a las cadenas de suministro globales. Sin embargo, la falta de inversión en infraestructura de la que adolece la región, que destina menos del 3% del PIB en su conjunto, no favorece esta transición. Contrasta con el 8% del PIB que dedican los países de Asia Oriental, y se estima que sería necesario incrementar entre un 4%-8% del PIB el gasto en infraestructuras para poder asemejarse a otros países industrializados como Corea del Sur, según algunos estudios.

Existen, asimismo, otras cuestiones a tener en cuenta para generar esta transición desde la región asiática a la latinoamericana. Destaca la falta de preparación y adopción de las nuevas tecnologías en un modelo de cuarta revolución industrial (4IR), así como la cuestión de los costes laborales y la disponibilidad de talento especializado. No obstante, aunque la situación no sea la más favorable, toda crisis es una oportunidad, y América Latina debe encontrar los mecanismos para reivindicarse como actor mundial en la configuración de las futuras cadenas de suministro globales.

La Ruta de la Seda en Lationamérica. Nieves C. Pérez Rodríguez

La antigua Ruta de la Seda ha sido ambiciosamente rediseñada por Xi Jinping. La ahora llamada BRI (por su nombre en inglés Belt and Road Initiative) o corredor de transporte, ya cuenta con 131 países y con una inversión de 575 mil millones de dólares en la fase de desarrollo de la misma, según el Banco Mundial.

Se estima que, con la BRI, el comercio mundial podría aumentar hasta un 6,2% a pesar de la amenaza de guerra comercial que ha tenido expectante al mercado. Sin embargo, los ejemplos de Malasia, Myanmar, Sri Lanka, Pakistán y el de las Maldivas, levantan muchos interrogantes sobre cuatro aspectos claves del desarrollo del magno proyecto: el impacto ecológico, la real sostenibilidad de la deuda que adquieren los países receptores, la transparencia en el proceso y el retraso en los proyectos, tal y como afirma Pepe Zhang -Director Asociado de China para el Atlantic Council-, quién publicó la semana pasada un informe sobre la BRI en Latinoamérica.

La publicación del informe se hizo en el marco de una conferencia en la que expertos, tanto del sector público como del privado, intercambiaron sus impresiones sobre lo que está ocurriendo en el continente americano y en la que 4Asia participó.

La entrada de China en América Latina comenzó con la necesidad de Beijing de ampliar sus suministros y proveedores. La adquisición de productos como soja, arroz y minerales, fue la primera parte.  Han ido adquiriendo extensiones de tierra para asegurarse sus cultivos y la seguridad alimentaria de sus ciudadanos. Así lo han hecho en Argentina, Cuba, México y Venezuela. Asimismo, ha ocurrido en muchos países africanos. También tienen acuerdos con Rusia y las naciones exsoviéticas para alquilar o comprar terrenos agrícolas, tal y como lo anunció el ministro de Agricultura chino, Shirong Chen, en el 2018.

Pero ese interés inicial por materias primas ha ido transformándose. Beijing ha entendido que Latinoamérica es también un gran mercado para sus productos. Sobre todo, en este momento en que Huawei ha sido vetada por las economías fuertes, y que la necesidad del 5G es cada día mayor. China ofrece conectividad a la región y, al menos por ahora, la región tiene una imagen positiva de la llegada de las inversiones chinas, según Leigh Wedell -jefe de operaciones de Basilinna, firma consultora especializada en China y Medio Oriente.

Wedell afirma que “la BRI llegó a Latinoamérica y el Caribe con inversiones en Panamá, pero ahora cuenta con 19 países y seguirá creciendo”. Uno de los grandes focos de interés chino es el sector energético en la región.

“La mayor inversión de China en Latinoamérica está en Perú”, apunta Federico Cuadra del Carmen -consultor de Baker McKenzie-. Más de 170 empresas chinas operan en Perú. La mayoría están en el sector minero. En efecto, el embajador chino en Perú anunció a principios del 2019 que, en los próximos tres años, Beijing invertirá un total de 10 mil millones de dólares en energía, minas, telecomunicaciones, construcción y financiación en esta nación.

Las entidades Development Bank y Export-Import Bank de China están detrás de la mayoría de las obras de infraestructura de la región, sustituyendo así a los tradicionales Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo. Un plan milimétricamente calculado por Beijing, quién ve estratégico desarrollar infraestructuras que permitan conectar mejor las rutas comerciales.

Desde el año 2005, las entidades bancarias chinas han otorgado más de 141 mil millones de dólares en créditos a proyectos y compromisos, conforme al informe del Atlantic Council.

Los proyectos con grandes problemas ecológicos y deudas insostenibles han tenido eco en Beijing, que ahora empieza a preocuparse de su reputación. Y de acuerdo con los expertos, comienzan a tomar medidas.

El informe concluye que es vital adoptar un enfoque pragmático y creativo del corredor de transporte. Cada país debe desarrollar estrategias adaptadas a sus particularidades, especialmente en una región tan diversa como América Latina y el Caribe. Para garantizar que la BRI sea masiva y en su evolución proporcione beneficios concretos a la región, debe desarrollarse un plan individualizado para cada país.

