El dilema moral de la NBA en China. Nieves C. Pérez Rodriguez

La NBA tiene operaciones en China valoradas en 5 mil millones de dólares.  El baloncesto es el deporte más popular en el país asiático, con 500 millones de aficionados en China, según Reuter. Parte de ese presupuesto es la venta de material deportivo, y otro grueso se destina al entrenamiento de jóvenes chinos en centros de entrenamiento de la NBA. Se calcula que unos 300 millones de ciudadanos chinos practican baloncesto, por lo que la afición y el seguimiento de las ligas internacionales son masivos.

La NBA cuenta con academias en muchos países en los que hacen un meticuloso trabajo de entrenamiento de atletas. De acuerdo con la información de la página web de la NBA tienen presencia en Australia; en África están en Camerún, Congo, Kenia, Marruecos, Mozambique, Nigeria, Costa de Marfil, Tanzania, Uganda, Senegal y Sudáfrica. Está presente también en India, México y China. 

La relación de la NBA con China ha sido constante en los últimos años. En el 2014 se anunciaba el lanzamiento de una academia de baloncesto para prácticas extracurriculares en la capital china para niñas y niños en edades comprendidas entre 12 a 17 años. Ese mismo año, el ministro de educación chino hacía pública una alianza con la NBA que incluía la incorporación curricular del baloncesto en la educación primeria, secundaria y bachiller. A finales del 2015 la NBA, en conjunto con la comisión deportiva de Beijing, lanzaban la primera liga junior de baloncesto en China.

En octubre del 2016 el comisionado de la NBA Adam Silver visitaba Beijing para hacer el lanzamiento de tres centros de entrenamiento de élite en China. Primer país que contaría con ellos, ubicados en tres provincias distintas: Centro de Jinan en la provincia de Shandong, Centro de Hanghou en la provincia de Zhejiang, y el centro de Urumqi en la provincia de Xinjiang.

A finales de julio ESPN publicaba un reportaje basado en múltiples entrevistas -anónimas- realizadas a exempleados de la NBA con conocimiento directo de las actividades de la liga de la NBA en China, especialmente en el desarrollo de los jugadores. Al menos dos entrenadores dejaron sus puestos allí por considerar que se estaban maltratando a los jóvenes atletas. Uno de los entrenadores pidió ser transferido después de ver como los entrenadores chinos atacaban a los jugadores, otro se fue antes del final del contrato porque le pareció inconcebible la falta de educación académica en la academia.

Según el reportaje, al poco tiempo de la apertura de estos centros de entrenamiento, varios entrenadores se quejaron con el vicepresidente internacional de operaciones de la organización -Greg Stolt- sobre los abusos físicos que ocurrían en las academias y la falta de estructura académica para los jóvenes participantes, a pesar de que el comisionado Silver había dicho que la educación sería el centro del programa.

La crónica afirma que la NBA se encontró con múltiples problemas para abrir el centro en Xinjiang, pues los entrenadores americanos eran acosados por la policía local en una ciudad en donde el control y vigilancia ciudadana son excesivos debido a la persecución que padecen los uigures y otras minorías musulmanas en la región. Menciona que un mismo entrenador fue detenido tres veces sin razón, o la dificultad que tuvieron él y otros entrenadores en alquilar viviendas por el hecho de ser extranjeros allí.

Hace poco más de una semana que la NBA reconoció que tuvo que cerrar la academia en Xinjiang pero cuando el encargado de las operaciones internacionales de la NBA, -Mark Tatum- fue interpelado acerca del posible factor de derechos humanos, éste declinó responder.

Esta investigación tuvo eco en el Senado de los Estados Unidos, y la senadora Marsha Blackburn en una carta al comisionado Silver le pedía explicaciones por las acusaciones que reveló el trabajo de ESPN. Inmediatamente el senador Marco Rubio se sumaba a la interpelación basada en la necesidad de que una organización estadounidense permita o encubra prácticas que van en contra de los derechos humanos fundamentales.

“La postura de la NBA en Xinjiang envía un fuerte mensaje al Partido Comunista chino: por un buen precio cualquier cosa puede debatirse, incluso el valor de la vida humana”, afirmaba la senadora Blackburn.

