Washington restringe inversiones en China. Nieves C. Pérez Rodríguez

Aunque hoy el término no es guerra comercial, el utilizado hasta el cansancio en la era Trump, las restricciones a empresas parece ser él camino escogido por Washington. Ambos partidos políticos entienden la necesidad de imponer controles en pro de la seguridad nacional de EEUU.

La Administración Biden, mucho más conciliadora y tolerante, no ha sido condescendiente con Beijing. Al contrario, desde el comienzo avanzaron en establecer ciertos controles y escudriñar la razón de algunas prácticas de empresas chinas en territorio estadounidense.

El camino de las restricciones parece ser el escogido en medio de las hostilidades diplomáticas y económicas entre ambos países. El Congreso, a través del Comité de Política Exterior, está haciendo riguroso seguimiento, mientras que fortalecieron el Comité de Inversiones Extranjeras y crearon la autoridad para examinar inversiones en el extranjero de empresas estadounidenses.

El pasado otoño, la Administración Biden anunció extensos controles de exportación a China sobre “tecnologías sensibles” evitando así que China pueda adquirir chips y componentes de fabricación para chips.

Ya en el 2020, Trump había firmado una orden ejecutiva en la que se prohíbe a empresas o individuos estadounidenses invertir en valores que cotizan en la bolsa en empresas que están en la lista de empresas militares chinas para asegurarse que el capital estadounidense no financie la modernización militar china.

Otro ejemplo es la “Ley de Trabajo Forzoso de los uigures” aprobada también en septiembre del 2020 por el Congreso de EE.UU. que consiste en el bloqueo de las importaciones de productos fabricados en Xinjiang, después de comprobar con múltiples testimonios que existen evidencias suficientes de trabajo forzoso en esta región de China. Sumado al horror que estas minorías padecen en los Centros de Reeducación, por su nombre chino oficial, o campos de concentración de acuerdo con las organizaciones de Derechos Humanos.

Por lo que las tensiones solo han crecido y las quejas d Beijing de que no están siendo tratados de manera justa han venido en aumento. Paralelo con el debate de si es inminente un “decoupling” o más bien la diversificación de la cadena de suministro, que la pandemia dejo ver él problema de depender de China.

En esta compleja situación la Secretaria del Tesoro estadounidense, Janet Yellen, visitó China recientemente cerrando así una serie de visitas oficiales incluida la del Secretario de Estado que buscan claramente reabrir los canales diplomáticos.

Mientras se preparaba la visita de Blinken a Beijing los oficiales chinos insistieron en que se dieran reuniones con los oficiales estadounidenses en materia económica, sin embargo, no se les concedió hasta que se organizó la visita de Blinken y se dieron las primeras reuniones. Para Beijing la prioridad es abrir y restablecer los canales económicos.

Desde que apareció el globo espía chino sobrevolando territorio estadounidense las relaciones bilaterales sufrieron un enfriamiento lógico. En los últimos meses se habían impuesto sanciones a empresas chinas, mientras la Administración Biden presionó a sus aliados japones y holandeses para que restringieran sus ventas de semiconductores a China, mientras ha venido agrupando otros aliados para detener la coerción económica de Beijing.

Yellen aprovechó su viaje para reiterar que los Estados Unidos no buscan desvincularse de China, enfatizando que sería desastroso para ambos países y desestabilizador para el resto del mundo, además de prácticamente imposible de ejecutar. Explicó que existe una distinción importante entre él desacoplamiento y la diversificación de la cadena de suministro criticas o la adopción de medidas específicas que protejan la seguridad nacional.

La preocupación sobre las empresas chinas en América y las estadounidenses que operan en territorio chino está latente en las altas esferas de poder en Washington.  En este sentido, en abril un grupo de senadores envió una carta a los Departamentos de Estado, Comercio y Tesoro solicitando que se impongan restricciones e incluso sanciones y hasta que se considere prohibir inversiones a empresas como Alibaba y Huawei puesto que representan grandes riesgos para la seguridad nacional.

La lista es en realidad más extensa, pues los senadores consideran que cualquier asociación de empresas chinas con instituciones militares, académicas y gubernamentales despierta inquietud y sospecha y eventualmente deberán ser revisadas.

Huawei ha estado en el ojo del huracán por años y en efecto, las dudas irresolutas han propiciado un gran movimiento internacional de rechazo y bloqueo encabezado por Washington, basado en la vulnerabilidad del intercambio de información a través de esta red.

La mismo ha sucedido con TikTok, la red social de videos cortos cuyo target son los adolescentes principalmente y que, ha pasado por un intenso escrutinio en Estados Unidos incluida una audiencia con su CEO en el Congreso debido a la poca transparencia en su manejo de data personal.

El temor de que la información personal de un niño en Estados Unidos se almacene en una nube en China es motivo de gran preocupación para los legisladores que saben que la división entre el sector público y privado en China no está claramente delimitado y que además el PC chino siempre puede pedir acceso por motivos de seguridad nacional.

A principios de junio Sequoia, él gigante de capital de riesgo con sede en Silicon Valley anunciaba que dividen su negocio en tres sociedades independientes incluso con nombres distintos. La división de China fue renombrada como HongShang, mientras que la división a cargo de India y él sudeste asiático ahora es Peak XV Partners.

Este cambio de dirección y “rebranding” es una respuesta de la firma para prevenir controversias en los Estados Unidos, pues los legisladores tienen el ojo puesto en las posibles brechas que existen en las empresas domesticas con intereses e incluso operaciones en territorio chino.

En medio de las crecientes tensiones entre Washington y Beijing y la presión doméstica a las empresas americanas que apunta a posibles restricciones de inversiones en China, las firmas tratan de adelantarse y tomar medidas. Algunas están ya explorando otros mercados para establecerse, otras buscan navegar las nuevas legislaciones restrictivas.

Los mensajes de los oficiales de Biden son claros, no buscan romper con China pero sí blindarse ante las amenazas de robo de información, de no ser copartícipes en los abusos a las minorías chinas como los uigures, en la delimitación de ayuda de capital estadounidense en pro de desarrollo avance tecnológico chino y en garantizar una fluida cadena de suministros que no se vea envuelta en crisis diplomáticas. Todos estos aspectos definen una robusta y blindada seguridad nacional para América que es la visión compartida de Estado que tienen tanto los demócratas como los republicos.

