Hong Kong: Por ahora la democracia triunfa

Hong Kong hoy es la viva representación de la fuerza que tiene la democracia y el poder que puede ejercer un pueblo que entiende su derecho soberano de oponerse a cambios legislativos que vayan en detrimento de sus libertades.

Carrie Lam pedía disculpas al pueblo hongkonés por haber impulsado la ley de extradición, mientras sostenía que ese proyecto de ley está muerto. Y no cabe duda de que el pueblo lo desea muerto y enterrado, mientras Beijing sabe que ha perdido una batalla, pero no pierde la esperanza de ganar la guerra. En esta ocasión, Lam pagará el precio político con el fin de su carrera. No contará con el apoyo de Beijing a largo plazo, y mucho menos el de los hongkoneses para mantenerse en el poder.

Por el momento Beijing ha expresado públicamente su apoyo a Lam. Lo que puede ser parte de una estrategia, mientras la presidenta del gobierno hongkonés se disculpa por no haber doblegado a los opositores, insistiendo en que su compromiso de servir al pueblo se mantiene intacto, dejando por sentado que no dimitirá.

Beijing observa con cautela el desarrollo de los acontecimientos y, si fuera positivo desligarse de ella, hay tiempo de sobra para hacerlo, pero por ahora no lo ven necesario. Están aprendiendo de la situación y seguramente procesando el coraje que han tenido los ciudadanos y el resultado de esas acciones de calles.

Las masivas protestas las inspiraron la propuesta de la ley de extradición, a la que le hemos dado cobertura en esta columna previamente en varias ocasiones. Se llegó a romper el récord con la concentración del pasado 12 de junio, que contó con la participación de dos millones de ciudadanos. Durante semanas, las calles han estado llenas de manifestantes expresando su rechazo al gobierno de Carrie Lam. Curiosamente, en vez de ir mermando, se han mantenido y en efecto las demandas de los protestantes han ido en aumento.

En vista de la insistencia de presentar la ley a pesar del rechazo social, los manifestantes comenzaron a demandar la salida de la presidente. Y así se han ido incorporando otras demandas, como las quejas por “la invasión del Shenzhen”, que es un territorio ubicado a tan sólo 17 kilómetros de Hong Kong, que no era más que un pueblo de pescadores hasta hace unos años, y que acabó por convertirse en el hub tecnológico chino, que ocupa el puesto once del ranking mundial con más billonarios, de acuerdo a Business Insider. Este fenómeno ha producido que muchas personas de la China continental aprovechen para establecer negocios en el lado hongkonés, lo que tiene muy irritados a los locales.

El pasado domingo los manifestantes volvieron a llenar las calles de Hong Kong, pero esta vez lo hacía una representación de la prensa local que marchó hasta la oficina de Lam, con carta en mano, para expresar sus quejas y desacuerdo por la manera en que autoridades trataron a la prensa durante las protestas. Especialmente al principio de estas.

Han sostenido que hubo maltrato de parte de la policía, quien se esforzó en obstruir su trabajo de reportaje. En efecto, el presidente de la Asociación de Prensa de Hong Kong mantenía que parecía que los periodistas habían sido deliberadamente el target de las fuerzas de seguridad.

Los grupos de activistas y manifestantes se han mantenido firmes a su rechazo a la Ley de Extradición, que ha sido el detonante de este levantamiento pero que ha desencadenado una espiral de demandas. Desde que Hong Kong pasó de manos británicas a chinas y se estableció “un país, dos sistemas” la situación no se había tornado tan turbia. Es una especie de despertar para quienes son conscientes de las libertades que disfrutan, y al darse cuenta de que si no hacen eco ahora de sus demandas acabaran sometidos a las decisiones del Partido Comunista chino.

Como suele suceder en este tipo de protestas siempre hay gente o incluso grupos violentos que recurren al uso de la fuerza y recursos inapropiados para hacerse oír, de la misma forma a como la policía ha querido neutralizar a los protestantes con el uso de la fuerza. Y en ambos casos se debe denunciar y cuestionar, pero cuando se vive tan cerca de la China continental y se conocen las formas restrictivas empleadas por sus autoridades, sin ánimos de justificar, hay un deber moral de apreciar el sacrificio del pueblo hongkonés que sigue adelante con sus demandas y que, del largo periodo que lleva en las calles, se ha mantenido en honor a ese ideal democrático. Foto: Flickr, Studio Incendo.