Una vez más la semana pasada terminaba en Washington con China de protagonista en los titulares. Por un lado, las revelaciones de las prácticas en dichos centros, y, por otro, la petición de explicaciones desde el Congreso, que es totalmente congruente con el sistema político estadounidense, en el que se espera que las organizaciones de este país mantengan los valores humanos y democráticos en cualquier lugar donde tengan sus operaciones. También el Departamento del Tesoro daba a conocer más sanciones, está vez a políticos hongkoneses, por haber socavado las libertades y la autonomía de Hong Kong.

El 14 de julio Trump firmaba una orden ejecutiva en la que declaraba “Emergencia Nacional” a razón de la aplicación de la ley de seguridad en territorio hongkonés de manos del PCCh. Los once sancionados son altas figuras políticas como Carrie Lam, la máxima autoridad de Hong Kong y quien propuso y fomentó la “ley de extradición” que generó las masivas protestas durante meses. También el comisionado de la policía, Chris Tang, el secretario de seguridad John Lee Ka-chiu y Teresa Cheng secretaria de justicia, todos con posiciones relevantes en la gestión política social o de seguridad de Hong Kong.

La tensión entre Beijing y Washington no hace más que crecer y encresparse. A muy pocas semanas de las presidenciales y en una situación doméstica complicada debido a la pandemia,  la Administración Trump ha puesto el foco en política internacional en China, e intentar darle señales de tolerancia cero ante las reiteradas irregularidades.

INTERREGNUM: China, arma electoral. Fernando Delage

Mientras arrecian las críticas a su gestión del coronavirus, el presidente Trump atacó el 14 de julio a su probable rival electoral, Joe Biden, en una confusa comparecencia en la Casa Blanca, en la que hizo de China el tema central de las elecciones de noviembre. Sus palabras cerraron una semana en la que se incrementaron las tensiones con Pekín, confirmando la estrategia de confrontación seguida por Washington.

Una vez más, Trump puso de manifiesto su desinterés por los hechos. Entre otras perlas, dijo que la economía china no creció hasta que la República Popular se incorporó a la OMC en 2001 (en realidad, en los 20 años anteriores, creció cerca de un 10% anual); o que China se reconstruyó con dinero del Tesoro norteamericano. Entretanto, su administración ha dejado de considerar a Hong Kong como territorio separado de China—en respuesta a la nueva legislación de seguridad adoptada por Pekín—; ha impuesto sanciones y restricciones de visados a altos cargos vinculados a Xinjiang—por el internamiento de los uigures—y a responsables de empresas tecnológicas; y, de manera oficial, ha rechazado, por ilegales, las reclamaciones territoriales chinas en el mar de China Meridional.

Sobre esta última cuestión se pronunció un día antes el secretario de Estado, Mike Pompeo, declarando que se recurrirá a “todos los instrumentos” disponibles para oponerse a las pretensiones de Pekín, al tiempo que se ha procedido al envío de dos portaaviones a estas aguas. Se polarizan así las disputas marítimas, pues el presidente Xi Jinping no puede permitirse poner en riesgo—frente a una sociedad crecientemente nacionalista—la credibilidad de sus argumentos sobre la soberanía china de este espacio marítimo. Las acciones de Trump facilitan su posición en cualquier caso, al venir a confirmar la percepción mantenida por la población china de que Estados Unidos intenta dañar la recuperación de su economía tras la pandemia, así como impedir que pueda convertirse en la principal potencia asiática.

El problema de fondo, por parte norteamericana, es que, pese a la existencia de un consenso sobre la necesidad de adoptar una política de mayor firmeza con respecto a la República Popular, sigue sin existir una clara definición de los objetivos a perseguir en su estrategia. Imposición de tarifas comerciales, sanciones económicas, presión militar, retórica hostil, ¿con qué fin? ¿Qué resultados confía Washington en obtener al optar por el enfrentamiento? ¿Qué estructura regional querría lograr? ¿Cómo definir una “victoria” sobre China? Sin una respuesta a estas preguntas, sin un sentido de dirección, la confrontación por sí sola meramente conducirá a una peligrosa espiral de conflicto.

