EVENTO: China 2025. Cuando el futuro de China puede ser nuestro futuro.

Lunes 10 de Junio

ASOCIACIÓN DE LA PRENSA DE MADRID.

C/ Claudio Coello 98

PROGRAMA:

16.30 – 17.00 Entrada y Registro.

17.00 – 18.00
Presentación del libro de Águeda Parra: “China, Las Rutas de Poder”, prologado por Eugenio Bregolat.
Coloquio entre Georgina Higueras y Águeda Parra.

18.00 – 19.45 Mesa redonda.
“Made in China 2025” Cuando el futuro de China puede ser nuestro futuro.
Debate sobre el horizonte económico, militar, político y tecnológico de China.
Modera Julio Trujillo, Director de 4Asia.

Ponentes: Miguel Ors, José Pardo de Santayana, Águeda Parra y Miguel Solana.

19.45 – 20.00 Clausura del Acto.
Julio Trujillo, Director de 4Asia.

Inscripción gratuita en contacto@4Asia.es hasta completar aforo

INTERREGNUM: Civilizations; Clash or coexistence? Fernando Delage

(Traducción: Isabel Gacho Carmona) The rise of China is not only transforming the global balance of power. It is also a challenge to the liberal values that served as the basis for the international order still in force, created after the Second World War. China is a great defender of the Charter of the United Nations and the principle of absolute sovereignty of the nation-state – which in its opinion is incompatible with Western efforts to promote its political schemes in the rest of the world – but at the same time it define itself, rather than as a nation or territory, as an exceptional civilization that can offer an alternative model to liberal democracy.

The new authoritarianism stands, in practice, more on cultural than on ideological pillars. Capitalism also prevails in China (or Russia), although under the direct supervision of the State: economic interventionism is a central element of their definition of “sovereignty”, and of the battle against Western pluralism. It is the cultural differentiation which is also used to justify the rejection of the universality of human rights, the rule of law or press freedom.

The irruption of the breakdown among civilizations as a structural factor of the world’s geopolitical dynamics-in addition to economics and security-was a famous argument advanced by the Harvard University professor Samuel Huntington 25 years ago. But the way in which States like China or Russia (also Turkey or Daesh itself) resort to criteria of civilization to express their identity in the international system, is a phenomenon that has not been given enough attention. It is a deficit that some experts try to correct, such as the professor at the London School of Economics Christopher Coker in his recent book “The rise of the civilizational state” (Polity Press, 2019).

The People’s Republic of Xi Jinping defends, as is well known, a model of “socialism with Chinese characteristics” that combines a Leninist State with a neo-Confucian culture. Resorting to the historical continuity of its civilization, the nationalist discourse of Beijing pursues the promotion of its status as a great power by criticising liberal universalism. The challenge is, therefore, how to articulate the coexistence among very diverse civilizations, including those that have placed themselves at the centre of world power and will not continue to accept a subordinate position to the West.

Also, here China seems be taking the initiative. Last week, at a conference on the dialogue between Asian civilizations´ opening in Beijing, President Xi pronounced himself on the grave error of considering one race and civilization as superior to the others, and the disaster that would involve trying to remake one´s civilization on the basis on other from the outside. “The different civilizations are not destined to face each other,” Xi said. “The growing global challenges facing humanity, he added, require joint efforts,” in which culture will play a fundamental role.

We do not know if it’s a coincidence, but a few days before the head of the planning office of the US State Department declared in Washington that, for the first time, the United States faces “a competitor that is not Caucasian.” The current commercial tensions develop in a context in which a “battle with a truly different civilization” is fought. The controversy was served, in a new demonstration that the pressures on the liberal order come not only from China or Russia, but-perhaps more worryingly-from within, driven by this phenomenon of identity populism, and by a US administration who seems to have forgotten the secret of its leadership for seven decades. Demonizing third powers when the West is eroding in its own bosom will not serve to restore the strength of the principles that created the modern world. It can even lead to lose the ability to define the terms of the debate that will shape the history of the coming decades.

El inesperado líder contra el cambio climático. Isabel Gacho Carmona

Bien es sabido que el desarrollo económico chino ha estado basado en el carbón como fuente de energía. Desde la perspectiva de las élites, la degradación medio ambiental era un precio necesario a pagar para el crecer y acabar con la pobreza extrema.