 

 

INTERREGNUM: Blinken en Pekín, Modi en Washington. Fernando Delage

Llamar dictador a Xi Jinping como hizo el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, sólo un día después de que el secretario de Estado, Antony Blinken, se reuniera con el presidente chino, no parece la mejor manera de encauzar las relaciones bilaterales. Quizá Biden sólo tenía in mente a los votantes y legisladores republicanos, y no esperaba mayores consecuencias de sus palabras: sabe—como le transmitiría Blinken—que también Pekín necesita un cierto grado de estabilidad en las relaciones con Washington. La reciente visita del primer ministro indio, Narendra Modi, a Estados Unidos ha sido la indicación más reciente de los límites a la capacidad de maniobra de la República Popular.

El ministro de Asuntos Exteriores, Qin Gang, el jefe de la diplomacia china, Wang Yi, y el presidente Xi atendieron sucesivamente a Blinken. Pese al reparto de tareas y de tiempo (un importante número de horas los dos primeros y apenas 30 minutos Xi), los líderes chinos mostraron su disposición a restaurar la normalidad en los contactos. Una voluntad que podría parecer contradictoria, sin embargo, con el repetido mensaje de que ha sido Estados Unidos el culpable del deterioro en las relaciones al rechazar una “actitud racional y pragmática” hacia China. Las dos partes acordaron “continuar las discusiones acerca de los principios que deben guiar la relación”, si bien Pekín rechazó la posibilidad de un diálogo entre las fuerzas armadas de ambos países.

Si no hubo resultados sustanciales de la visita de Blinken, quedó claro al menos el interés compartido en prevenir un conflicto. Los dos gobiernos son conscientes de la naturaleza estructural de sus divergencias, por lo que se trata de minimizar riesgos y evitar choques accidentales. Si Xi asiste en noviembre a la cumbre de APEC en San Francisco, habrá una oportunidad para seguir avanzando en esta dirección, aunque la proximidad de las elecciones presidenciales de 2024 no propiciarán una posición menos polarizada por parte norteamericana hacia China.

La reanudación de los contactos diplomáticos al más alto nivel no implica por lo demás un cambio de estrategia. Justo antes del viaje de Blinken a Pekín, el asesor de seguridad nacional, Jake Sullivan, visitó Japón e India con el fin de coordinar posiciones con respecto al “desafío chino”, mientras que la visita de Estado de Modi a Washington confirma la consolidación de una asociación estratégica que inquieta a la República Popular y será una de las variables clave en la reconfiguración del orden asiático y global.

Aunque hace ya dos décadas que comenzó el acercamiento entre Estados Unidos e India, en los últimos años ha adquirido un impulso sin precedente. Si cuatro sucesivos presidentes norteamericanos han visto el valor de India como socio económico y estratégico, dos gobiernos de distintos partidos en Delhi han concluido igualmente que Washington es un factor imprescindible para su prosperidad y seguridad. Las dos mayores democracias del planeta deberían ser socios “naturales”, pero en realidad es la coincidencia de sus intereses más que sus valores lo que orienta su aproximación. La administración Biden prefiere, de hecho, ignorar el deterioro de la democracia india bajo Modi ante las ventajas que puede ofrecerle en su estrategia hacia China.

Frente al imperativo de corregir la dependencia de las cadenas de valor chinas, India puede convertirse no en un sustituto pero sí en una de las principales alternativas, por lo que Washington le ofrecerá capital y tecnología, además de coordinar sus políticas industriales (de manera destacada en la producción de semiconductores). Especial atención se prestará al terreno militar, lo que permitirá a India minimizar a su vez su dependencia del armamento ruso. Mientras Estados Unidos avanza en su política de diversificación con respecto a China y de aislamiento de Rusia, India podrá desarrollar su sector tecnológico y competir globalmente con la República Popular, además de jugar sus propias cartas ante el eje Pekín-Moscú.

Afrontar el desafío geopolítico chino y garantizar la estabilidad del Indo-Pacífico es, en efecto, la segunda motivación por la que Delhi y Washington se complementan. Sin tener que convertirse en su aliado (posibilidad que sería contraria a su cultura estratégica), India verá reforzada su autonomía mientras continúa construyendo su ascenso como gran potencia económica (tendrá el tercer mayor PIB del planeta antes de que termine está década) y diplomática (compitiendo con Pekín por el liderazgo de los países del Sur Global).

EE.UU.: gestos de distensión con China

La visita de Antony Blinken, secretario de Estado de EE.UU., a China, y su encuentro con Xi Jinping revelan un esfuerzo norteamericano por contener la tensión con China, objetivar los puntos de máxima tensión y reforzar los canales de contacto que deben funcionar antes de que un choque o un desencuentro deriven en un conflicto de mayor envergadura.

Aunque, según se ha sabido tras las reuniones, la mayor parte de la conversaciones han tratado de buscar soluciones para encauzar las diferencias comerciales y la necesidad de respetar las reglas del libre comercio internacional, que China ignora en su mayor parte, es importante la reafirmación por parte de EE.UU. de que no van a apoyar una declaración unilateral y formal de independencia por parte de Taiwán.

Como es sabido, Taiwán, como sistema político diferenciado de la China continental, nace de la instalación en el territorio insular de los derrotados por el asalto al poder en 1949 por parte de los comunistas chinos liderados por Mao Tse Tung. Tras etapas de autoritarismo, Taiwán ha devenido un en una democracia de éxito, político y comercial, homologable a los países mas desarrollados. Pero, hasta hace poco, Taiwán se ha considerado China, democrática pero china, y ha aspirado a una reunificación bajo un régimen democrático. Desde Pekín se pretende, y se amenaza, restaurar la unidad, si hace falta con la fuerza bajo su sistema autoritario.