La transformación histórica que atraviesa Asia requiere identificar los obstáculos pero también las oportunidades que se presentan para sus intereses; valorar los recursos—políticos, económicos y militares—con que se cuenta; y proponer acciones concretas que adoptar con una perspectiva a largo plazo. Ni la Estrategia Indo-Pacífico adoptada por la administración Trump hace un año, ni la más reciente Estrategia sobre China, cumplen esos requisitos. De ahí la relevancia del trabajo recién publicado por el National Bureau of Asian Research, A new U.S. Strategy for the Indo-Pacific, y que ha escrito Roger Cliff, un conocido especialista académico en la región.

Disponible en la web, es una más que recomendable lectura de verano para los interesados, en la que encontrará—además de una radiografía de los cambios en el equilibrio geopolítico asiático y de los reajustes en la política de seguridad de los principales actores—, los elementos de una estrategia que sugerir a la Casa Blanca. Mensaje insistente: difícilmente podrá Estados Unidos defender sus intereses y objetivos sin contar con sus aliados, especialmente con las democracias vecinas de China. Pero como suele ocurrir, las prioridades políticas—las elecciones de noviembre en este caso—priman sobre los imperativos estratégicos.

THE ASIAN DOOR: Una ventana de oportunidad para la IA europea. Águeda Parra.

La inteligencia artificial (IA) ya ha dejado de ser la tecnología del mañana para ser la apuesta del ahora. La pandemia ha acelerado la digitalización de la sociedad y, por tanto, la adopción de las nuevas tecnologías y su incorporación en los procesos productivos va a ser un proceso más rápido que si no se hubiera producido esta crisis sanitaria. La inteligencia artificial entre ellas.

Este proceso de aceleración de la digitalización va a generar progresivamente una oleada de captación de talento que disponga de las habilidades técnicas específicas, con especial atención a las capacidades asociadas a la IA. De hecho, el objetivo de incorporar en los sectores productivos a profesionales que sean promotores de la construcción de un nuevo modelo de crecimiento económico va a consolidarse como una de las principales tendencia post-pandemia.

De hecho, la atracción del mejor talento IA va a convertirse en la nueva dinámica en la creciente rivalidad que existe entre Estados Unidos y China. El espíritu de innovación tecnológica que caracteriza a Silicon Valley ha promovido que durante décadas sea el destino anhelado para emprendedores e investigadores en diferentes disciplinas tecnológicas. Atendiendo al escenario actual, Estados Unidos atrae al 59% del talento IA, mientras que China solamente es destino para el 11% de los investigadores de primer nivel, casi en paridad con el atractivo que genera Europa, que agrupa al 10% de este grupo. Una dinámica que contrasta con el panorama de generación de talento IA, con China liderando la clasificación como el país de origen que aporta hasta el 29% de estos investigadores, seguido de Estados Unidos (20%) y Europa (18%), y a cierta distancia India (8%), Canadá (5%) y Reino Unido (4).

Otro escenario bien distinto presenta el de los investigadores de élite, un grupo reducido que apenas representa el 0,5% de los profesionales de mayor nivel. En este caso, Estados Unidos es origen principal de la élite de investigadores (35%), aunque India (12%), China (10%), Israel (7%) y Francia (6%) también son generadores del talento IA más importante. Sin embargo, existe cierto consenso en elegir a Estados Unidos (65%) como el principal destino para trabajar, mientras que Europa alcanza una representación modesta con Francia (8%) como el país mejor posicionado en tercer lugar, y los Países Bajos (5%) en quinta posición, según el think tank MacoPolo.

Esta composición del lugar de procedencia y el país en el que deciden desarrollar su carrera profesional los investigadores de más alto nivel del mundo es susceptible de cambio en la medida que China está maximizando los esfuerzos para desarrollar una industria digitalizada donde la IA va a ser una de las componentes más destacadas. El proyecto Designed in China implementado por el gigante asiático, con el que el país aspira a ser referente tecnológico mundial en 2030, va a ejercer de atractivo para los investigadores y profesionales de IA, lo que supondrá posicionar a China tanto de origen como destino de los investigadores más vanguardistas. Una transición que puede verse acelerada de incrementarse las fricciones generadas por la pugna que mantienen Estados Unidos y China como telón de fondo de la guerra comercial y que están comenzando a aplicarse ya casi a cualquier ámbito en las relaciones bilaterales.