Xi Jinping no ha escatimado esfuerzos en el desarrollo estratégico de la ruta. Es su plan estrella para conectar China con el mundo a través de rutas comerciales que ellos mismos han financiado, diseñado y controlarán, mientras cobran los intereses a cada país por el dinero que les han prestado. Es claramente un proyecto brillante y muy ambicioso, con el cual Beijing se garantiza a largo plazo controlar todo el flujo de intercambios, la seguridad alimentaria de sus ciudadanos, el control y manejo de alimentos y muchas otras materias primas y ahora además se suma el aspecto tecnológico, del que dependerán estos países para su conectividad.

El abandono de Washington se ha traducido en carta blanca para China. Beijing ha sabido aprovechar muy bien la ausencia de Estados Unidos en su propio continente, y ha ido ganando espacios que ni tan siquiera habiendo un cambio de dirección en la política exterior de Washington se podrían cambiar fácilmente en el futuro. Lo único que podrán cambiar en este punto es que se respeten ciertas normas comerciales y de convivencia, para que el gigante asiático no saque para sí todo el beneficio de la relación. Y aun así será difícil.

China en la crisis venezolana (II). Nieves C. Pérez Rodríguez

Washington.- La dimensión de la implicación de China en la crisis venezolana parece ser más profunda de lo que inicialmente se intuía. En esta misma columna hemos dado cifras de los créditos que Beijing ha otorgado a Caracas. Sean Miner, en una entrevista que le concedió a 4Asia el año pasado, explicaba que los prestamistas estatales chinos dieron créditos al gobierno de Maduro por más de 60 mil millones de dólares, principalmente en acuerdos de préstamo por petróleo. Y expertos estiman en que Venezuela aún le debe a China al menos 25 mil millones.

La concesión de estos créditos fue una estrategia de Beijing para garantizarse suministro de petróleo, a pesar de las fluctuaciones de precio en el mercado internacional. Y gracias a ese flujo de dinero Maduro ha conseguido alargar su estancia en el poder, a pesar de la crisis en la que ya se encontraba la economía venezolana.

Pero más allá de los créditos está la lista de empresas chinas que consiguieron entrar en los negocios del régimen venezolano. La ZTE, una de las grandes corporaciones en telecomunicaciones chinas que ayudó a Maduro a construir la base de datos que permite el monitoreo y seguimiento de los ciudadanos desde el 2016 a través de la “carnet de la patria”, tal y como aparece en una carta del Senado estadounidense dirigida a los Departamentos de Estado, de Comercio y del Tesoro, a finales de noviembre pasado, en la que se les pide investiguen a ZTE por haber violado la normativa de exportaciones.

En la misiva dice literalmente “previo a las elecciones venezolanas de mayo pasado, el dictador Maduro usaba la tarjeta de la patria para movilizar gente en su apoyo. Prometió premios a quienes escanearan las tarjetas en los centros electorales. Sin embargo, esos premios nunca se materializaron, aunque sí se recibieron mensajes de texto agradeciendo su apoyo a Maduro”.

La trama de esta empresa de telecomunicaciones es larga, pues ya ha sido investigada y sancionada previamente debido a sus prácticas comerciales oscuras, y entre ellas cuentan la violación a los embargos con Irán, Corea del Norte, Sudán, Siria y Cuba. Precisamente el verano del 2018 se declararon culpables de rompimiento de acuerdos previos y haber enviado equipos y/o material tecnológico que contiene piezas elaborados en los Estados Unidos.

Las prácticas de ZTE han sido tan irregulares que en junio pasado el mismo Xi Jinping tuvo que visitar la Casa Blanca en busca de mediación. Pues las sanciones consistían en siete años de embargo que prohibían a la compañía cualquier negocio con empresas estadounidenses. De haber procedido las sanciones que estaban previstas, hubiera sido el fin de ZTE, de acuerdo a expertos financieros, muy a pesar de que es la mayor corporación en telecomunicaciones china.

En esa ocasión Trump salvó a ZTE por la intervención de Xi, lo que no fue bien visto por todos los sectores de la Administración. Sin embargo, fuentes cercanas a Trump insistieron que lo hizo como una demostración de buena voluntad en pleno anuncio de la guerra comercial.

Ahora el Senado estadounidense ha vuelto a solicitar que se reabra esta investigación y se investigue si ZTE ha vuelto a infringir sanciones estadounidenses a través de la venta de materiales y equipos, o ha asistido técnicamente o financieramente a individuos como el presidente de CANTV (empresa de telecomunicaciones de Venezuela) Manuel Ángel Fernández Meléndez. Así como solicita que se investigue si esta corporación china ha participado en actividades que socavan la democracia en Venezuela y serios abusos de derechos humanos.

Con la fuerte presión que la comunidad internacional está ejerciendo para que se retome la democracia y se restauren las garantías de los derechos humanos en Venezuela, y con ello se frene la mayor migración nunca vista en esta región del mundo, a punto de superar la Siria, aumenta también el interés en perseguir irregularidades como las de ZTE, y dejar al descubierto como la mano china omitiendo regulaciones ha favorecido la vigilancia y control de la población venezolana en pro de la perpetuación del régimen de Maduro. (Foto: Karlis Dambrans)

THE ASIAN DOOR: China contrataca con la Ruta de la Seda digital. Águeda Parra

Aquellos extraordinarios ritmos de crecimiento de doble dígito de la economía china que caracterizaron durante décadas el ascenso del primer exportador mundial ya son parte de la historia reciente del gigante asiático. La crisis financiera de 2008 generó en China los primeros signos de desaceleración de la economía, con tasas de crecimiento que comenzaron a tener un solo dígito, con pequeñas excepciones como en 2010. Un estándar en los ritmos de crecimiento del PIB de China que se ha mantenido desde entonces.