Mientras, en Taiwán ha ido apareciendo fuerzas, y no precisamente minoritarias, que plantean dejar de obsesionarse con lograr una reunificación democrática y proclamar la independencia sin excluir una unidad a más largo plazo. Y ese proyecto, que sería más propagandístico y simbólico que otra cosa, es inadmisible para una China que teme que encuentre apoyos occidentales. EE.UU. nunca ha abonado esa idea, aunque mantiene excelentes y cada vez más estrechas relaciones con la isla.

El crecimiento del independentismo taiwanés, unido a los choques comerciales chino-estadounidenses y el descenso del ritmo de crecimiento en China, han hecho aumentar las presiones de Pekín sobre la isla, en realidad sobre todo el mar de la China meridional, con incursiones militares, problemas para el tráfico marítimo y declaraciones altisonantes que han sido respondidas con un aumento de unidades militares estadounidenses en la región, un fortalecimiento de la alianza regional de Australia, Reino Unido y EE.UU. con Japón, Filipinas y Corea del Sur. Este escenario cada vez más explosivo necesitaba alguna iniciativa de distensión y eso es lo que ha intentado e intenta Antony Blinken. China necesita tiempo para rearmarse más y EE.UU. necesita reevaluar la situación y enfriarla. La situación es proclive a un enfriamiento pero no a una distensión duradera, que requeriría al menos una admisión por parte de China de que una acción militar en Taiwán no es factible, no sólo por razones éticas y de legalidad internacional sino porque puede no obtener los objetivos que busca. Una desescalada es un avance, pero como el conflicto de Ucrania demuestra cuando los Estados autoritarios creen que sus conceptos geoestratégicos están por encima de todo, suelen general tragedias aunque, a la larga, su propia derrota.

INTERREGNUM: Europa choca con la muralla china. Fernando Delage

Lo que tres líderes europeos no habían conseguido hasta la fecha tampoco lo iban a obtener Macron y von der Leyen en su visita a Pekín de la semana pasada. Ni Olaf Scholz, ni Charles Michel ni Pedro Sánchez convencieron al presidente chino para presionar a Rusia a favor de la paz en Ucrania. Tampoco fue un resultado logrado por el presidente de Francia ni por la presidenta de la Comisión. Ha sido Xi Jinping, en cambio, quien sí ha avanzado en sus objetivos; en particular, en hacer evidente la división entre los gobiernos europeos y, por tanto, la debilidad estructural de la política china de la UE.

El contraste entre el tratamiento ofrecido a Macron en su visita de Estado (con un despliegue sin precedente en los medios chinos y una inusitada atención personal de Xi) y el dispensado a von der Leyen no ha podido ser más elocuente. Lejos de la supuesta unidad que pretendían transmitir en su viaje parcialmente conjunto, las autoridades chinas han marginado a quien definen como una subordinada de Washington (la presidenta de la Comisión), y cultivado de manera excepcional a quien cree disponer de una autonomía con respecto a Estados Unidos en su relación con la República Popular (el presidente francés).

Un portavoz del Elíseo indicó a la conclusión del viaje que Macron había cumplido con sus objetivos. En realidad, ni Xi hizo la menor concesión sobre Ucrania (ni siquiera se comprometió a hablar con Zelenski), ni Rusia apareció nombrada una sola vez en el comunicado de 51 puntos firmado por ambos presidentes. Si el funcionario se refería a los resultados económicos, sí es evidente entonces que se ha llegado a importantes acuerdos, incluyendo la venta de 120 aviones de Airbus.

El viaje de Macron coincide en numerosos aspectos por tanto con el realizado por el canciller alemán, Olaf Sholz, en noviembre pasado. Pese a las presiones de la administración Biden para constituir un frente común con los aliados en relación a China, los europeos no comparten la inclinación norteamericana a romper la interdependencia económica con Pekín. En el lenguaje más reciente de la Comisión Europea, se trata de defender una política no de “decoupling”, sino de mitigación de los riesgos de la dependencia de China (“de-risking”). Pero ni siquiera esto último resulta apreciable en los movimientos de Berlín o París pese a las lecciones ya aprendidas de la dependencia energética de Rusia mantenida durante décadas. Tanto Sholz como ahora Macron—los líderes de los dos Estados miembros que realmente importan en la relación con China—han demostrado la prioridad de sus intereses económicos nacionales sobre los intereses estratégicos europeos.

El presidente francés ha ido incluso más lejos, porque también aspira a un papel político protagonista pese al escaso realismo de sus pretensiones. Xi le ha dado a Macron la plataforma que éste buscaba. Los analistas chinos ya hablan del eje Francia-Alemania, no Alemania-Francia, en un gesto de reconocimiento al que también se refería un editorial del oficialista Global Times el pasado jueves: “Está claro para todos que ser un vasallo estratégico de Washington es un callejón sin salida. Hacer de la relación China-Francia un puente para la cooperación China-Europa es beneficioso para ambas partes y para el mundo”.

Los gobiernos europeos tratan de interpretar las intenciones chinas en el actual contexto de rivalidad entre Estados Unidos y la República Popular. El apoyo de Xi a Putin ha lanzado una señal muy clara, que la Comisión Europea ha entendido pero algunos líderes nacionales se empeñan en desoír. Macron, como antes Sholz, parece haber renunciado a la construcción de una posición común europea que Pekín sí se habría visto obligada a atender. Los vecinos de China habrán tomado nota del éxito de Xi en su estrategia de división del Viejo Continente, y sacado sus conclusiones sobre las pretensiones europeas de adquirir un papel independiente en Asia. También la Casa Blanca sabrá lo que cabe esperar de este incesante cortejo de visitantes europeos en China. Quedarse en tierra de nadie es una opción, aunque quizá no la más aconsejable en estos tiempos turbulentos.

La presidente taiwanesa en EEUU: visita no oficial rodeada de asuntos oficiales. Nieves C. Pérez Rodríguez

 

FE DE ERRATAS: POR UN ERROR TÉCNICO, ESTE ARTÍCULO APARECIÓ INCOMPLETO EN LA PUBLICACIÓN DE LA SEMANA PASADA. VOLVEMOS A PUBLICARLO ESTA SEMANA DE MANERA ÍNTEGRA.