A nivel europeo, Francia representa tanto el origen (26%), el lugar de trabajo (31%) y la procedencia de la élite (53%) de investigadores en IA, seguida de Alemania a bastante distancia, lo que supone establecer unas buenas perspectivas para que en un futuro cercano Europa sea origen y genere el atractivo suficiente para que los investigadores encuentren su destino profesional entre nuestras fronteras. En esta clasificación, que aglutina los datos de participación de la conferencia de IA más relevante del momento, la Neural Information Processing Systems, en su edición de diciembre de 2019, España se sitúa como la quinta potencia generadora de investigadores de IA, por detrás de Francia, Alemania, Italia y Bélgica.

En definitiva, teniendo en cuenta cómo se presentan el escenario mundial y europeo de generación de talento IA, todo apunta a que todavía queda un largo camino por recorrer si el propósito de la Unión Europea es mantener sus altos niveles de competitividad en las cadenas de valor globales.

China-EEUU: tensión y elecciones

La tensión entre China y Estados Unidos sigue subiendo lenta pero sostenidamente. Peldaño a peldaño. China sigue decididamente a la ofensiva, con su diplomacia con velas desplegadas presionando, seduciendo y sobornando;  sus servicios secretos más ofensivos y descarados que nunca y sus fuerzas armadas fortaleciéndose y exhibiendo músculo en toda  su zona de influencia.

Los regímenes autoritarios, con un presidente vitalicio, sin poder judicial independiente que ejerza un control, con tecnología volcada en la seguridad y, en el caso chino, con una economía capaz de ablandar voluntades exteriores no tienen muchos incentivos para la contención.

Estados Unidos, sin embargo, es menos manejable. La ética de los principios fundacionales (aunque a veces parezca que Trump no los conoce mucho), la adhesión a la libertad económica (aunque siempre asome la tentación intervencionista) y la fuerza política y militar son un freno para China y están en el fondo de la lucha por la hegemonía en los mercados y en el juego de alianzas.

Además, está la situación interna en Estados Unidos, con la pandemia mal gestionada y fuertes (nada nuevo) tensiones raciales en un escenario marcado por las elecciones previstas para noviembre. En este marco, Trump tiene que reforzar su discurso, con frecuencia torpe, atropellado y simplista frente a China. Y el hecho de que China e Irán hayan proclamado que quieren a Biden en la Casa Blanca en la suposición de que será más débil frente a su política agresiva no ayuda mucho.

INTERREGNUM: El QUAD resucita. Fernando Delage

El pasado 21 de julio, el secretario de Defensa de Estados Unidos,Mark Esper, indicó que China no tiene derecho a convertir el mar de China Meridional en una “zona de exclusión” para crear su propio “imperio marítimo”. Días antes, el secretario de Estado, Mike Pompeo, denunció formalmente la ilegalidad de las pretensiones de soberanía china sobre las islas en dichas aguas.  La escalada retórica norteamericana, en un contexto de hostilidad sin precedente en su relación con Pekín, pasó también a los hechos, tanto en el terreno diplomático como en el militar. El 22 de julio, la República Popular anunció que Washington le había exigido el cierre de su consulado en Houston en un plazo de 72 horas. Mientras, la marina de Estados Unidos realizó dos maniobras militares simultáneas en el océano Índico y en el mar de China Meridional.

El portaaviones Nimitz, que ya se había desplazado al mar de China Meridional a principios de julio, se trasladó a finales de mes a un área cercana a las islas Andaman y Nicobar, al norte del estrecho de Malaca, para desarrollar una serie de ejercicios con la armada india. Por su parte, otro de los portaaviones norteamericanos, el Ronald Reagan, hizo lo propio con la participación de Japón y Australia en el mar de Filipinas. Son movimientos que cabe interpretar como respuesta a las acciones chinas en su periferia marítima—donde continúa acumulando capacidades militares—y en la frontera con India, además del aumento de la presión sobre Hong Kong y Taiwán.

También los vecinos de China avanzan en una dirección similar. Después de que Australia e India firmaran en junio un pacto de cooperación naval y logística que permite a cada uno de ellos el acceso a las bases militares del otro, Delhi anunció—el 17 de julio—su invitación a Canberra para participar en las maniobras Malabar, ejercicios navales que India realiza anualmente con Estados Unidos desde 1992, y a los que se incorporó Japón en 2015. La inclusión de Australia de manera permanente—ya participó de manera ocasional en 2007—es una nueva ilustración de la inquietud regional por el expansionismo marítimo chino. Es también, por tanto, un mensaje a Pekín de que los cuatro miembros del Diálogo Cuadrilateral de Seguridad (QUAD) estarán realizando prácticas conjuntas en el Indo-Pacífico, revitalizando el grupo. Se confirma de este modo que los incidentes en el Himalaya la pasada primavera han hecho que India adopte una posición más dura frente a China.