China ha tenido éxito en contener hasta el momento una mayor desaceleración de su economía. Sin embargo, el efecto de la guerra comercial con Estados Unidos, la sobrecapacidad industrial en determinados sectores y el envejecimiento de su población serán unas de las barreras más importantes que tendrá que superar para poder mantener ritmos de crecimiento de magnitud similar en los próximos años. La prioridad para Xi Jinping radica en buscar nuevos motores que impulsen la economía del país, y consoliden el estatus de China como una economía avanzada, de ahí la apuesta por las nuevas tecnologías como el impulso para conseguir la modernización del país.

La necesidad del cambio es tal que el XIII Plan Quinquenal (2016-2020) incorpora un apartado específico dedicado a mejorar Internet y las telecomunicaciones con el resto de países a través de cables terrestres y submarinos, en lo que se ha venido a denominar la Ruta de la Seda digital. En el ámbito de acceso a Internet, China pretende conseguir una conectividad ubicua a alta velocidad en 2020, con una penetración de la banda ancha móvil a nivel nacional que alcance el 85%. En este contexto es donde se enmarcan las iniciativas Internet Plus y Made in China 2025, que harán posible la modernización de todos los sectores económicos, tanto en el ámbito privado como estatal, lo que supondrá un gran impulso para la internacionalización de los estándares chinos, más factible con el despliegue de la red 5G.

Una versión de OBOR 2.0 que ha aprovechado el despliegue de la red de infraestructuras previstas en la iniciativa para impulsar también la conectividad con los países por los que pasa la ruta y que han convertido a China en el país que más activamente invierte y construye cables submarinos del mundo. El cambio de estrategia supone que China pase de tener una participación del 7% en los proyectos de despliegue mundial entre 2012 y 2015, cubriendo exclusivamente la conexión entre China continental con Taiwán y Hong Kong, a participar en el 20% del despliegue de cables submarinos entre 2016 y 2019, donde más de la mitad quedan fuera del área de Mar del Sur de China. Los proyectos más carismáticos de la nueva Ruta de la Seda también destacan por albergar este tipo de proyectos. En el corredor China-Pakistán, el buque insignia de OBOR, se inauguró en julio de 2018 un cable subterráneo de 820 kilómetros que atraviesa el país y que se conecta con la parte china con fibra óptica. Una nueva ruta digital que le permite a China evitar el cuello de botella de tráfico que confluye en la zona del estrecho de Malaca, y que le permite a su vez proteger sus comunicaciones de agencias de inteligencia extranjeras.

Un nuevo orden digital que también alcanza el espacio exterior, con la previsión de que para 2020 China cuente con 35 satélites en órbita que le permitan dejar de depender de la tecnología GPS norteamericana. Adelantos tecnológicos que también abarcarán mejoras en el ámbito militar y que permitirán a China reducir distancias con otras potencias tecnológicamente más avanzadas en el este ámbito.

China cuenta hoy además con grandes “campeonas nacionales” en tecnología que están protagonizando un nuevo proceso de expansión internacional “Go Global 2.0”. Guiadas por la red de infraestructuras que se está desarrollando en los países por los que discurre la nueva Ruta de la Seda, los BAT (Baidu, Alibaba y Tencent) han alcanzado América Latina. La ventaja para las empresas chinas está siendo la alta adopción del Smartphone en la zona, lo que hace que el entorno del e-commerce sea más similar al mercado chino que al norteamericano, lo que conlleva a que las tendencias en los ecosistemas digitales de China se implanten pasados unos años en las plataformas tecnológicas en América Latina.

La inversión es esencial en estos casos, y China ha dedicado cerca de 90.000 millones de dólares en la región desde 2005 y 2016, llegando a representar la financiación de las empresas chinas en 2017 en la región el 42% del volumen total, según la CEPAL. Resulta significativo que el interés de China esté pasando paulatinamente de las industrias extractoras a las nuevas tecnologías, de ahí que parte de esta inversión esté promoviendo el despegue tecnológico que está experimentando América Latina. Una forma más para Beijing de ampliar su ámbito de influencia en la región.

China y Rusia en el escenario latinoamericano. Nieves C. Pérez Rodríguez

Washington.- América Latina es una región que, por sus enormes riquezas naturales, ubicación y cercanía con los Estados Unidos, representa especial interés para China y Rusia. A pesar de una compleja realidad de democracias débiles, narcotráfico, corrupción, guerrilla y tráfico humano, entre otros, que han facilitado la penetración de los intereses de Moscú y Beijing. ¿Pero hasta dónde llega la interferencia de estos gobiernos extranjeros y cuáles son las implicaciones?

4Asia asistió a un foro organizado por la Escuela de Estudios Internacionales Avanzados de la Universidad de John Hopkins en colaboración con el Centro de Estudios de la Defensa Willian J. Perry sobre los retos de seguridad en América Latina, en el que se discutió en profundidad por parte de expertos en la región la situación actual. Un punto coincidente entre todos fue que el mayor y más complejo problema que enfrenta la región es Venezuela, que, debido a la magnitud del conflicto, se ha convertido en un problema que trasciende las fronteras y afecta a la región entera.