Hasta la década de los 2000, China no se propuso en ningún momento reducir sus emisiones de CO2. De hecho, los líderes temían los intentos de interferencia de países occidentales en nombre de la protección medioambiental. Esta situación ha cambiado hasta tal punto que, en 2015, en París, China se presentó al mundo como firme defensor y hasta como líder de la lucha contra el cambio climático. ¿Qué ha llevado a Pekín a tomar esta dirección?

Con las primeras reformas económicas impuestas por Deng Xiao Ping desde 1978, se fue abandonando la planificación y virando hacia una economía de mercado, que se empezaría a consolidar a partir de 1992. Durante los primeros años de apertura se impulsó la economía del país, sin embargo, la escasez de energía frenaba el crecimiento económico.

Esta necesidad de energía se traduciría en una transición energética. Hubo algunas reformas en los años 80, pero es en la década de los 90 cuando podemos hablar de una verdadera transición. Quizá sus rasgos más característicos fueron la aceleración de la demanda de energía primaria, sobre todo hidrocarburos, pero su carácter todavía muy continuista en lo que se refiere a la dependencia del carbón. De hecho, según las proyecciones, el carbón seguirá siendo la columna vertebral del sistema, aunque pierda relevancia en términos relativos con la entrada en el juego de otras fuentes de energía.

A partir de los 2000 se pone en la mesa reducir la dependencia del carbón y la inversión en energías renovables. Lo hemos visto en occidente a lo largo de los siglos XIX y XX, el desarrollo económico viene con una fase deterioro medioambiental seguido de otra de búsqueda de la sostenibilidad. La aparición de clases medias urbanas favorece este cambio. Pero si es un cambio de paradigma que ya hemos vivido en occidente, ¿Por qué China, que apenas acaba de empezar a darlo, se está erigiendo cómo líder? Y, ¿Por qué ahora?

China es un país con muchas particularidades: su inmensa población, su régimen político, sus grandes reservas de carbón… Que son factores que no hay que dejar de tener en cuenta. Pese a estas singularidades, las fases de desarrollo que ha seguido son muy similares a las que siguieron las otras potencias globales actuales. La diferencia radica en el tiempo.

China ha crecido más tarde y más rápido que el resto de las potencias que se podrían erigir como líderes de este cambio. Tras muchos años creciendo en la sombra, China se encuentra ahora viviendo una etapa de moderación en su crecimiento y con una proporción de clase media urbana mucho mayor que años atrás. Estos ingredientes se traducen en un escenario propicio para dar un giro ambiental en su desarrollo. El hecho de que hayan llegado a esta situación a la vez que se erige como potencia global y a la vez que la lucha contra el cambio climático ocupa un lugar predominante en la agenda mundial es un hecho insólito y se presenta como una oportunidad.

Esta situación se ha dado, para más inri, en un contexto de declive de la hegemonía estadounidense a favor de un orden global multipolar, y China se quiere presentar como potencia responsable. Entre los actores que podrían liderar este cambio nos encontramos a una Unión Europea pionera en políticas de desarrollo sostenible y protección ambiental, pero con una falta clara de voz y acción en política exterior a nivel global. Por otro lado, nos encontramos a un Estados Unidos proteccionista, centrado en sí mismo y, lo más importante, negacionista del cambio climático.

En definitiva, se han juntado muchos factores que dan sentido a la situación actual. Sin embargo, no hay que perder de vista que, pese a los esfuerzos y a la retórica, sigue siendo el país que más CO2 emite del mundo.

Para más información, consulte este artículo publicado en companias-de-luz.com: https://www.companias-de-luz.com/los-movimientos-migratorios-y-el-cambio-climatico/

La antigüedad de Trump y la paciencia china

Trump es un hombre antiguo. En muchos sentidos, pero fundamentalmente es políticamente antiguo. Carece de una cultura básica de historia de EEUU, de sus instituciones, sus tradiciones y sus experiencias. En su vanidad, está convencido de que la historia que se ha construido de sí mismo, de unos éxitos empresariales cada vez más en sombras, avalan su currículum para dirigir el país más influyente y poderoso del planeta.