No es, con todo, la única opción de los aliados asiáticos de Washington. Lo errático de la política de Trump se traduce en crecientes dudas sobre sus compromisos con la región. Así parece reflejarlo el hecho de que, con apenas días de diferencia, Australia y Japón anunciaran su intención de aumentar su presupuesto y capacidades de defensa. A finales de junio, en efecto, Australia declaró que incrementará su gasto militar en un 40 por cien durante la próxima década. Según señaló el primer ministro, Scott Morrison, el mundo será tras la pandemia “más peligroso y desordenado”, lo que obliga al país a prepararse frente a toda eventualidad. La modernización de sus fuerzas armadas se orientará especialmente hacia las capacidades tecnológicas de la marina, en la que se concentrará también el incremento de personal.

Por su parte, el presupuesto de defensa de Japón crecerá por octavo año consecutivo hasta 48.000 millones de dólares. Frente al ascenso de China y la amenaza norcoreana, Tokio modernizará su fuerza aérea—mediante la compra a Estados Unidos de aviones de combate F35 y vehículos de alerta temprana—así como sus capacidades en misiles de largo alcance. Después de que en junio se cancelara el despliegue del sistema antimisiles Aegis basado en tierra por su coste, el gobierno busca nuevas alternativas, al tiempo que también duplica su atención hacia sus satélites y activos en relación con el ciberespacio.

La última frontera. Ángel Enriquez de Salamanca Ortiz

La carrera espacial, por dominar el espacio exterior, se ha convertido, desde el fin de la II Guerra Mundial, en uno de los objetivos más ambiciosos de todas las potencias.

Después de la II Guerra Mundial, durante la Guerra Fría, la URSS consiguió tomar ventaja frente a EEUU, poniendo el primer objeto en el espacio, con el Sputnik-1. También llevaron al espacio al primer ser vivo terrestre, la perra Laika, con el Sputnik-2, y, posteriormente, al primer ser humano, Yuri Gagarin, en 1961. Pero en 1969, EEUU dio un golpe sobre la mesa, llevando, con el Apolo XI, a los primeros hombres sobre el suelo lunar. La Guerra Fría termino en 1989, con la caída del Muro de Berlín, y el capitalismo se estableció en prácticamente el mundo entero frente al comunismo.

El rápido crecimiento de China en las últimas décadas, ha llevado al gigante asiático a ocupar ese espacio dejado por la desaparecida URSS desde la caída de muro.

La República Popular China llegó tarde a la carrera espacial, en 1970 logró enviar el primer satélite artificial al espacio, el “Dong  Fang Hong 1”, pero no fue hasta más de 30 años después, en 2003, cuando consiguieron enviar al primer taikonauta al espacio a bordo de la nave “Shenzhou-V”. Este día, 15 de octubre de 2003, China se convirtió en el tercer país en enviar un hombre al espacio, tras EE.UU y Rusia. Diez años después, el 14 de diciembre de 2013, “Chang‘e – 3” consiguió aterrizar suavemente sobre suelo lunar, convirtiendo a China en un rival a tener en cuenta en la carrera espacial por parte de la Casa Blanca y el Kremlin.

Hoy en día, China es el segundo país con más satélites en el espacio, más de 300, por detrás de Estados Unidos.

A pesar de su tardía entrada en la carrera espacial y, de no haber formado parte de la Estación Espacial Internacional (ISS), China tiene, con su programa “Tiāngōng”, el objetivo de colocar una estación espacial completa y permanente para finales del año 2022; una base, habitable, que podría servir de catapulta para futuras expediciones a nuestro satélite, a Marte, o exploraciones del Sistema Solar. El gigante asiático, además, ha sido el único país que ha logrado aterrizar una nave en la cara oculta de la Luna, el 3 de Enero de 2019 y, tienen como objetivo, enviar una misión tripulada para el año 2024 y establecer una base lunar para el año 2030.