Moises Naím definió a Venezuela como un Estado fallido, criminal, ocupado por Cuba -que define como una invasión del siglo XXI- además de ser narco-Estado. Mientras que el embajador estadounidense William Brownfield,  con una larga experiencia en narcóticos y en la región, remarcó la idea que Venezuela es un “Estado Mafia”, connotación aún más grave que la de narco-estado, según él, debido a que el gobierno venezolano y sus instituciones está involucradas con todo tipo de crímenes internacionales.

David Smolansky, miembro del grupo de trabajo de la inmigración venezolana de la OEA, explicó la gravedad de la situación de los inmigrantes con números: 208 venezolanos salen del país cada hora, 5 mil todos los días y más de 30 mil se movilizan en las fronteras para adquirir alimentos y medicinas. Y el embajador Juan Carlos Pinzón (exministro de la defensa de Colombia y ex-embajador de Colombia en Washington) explicó que Colombia está atendiendo a los inmigrantes de la mejor manera que puede porque los consideran hermanos. Sin embargo, apuntó que cada individuo que sale de Venezuela favorece al régimen de Maduro, pues es un opositor menos en su territorio.

En cuanto a la influencia de Rusia en Latinoamérica, Julie Gurganus -miembro del Consejo de Inteligencia de los Estados Unidos- precisó los tres objetivos que persigue Rusia en el mundo: 1. Ser percibidos como un gigante y/o poderoso, 2. mantener la bipolaridad mundial y 3. disputarle la influencia a Washington. La Rusia de Putin ha jugado astutamente con esta influencia en la región latinoamericana. Suelen hacer visitas de Estado justo antes de que necesiten apoyo internacional. Un ejemplo, agrega, fueron las visitas de altos funcionarios rusos a países de esta región antes de la invasión de Crimea, que acabó con la resolución de la Asamblea General de la ONU condenando a Rusia con los votos en contra de Bolivia, Cuba, Nicaragua y Venezuela (entre otros) y con la abstención de Brasil y el Salvador (entre otros).

Así mismo, sostiene que Moscú utiliza la venta de armas para asegurarse de que sus clientes se conviertan en aliados en la zona, y conseguir influencia y dependencia de quien las compre.

En cuanto a China, Margaret Myers -directora del programa de Asia y América Latina en el Inter-American Dialogue- sostiene que la influencia de China en la región es indudable y cada día hay más programas de intercambios, que han aumentado considerablemente en los últimos 5 años. Sin embargo, insiste en que sólo la mitad de los proyectos que Beijing ha anunciado han sido ejecutados.

La motivación que mueve a China, dice, es promover oportunidades para sus empresas. Mientras que Stephen Kaplan -profesor de la Universidad George Washington-, precisa que China es el quinto país en dar créditos en el planeta, aunque lleve poco tiempo en el mundo crediticio. Intentan además diferenciarse de las instituciones tradicionales de crédito. En vez de exigir pagos en dinero, se asegura que el país acreedor comprará materia prima china y usará proveedores chinos y maquinaria china. Con lo que se aseguran parte del retorno. Puso el ejemplo de Venezuela, a quien los chinos han dado muchos créditos y como parte del pago le exigen pagar con petróleo.

Mientras que por un lado gestionan bien una dependencia de sus clientes, por otro no impone condiciones o normas de cómo usar el dinero: sólo le preocupa su retorno, no el uso que dan al dinero.

Siendo Venezuela el mayor reto que enfrenta la región, es un problema que le salpica, y muy de cerca, a Washington. A pesar de que la Administración Trump reconoce el régimen de Maduro como ilegítimo, y se ha observado un incremento de sanciones y presión, parece no ser suficiente.

China tiene una presencia muy activa en este país, así como lo tiene Rusia, que ha otorgado muchos créditos a Maduro, mientras simultáneamente han fortalecido sus relaciones con La Habana, lo que no es de sorprender pues los cubanos tienen fuerte presencia en Venezuela, sobre todo a través de los servicios de inteligencia, que, según expertos, ha sido la razón de la supervivencia del régimen a pesar del profundo descontento social.

La Administración Trump conoce la situación. Sin embargo, parece no entender la dimensión de las consecuencias más allá de la región latinoamericana. A mayor número de inmigrantes saliendo de las fronteras venezolanas mayor el riesgo que esos inmigrantes busquen como destino el norte del continente. Y ya Trump lo tiene complicado con los miles de personas que llegan de Centroamérica.

Tanto Xi jinping como Vladimir Putin saben que controlar Latinoamericana hace vulnerable a Estados Unidos mientras que ambos se hacen con los recursos naturales, con los compromisos de los gobiernos y compran apoyos estratégicos.

THE ASIAN DOOR: Qué esperar de la extensión de OBOR a América Latina. Águeda Parra.

Han pasado cinco años desde que Xi Jinping anunciara la gran iniciativa de la nueva Ruta de la Seda que contempla el desarrollo de infraestructuras para conectar China con el corazón de Europa a través de corredores terrestres y rutas marítimas. Tiempo en el que el foco de la inversión china ha estado dirigido, principalmente, a abordar el desarrollo de proyectos por Asia Central, Sudeste Asiático, Europa y África dentro del ámbito OBOR (One Belt, One Road por las siglas de la iniciativa en inglés), pasando América Latina a ocupar un lugar secundario en el radar de las inversiones de China en el exterior.