Así, negocia como un comerciante antiguo que, instalado en la soberbia y en la superioridad, cree que con un aparato estatal detrás puede ganarlo todo. Sin la menor sofisticación, despreciando a la diplomacia tradicional y a base de mensajes en las redes sociales combina amenazas e insultos zafios con halagos igual de artificiosos y vulgares, lo que consigue poco de sus adversarios y confunde con frecuencia a sus aliados.

Así, pasar del despliegue de una flota considerable frente a Corea del Norte con insultos personales al presidente norcoreano a halagos y guiños de vendedor de biblias del siglo pasado apenas ha conseguido avances, pero ha sembrado de dudas a los aliados tradicionales de Estados Unidos en el Pacífico. Y, a la vez, su personalismo, sus malos modos, sus maneras y sus comportamientos convierten los puestos a su alrededor en trabajos de alto riesgo y de gran rotación porque pocos resisten el tiempo suficiente para desempeñar un trabajo apreciable.

Pero el enfrentamiento principal de este momento es con China y aliados, que tienen una cultura psicológica, emocional y de prioridades completamente distinta y, lo más importante, con un concepto de los tiempos que nada tiene que ver con el occidental.

Al margen de las razones, China actúa en función de lo que cree para sus intereses nacionales, la dirige un gobierno que no tiene que rendir cuentas a su sociedad y sin contrapesos de poderes y actúa como si dispusiera todo el tiempo del mundo. A ese escenario se enfrenta Trump con precipitación y prepotencia, improvisando como un tahúr y en unas maniobras que parecen poder en riesgo algunos intereses occidentales legítimos.

THE ASIAN DOOR: El iceberg de nombre Huawei. Águeda Parra

Estados Unidos y China no parecen entenderse. O quizá demasiado. La decisión de la administración Trump de empezar a aplicar nuevos aranceles sobre los productos chinos por valor de 200.000 millones de dólares vuelve a tensar una relación que la tregua comercial no ha conseguido rebajar. Competir por el mismo objetivo, uno como valedor de ostentar la posición de potencia hegemónica, y el otro como protagonista de la reivindicación por un nuevo orden mundial, tiene este tipo de consecuencias.

La advertencia del gobierno norteamericano se basa en considerar que los componentes chinos puedan tener puertas traseras que permitan el espionaje de las comunicaciones por parte del gobierno chino, sin que por el momento existan pruebas que lo demuestren. Sin embargo, la CIA acusa a Huawei de haber estado financiada por el gobierno chino y, de existir la amenaza que pronostica Washington, las consecuencias más importantes no serían únicamente las comerciales, sino las implicaciones militares, por el grave efecto que podrían tener las vulnerabilidades de seguridad de Huawei en cuestión de seguridad nacional.

Con una batalla no se gana la guerra, y mientras la campaña comercial no parece tener un ganador claro, sin embargo, en lo tecnológico, China parece estar sorteando los planes de Estados Unidos de frenar su futuro liderazgo. El clásico chino de El arte de la guerra de Sun Tzu indica que “un ejército victorioso gana primero y entabla la batalla después”, situación que parece adaptarse a la estrategia seguida por Pekín en su ambición tecnológica. En este contexto, China ha estado haciendo sus deberes casi desde que Washington comenzara a alertar sobre los problemas que podría acarrear para la seguridad del resto de países incorporar la tecnología china como parte de la red de sus telecomunicaciones nacionales. Y hasta ahora el “ejército victorioso” ha ganado ya algunas batallas.

La primera sería la del liderazgo por la inversión, donde China se ha posicionado como un fuerte competidor, sobrepasando el gasto realizado por Estados Unidos hasta alcanzar los 24.000 millones de dólares, con una estimación de 411.000 millones de dólares en los próximos diez años. Una inversión que también se extiende por los países de África, donde muchos gobiernos están optando por la tecnología de Huawei para el desarrollo de la red 5G en base, por una parte, a las buenas relaciones bilaterales con China y, por otra parte, a los competitivos precios del suministrador chino respecto al resto, sin entrar a valorar demasiado las amenazas por cuestiones de ciberseguridad sobre las que Washington no ha cesado de advertir.