Tsai Ing-wen, presidenta de Taiwán, en un intento por cultivar sus aliados visitó el continente americano en un tour de 10 días cuyo destino central tenía a Guatemala y Belice, naciones con las que la isla tiene relaciones diplomáticas.

De camino a sus destinos oficiales, Tsai hizo una parada en Nueva York, ciudad en la que asistió a varios encuentros, entre ellos uno con la comunidad taiwanesa residente en la ciudad. Aunque su visita a los Estados Unidos no es oficial, debido a que desde que se establecieron relaciones formales entre Washington y Beijing en 1979 los líderes taiwaneses solo han viajado a Estados Unidos en forma de visitas privadas y/o tránsito y, se le reserva la distinción de visitas oficiales a los funcionarios o dirigentes de Pekín.

Para Taipei, el gobierno estadounidense es la clave en la preservación de su semi-autonómico estatus y el hecho de que figuras políticas taiwanesas usen de tránsito a los Estados Unidos potencia las relaciones y en este caso le permite a Tsai reunirse con algunas figuras distinguidas y hacer un poco de lobby para su isla.

De acuerdo con el informe ChinaPower del Think Thank CSIS sobre Taiwán, históricamente las visitas de los líderes taiwaneses a Estados Unidos se han manejado con sutileza e intentando no ofender al gobierno chino y evitando provocaciones innecesarias.

La Administración Clinton, por su parte, inicialmente negó la visa al entonces presidente taiwanés Lee Teng-hui pero el Congreso presionó para que la visita privada se llevara a cabo. En 2001 a Chen Shui-bian no se le permitió realizar eventos públicos. Posteriormente el presidente Bush en 2002 cambió esa dinámica, aunque en 2006 la misma Administración, preocupada por las políticas de Chen hacia China, limitó las actividades.

A partir del 2008 el tratamiento de Estados Unidos a estos viajes se hizo más consistente bajo el entonces presidente Ma Ying-jeou, al cual se le permitió reuniones con líderes locales y congresistas y hasta la posibilidad de realizar eventos públicos.  Desde el 2016, año en que Tsai se convierte en presidente, Washington ha actuado con más flexibilidad y ha dado más tiempo a los visitantes taiwaneses para participar en actividades en sus paradas técnicas en territorio estadounidense.

Como es costumbre, en esta última visita la respuesta china no se hizo esperar y el ministro de Relaciones Exteriores calificó a Tsai como la “jefa de las fuerzas secesionistas de independencia de Taiwán” alegando que la visita viola la política de una sola China que mantiene los Estados Unidos.

Poco antes de que se conociera la visita de Tsai, Honduras rompía relaciones con Taipei y se pudo saber que China ofreció 2.95 mil millones de dólares a Honduras como estímulo para establecer relaciones bilaterales, y el canciller hondureño, Eduardo Enrique Reina, fue invitado al gigante asiática en el momento en que Tegucigalpa rompió sus relaciones diplomáticas con Taiwán.

Taipei mantiene relaciones diplomáticas con 13 Estados pequeños (Ministry of Foreign Affairs, Republic of China (Taiwan)-Diplomatic Allies (mofa.gov.tw)  y la visita de la presidenta en este momento es importante, puesto que Taiwán necesita hacerse presente y enviar un mensaje claro a sus aliados recordándoles que siguen estando ahí y que a pesar de la ausencia física durante la pandemia, una vez que se ha vuelto a la normalidad, Tsai se presenta y les recuerda que aprecia y necesita de sus aliados.

Los países que tienen relaciones diplomáticas con China no pueden tener relaciones diplomáticas con Taipei, razón por la que en los últimos años la lista de Estados que reconocen a Taiwán se ha ido encogiendo. Mientras que Beijing ha ido aumentando su influencia y comprado con proyectos y créditos sus relaciones por el mundo.

Paralelamente a la visita de Tsai, en el Congreso estadounidense se introducía un proyecto de ley para “formular la respuesta de Estados Unidos ante una posible invasión de Taiwán”. Una propuesta bipartidista y bicameral puesto que dos representantes de la cámara baja presentarán una legislación complementaria.

En la presentación del proyecto de ley  explícitamente se solicita que el Departamento de Defensa, en colaboración con la comunidad de inteligencia y los Departamentos del Tesoro, Comercio y Homeland Security elaboren una estrategia de sanciones efectiva contra la República Popular China en caso de una agresión contra Taiwán. Solicitan a estas instancias tener identificadas las vulnerabilidades y las posibles medidas de respuesta a China.

Asentándose sobre la orden que dio Xi Jinping al Ejército Popular de liberación de que esté preparado para invadir Taiwán en el 2027 se justifica este proyecto de ley y en las consecuencias devastadoras que dicha invasión puede acarrear para los aliados de Washington en la región. Dice también que aún hay tiempo para formular una estrategia clara para proteger la economía y fortalecer significativamente a nuestros socios en la región como medida disuasoria.

En este sentido 4Asia se puso en contacto con la Representación Económica y Cultural de Taipei en Washington para conocer su opinión sobre dicha ley y esto fue lo que nos dijeron:

“El Congreso de los Estados Unidos ha sido una fuerza impulsora para acercar las relaciones entre Taiwán y los Estados Unidos. Estamos muy agradecidos por el apoyo bipartidista y bicameral a largo y ancho del Congreso de los Estados Unidos”.

Por su parte, el pasado viernes, mientras la presidente taiwanesa estaba en la gran manzana, Beijing envió 10 aeronaves militares a sobrevolar el Estrecho de Taiwán como una respuesta de protesta y quizás hasta de alerta sobre lo que puede suceder si Occidente se opone a una futura adhesión de Taiwán al territorio chino.

Antes de regresar a Taiwán Tsai hará una parada técnica en Los Ángeles en su camino de regreso, ciudad estadounidense con más taiwaneses, unos 45.000 aproximadamente. Aunque el Estado de California tiene una comunidad de casi 95.000 taiwaneses. Además de diferentes encuentros previstos, la presidente planifica reunirse con Kevin McCarthy el nuevo líder de la Cámara de Representantes que sustituyó a Nancy Pelosy. Y aunque el encuentro no es oficial, con un recibimiento en el Congreso, es posible que Beijing proteste enérgicamente debido a que McCarthy es el segundo en la línea de sucesión de EEUU.