En este tiempo, América Latina ha quedado fuera de un proyecto donde los países miembros aglutinan el 33% del PIB mundial, agrupan al 66% de la población mundial y generan el 25% de los flujos de inversión extranjera global. El anuncio de OBOR coincidía con una etapa de declive en el crecimiento de las economías latinoamericanas, que pasaban de registrar incrementos medios anuales del 3,9% entre 2004-2013, la más importante desde 1970, a apenas superar el 0,5% desde 2014, según el Banco Mundial.

El elevado precio de las materias primas impulsó una década de bonanza en una región que posee la mitad de los depósitos de plata conocidos en el mundo, el 44% de las reservas de cobre, el 20% de las reservas de estaño y el 16% de las reservas de crudo mundial. Sin embargo, el cambio producido en la composición de la economía china, más orientada ahora a fomentar el consumo interior que a la exportación de manufactura que requiere grandes cantidades de materias primas para su producción, ha hecho que se reduzca el volumen de comercio bilateral, principalmente entre 2015 y 2016. Situación que no ha impactado en el hecho de que China sea el segundo destino de las exportaciones de América Latina, por detrás del comercio con Estados Unidos que está perdiendo importancia durante la administración Trump y su doctrina del “America First”.

Aunque OBOR centra el grueso de las inversiones en el exterior, América Latina no ha dejado nunca de ser una prioridad para China, de ahí que sea el tercer emisor de inversión hacia la región. De hecho, el Banco de Desarrollo de China (CDB, en sus siglas en inglés) y el China Exim Bank han proporcionado más de 141.000 millones de dólares en préstamos a las empresas de América Latina y el Caribe entre 2005-2017, período en el que solamente el Banco de Desarrollo de China ha proporcionado más dinero a la región que el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo juntos. De ahí que Xi Jinping anunciara en el Foro de China con la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) en enero de 2015 su objetivo de alcanzar un comercio bilateral de 500.000 millones de dólares con la región.

El cambio más significativo de este acuerdo se producía en el ámbito de la inversión, donde están previstos 250.000 millones de dólares en los próximos diez años pero cambiando la estrategia de invertir en la industria extractora por priorizar el sector servicios. China ha identificado 11 áreas prioritarias, entre las que destacan las infraestructuras, el sector aeroespacial, las finanzas, las energías alternativas y la innovación científica. Ésta última principalmente orientada a que los titanes tecnológicos chinos puedan expandir sus negocios entre los países que pertenecen a la nueva Ruta de la Seda, fundamentalmente el e-commerce, además de extender la revolución tecnológica que está impulsando China en campos como la inteligencia artificial, las Fintech y los coches autónomos.

Este cambio en la estrategia inversora de China en América Latina responde principalmente a dos prioridades. En primer lugar, la salida de la administración Trump del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TTP, por sus siglas en inglés) y la renegociación del NAFTA entre Estados Unidos, Canadá y México, ha permitido que China adopte una actitud más agresiva en la política exterior con la región ante la perspectiva proteccionista del presidente Trump. Como consecuencia, Xi Jinping ofrecía a los países miembros de América Latina y el Caribe durante la celebración del FORO de CELAC en enero de 2018 unirse a la iniciativa OBOR como parte de una extensión de la Ruta de la Seda Marítima. Entre los 100 proyectos que están en diseño o construcción, y que suponen una inversión de 60.000 millones de dólares, destacan el desarrollo de infraestructuras de energía y transporte que vienen a cubrir las grandes necesidades que tiene la región en esta materia.

Como segunda prioridad, China busca en la futura incorporación a OBOR de los 33 miembros que componen la CELAC reducir el apoyo que todavía recibe Taiwán de algunos de los países de la región. El primero en adherirse a la iniciativa fue Panamá, al que siguieron Bolivia, Antigua y Barbuda, Trinidad y Tobago, y Guyana. Destaca que la adhesión de Panamá se produjera justo después de que el país dejara de dar apoyo a Taiwán para reconocer a China, motivado por las inversiones previstas en OBOR. Una jugada maestra que permitirá que en los próximos meses China consiga ese mismo efecto entre los 11 países de América Latina que todavía siguen reconociendo a Taiwán.

Mafias chinas en Latinoamérica. Nieves C. Pérez Rodríguez

La presencia china en cualquier región del planeta a día de hoy es un hecho. Un informe del Foro Económico Mundial sostiene que China invirtió entre el 2003 y el 2017 más de 110.00 millones de dólares en América Latina y el Caribe, siendo el principal socio comercial de Argentina, Chile, Perú y Uruguay, y el segundo de México. Mientras que La mayor parte de la inversión china en esta región se concentró en Brasil seguido por Perú, Argentina, Cuba y Jamaica, de acuerdo a la Red académica de América Latina y el Caribe sobre China.

Estos números muestran cómo China impacta en estos países y en sus economías, pero también puede ser un indicador de más datos, que a su vez no están cuantificados por razones complejas. Por ejemplo, el número de inmigrantes chinos en América Latina, que es un gran enigma, lo que se debe en gran parte a la incompetencia de los Estados receptores de estas comunidades, o incluso complicidad como sucedió en Venezuela, bajo el liderazgo de Hugo Chávez quién documentó con pasaportes venezolanos a un gran número de ciudadanos chinos para garantizarse sus votos en elecciones, a pocos años de haber tomado posesión, a mediados de la primera década del 2000.