En lo geopolítico, la balanza también parece estar cayendo del lado de Pekín. Que los países que se han mostrado a favor de no vetar a Huawei para el despliegue de la red 5G sumen más del 40% del producto interior bruto mundial es un éxito de la diplomacia china. Entre ellos, Reino Unido que, en busca de aliados ante un posible Brexit, y a pesar de ser miembro de la alianza de inteligencia denominada Five Eyes (FVEY), ha optado por no seguir la recomendación de Washington, pasando a liderar el grupo de aquéllos que apoyan a Huawei aunque incorporando medidas de seguridad adicionales. Reino Unido, no es el único a favor de la empresa china del grupo los cinco países, que además integran Estados Unidos, Australia, Canadá y Nueva Zelanda. Éste último, aunque inicialmente siguió la recomendación de Washington de aplicar el veto en diciembre de 2018, se ha pasado al grupo de países que no quieren verse desplazados en una más lenta adopción de las revolucionarias aplicaciones que utilizarán la tecnología 5G, una carrera que marcará una clara diferencia entre los países, esta vez no por su nivel de desarrollo económico, sino por el tecnológico. Al final, la relación calidad-precio está marcando el debate en muchos países, incluido España. En la decisión de Nueva Zelanda también ha influido el enfriamiento de las relaciones comerciales con China tras la decisión de vetar inicialmente a Huawei, un efecto que ya ha comenzado a resentirse en el entorno de los negocios en Canadá.

Sin embargo, otros países encuentran otras razones para vetar a Huawei, como la República Checa, un país pequeño que, a pesar de formar parte del mecanismo 16+1 que reúne a China y a los Países de Europa Central y Oriental (CEEC, en sus siglas en inglés), ha preferido situarse al lado de Estados Unidos, buscando un mayor apoyo ante las posibles consecuencias. En el caso de Vietnam, donde el gobierno considera el desarrollo de la red 5G una prioridad política, el veto a Huawei surge, sin embargo, por diferencias históricas con China.

Entre los países a favor también figura Alemania, la propia Comisión Europea, y el operador holandés KPN, que han alcanzado el acuerdo de dar acceso a Huawei a su red de radio, menos expuesta a cuestiones de ciberseguridad, mientras la parte de la red principal, mucho más sensible a este tipo de ataques, quedará fuera del alcance del suministro chino. Un respaldo que muestra el nivel de integración al que ha llegado Huawei con los operadores europeos con los que ha cerrado hasta 23 de los 40 contratos de despliegue de red 5G en Europa. El resto se reparten entre 10 en Oriente Medio, 6 en Asia Pacífico y 1 en Asia, mientras resulta sorprendente que en China solamente figuren, por el momento, algunos proyectos en Shanghai y Shenzhen.

Todo un caleidoscopio de razones que mantienen de nuevo dividido el mundo en una cuestión bipolar, esta vez teniendo que elegir entre Estados Unidos y China. Una decisión que trasciende al reconocimiento internacional de quién es la potencia hegemónica y qué capacidades tiene la aspirante al puesto, sino que esconde múltiples derivadas que van a marcar en los próximos meses el devenir de la economía internacional, la lucha por el poder tecnológico, y el futuro desarrollo militar de China, principalmente por una cuestión de estándares, aunque ésta es otra guerra.

INTERREGNUM: Modi renueva. Fernando Delage

Después de tres décadas de fragmentación política, expresada en sucesivos gobiernos de coalición integrados por un número cada vez mayor de partidos locales y regionales, el Bharatiya Janata Party (BJP) obtuvo una rotunda mayoría en las elecciones indias de 2014. Su candidato, Narendra Modi, prometió a los votantes la recuperación de un alto ritmo de crecimiento económico, la erradicación de la corrupción y un salto cualitativo en el estatus internacional del país. El proceso electoral que comenzó en abril, y cuyos resultados finales se dieron a conocer el 24 de mayo, constituyó por tanto un referéndum sobre Modi y sus compromisos. Pero también sobre un determinado modelo de nación.

La amplia renovación de su mayoría revela que su victoria en 2014 no fue sino el anticipo de una reconfiguración de la escena política nacional. El BJP, brazo político del nacionalismo hindú, ha sustituido al Partido del Congreso—la organización que lideró la lucha anticolonialista y mantuvo la hegemonía parlamentaria durante décadas tras la independencia—, como principal fuerza dominante. Las elecciones también implican por tanto el ascenso de la identidad hinduista frente al secularismo y multiculturalismo que impregnó la filosofía política de Gandhi y de Jawaharlal Nehru, así como de los descendientes de este último al frente del Congreso.