La diplomacia variable de China

La actitud de China respecto al aumento de la tensión entre Irán y Estados Unidos es una demostración práctica del pragmatismo chino, sus esfuerzos por ganar protagonismo internacional y, a la vez, no caer en posturas que puedan incluirse formalmente el bloques cerrados e irreversibles.

China ha criticado que Irán esté aumentando las cantidades de uranio enriquecido hasta el punto de que darían pie a la sospecha de que el proyecto de rearme nuclear es más real y está mar cercano que lo que nunca se admitió. Al mismo tiempo, Pekín ha situado en Estados Unidos el origen de la crisis actual, como era de esperar.
China se abastece, en parte, de petróleo iraní y un conflicto que cerrara los estrechos a la salida de petróleo o aumente el bloqueo a las exportaciones iraníes sería un torpedo en la línea de flotación china. A la vez, el gigante asiático no puede ir mucho más allá defendiendo a Teherán porque quiere reducir la tensión con Estados Unidos y y no estropear los pasos, lentos pero sostenidos, de acercarse a Israel, al menos en el terreno económico. Aunque Rusia pase por ser un país cercano a China, Pekín no se siente cómodo con el reforzamiento de la influencia de Moscú en la región que la guerra de Siria y las dudas de Estados Unidos han proporcionado a Putin.
Así, Pekín, con pasos cortos, critica a Irán aunque sitúa la culpa en Estados Unidos, se ofrece para mediar entre ambas partes y mantiene la posición, lo que también es un mensaje a la Unión Europea, aparentemente paralizada ante la escalada como lo está ante el choque chino-estadounidense al respecto de los derechos tecnológicos. Toda una señal.

Algo más que amigos. Ángel Enríquez de Salamanca Ortíz.

El pasado 27, 28 y 29 de junio tuvo lugar en Hunan (China) la primera expo comercial entre China y África. A este evento asistieron más de 1.300 invitados de 53 países del continente. Se firmaron más de 230 proyectos para África por valor de casi 75 mil millones de  dólares. Desde hace siglos las relaciones entre China y África han existido, en parte gracias a la ruta de la seda, pero no ha sido hasta el siglo XXI cuando estas relaciones comerciales han tenido su mayor crecimiento.

África es, actualmente, el continente más inestable y pobre del mundo. Solo Liberia en 1847 y Etiopia (históricamente independiente) lograron su independencia en el siglo XIX. Tras décadas de esclavitud, violación de DDHH y saqueo, llegó la descolonización, pero a causa de esta, los países africanos quedaron arruinados y con dependencia de su ex metrópoli. Se sucedieron gobiernos títeres, disputas territoriales o guerras civiles como la de Sudán,  Somalia o Angola. África fue olvidada a su suerte.

A partir de 1993, China pasó de ser un exportador de petróleo a importador, lo que supuso un cambio para el desarrollo de África. Pero China busca algo más que recursos en África, busca una relación “win-win” en la que ambas partes salgan beneficiadas.
Según las estadísticas de la Administración General de Aduanas de China, en 2018, el volumen total de comercio entre China y África fue de 204.190 millones de dólares, un aumento interanual del 19,7%.  En 2018, la tasa de crecimiento  del comercio entre China y África fue la más alta del mundo.

En este mismo año, más de 3.700 empresas chinas han invertido en África en proyectos de transporte, electricidad, telecomunicaciones, agricultura, colegios y hospitales por valor de 46.000 millones de dólares. La construcción de infraestructuras ha sido una prioridad para China en el marco de la Nueva Ruta de la Seda, donde están involucrados más de 20 países africanos y cubre áreas de transporte o generación de energía. El pasado 30 de mayo, en Adís Abeba, el jefe de la misión China ante la Unión Africana (Lui Yuxi) llamó a más países africanos a que se unieran al proyecto del siglo, la nueva ruta de la seda, un megaproyecto que promoverá la unión y el desarrollo entre Asia y África.

Imágen: El Órden Mundial. https://elordenmundial.com/mapas/prestamos-de-china-a-africa/

Actualmente, África es un mercado de más de 1.100 millones de personas –no envejecidas y en aumento-  deseando consumir productos chinos como móviles, ordenadores o coches, lo que ha hecho que las exportaciones de China a África hayan alcanzado, en el 2018, los 9.550 millones de dólares. Un mercado que para finales del siglo XXI, superará los 4.300 millones de consumidores.