En Argentina existen triadas o bandas criminales chinas. Pixiu (que significa protector) opera en Buenas Aires, y se dedica básicamente a la extorción de los propietarios de las tiendas de alimentación chinas, a cambio de protección. Su modus operandi es la represalia a quién no pague su cuota, bien sea con tiros en las piernas, incendio de locales, o la muerte. Sus miembros son todos chinos (venidos de China o nacidos en la diáspora), los mediadores son chinos también, pero los sicarios en la mayoría de los casos son de otras nacionalidades para evitar que los relacionen con el crimen en cuestión. Como sucede en todas las comunidades, se establecen en pequeños grupos que tienen presionados a sus propios compatriotas.

Durante mucho tiempo, las fuerzas de seguridad suramericanas ignoraron este peligro, pero en los años más recientes se está prestando mayor atención porque se han podido comprobar vínculos de las triadas con organizaciones con Primeiro Comander da Capital, (organización criminal brasileña muy peligrosa) y con cárteles mexicanos como Los Zetas, Sinaloa o el Cartel de Juárez.

Las actividades de estos grupos se centran en el tráfico de personas, que movilizan desde China hasta Suramérica y muchos de los cuales trabajan duramente para pagar sus viajes. Otra práctica es el lavado de dinero; las mafias chinas ayudan a los carteles suramericanos a lavar grandes sumas usando empresas creadas en China y Hong Kong, a través de transferencias internacionales.

La triple frontera, esa curiosa T que forman el encuentro del río Iguazú con el río Paraná separando a Brasil de Argentina y dejando al oeste a Paraguay, según Vanessa Neumann, presidenta de la consultora Asymmetrica, en un mini Estado que beneficia a una élite corrupta mientras mantiene un gran centro de lavado de dinero, eficiente para el crimen organizado y el tráfico de tabaco, y una máquina de producción de dinero para grupos como Hezbolá. Neumann sostiene enfáticamente que los líderes del comercio paraguayo a través de la triple frontera son los chinos y los libaneses. Y las FARC colombianas, por su parte, también se han beneficiado de la triple frontera y las áreas de libre mercado en el Caribe y Panamá para movilizar contrabando.

Durante la conversación que 4Asia sostuvo con Neumann, nos aseguraba que el tráfico de tabaco proviene en su mayoría de las fábricas de Horacio Cartés en Paraguay y viaja a China en unos misteriosos vuelos que salen del aeropuerto Guaraní, ubicado en la ciudad del Este del Paraguay -en la triple frontera-. Estos aviones aterrizan ahí cargados de ropa y electrodomésticos de contrabando chino y regresan a China con el tabaco. Neumann está convencida de que debe haber también contrabando de armas chinas, pero apunta no haber podido confirmarlo. “El contrabando del tabaco a China es un tema muy complicado” afirma, porque está prohibida la importación de marcas extranjeras; técnicamente es un mercado cerrado, de dominio y control del Estado. Sin embargo, los militares chinos (PLA) tienen un sistema de corrupción y tráfico ilícito de tabaco que aprovechan para financiarse.  Igualmente, nuestra entrevistada asegura que ese tráfico ilícito de tabaco beneficia a Corea del Norte que se sustenta de todo tipo de comercio legal o ilegal con China.

Desafortunadamente, la existencia de organizaciones criminales y el contrabando son prácticas bastante comunes en todos los Estados, incluidos los que con gran sofisticación previenen y combaten la proliferación de las mismas. Lo llamativo es que estás prácticas existan en un Estado como el chino, que mantiene excesivo control y penalización de sus ciudadanos. El hecho de que las fuerzas militares chinas manejen el contrabando del tabaco en su territorio, es conocido por el Estado, quien podrían erradicarlo y sin embargo lo permite. Así como han permitido el lavado de dinero que durante años ha tenido lugar en China, pero que oportunamente ha favorecido el crecimiento de su economía.

La doble moral del Estado chino ha sido pertinentemente puesta en práctica para favorecer los intereses del Estado y su perpetuación. (Foto: Ludovic Tolar, Flickr.com)

INTERREGNUM: Hacia una nueva Guerra Fría. Fernando Delage

El pasado 29 de agosto, el Diario del Pueblo de Pekín publicó un artículo de un alto cargo del Consejo de Estado chino, Long Guoqiang, en el que vaticinaba “profundos cambios estructurales” en la relación entre las dos mayores economías del planeta. “La guerra comercial—escribió—no es sólo un instrumento de Estados Unidos para lograr mayores beneficios económicos; es también una estrategia para contener a China”.

Su columna no es sino una nueva señal de cómo los líderes chinos perciben el actual enfrentamiento económico entre Washington y Pekín como anticipo de una previsible escalada a la esfera política y de seguridad, que pueda conducir a asu vez a una Guerra Fría—si no a algo peor—entre ambos gigantes. A ninguno le conviene un escenario conflictivo, que escaparía pronto a la capacidad de control de ambos. Pero es probable que ni siquiera pueda conseguir Trump los objetivos que pretende al decidir denunciar a China como rival.

Es evidente que no contará con la disposición de Pekín a ayudarle en distintas cuestiones en las que Estados Unidos tiene un reducido margen de maniobra, como el problema nuclear norcoreano. Más grave resulta que quizá no se haya medido bien desde la Casa Blanca la práctica imposibilidad de que China pueda darle las concesiones que busca. La República Popular, en primer lugar,  no va a renunciar a su estrategia de innovación tecnológica—causante de la respuesta de Trump—, al considerarla como decisiva para la sostenibilidad de su crecimiento económico y su estatus internacional futuro. En segundo lugar, porque el presidente Xi Jinping no puede permitirse una imagen de debilidad ante una opinión pública cada vez más nacionalista. Ceder a las presiones de un país occidental es políticamente inviable en la China del siglo XXI. Por lo demás, el menor porcentaje que representan las exportaciones en el PIB chino con respecto al pasado, y sus gigantescas reservas de divisas le proporcionan notables defensas frente a las sanciones norteamericanas.