Estados Unidos ha venido aumentando su apoyo a Taiwán en los últimos años, ante el potencial peligro de que China invada la isla. A finales de año se acordaba que se le vendería a Taiwán armamento por un importe superior a 1.1 mil millones de dólares, lo que provocó la ira de China.

El General Mark Milley, jefe del Estado Mayor Conjunto, hizo un llamamiento a cambiar la retórica alarmante sobre una inminente guerra de Estados Unidos contra China y dijo que él duda de las posibilidades de que China pueda conquistar a Taiwán. Mientras, dijo que Washington debe continuar acelerando los envíos de armas a Taiwán y aumentar las capacidades militares de la isla, por si acaso…

Milley dijo también que Taiwán necesita defensa aérea, misiles de crucero antibuque y minas antibuque. Aunque admitió que la isla en sí misma, su población de 23 de millones, incluidos los 170.000 militares en servicio activo y entre 1 y 2 millones de reservistas, junto con la falta de experiencia de China hacen que una toma de control sea poco probable. “Taiwán sería una isla difícil de conquistar”.

TikTok, del éxito al estigma. Nieves C. Pérez Rodríguez

Tiktok, la popular aplicación china que permite crear, editar y compartir videos y que da la opción a los usuarios de interactuar entre sí, ha sido la noticia de la semana pasado en Washington con el testimonio de su CEO, Shu Chew, en el Congreso de los Estados Unidos que está dando pasos para prohibir el uso de la red en el país.

Los parlamentarios interrogaron al alto ejecutivo sobre las vulnerabilidades de seguridad que potencialmente tiene la red social y Shu, por más que lo intentó, no tuvo mucho éxito en convencer a los legisladores de que TikTok ha hecho lo necesario para proteger la información de los usuarios.

En diciembre del 2022 el director del F.B.I., Chris Wray, manifestó su preocupación sobre la capacidad que, afirma, posee China de controlar el algoritmo de TikTok por lo que podrían manipular el contenido para operaciones de inteligencia, así como también cree que China podría usar la aplicación para recopilar datos de sus usuarios que podrían usarse en operaciones de espionaje tradicional.

Por tanto, la tesis de la que parten los legisladores es que TikTok es una amenaza para la seguridad nacional de país puesto que la aplicación compila datos, censura contenidos y daña la salud mental de los niños por lo que están presionando para que la red social sea prohibida. El 16 de marzo Washington prohibía la aplicación en los dispositivos electrónicos oficiales. Y tan solo siete días después se interpelaba en el congreso al CEO de la empresa en busca de respuestas que demuestren la tesis de la vulnerabilidad de la plataforma.

El portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores chino, Mao Ning, dijo que Estados Unidos estaba acusando a TikTok en base a una presunción de culpabilidad y no ha presentado evidencia de que la aplicación sea una amenaza para la seguridad nacional, justo después de que el presidente de la Cámara de Representantes del Congreso, el republicano Kevin MacCarthy, tuiteó que la Cámara está avanzando la legislación para proteger a los estadounidenses de los tentáculos tecnológicos del Partido comunista chino lo que provocó la pronta reacción china.

Siguiendo el ejemplo, en Japón un grupo de legisladores del Partido Liberal Democrático estudian la posibilidad de presentar una propuesta el próximo mes instando al gobierno a prohibir los servicios de redes sociales como TikTok si se utilizan para campañas de desinformación.

No es la primera vez que TikTok está en entredicho en los Estados Unidos, La naturaleza con la que la red fue concebida era permitir mensajes directos entre usuarios, lo que ocasionó que adultos pudieran tener contacto y conversaciones con menores de edad, lo que propició una primera batalla en la que el ente de protección de privacidad de niños (Federal Trade Commission, FTC por sus siglas en inglés) llevara el caso al Departamento de Justicia por lo que la operadora de videos tuvo que pagar 5.7 millones de dólares, lo que es la multa civil más alta hasta ese momento por haber violado la privacidad de menores.

Además de la millonaria cifra, la empresa fue obligada a respetar la ley de protección de la privacidad de niños (Children Online Privacy Protection) por lo que tuvo que retirar de la plataforma videos de menores de 13 años para así poder seguir operando en territorio estadounidense en donde actualmente cuenta con 150 millones de usuarios.

En Corea del Sur, TikTok también pagó una multa de 133 millones de dólares, un 3% de los ingresos de la plataforma, en 2020, por haber recolectado datos de niños menores de 14 años.

Claramente, las brechas de seguridad no sólo son consideradas como un peligro en Estados Unidos. De hecho, India fue el primer país en imponer una prohibición total de la red en 2020 basándose en que la empresa extraía datos y los enviaba al exterior por lo que la aplicación no puede ser descargada en India.

Taiwán prohibió el uso de la red en dispositivos gubernamentales a pocos días del anuncio el F.B.I. y, de hecho, fue más allá y prohibió el uso de software fabricado en China en estos dispositivos. De igual manera reaccionó Canadá, prohibiendo el uso de la aplicación en dispositivos gubernamentales, así como el Reino Unido, Australia y Nueva Zelanda, cuya prohibición entrará en vigor a finales del mes. Los cinco miembros del “Five Eyes” coordinaron rápidamente esfuerzos para blindar sus datos.

El 20 de marzo la Unión Europea puso en marcha la misma medida de prohibición a la que países como Noruega se suman y muy probablemente otros seguirán.

Pakistán prohibió el uso de Tiktok de manera temporal y ésta es la cuarta vez que lo hacen bajo la excusa de que promueve contenido inmoral. El gobierno talibán de Afganistán en el 2022 también ha prohibido la aplicación bajo la razón de proteger a los menores de edad.

La prohibición de una empresa como TikTok ha despertado un debate en Washington entre algunos más radicales como Alexandria Ocasio-Cortez, representante demócrata del Congreso, quién publicaba un video, precisamente en TikTok, que se hizo viral con más de tres millones y medios de vistas en menos de 48 horas en el que explicaba sus razones por las que la plataforma no debería ser ilegalizada.