África necesita fondos para su desarrollo y China se los está concediendo al continente; más del 50% de los fondos de ayuda al desarrollo concedidos por Pekín van con destino a África. Además, en muchos casos estas concesiones de créditos son mucho mejores que las ofrecidas por el Banco Mundial. El enorme desarrollo en infraestructuras que ha sufrido África en los últimos años ha sido gracias a las multimillonarias empresas chinas (públicas y privadas) que cada vez están más interesadas en el continente. Para muchos países africanos, China representa una fuente bien recibida de estabilidad, un nuevo socio estratégico y un proveedor de ayuda al desarrollo.

Pekín ha invertido en el país africano en proyectos de desarrollo e infraes­tructuras como presas, centrales hidroeléctricas, industrial textil y planes agrícolas. Si damos algunos ejemplos, para la construcción de la presa de Merowe (Sudán) el gobierno chino prestó 608 millones de dólares al gobierno sudanés, el Exim Bank of China y el China Development Bank ya han desbancado al Banco Mundial como primer prestamista del mundo. En contrapartida está que las empresas chinas no se preocupan ni del impacto ecológico ni de la población local.

China ha contribuido con 750 millones en la construcción del nuevo aero­puerto internacional de Jartum, y con otros 750 millones para una nueva presa en el Nilo del norte. Se ha gastado, aproximadamente, 100 millones en fábricas textiles y 500 millones para construir refinerías de petróleo.

Otro ejemplo más de ayuda al desarrollo es el de la empresa china CMIC que recibió un contrato de 373 millones de dólares para construir un acueducto que transporta agua de la confluencia del río Atbara con el Nilo hasta Port Sudán. Esta empresa, además, tiene  otro contrato de 5,2 millones de dólares para abastecer agua a Atbara y Al Damr.

En Angola, en un solo año, el Exim Bank Chino llegó a prestar más de 2.000 millones de dólares al país africano con el aval del petróleo. De esta manera China ocupaba el lugar del Fondo Monetario Internacional (FMI) y de las ayudas de la Unión Europea (UE). La financiación china se dedicó a realizar mejoras en las infraestructuras como, por ejemplo, 400 kilómetros de carreteras o la construcción del hospital general de Luanda.

En este mismo país, mientras que China & Road Corporation pidió 20 millones de dólares para realizar la carretera de 90 kilómetros que separa Viana de María Teresa, la compañía brasileña Queiroz de Galvão facturó 34 millones de dólares por el tramo que va de Viana a Cucuaco, de tan sólo 20 kilómetros. Aquí es donde se ve claramente las ventajas en costes que tiene el país asiático frente a sus competidores.

Las importaciones de China en 2018 de productos –no relacionados con recursos naturales- crecieron un 32% y la de productos agrícolas un 22%. A cambio, el 56% de lo que exporta China al continente son productos mecánicos o de alta tecnología.

También en Nigeria, el 12 de abril de 2018, en Abuja, el gigante de la construcción chino CCECC realizó un taller sobre carreras universitarias para algunos graduados universitarios nigerianos inmediatamente después de su servicio nacional de un año. El resultado de la capacitación fue una contratación inmediata de 50 de ellos por parte de esa firma. La gerencia de la compañía dijo que era uno de los primeros pasos hacia el empleo a gran escala de los nigerianos para garantizar que hubiera mano de obra nigeriana cualificada en la empresa. En menos de 15 años los estudiantes africanos en China han pasado de 2.000 a 50.000 en el año 2015 (USA y UK acogieron solo 40.000 al año). Gracias al “Plan de Cooperación 20+20”, en 2018, China se comprometió a proporcionar a África 50.000 becas gubernamentales y 50.000 oportunidades de capacitación para seminarios y talleres, e invitará a 2.000 africanos a visitar el país. Además, se lanzarán programas de asistencia médica gracias al Centro Africano para el control y la Prevención de Enfermedades para luchar contra la esquistosomiasis, la malaria o el sida.

China lanzará 50 proyectos de desarrollo ecológico para luchar contra en cambio climático, contaminación en océanos o desertificación en el continente gracias al “China-Africa Green Envoys Program”. Así mismo, el Instituto Confucio tiene presencia en más de 40 países de todo el continente, trasmitiendo la cultura y la lengua china.