La primera cuestión que se plantea tras su reelección es cómo utilizará Modi su reforzado mandato para avanzar en su promesa original de creación de empleo y oportunidades económicas. India afronta graves desafíos, como un persistente déficit fiscal, una modesta inversión privada o la debilidad estructural del sistema financiero. En sus primeros cinco años, Modi ha evitado las grandes reformas: no ha privatizado las empresas estatales deficitarias, ni modernizado la restrictiva legislación laboral, como tampoco ha reformado el mercado del suelo o el sistema bancario, aún dominado por el Estado.

Otra serie de asuntos tienen que ver con la política exterior. Modi ha desplegado un activismo internacional sin precedente desde que fue elegido en 2014. El primer ministro es consciente de que el imperativo interno del desarrollo social y económico es inseparable de un mayor papel de India en el sistema internacional. Pero ¿qué consecuencias tendrá este auge nacionalista para las relaciones de India con sus vecinos y Asia en su conjunto?

La escalada de tensión con Pakistán tras los atentados de febrero en Cachemira, y la firmeza mostrada por Modi, han sido sin duda uno de los motivos por el que los indios le han renovado la mayoría. Cabe esperar que el primer ministro reanude tras las elecciones el interrumpido diálogo diplomático con Islamabad, aunque también puede dudarse de que éste vaya a conducir a la estabilidad en el subcontinente. La presencia de Modi en la próxima cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS) el 13-14 de junio, donde se encontrará con su homólogo paquistaní, Imran Khan, dará no obstante algunas pistas.

Pero el juego mayor consiste en seguir maximizando su posición de equilibrio entre China y Estados Unidos. La manera positiva en que Pekín ha saludado la reelección de Modi, y la menor hostilidad pública de este último hacia la iniciativa de la Ruta de la Seda, permite pensar en una etapa de cierto acercamiento diplomático y económico pese a sus intereses estructurales en conflicto. La incertidumbre que crea Trump para ambos es un poderoso motivo de conciliación.

Con todo, el mayor desafío de Modi es el proporcionar los medios para poder hacer realidad sus ambiciones de convertirse en un elemento central del equilibrio de poder en Asia. Su “Act East policy”, con la que trataba de insuflar nueva fuerza a la más modestamente denominada “Look East” de sus antecesores, no se ha traducido en iniciativas concretas o en la aportación de la financiación necesaria. Antes de que termine su segundo mandato, India será el país más poblado del planeta e irá camino de convertirse en la tercera mayor economía en PIB nominal. Los condicionantes internos seguirán frenando, sin embargo, su papel como gran potencia.

Por qué Israel innova y España no (3). Bedel de día, matemático de noche. Miguel Ors Villarejo

En Israel, el modelo de crecimiento basado en la movilización de recursos que vimos en la entrega anterior empezó a agotarse en los años 70. A partir de ese momento, la innovación debería haber tomado el relevo, pero muchos sectores (telefonía, distribución, automóvil) funcionaban en régimen de monopolio y, sin la disciplina del mercado, ¿para qué vas a molestarte en urdir artículos nuevos o mejorar y abaratar los existentes?

En consecuencia, como sucedió a los rusos en la fase terminal del comunismo, el nivel de vida de los israelíes se fue deteriorando y el estallido de las crisis del petróleo los acabó de empobrecer. El Gobierno intentó preservar la renta real de sus ciudadanos limitando los precios y subiendo los salarios, pero lo único que logró fue embalsar una inflación que se desbordaría aparatosamente en 1984, cuando el IPC alcanzó el 445%.

La década de los 80 se cerró con un rescate tutelado por el FMI. Por si esto no bastara, el país se disponía a afrontar la avalancha de inmigrantes judíos (unos 800.000) que estaban aprovechando la caída del Muro de Berlín para regresar a Palestina.

Parecía una catástrofe humanitaria, pero resultó un golpe de suerte. Los rusos no pudieron ser más oportunos. Cuando a mediados de los 90 empezaron a llegar a Israel, las compañías estaban ávidas de científicos que les ayudaran a sacar provecho de las novedades informáticas surgidas en Silicon Valley y aquella gente irradiaba erudición. En Startup Nation, Dan Singer y Saul Senor cuentan que a uno lo colocaron de bedel en un instituto de Tel Aviv. El hombre había sido catedrático de matemáticas en la URSS y, al ver el nivel lamentable de los alumnos, empezó a impartir clases nocturnas.