Tanto Ocasio-Cortez como otros grupos como La Unión de libertades Civiles advierten de que prohibir el uso atenta contra la primera enmienda de la Constitución americana.

El debate es muy complejo sin duda en un país en el que se garantiza el respeto a las libertades personales; sin embargo, el uso de la información no es un debate simple. La información que se desvía a usos malévolos puede convertirse en un arma poderosa en contra de un gobierno, de un Estado y por tanto de una sociedad.

El vacío de legislación no puede ser una excusa para dejar operar libre y sin parámetros a empresas controladas por otros Estados que de paso son competidores. Si las agencias de inteligencia afirman que hay un gran riesgo para la seguridad nacional de la nación, lo correcto y oportuno es imponer restricciones para prevenir esos vacíos en los que Beijing ha demostrado una y otra vez que sabe usar con astucia y consigue penetrar sus tentáculos.

El enfrentamiento entre Washington y Beijing está motivado más que en la lucha económica en la sobrevivencia de valores… y finalmente Occidente parece estar entendiéndolo.

 

¡Y el AUKUS, finalmente, nació! Nieves C. Pérez Rodríguez

En septiembre del 2021 se le daba nombre al acuerdo que era bautizado antes de que objetivamente naciera. El peculiar anuncio de AUKUS se hizo previo a la discusión exhaustiva de los puntos concretos de la alianza, lo que de por si le imprimió un carácter disímil y, finalmente, dieciocho meses más tarde, los tres socios se reunieron en San Diego, California, para formalizar con apretones de manos, fotos y anuncios oficiales que AUKUS es tan real que comenzará a dar sus frutos.

La asociación entre Australia, Reino Unido y Estados Unidos (AUKUS por sus siglas en inglés) está viva y tiene objetivos muy claros en el futuro, en un mundo cada vez más dividido en el que China y Rusia se acercan y las democracias se juntan para protegerse y por tanto fortalecerse.

Otras democracias como Japón, Corea del Sur, Taiwán y hasta la misma Filipinas se han acercado a los Estados Unidos, como mecanismo de supervivencia. Y en los últimos tiempos hemos sido testigo de esos acercamientos que se materializan con visitas de altos funcionarios, maniobras militares en conjunto, establecimiento de bases militares en cooperación o envío de misiones que se despliegan tanto para entrenar como para el envío de un mensaje directo a quienes pretendan desestabilizar la dinámica del Pacífico y el Indico.

Por su parte, el primer ministro británico, Rishi Sunak, hacía un anuncio el domingo (justo a un día del encuentro de los tres líderes) sobre el aumento en su presupuesto de defensa a 6 mil millones de dólares para fortalecerse contra la invasión rusa a Ucrania, que ha despertado viejos fantasmas en Europa, pero con ojo y el énfasis en la creciente amenaza China. El anuncio se da en medio de una situación doméstica comprometida para Sunak, con protestas en las calles y una situación económica desfavorable. Por lo que justificó la necesidad de la alianza, además, con empresas como Rolls-Royce, la gigante británica de ingeniería que proporcionará los reactores para los submarinos de propulsión nuclear, lo que será  una fuente de puestos de empleos locales.

El primer ministro australiano, Anthony Albanese, describía el acuerdo como la “mayor inversión individual en la capacidad de defensa de Australia”.  Australia viene desarrollando un pensamiento más estratégico, al menos desde 2020, desde donde ha venido buscado expandir su papel en la región contando con mayor capacidad a la vez que va acompañado de la mano de otras potencias que le servirán de apoyo de necesitarlo.

El comunicado oficial emitido por el Departamento de Estado al respecto decía que “gran parte de la historia del siglo XXI se escribirá en el Indo-Pacífico y para mejorar la prosperidad económica, la libertad y el Estado de Derecho, y para preservar los derechos de cada país. AUKUS ayudará a compartir la visión compartida de una región del Indo-Pacifico libre y abierta para las generaciones venideras”.

Aukus es un pacto que está concebido para enfrentar la expansión de China en el Pacífico occidental por lo que la incorporación de submarinos a la ecuación va a dar muchos beneficios. Los submarinos llevarán armas convencionales y los reactores nucleares. Se estima que a fines de la década de 2030 el primer submarino de última generación esté listo en el Reino Unido y contará con una gran cantidad a bordo de tecnología.

El AUKUS se compone de dos pilares, uno lo define el esfuerzo trilateral para apoyar a Australia en el desarrollo, construcción y operación de submarinos de propulsión nuclear y el segundo pilar se enfoca en acelerar la cooperación en tecnología crítica que incluyen capacidades cibernéticas, inteligencia artificial, tecnologías cuánticas y capacidades submarinas adicionales, hipersónicas entre otras.

En el fondo, aunque en una primera etapa impulsará a Australia, se busca mejorar las capacidades de defensa de las tres naciones que lo componen. Aunque de acuerdo con Charles Edel, respetado experto en asuntos australianos con foco en defensa, en el fondo la triple asociación busca impulsar la integración tecnológica para hacer crecer la capacidad industrial y profundizar de esta forma la coordinación estratégica entre las tres naciones.

Edel explica que esta alianza buscar transformar la capacidad de construcción naval de las tres naciones, pretende ser un acelerador tecnológico y a cambiar el equilibrio de poder en el Indo-Pacifico y, en última instancia, está destinado a cambiar el modelo de cómo opera Estados Unidos, y como empodera a sus aliados.

Las imágenes y las palabras que nos dejó el encuentro de tres poderosos líderes de Washington, Camberra y Londres después de todos los estragos de la pandemia revelan cómo las viejas democracias están recurriendo a estos acuerdos para contrarrestar a un nuevo pero peligroso adversario: China.