En la reunión del FOCAC, en 2015, China prometió 60.000 millones de dólares en financiación para África, esto incluye 15.000 millones en préstamos sin intereses, 20.000 millones en líneas de crédito, 10.000 millones en fondos para el desarrollo y 5.000 millones para financiar las importaciones del continente así como ayuda en la lucha contra el terrorismo y condonación de deuda a los países más necesitados del continente. Desde el año 2000 al 2016, China ha prestado al continente más de $125.000.000.000.

Bajo la administración de Donald Trump, EEUU ha criticado estos préstamos por el endeudamiento del continente y porque pueden hacer perder la soberanía a los países africanos. China rechaza las críticas y, a pesar de  esto, gran parte de la deuda del continente es con instituciones financieras occidentales o en eurobonos.

Desarrollo en infraestructuras y en energía, desarrollo económico, cultural, social, medio ambiental… China lleva 10 años siendo el mayor socio comercial de África y, una cooperación y desarrollo con todo el continente será fundamental para que China pueda seguir manteniendo sus relaciones con todo el territorio africano, una relación que va más allá del petróleo, trabajando juntos para el desarrollo común, una relación que heredaran los hijos de China y África. El gigante asiático está listo para tener un papel constructivo y de paz con África, porque, como dijo Presidente Xi Jinping en la reunión del FOCAC de septiembre de 2018, “nadie que se mantenga solo en una isla tendrá jamás futuro”

THE ASIAN DOOR: La nueva Ruta de la Seda no se detiene, sigue avanzando por el Mediterráneo. Águeda Parra

El poder de China como primera potencia exportadora ha impulsado que los puertos chinos se sitúen entre los más importantes del mundo. De hecho, el volumen de transporte de mercancías que se mueve por mar es del 90%, de ahí que los 120 puertos más grandes del mundo movieran 654 millones de TEU en 2018, registrando un incremento del 4,9% respecto al año anterior, según Alphaliner.

Asia es el gran centro de distribución de mercancías por vía marítima. El dominio de sus puertos es tal que, en la lista One Hundred Container Ports de Lloyd en su edición de 2018, solamente quedan fuera de Asia en el Top20 cinco puertos, los tres europeos más importantes, Róterdam en los Países Bajos, Amberes en Bélgica y Hamburgo en Alemania, junto con el de Los Angeles y Dubai. En esta clasificación, Shanghai figura en la primera posición entre los puertos de contenedores más importantes del mundo, con capacidad para mover más de 40 millones de TEU en 2017, un 8.3% más que el año anterior, de un total de 588 millones de TEU que conjuntamente movieron los 100 principales puertos de contenedores del mundo. Esta cifra supone que, en conjunto, los puertos de contendores movieron un 6% más que en 2016.

El potencial de la Ruta de la Seda Marítima ha supuesto la inversión de China en puertos estratégicamente identificados en la vía del Indo-Pacífico, que le sirven al gigante asiático como nuevos mercados para sus productos chinos, pero también realizan una función logística de abastecimiento de los grandes buques portacontenedores en su tránsito hacia y desde Europa. Se trata de los puertos en Myanmar, Sri Lanka y Pakistán, cuya conexión con las vías terrestres hacia las capitales chinas de las provincias del sur asegura el suministro de recursos energéticos y el transporte de mercancías sin tener que rodear el estrecho de Malaca. Sin embargo, igualmente importante es la extensión hacia el Mediterráneo de la Ruta de la Seda Marítima cuando atraviesa el canal de Suez. Después de 6 años desde que comenzara a desplegarse la mayor iniciativa de infraestructura mundial, las inversiones chinas en el Mediterráneo, en Oriente Medio y en los puertos europeos del norte comienzan a tener la relevancia de sus homólogas en el Indo-Pacífico.

Los puertos de China, o aquéllos que han recibido inversión china, gestionan hasta dos tercios del volumen de tráfico de contenedores mundial. En el Mediterráneo, el puerto de El Pireo, en Grecia, es el primero en dar la bienvenida al transporte de contenedores que atraviesa el canal de Suez. La inversión china llegó de la mano de la empresa estatal China Ocean Shipping Company, más conocida como COSCO, en 2016, devolviendo al puerto griego el esplendor que tuvo en la antigüedad como mayor puerto de Atenas. Aquel puerto que en la Edad Media tomó el nombre de Puerto del León, por la estatua que presidía la entrada, se ha consolidado como el puerto de referencia para los buques de contenedores chinos por el Mediterráneo.