Hoy Google recluta allí a sus programadores.

Los mismos científicos que en la Unión Soviética se ganaban tan mal la vida que preferían ser bedeles de instituto en Tel Aviv son hoy los responsables del milagro israelí. Esa transformación ha sido obra del mercado, como explicaba Netanyahu en la Bolsa de Londres: “El elemento crítico para que la tecnología funcione [y genere prosperidad] es el mercado. Es crítico. Sin él, la tecnología no va muy lejos. Lo que hicimos en Israel hace unos 15 años fue liberalizar nuestros mercados, liberalizar nuestros capitales, liberalizar nuestra divisa. Esto es un cambio importante, y sigue siéndolo para nosotros […] porque permite que la innovación y la originalidad tengan su recompensa”.

Hasta aquí llevamos vistas tres claves que explican por qué Israel se ha convertido en una potencia tecnológica: innovación militar, abundancia de científicos y competencia inclemente. Todo esto es, en principio, perfectamente importable. Nada impide que los españoles invirtamos en I+D, formemos científicos o liberalicemos el mercado. Pero el caso es que no lo hacemos. ¿Por qué?

Lo veremos en la cuarta y última entrega de este apasionante serial.

Repliegue chino en Venezuela. Nieves C. Pérez Rodríguez

Washington.- China ha apostado fuertemente por América Latina. La concesión de créditos públicos ha sido extraordinaria y su presencia ha ido aumentado progresivamente en los últimos años. Comenzaron en los 90 y no han hecho más que crecer, en parte gracias al abandono de Washington de su patio trasero, aunque también debido a la proliferación de gobiernos de izquierda en la región que han preferido las relaciones con China.

Huawei es un buen ejemplo de esa penetración china. La gigantesca corporación de telecomunicaciones china y la segunda que más móviles inteligentes vende, de acuerdo con Forbes, y que tiene acuerdos con 45 operadoras mundiales, tiene presencia desde México hasta Argentina, en mayor o menor media, y ha conseguido hacerse con cuotas de mercado que no hacen más que creer.

En el caso de Venezuela sus operaciones comenzaron en el 2002, y para el 2012 tenía alianzas comerciales con todas las operadoras de telecomunicaciones existentes en el país, tanto de telefonía fija como móvil -CANTV, Movilnet, Movistar y Digitel-.

El plan de Huawei en Venezuela era ambicioso. Llegaron a contar con 3000 empleados de los que sólo quedan 5. Tuvieron oficinas comerciales que ocupaban más de 8 plantas en distintos edificios y ciudades del país. Su visión inicial era convertir a Venezuela en el Hub o el eje tecnológico de América Latina. Lo que no sorprende, pues Venezuela cuenta con una ubicación geográfica privilegiada para conectar a cualquier otro país de la región, además de que Chávez abrió la puerta a China sin restricciones, junto con la posibilidad de múltiples negocios, a cambio de inversiones y mucho efectivo para gastar.

Para Chávez y ahora para el régimen de Maduro, China era una chequera con profundos bolsillos de donde tirar. Las inversiones eran la cobertura perfecta para demostrar que estaban trabajando por el desarrollo del país y la generación de empleos. Lo cierto es que todas esas inversiones se realizaron con personal chino, están paradas, con graves problemas técnicos, y para lo que sirvieron fue para generar más corrupción y enriquecimiento del círculo cercano del régimen.  Y a pesar de que no aportaron realmente a la economía, la deuda está vigente, y Maduro está enviando petróleo para encarar el compromiso.

Huawei ha protagonizado un fuerte debate internacional debido a que representa peligro para la seguridad nacional de los países en los que opera. Con Estados Unidos a la cabeza, las democracias más sólidas del planeta se han cuestionado el uso de equipos Huawei y más preocupante aún, el permitir sus redes de transmisión de datos, por la sospecha que esos datos puedan ser usados por Beijing a su conveniencia. La semana pasada terminó en Washington con la prohibición veto de Huawei en su territorio. Lo que es otro paso adelante en la guerra comercial.