Responder al desafío que representa China como lo hace Trump es actuar como si ambas potencias se movieran aún en el tablero del siglo pasado. Ni la presión militar ni la imposición de tarifas a sus exportaciones pueden doblegar la determinación china de situarse en el centro del sistema internacional a mediados de siglo. Si no lo logra, se deberá a obstáculos internos—demográficos, financieros, sociales o medioambientales—más que a la estrategia de Trump.

Sirva como ejemplo la presencia de la práctica totalidad de los jefes de Estado africanos en Pekín la semana pasada para la séptima cumbre del Foro China-África. La oferta de 60.000 millones de dolares a los países africanos para el desarrollo de infraestructuras debe acogerse con cierto escepticismo: es un riesgo añadido para la deuda china, y aún más para los países receptores. Pero compárense las acciones—y las cifras comerciales—de Pekín en África con las de Washington. O en América Latina. O en Oriente Próximo. La creciente dependencia de estas regiones de China se está convirtiendo en un hecho consumado, mientras la administración Trump concentra su atención en culpabilizar a Pekín de sus problemas económicos nacionales. (Foto: John Atte Kiln, Flickr.com)

 

China a la conquista de América Latina (y 2). Nieves C. Pérez Rodríguez

Washington.- Estados Unidos es consciente de que China juega en el terreno diplomático no tradicional a un juego de seducción económica y penetración de sus empresas. Recientemente, el secretario de Estado, Rex Tillerson, acusó a China de ser una economía depredadora. En su gira por Latinoamérica dijo: “China ofrece un camino aparentemente atractivo hacia el desarrollo, pero a menudo esto implica ganancias a corto plazo a cambio de una dependencia de largo término”.. Según Sean Miner, esto no siempre es cierto, pero hay algunos ejemplos donde sí ha sido; Venezuela es un uno de ellos, así como Ecuador.

Miner, experto en China, con foco especial en sus políticas económicas, y director asociado del área china en el Atlantic Council, en la segunda entrega de la entrevista que le concedió a 4Asia expuso el caso de Ecuador, donde el expresidente Correa ha sido acusado por el actual presidente Moreno de haber dejado al país en una gran deuda con China en acuerdos de préstamo por petróleo. Moreno afirma que Ecuador le debe a China más de 500 millones de barriles de petróleo, o sea, más de tres años de la producción de petróleo del país, lo que significa que Ecuador debe enviar la gran mayoría de su petróleo a Asia para pagar sus deudas. Esto priva al país de una importante fuente de ingresos para su gasto interno, en cuestiones como el bienestar social.

Miner identificó los desafíos que representa China para Estados Unidos en dos grandes grupos. Primero, los problemas económicos; en segundo lugar, la seguridad a largo plazo. A medida que China se acerca estratégicamente a países como Brasil, Argentina e incluso México, esa cercanía podría tener un efecto debilitador de las alianzas de Washington con estos países. En otras palabras, estas naciones podrían ir en contra de los Estados Unidos en organizaciones internacionales. Además, en países como Panamá, donde se cambió la lealtad diplomática de Taiwán a China, se traduce en un gran problema para Estados Unidos, ya que Washington ha jurado proteger a Taiwán en caso de ser atacado. Y cuantas menos relaciones diplomáticas tiene Taiwán, más débil se vuelve.

Así mismo, algunos países, ricos en recursos naturales, dependen de China para su crecimiento económico, y los estudios han demostrado que estos países tienen menos probabilidades de diversificar su economía, por ejemplo, hacia el sector de servicios y tener un sector manufacturero más dinámico. El comercio con China puede inhibir esta transición.

Le preguntamos también sobre cuál fue el mensaje de Tillerson para América Latina, y éstas fueran sus palabras: “Tillerson mencionó recientemente que la Doctrina Monroe, un documento que describe a América Latina como una esfera de influencia estadounidense que no debe ser alterado por poderes externos, está tan vigente hoy como lo fue el día en que fue escrita” en 1823. Pero Washington no debería hablar de América Latina como su “esfera de influencia” o su “patio trasero. Se debería cambiar la estrategia hacia esta región, dice, “y dedicar un mayor esfuerzo en fortalecer las relaciones con los países de la región. Dada la importancia de América Latina para los Estados Unidos, Washington debería desarrollar vínculos diplomáticos y económicos más fuertes, especialmente con México, así como convendría reparar el daño que ha sufrido esta relación bilateral”.

Así mismo, Miner afirmó que Estados Unidos debería buscar fortalecer su relación con Cuba, en lugar de retroceder en los progresos que se llevaron a cabo recientemente. En cuanto a las relaciones con Brasil y Argentina, Washington debería aprovechar las similitudes en las visiones democrática compartidas con estos países para la promoción de la democracia y los derechos humanos, sostiene, Esto sería una estrategia más efectiva que intentar contrarrestar directamente el aumento de China en la región, en su opinión.