A nivel europeo, El Pireo ha pasado de no figurar en el Top 15 de mayores puertos a situarse como el segundo mayor puerto del Mediterráneo y sexto de Europa en la clasificación de 2018, adelantando a Algeciras, y situándose a poca distancia de Valencia, según PortEconomics, el mayor puerto del Mediterráneo, que también cuenta con el 51% de inversión de COSCO. El ascenso a nivel internacional es incluso más importante. Después de diez años de inversiones chinas, El Pireo ha pasado a ser el puerto que más rápido crece del mundo, pasando de ocupar el puesto 96 al 37 en 2018. Es decir, ha aumentado la capacidad de mover un volumen inicial de 0,68 millones de TEU en 2008 a alcanzar 4,9 millones de TEU en 2018, gracias a un crecimiento de doble dígito del 20,9% respecto a 2017. El objetivo es superar los 7 millones de TEU en 2019, lo que supondría entrar en la clasificación del Top 20 mundial a final de año y arrebatar a Valencia el puesto como mayor puerto europeo de contenedores en el Mediterráneo.

La adhesión de Italia a la nueva Ruta de la Seda en marzo de 2019, el primer país europeo miembro del G7 que se une a la iniciativa, ha hecho crecer la preocupación en la Unión Europea por la influencia que está ejerciendo la diplomacia china entre los países miembros, llevando a considerar a China como socio estratégico y rival sistémico. Con la incorporación de Italia, se suman a la Ruta de la Seda Marítima los puertos italianos de Trieste, Génova y Palermo, enclaves estratégicos en el Mar Adriático en su conexión con las vías terrestres que llevan hacia el corazón de Europa.

Como el resto de miembros europeos donde en los últimos años ha crecido la inversión china, Italia ha valorado positivamente el potencial que tendría el desarrollo de infraestructuras de transporte para el país. Sin embargo, teniendo en cuenta la componente estratégica asociada a todos los enclaves marítimos, se requiere que los acuerdos se suscriban realizando una reflexión a largo plazo de las implicaciones sobre cuestiones de seguridad y de mantenimiento de la estabilidad regional. Y, lo que es más importante, persiguiendo que las inversiones chinas no se conviertan en un juego de suma cero, intentando buscar una mayor apertura y reciprocidad por parte de los mercados chinos. (Foto: Roger Lindholm)

Interregnum: El supercontinente euroasiático. Fernando Delage

Gobiernos y expertos del mundo entero continúan inquietos—y fascinados a un mismo tiempo—por la iniciativa de la Ruta de la Seda china (BRI); un plan con el potencial de acabar con el eje euroatlántico como pilar central de la economía global, y con el liderazgo marítimo de Estados Unidos en Asia oriental. Pero las estrategias de este alcance suelen tener antecedentes: más que responder a un proyecto previamente elaborado, son la suma de una serie de variables que, en un momento determinado, dan coherencia a objetivos dispares. Y aunque es cierto que este proyecto aspira a situar a China en el centro de una Eurasia integrada, la República Popular no es la única causa.

La creciente interdependencia de la mayor masa continental del planeta era, en efecto, un proceso ya en marcha antes de que, en septiembre de 2013, Xi Jinping pronunciara en Kazajstán su ya famoso discurso sobre la revitalización de la Ruta de la Seda. Si las reformas económicas chinas supusieron un primer giro en la transformación de la dinámica euroasiática, la implosión de la Unión Soviética y la ampliación en dirección oriental de la Unión Europea contribuyeron igualmente a superar las barreras políticas que habían obstaculizado las interconexiones en un espacio carente de obstáculos geográficos. La crisis financiera global y el cambio en la relación de Rusia con Occidente tras el conflicto de Ucrania aceleraron ese proceso, que BRI no hace sino maximizar en beneficio de China, por su situación geográfica y por sus imperativos de crecimiento y de seguridad.

Aun así, los elementos geoeconómicos y geopolíticos no sirven para explicar en su totalidad este fenómeno de la reconexión euroasiática. Como analiza en profundidad Kent Calder, profesor de la Johns Hopkins University en Washington, en un libro de reciente publicación (Supercontinent: The logic of Eurasian integration, Stanford University Press, 2019), hay otros tres relevantes factores que también explican este resultado. El primero de ellos es la energía: la cercanía entre grandes productores (Rusia, Asia central y Golfo Pérsico) y grandes consumidores asiáticos (China, India, Corea y Japón) ha desatado una red de relaciones sin precedente. El segundo es la revolución logística: la aplicación de la tecnología digital al transporte y distribución en la era del comercio electrónico ha simplificado de manera extraordinaria los procedimientos, y reducido de manera exponencial los costes, acelerando igualmente las interconexiones. La existencia de nuevas fuentes de capital—a través de instrumentos creados para superar el déficit de infraestructuras, como los bancos multilaterales creados por China—hacen de las finanzas el tercer factor creador de esta Eurasia en formación.