Pero con su programa espacial, los objetivos de China también son terrenales; con el fin de estrechar lazos políticos y económicos, en los años 2007 y 2008, China lanzó con éxito los primeros satélites de comunicaciones para Nigeria y Venezuela, una transferencia de tecnología e inversión de décadas a países en vías de desarrollo, así como cooperaciones y otras ayudas a gran parte de países de América Latina o con la SNSB sueca. Así mismo, el programa espacial chino no quiere depender de otros países y, ya están listos para poner en marcha su propio sistema de localización, Beidou, un sistema independiente al GPS americano o al sistema Galileo de Europa.

En junio de este año, China logró pulverizar el record de comunicación cuántica desde el espacio, un mensaje cifrado que es imposible de hackear y que tiene implicación geoestratégicas y de ciberseguridad. Otro gran avance independiente chino, ha sido el de su radiotelescopio FAST, uno de los más grandes del mundo que tiene como objetivo el descubrimiento de púlsares, el origen del Universo y avances en la Teoría General de la Relatividad. Pero no hace falta irse al espacio, la aerolínea china COMAC, tiene el objetivo de competir directamente con la americana Boeing y la europea Airbus.

El lanzamiento, el pasado 30 de mayo, del SpaceX, puso de manifiesto que, a pesar de los avances de China en las últimas décadas, EE.UU no va a quedarse atrás, de hecho, con su proyecto “Artemisa” tiene el objetivo de volver a la Luna para el año 2024 y, con el proyecto “Insight”, el objetivo de explorar el suelo de Marte para un futuro viaje. Su proyecto homólogo chino, la misión “Tianwen-1” tiene, también, como objetivo llevar al planeta rojo un rover y un orbitador; una nave que llegará a principios del año 2021.

China está empeñada en demostrar los avances de su tecnología convirtiéndose en el segundo país en pisar la Luna, y ser el primero en llegar al resto de planetas del Sistema Solar, pero China también tiene proyectos más allá de los confines de nuestro Sistema Solar; para el año 2049, cuando se cumplan los 100 años del nacimiento de la RPCh, esperan haber lanzado una sonda parecida a las “Voyager” que hayan llegado a los 100 UA (100 veces la distancia media entre el Sol y la Tierra), es decir, más allá de nuestro Sistema Solar.

La Luna está llena de minerales como el Hierro, Magnesio o Aluminio, el planeta rojo tiene sales, minerales y posiblemente agua, vital para la vida. El Universo está lleno de Nitrógeno, Carbono, Hidrógeno y, sobretodo, fuentes de energía inagotables como la posibilidad de que haya materia oscura, o la energía de las estrellas, no solo el Sol.

Una carrera espacial entre las grandes potencias del mundo por descubrir los secretos y misterios del Universo, una carrera por los posibles recursos y oportunidades que brinda el espacio exterior. Dominar y descubrir el espacio exterior será el último y más absoluto territorio que domine la humanidad.

Ángel Enriquez de Salamanca Ortiz es Doctor en Economía por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Relaciones Internacionales en la Universidad San Pablo CEU de Madrid

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@angelenriquezs

En la ruta del fideo. Nieves C. Pérez Rodríguez

Inspirada en intentar descubrir si fue Marco Polo el que llevo la pasta a Italia desde China, o si más bien fue al revés, y los fideos se originaron en otro punto a lo largo de la Ruta de la Seda y viajaron hasta ambos polos. Con estas incertidumbres, Jen Lin-Liu se embarcó en una aventura desde la capital china para intentar dar respuesta a esta interrogante y ponerle autor o, al menos, lugar de origen a ese alimento milenario que a tantas generaciones ha alimentado y que, de acuerdo a cada cultura, se consume en sopa, o en plato hondo cubierto por salsa de ostras y soya, o salsa de tomate.

Lin es una escritora estadounidense de origen chino que creció en una familia de clase media cuyos padres, ambos científicos, no dedican mucho tiempo a la cocina o al disfrute de platos complejamente elaborados, más bien lo opuesto. Describe en su libro “la ruta del fideo” (por su nombre en inglés: “on the noodle road”) que quizá esa falta de sabores de la niñez, o la diversidad cultural de California, rodeada de estadounidenses, con padres chinos y educada en la Universidad de Columbia, le generó un limbo identitario lo que la empujó a irse a China a intentar descubrir más sobre su verdadero origen.