Por último, le preguntamos sobre si cree que China quiere ejercer influencia militar en la región latinoamericana, y su respuesta fue enfática. Él no ve a Beijing programando ejercicios militares en la región en un futuro cercano.  Para él, la prioridad china es proyectar y ejercer influencia en la Región Asiática, y quedarse con el poder que a día de hoy ejerce Estados Unidos.  Que en congruencia con las afirmaciones hechas en esta página anteriormente, China está jugando a fortalecer su imagen de gran potencia primeramente en Asia, y, una vez consolidada esa influencia, podría considerar extender sus tentáculos a regiones más lejanas, como Latino América, en la que ya lleva un largo camino recorrido. Una influencia que, valga decir, ni la Administración Obama ni la Administración Trump (de momento) parecen haber considerado como amenaza.

China a la conquista de América latina (1) Entrevista a Sean Miner. Nieves C. Pérez Rodríguez

Washington.- En la visita del presidente chino Xi Jinping a América Latina en el 2014, éste planteó como objetivo que las empresas chinas invirtieran 250 mil millones de dólares en América Latina para el 2025. “lo que es una muestra de los efectos del poder blando de la diplomacia económica china, que, por un lado, ayuda a mejorar la imagen de China en el exterior, mientras que consigue persuadir apoyos en organizaciones internacionales como Naciones Unidas, a la vez que facilita políticas más amistosas con otras naciones”. Esta es la opinión de Sean Miner, director asociado del área china en el Atlantic Council, uno de los think tank más respetados en Washington.

4Asia tuvo la oportunidad de entrevistar a este experto, quién además de hablar mandarín y haber en Beijing, tiene un profundo conocimiento de la cultura china, con especial énfasis en sus políticas económicas. Con un extenso número de publicaciones en China, también trabajó para el instituto económico internacional Peterson.

Para Miner, América Latina es una región cada vez más dinámica y económicamente atractiva, con numerosas oportunidades en negocios e inversiones. En su opinión, en los primeros años del siglo XXI, los líderes chinos se dieron cuenta de que necesitaban tener más acceso a recursos naturales para garantizarse el crecimiento veloz de la economía, por lo que empresas chinas, especialmente las semiprivadas, empezaron a invertir en el exterior, sobre todo en el sector de la extracción.

Sin embargo, esta estrategia de inversión ha evolucionado junto con el crecimiento de la economía y la expansión de sus marcas. China tiene más actividad en el sector de servicios a día de hoy, por lo que esas empresas de servicios, como las tecnológicas o de información, finanzas, transporte y electricidad, se están expandiendo. Además, muchas empresas chinas mantienen todos sus activos en China, lo que puede ser un gran riesgo para una gran corporación, por lo que están invirtiendo en el extranjero para diversificar sus fuentes de ingresos y garantizar su supervivencia.

Le preguntamos sobre la dinámica comercial y las razones detrás de las grandes inversiones chinas en México, Brasil y Venezuela. Y esto fue lo que dijo:

México tiene relativamente pocos recursos naturales, por lo que a primera vista podría parecer un objetivo extraño para las inversiones chinas en el extranjero. Sin embargo, México es un país manufacturero fuerte que está altamente integrado en las cadenas de suministro regionales, y desde 2015 tiene salarios más bajos que los chinos. También forma parte del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA, por sus siglas en inglés) y de la Alianza del Pacífico. Por eso, las empresas manufactureras chinas, especialmente las automotrices, comenzaron a establecerse en México para poder vender más fácilmente a América del Norte y América del Sur.

Brasil es un mercado atractivo para muchos inversores internacionales, no solo chinos. Las empresas chinas han invertido más de 60 mil millones de dólares solo en este este país, y en diversos sectores industriales, incluyendo el petrolero y gasífero, minero, transporte, automotriz, finanzas, electricidad y energía alternativa. Pero los prestamistas estatales chinos, como el Banco de Desarrollo de China y el Banco Export-Import de China, también han prestado a Brasil decenas de miles de millones de dólares, principalmente en el sector del petróleo y el gas. Esta inversión y los préstamos son parte de la estrategia de China para garantizarse su seguridad energética, y han tenido éxito. Brasil ahora exporta más petróleo a China que cualquier otro país en América Latina.

Venezuela, los prestamistas estatales chinos han prestado al gobierno venezolano o PDVSA más de 60 mil millones de dólares, principalmente en acuerdos de préstamo por petróleo. Y los expertos dicen que Venezuela aún le debe a China al menos 25 mil millones. Esto le asegura a China el suministro petrolero, incluso si los precios del petróleo subieron significativamente. Sin embargo, la imagen de China ha sufrido en este caso, ya que ahora están siendo acusados de apoyar la mala gobernanza y prolongar el régimen de Maduro, que pudo haber colapsado, pero que gracias al dinero chino, así como el ruso, y otros, se ha mantenido. Además, los prestamistas estatales chinos corren el riesgo de no recibir el reembolso de sumas importantes de dinero si hay un cambio en el gobierno.

La conquista de América Latina por parte de China difiere de las conquistas históricas tradicionales, donde el conquistador buscaba hacerse con más territorio e intencionalmente ejercer influencia en el territorio conquistado. La conquista china es una conquista de los recursos naturales del país receptor, para poder garantizar a su propio territorio y población el suministro de estos recursos, que a su vez acompañen al crecimiento de su economía.

Lo que no significa que anula del todo la posibilidad de ejercer influencia regional, pero al menos ahora su foco está en el beneficio económico que pueda reportarle.