En medio de la mayor crisis que afronta el gigante asiático, Maduro anunció que invertirá en la compañía y llenará al país de antenas para que la nación sudamericana cuente con cobertura 4G. De acuerdo al observatorio de Internet NETBlocks.org, lo que buscan es crear una organización paraguas dirigida por CONATEL (Comisión Nacional de telecomunicaciones) que ha sido el verdugo de los canales de radio y televisión para erradicar la libertad de prensa en Venezuela. Curiosamente CANTV, que es la compañía de telecomunicaciones más antigua y grande de Venezuela, fue renacionalizada en 2007 por Hugo Chávez, controla contenidos y bloquea accesos a páginas webs, de acuerdo a su conveniencia. Cuando las protestas aumentan, tumban las señales de twitter para que los ciudadanos no puedan saber realmente lo que está pasando, pues los canales y radios que quedan responden a los intereses del régimen.

El anuncio del dictador Maduro puede tener dos lecturas. Por un lado, el régimen de Maduro no tiene dinero, Venezuela es un país quebrado gracias al despilfarro y la corrupción, y las sanciones que se han impuesto al régimen que ahora está dejando ver sus efectos. Un Estado fallido, con un país en ruinas en donde los ciudadanos no tienen ni alimentos para sobrevivir. Por otra parte, el momento del anuncio es oportuno para Maduro para intentar reconquistar a Beijing, después de que Huawei fuera vetada por Washington en la misma semana.

China, en su tónica habitual, ha intentado mantenerse al margen del conflicto, aunque tan sólo en el mes de mayo ha dicho en tres oportunidades que abogan por una salida pacífica de la crisis, alineando su posición con la UE.  Los intereses de China en Venezuela son profundos, y sus expectativas de cobrar sus préstamos pragmáticas. Mientras tanto, Maduro es consciente que cada día está más solo, y en un intento desesperado de coquetear con Beijing lanza esa propuesta que carece de lógica, en un país en el que el sistema eléctrico es irregular, hay apagones, y racionamientos, y para poder tener sistemas de internet funcionando, lo primero es tener electricidad.

Maduro necesita de China, pero China da señales de estar prescindiendo del tirano para garantizarse sus intereses en Venezuela. (Foto: Wilfredorrh)

INTERREGNUM 文明:冲突还是共存? 费尔南多德拉格 (Fernando Delage)

(Traducción: Isabel Gacho Carmona) 中国的崛起不仅改变了全球的力量平衡。这也是对作为第二次世界大战后创立的国际秩序基础的自由主义价值观的挑战。中国是“联合国宪章”和民族国家绝对主权原则的伟大捍卫者。但与此同时,它将自己定义为一种特殊的文明,可以为自由民主提供另一种模式。

新的威权主义具有更多的文化支柱而非意识形态的支柱。资本主义在中国(或俄罗斯)也占上风,尽管在国家的直接监督下:经济干预主义是其“主权”和反对西方多元主义的斗争的核心要素。文化差异也是拒绝人权普遍性,法治或新闻自由的理由。

哈佛大学教授塞缪尔亨廷顿25年前曾谈到文明的冲突。但是,对于中国或俄罗斯(也是土耳其或Daesh)如何利用文明在国际体系中表达自己的身份,没有给予足够的重视。一些专家确实关注,例如伦敦经济学院的教授克里斯托弗科克在他最近的书“文明国家的崛起”(Polity Press,2019)。

习近平中华人民共和国辩护,结合了列宁主义国家与新儒家文化的“中国特色社会主义”的一个典范。北京的民族主义话语追求促进其作为一个大国的地位,并谴责自由的普遍主义。面临的挑战是如何阐明不同文明之间的共存,包括那些处于世界权力中心并且不接受西方从属地位的文明。

在这里,中国似乎也采取了主动。上周,习主席揭露了将一个种族和文明视为优于其他种族和文明的严重错误。正在尝试从外部重新将其作为自己的灾难。 “不同的文明注定不会面对面,”习说。 “人类面临的日益严峻的全球挑战需要共同努力”,其中文化将发挥重要作用。