Y aunque ya existía una afiliación a través de la asociación del Five Eyes que tuvo su origen en los cuarenta y se expandió durante la Guerra Fría, y aunque en sus inicios Australia no era parte se incorporaron y desde entonces ha sido parte fundamental y claramente en el futuro cercano. Australia será un importante actor en los años venideros en la región y jugará un rol determinante

INTERREGNUM: Manila se acerca a Washington. Fernando Delage

Una nueva pieza se ha vuelto contra China en el tablero estratégico asiático. Después de contar Pekín durante seis años con la simpatía del gobierno de Rodrigo Duterte, su sucesor como presidente de Filipinas, Ferdinand “Bongbong” Marcos Jr., ha reforzado la relación con Estados Unidos. Como Duterte, Marcos defiende una política exterior independiente, pero, frente al complejo equilibrio que debe mantener el archipiélago entre su principal aliado de seguridad y su principal socio comercial, la balanza se ha inclinado esta vez hacia Washington, proporcionando a Manila un papel no menor en la estrategia de la administración Biden hacia el Indo-Pacífico. Es, con todo, un giro causado por las propias acciones chinas, más que por las diferentes perspectivas de ambos líderes filipinos.

Tras llegar a la presidencia, Duterte prefirió hacer caso omiso a la sentencia del Tribunal Permanente de Arbitraje de La Haya que, en julio de 2016, falló a favor de Filipinas en la demanda presentada ante el Tribunal por su antecesor, Benigno Aquino III, contra las reclamaciones de soberanía de Pekín sobre las islas del mar de China Meridional. Duterte pensaba que una relación más estrecha con China reduciría las tensiones por los conflictos marítimos, supondría un apoyo externo a su guerra contra las drogas y, sobre todo, se traduciría en inversiones para el desarrollo de su ambicioso plan nacional de infraestructuras. El fracaso de dicha política se haría pronto evidente, sin embargo. Los compromisos de inversiones chinas nunca fueron los previstos, y los incidentes entre buques de pesca filipinos y unidades paramilitares chinas tampoco cesaron.

El propio Duterte terminaría dando marcha atrás, al ser consciente del carácter indispensable de la alianza con Washington para la seguridad de Filipinas. La normalización de las relaciones con Estados Unidos no es por tanto una sorpresa ni una decisión abrupta.  Pero conforme la presión china ha ido a más—las patrullas de sus buques guardacostas se han incrementado notablemente en los últimos meses—, también Marcos ha ido más lejos en su acercamiento a la administración Biden. Además de la integridad territorial filipina, otro factor explica ese resultado:

Taiwán. Marcos ha manifestado públicamente su preocupación por el aumento de la tensión en el estrecho, pues, dada su cercanía, todo escenario de conflicto implicaría de una manera u otra a Filipinas.

Su respuesta a la asertividad china se concretó el mes pasado. Por una parte, durante la visita a Manila del secretario de Defensa de Estados Unidos, Lloyd Austin, ambas naciones anunciaron la ampliación del acuerdo de cooperación en defensa de 2014 de las cinco instalaciones militares contempladas originalmente a un total de nueve (incluyendo al menoscuna situada enfrente de Taiwán). Las fuerzas norteamericanas, que además podrán establecerse de manera permanente y no rotatoria, contarán de este modo con una capacidad adicional de proyección desde el archipiélago en el caso de futuras contingencias.

Sólo unos días después Marcos viajó a Tokio, donde firmó con el primer ministro, Fumio Kishida, un acuerdo que permitirá a las fuerzas de autodefensa japonesas operar en Filipinas en caso de desastres naturales y urgencias humanitarias. Para los dos gobiernos se trata tan sólo del primer paso hacia una mayor cooperación militar entre ambas naciones. La relación Manila-Tokio—aliado clave de Estados Unidos—complementa así la estrategia norteamericana con respecto al mar de China Meridional y el estrecho de Taiwán. De hecho, el propio Marcos reveló que los tres países mantienen conversaciones acerca de un posible pacto de defensa trilateral.

INTERREGNUM: China-EE UU: la espiral que no cesa. Fernando Delage

Aunque el incidente del globo espía chino aún no ha llegado al final de su recorrido, ha hecho evidente cómo, en un contexto de competición estructural entre dos grandes potencias, cualquier hecho menor puede magnificarse. El problema no es que China espíe—sería del todo anormal que no lo hiciera—, sino que el incidente haya distraído a ambos gobiernos con respecto a cuestiones mucho más relevantes. Y que lo haya hecho, además, cuando—tras el encuentro entre Biden y Xi Jinping en noviembre—se había restaurado la intención de volver al diálogo. La suspendida visita a Pekín del secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, tenía precisamente como objetivo intentar avanzar hacia alguna fórmula estable de interacción entre los dos países. Su encuentro en Múnich el pasado sábado con su homólogo chino, Wang Yi, reunión que no se confirmó hasta el último momento, no sirvió más que para una nueva escalada retórica en sus denuncias mutuas.

Tanto Blinken como Wang se encontraban, es cierto, con un limitado margen de maniobra. Por parte norteamericana, el globo espía no ha hecho sino agravar la percepción de la amenaza china, convertida en tema central de la política nacional. Por parte china, no puede descartarse que todo haya respondido a un fallo de coordinación, y que la trayectoria del globo en cuestión fuera desconocida por los máximos dirigentes. No tiene realmente sentido que el presidente chino diera su visto bueno a una incursión en el espacio aéreo de Estados Unidos cuando trataba de rebajar la tensión con Washington.

Sin embargo, tras un breve intento de disculpa inicial, el gobierno chino pasó a la ofensiva. El portavoz del ministerio de Asuntos Exteriores culpó a Washington de exagerar la cuestión y “recurrir a la fuerza de manera inaceptable e irresponsable” al derribar al artefacto, además de atribuirle el despliegue de sus propios globos espía sobre territorio chino. En Múnich, fue el jefe de la diplomacia china, Wang Yi, quien advirtió a Washington sobre la “erosión de la confianza mutua y el riesgo de un accidente”. Urgió asimismo a Estados Unidos a “cambiar de dirección, y a reconocer y reparar el daño causado a las relaciones bilaterales”.