Estando en China mientras escribía artículos sobre cultura, viajes y gastronomía para destacados medios occidentales como el New York Time, el Wall Street Journal, Savour, Newsweek, entre otros, asistió a una escuela de cocina y consiguió convertirse en chef. Y posteriormente abrió “The Black Sesame Kitchen” en Beijing, una escuela de artes culinarias que ha conseguido posicionarse como un gran centro de referencia en el área.

Lin comienza a escribir el libro durante su primer año de matrimonio, y expone abiertamente las dudas que le generan el compromiso que acaba de asumir junto con sus intensos deseos de seguir viajando, su pasión por la gastronomía y sobre todo su nuevo reto, descubrir el origen de los fideos, y para ello se embarca en un largo viaje de seis meses, que tiene como objetivo visitar  ciudades en los países que cubren la antigua ruta de la Seda desde China terminando en Italia. El método de transporte que escogió fue siempre el más largo y complicado, el que usaría un local, para que el trayecto fuera también parte de la autóctona experiencia.

Desde el Este hasta el Oeste, esta autora viajó por Asia central y encontró que los fideos son una parte muy importante en la cultura, muy presentes en China, Irán, Turquía y por supuesto en Italia. Sin embargo, afirma que según avanzaba hacia el Oeste, el arroz tomaba más protagonismo en la cocina. Aunque reconoce haber encontrado muestras de que los fideos tuvieron mucha importancia en la cultura persa de hace unos siglos atrás.

Los fideos o la pasta son elaborados a base de agua, harina, y en algunos casos huevos. Lo mismo que sucede con la lasaña, los tortelines, los raviolis o los dumplins. Los dumplins son la versión asiática de los raviolis, hechos de una masa muy fina, rellenos en su mayoría de algún tipo carne, aunque también los hay vegetarianos, y luego son cerrados en forma de empanadillas, se comen o bien hervidos, al vapor, o salteados.

Explica que hubo una migración de fideos y dumplins en la ruta de la seda. La historia de que Marco Polo llevó la pasta a Italia la da por incierta. Pero si cree que la facilidad de transportar tanto dumplins como fideos para los viajeros de otra época fue un mecanismo natural de exportación y supervivencia. A lo largo de su viaje descubre cómo en Asia central los tamaños de estos esenciales de la cocina están presentes en diferentes formas y dimensiones. Pero el elemento común en todos son los ingredientes y las proporciones de estos, que siempre son los mismos en todos los países, la misma cantidad de harina que de agua y por cada 100 gramos de harina 1 huevo. Así como los es el uso del rodillo pequeño para extender la masa, que es bastante más fino y corto que el que conocemos en España.

Según la autora se adentra en Asia Central descubre muchas diferencias culturales con China, incluso antes de salir de territorio chino,  en la región autónoma de Xinjiang, le sorprendió la gastronomía de los uigures, quienes también usan fideos, pero el cordero y las especies turcas son el centro de la misma. Destaca la importancia de las oportunidades que tuvo de entrar en las cocinas privadas de las familias, el haber podido cocinar con las mujeres, sobre todo en las culturas más cerradas y conservadores, en aquellas en las que las mujeres se quitaban el velo en la intimidad de la cocina y se abrían para compartir métodos milenarios, siendo precisamente eso lo que le permitió acceso a otro aspecto más íntimo y únicos de la gastronomía y de las diversas culturas.

Después de recorrer más de 11.000 km, Lin no consigue la respuesta a la incertidumbre que la motivó a hacer el viaje, pues no pudo determinar donde se creó el primer fideo, pero sus largas horas en las cocinas de tantas ciudades con mujeres tan diversas le permitieron probar muchos platillos fascinantes, ingredientes exóticos y aquietar muchas dudas personales sobre su propia relación con su marido, quien le acompañó en algunos tramos del viaje temiendo por su propia seguridad.

THE ASIAN DOOR: Valor de marca, una apuesta del Designed in China. Águeda Parra

Las innovaciones tecnológicas son las que están marcando este período de modernización que vive China, en el que se está pasando del Made in China al Designed in China. Esta transición no se trata únicamente de un movimiento interno, sino que los grandes titanes tecnológicos chinos ya operan en los mercados internacionales, exportando el modelo de tecnología que está diseñando China. De hecho, en su proceso de expansión a otros mercados han influido muy positivamente los vínculos comerciales y bilaterales que el gigante asiático ha establecido con los países que forman la nueva Ruta de la Seda y que han dado como resultado que se haya potenciado la componente tecnológica de la misma, la bien conocida Ruta de la Seda Digital.