我们不知道这是不是巧合,但是,几天前,华盛顿宣布,美国第一次面临“非高加索的竞争对手”. 目前的商业紧张局势发生在与“真正不同文明的战斗”进行斗争的背景下。争议来自于自由秩序的压力不仅来自中国或俄罗斯,而且来自内部,受到身份民粹主义和美国政府的推动。 当西方在自己的怀抱中受到侵蚀时,证明外部势力不会有助于恢复创造现代世界的原则的力量。 他甚至可能失去定义将塑造未来几十年历史的辩论的能力。

4 de Junio de 1989: La Plaza de Tianamen. Ángel Enríquez de Salamanca Ortiz

El próximo 4 de junio de 2019 se cumplen 30 años de la masacre en la Plaza de Tiananmen, en Pekín. Un acontecimiento que marcó la historia de China.

Durante la época maoísta, China se encontraba en una situación crítica donde se racionaban los alimentos, había hambrunas que provocaban millones de muertes y había un control total de la vida de los ciudadanos. Con la llegada de Deng Xiaoping en 1978, el país comenzó a llevar a cabo una serie de reformas para desarrollarse y aproximarse a los estándares del capitalismo occidental. Estas reformas, como la liberalización de la economía, fueron consideradas como extremas por algunas facciones de la sociedad por causar desigualdad, desempleo e inflación. Otra parte, los intelectuales veían necesario hacer más reformas, sobre todo dentro del PCCh.

Dentro del PCCh existían dos vertientes: la conservadora, dirigida por Li Peng y la reformista, de Hu Yaobang que apoyaba las reformas de los intelectuales. Durante la década de los 80 se sucedieron manifestaciones reformistas que el PCCh aplacó sin ningún problema, pero en 1989, el 15 de Abril, muere Hu Yaobang, un acontecimiento que marcó el devenir de las manifestaciones. Su muerte fue el detonante de la protestas, decenas de miles de estudiantes se reunieron en la Plaza de Tiananmen para honrar su muerte, era considerado un héroe de la revolución estudiantil.

El 26 de Abril el “Diario del Pueblo” publico un artículo que consideraba a los manifestantes como unos revolucionarios, algo que provocó, aún más, a los estudiantes, por lo que comenzaron una huelga de hambre. En un principio, el gobierno fue tolerante con las manifestaciones y no hizo nada contra la protestas, que ya duraban semanas, pero en Mayo cientos de cámaras de todo el mundo grabaron el hambre y el caos en la Plaza de Tiananmen a causa de la visita del presidente de Rusia, Mijaíl Gorbachov, lo que provocó un aumento de seguidores de los estudiantes –sobre todo chinos- en todo el planeta. Este aumento de la tensión popular hizo pensar a los dirigentes que el PCCh podía tener los días contados, por lo que, el 20 de Mayo el PCCh y más concretamente Li Peng, declararon la ley marcial.

El núcleo estudiantil se situaba en el centro de la Plaza de Tiananmen y, a las a fueras, decenas de miles de seguidores contra los que, en la madrugada del 4 de junio, los tanques no tuvieron reparo en abrir fuego con el único fin de acabar con unos manifestantes que solo exigían algo lógico, libertad. Democracia para poder elegir el rumbo de sus vidas y de su país.

El Partido Comunista ha hecho reformas desde 1978 que han situado al país como una potencia mundial y ahora existen mayores libertades que durante la época maoísta. Los ciudadanos chinos han ganado mucho desde entonces, por ejemplo, no hay racionamientos, las ciudades se desarrollan, su renta per cápita o sus salarios han aumentado y se seguirán haciendo reformas para que los ciudadanos tengan mejores condiciones de vida pero, de momento, todas las reformas que se hagan, se harán bajo la supervisión del Partido Comunista Chino. Un ejemplo más reciente de ello, es la Revolución de los Paraguas, en el año 2014 en Hong-Kong, donde miles de ciudadanos salieron a la calle pidiendo más libertad, pero el gobierno aplacó las manifestaciones por la vía dura, con gas lacrimógeno y gas pimienta.

La cifra de las bajas en la noche del 4 de junio no están claras, pero lo que sí está claro es que ninguna persona debe ser privada de su libertad.

BIBLIOGRAFÍA

Ángel Enríquez de Salamanca Ortiz es Doctor en Economía por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Relaciones Internacionales en la Universidad San Pablo CEU de Madrid