Lejos de atender sus sugerencias, Blinken dio a entender que China podría estar dispuesta a proporcionar ayuda militar a Rusia en su campaña contra Ucrania; un comentario que resta credibilidad al anuncio hecho por Wang de que Pekín ofrecerá una propuesta para poner fin a la guerra. Lo que intenta la República Popular es tratar de normalizar la relación con los europeos después de haber levantado las restricciones por la pandemia y, de paso, evitar un completo alineamiento del Viejo Continente con Estados Unidos. Antes de acudir a la Conferencia de Seguridad de Múnich, Wang visitó Francia e Italia, y esta misma semana viajará a Hungría y Moscú. La preparación de los próximos viajes de Macron y Meloni a Pekín le ofrecieron una oportunidad para tantear el terreno, aunque con escasos resultados, pues China no abandona la posición de que Estados Unidos y la OTAN son los responsables del conflicto en Ucrania.

Las circunstancias no facilitan pues la restauración de un entorno de estabilidad. Es habitual que, en las relaciones entre Estados Unidos y China, se produzca cada cierto tiempo una crisis, cuya consecuencia es el bloqueo diplomático, hasta que ambas partes coinciden en que ha llegado el momento para un deshielo y retoman las conversaciones. La crisis del globo espía es aún muy reciente. Pero el calendario electoral norteamericano no ayudará a una rápida desescalada. De cara a su reelección, Biden puede estar predispuesto a reforzar su línea dura hacia China. Mientras, tampoco Xi puede ceder cuando observa a los aliados europeos y asiáticos de Estados Unidos formando un frente común contra la República Popular. El previsto viaje a Moscú del presidente chino podrá darnos, no obstante, algunas claves sobre lo que cabrá esperar en los próximos meses.

Diplomacia y globos espías. Nieves C. Pérez Rodriguez

El globo chino ha despertado todo tipo de comentarios y ha activado un debate que se ha ido consolidando en los últimos años en Washington que se resume en que China es el mayor riesgo para la seguridad nacional de Estados Unidos. La aparición del globo en Montana, al que se le dejó volar de costa a costa hasta que fue finalmente fue derribado, ha servido a los republicanos como la excusa perfecta de ataque en contra de la Administración actual.

Resulta sorprendente que conociéndose desde el principio que el artilugio era chino y que además obviamente estaba recolectando información (aunque se puede discutir qué tipo de datos) violando el espacio aéreo estadounidense no fuera derribado o neutralizado en cuanto fue detectada su presencia.

El fabricante responsable del globo es Zhuzhou Rubber Research & Design Institute Co Ltd, un instituto de investigación militar propiedad del gobierno chino con licencias de producción de armas, información que estuvo disponible en su página web hasta que comenzó a publicarse sobre ello lo que hizo que fuera bajado del sitio web. Y aunque efectivamente es una institución de investigación encargada de diseñar los globos, también trabaja para todas las ramas militares del EPL de acuerdo con información publicada por la periodista Jennifer Zeng en su blog personal.

Los restos del globo que han sido recuperados ahora están siendo exhaustivamente examinados en busca de toda información que puedan aportar para poder entender mejor al adversario de acuerdo con el profesor Gregory Falco del departamento de Ingeniería civil de sistemas de la Universidad John Hopkins. Asimismo explica Falco que es posible que la data obtenida por el objeto volador era enviada a China usando una red satelital híbrida que utiliza plataformas de gran altitud para transmitir datos al satélite compatible con la órbita más cercana. Una vez que la información llegó al satélite está en territorio seguro para China.

Los globos equipados con sensores de alta tecnología flotan sobre un sitio por mucho más tiempo que un satélite espía por lo que pueden captar transmisiones de radio, celulares y otras pequeñas señales que no pueden detectarse desde el espacio, razón por la que se dispararon las alarmas en Washington cuando se supo que el globo estaba flotando sobre en Montana donde hay un arsenal de armas nucleares estadounidenses, sostiene David Sanger periodista del New York Times.

Además de que la aparición del globo sucede en un momento de fuertes asperezas y gran tensión diplomático entre ambas naciones, en medio de una recesión económica internacional y en efecto una economía china golpeada como consecuencia de la pandemia. Sumado a los efectos que ha generado la guerra de Ucrania en el costo y distribución de combustible y cereales.

A nivel doméstico el globo coincide con uno de los momentos políticos más importantes de la política de los Estados Unidos, a tan sólo un par de días del discurso del Estado de la Unión, en la que el presidente hace una especie de rendición de cuentas y perfila el futuro y las prioridades de su agenda. El presidente Biden apareció rejuvenecido y energizado, aunque es imposible olvidar que tiene 80 años encima, aunque tal y como el mismo dijo “nadie cuenta con la trayectoria política en Washington como la suya”.

El discurso se centró en su mayoría a nivel interno, parece que Biden le habló a su base electoral, al trabajador de la base de la pirámide social. Desaprovechó el momento para hablar de la necesidad de Estados Unidos de continuar con la lucha internacional de los valores democráticos en el mundo. Apenas hizo mención sobre América Latina, por citar un ejemplo. Solo dijo que durante su Administración reunificó a la OTAN y que seguirán apoyando a Ucrania el tiempo que sea, y tuvo como invitada de honor a la embajadora de Ucrania para mostrar su compromiso.

En cuanto a China, pues no fue tan enfático como muchos hubieran esperado. Aunque mencionó siete veces al presidente Xi Jinping. En medio del debate de la invasión del globo chino, afirmó que “China es un competidor pero que está dispuesto a trabajar junto a ellos en lo que pueda suponer un avance para los intereses estadounidenses y beneficie al mundo. Pero si China amenaza la soberanía de EE. UU., actuaremos para protegernos”.

Usó el momento para de mencionar el origen de los semiconductores que fueron inventados en América por lo que pertenecen a América, justificando la necesidad de más producción de chips en territorio nacional y la inversión en innovación e industrias del futuro en territorio estadounidenses. Ahora no se habla de hacer América grande sino de retornar las industrias a América. Un patrón que viene repitiéndose durante años y parece que se ha convertido en la nueva política exterior de los Estados Unidos. El mundo cada vez mas interconectado y caminando a la regresión de las libertades y la globalidad…