En este ámbito, si trasladamos la rivalidad entre las empresas norteamericanas y chinas a un entorno de startups, encontramos que en 2019, por primera vez, China aporta a la lista Hurun Global Unicorn un número mayor de unicornios que Estados Unidos. Empresas valoradas en más de 1.000 millones de dólares que comienzan a proliferar a un lado y otro del mundo y que son el motor de crecimiento de la futura economía digital.

China lidera la clasificación con 206 empresas, frente a las 203 que incorpora Estados Unidos, aportando entre los dos el 83% de todos los unicornios mundiales. De ahí que China se haya convertido en los últimos años en la nueva fábrica mundial de unicornios.

Por sectores, los unicornios que operan en los entornos del e-commerce y las Fintech lideran la clasificación, precisamente los ámbitos donde más se desarrollan las startups chinas, mientras que el entorno cloud es el tercero más importante, precisamente un sector por el que el gigante asiático está apostando fuertemente para fomentar la modernización de su industria.

De ahí que, en una situación post-pandemia las tendencias en este ámbito se pueden traducir en un mayor fortalecimiento de China como fábrica de unicornios. Hoy por hoy, China es el gran referente en Asia en generación de startups, que son parte del ecosistema digital con el que China ha dado respuesta a la contención de la crisis sanitaria. Invertir en innovación se ha convertido en una prioridad nacional para China, dando como resultado que se acreciente la rivalidad con Silicon Valley y que aumente la aportación digital de China a las cadenas de valor globales.

Otra tendencia que ya se comienza a observar, y que va a tomar cierto impulso en los próximos años, es el valor de marca. El Made in China está evolucionando hacia un nuevo concepto de Designed in China que incorpora una gran dosis de innovación como resultado de implementar nuevas funcionalidades y servicios basados en las nuevas tecnologías. Sin embargo, de igual forma que han crecido muy significativamente las empresas chinas que han pasado a formar parte de la clasificación Fortune Global 500, tanto por número como por nivel de ingresos, a nivel de valor de marca la progresión ha sido más lenta. Igual que en los casos anteriores, en una década China ha pasado de ocupar el 8º puesto en esta prestigiosa lista para situarse diez años después detrás del líder, Estados Unidos. Sin embargo, en cuestión de valor de marca, la valoración de las empresas norteamericanas es el doble que el de las chinas.

No obstante, a nivel particular, existen determinados casos a destacar. Éste es el caso de Alibaba y Tencent, que en el Top 10 mundial de marcas más valoradas en 2019 figuran en el 7º y 8º puesto, respectivamente, según la clasificación del holding británico de publicidad digital WPP. Amazon, seguido de Apple y Google lideran el ranking, pero los dos grandes titanes tecnológicos chinos ya han entrado a competir en la élite de marcas con mayor valor, justo por detrás de Facebook. Un proceso que la pandemia, con la aceleración en el proceso de digitalización que ha generado a nivel mundial, va a acrecentar en los próximos años.

Un verano en alerta

Hace ya muchos años que los veranos no son tranquilos ni política ni económicamente. Y este año se suma la pandemia, los meses pasados y un futuro próximo lleno de incertidumbre.

Así las cosas, en una Europa urgida por dinamizar la recuperación económica, la agenda inmediata va a estar marcada por el debate financiero y los mecanismos de ayuda a las economías más debilitadas y en la reordenación de las relaciones con China y su repercusión en el desarrollo tecnológico y en el reforzamiento de la seguridad, una ecuación en la que no será fácil encontrar soluciones equilibradas.

Hay que tener en cuenta que, a pesar de lo que afirmen sus canales oficiales, China está en una posición algo más débil que antes de la pandemia, en capacidades económicas y en imagen pública. Pero tampoco es más sólida la posición de Estados Unidos, con una mala gestión de la crisis sanitaria, una obsesión proteccionista de su economía y un presidente errático al que se le está complicando su reelección en noviembre.

En ese terreno tiene que jugar Europa sus cartas sin olvidar al vecino ruso que intenta a brazo partido no perder espacio en la escena internacional.