La dinámica de los mercados, y las estrategias de las empresas multinacionales—de China y Europa en especial, cada vez más cerca al moverse en cada una de ellas el centro de gravedad de las cadenas de producción y distribución: en la República Popular hacia sus provincias occidentales, y en Alemania hacia Europa del Este—se solapan así con las prioridades de crecimiento de los gobiernos. Es una dinámica que, a su vez, amplifica los intereses y ambiciones políticas de las potencias emergentes, alterando así el tablero global.

Éste es el gran desafío histórico que afronta Occidente. Estados Unidos, que no está físicamente en Eurasia, rechazó bajo la administración Trump la mejor arma de la que disponía para influir en esta reconfiguración de los equilibrios euroasiáticos: el Trans-Pacific Partnership, o TPP. Intenta ahora inútilmente—porque provocará lo contrario—frenar la autosuficiencia comercial y tecnológica china. El refuerzo de sus capacidades militares en el Pacífico Occidental y en el océano Índico tampoco servirá para contrarrestar su pérdida de liderazgo, pues no es en ese terreno donde se juega la redistribución de poder en curso. Europa, gigante industrial junto a China en Eurasia, se sitúa para aprovecharse de las oportunidades económicas, pero no parece preocupada por su marginalidad estratégica. (Foto: Akshay Upadhayay)

La criptodivisa mutante de Facebook (y 2) Miguel Ors Villarejo

En nuestra primera entrega analizamos cómo el proyecto Libra de Facebook ha resuelto los dos inconvenientes que lastraban al bitcóin: la lentitud de procesamiento de los pagos y la volatilidad de su cotización. También señalamos otras ventajas, como la bancarización de millones de personas que viven al margen del sistema o la rebaja de comisiones. “A primera vista”, escribe Carlos Roa en The National Interest, “todo esto suena como una ganancia neta para la humanidad”: finanzas al alcance de los pobres, remesas más baratas, competencia disciplinadora para los bancos centrales… Pero “las cosas nunca son tan sencillas”.

Pensemos en el órgano de gobierno de Libra. Lo integran un centenar de multinacionales y de prestigiosas ONG. Es una cantidad de vocales lo bastante amplia como para que nadie mangonee nada, pero no dejan de ser entidades privadas cuyos gestores no responden ante el público general, sino ante sus accionistas. De entrada, las reservas que respaldan la divisa podrían llegar al billón de dólares y, con que esa suma se remunere a un magro 1%, tendríamos un dividendo anual de 100 millones por cabeza. Eso ya estará mal visto por muchos sedicentes progresistas que aún piensan que el préstamo con interés es pecado, pero es que Libra no es una moneda. Es además una plataforma para la que ya se está invitando a las fintech a “desarrollar productos y añadir valor con sus servicios”. Esto multiplicará el tráfico de Facebook y, si decidiera en un momento dado (que lo decidirá) extender sus tentáculos a la banca, dispondrá de una preciosa materia prima: los historiales de pagos de sus usuarios, lo que le permitirá afinar sus ofertas y expulsar del negocio a cualquier competidor.

“¿Puede confiarse semejante tesoro [de datos] a una asociación que se gobierna a sí misma, con una fuerte representación corporativa y sin ningún control externo?”, se pregunta Roa. Es dudoso que los integrantes del actual establishment financiero vayan a permanecer mano sobre mano mientras les arrebatan la clientela bajo sus narices y no tardarán en exigir que Libra se someta a la misma supervisión que soportan ellos.

Las Estados, por su parte, tampoco han acogido el anuncio con simpatía, y por un motivo de peso. El señoreaje, es decir, el beneficio que comporta la fabricación de moneda, es un magnífico negocio. Al Tesoro americano apenas le cuesta unos céntimos imprimir cada billete, que luego coloca por su valor facial: 20, 50, 100 o 1.000 dólares. Esta bicoca no la va a ceder sin presentar batalla y, desde todos los rincones del planeta, ya se han alzado voces.

Bruno Le Maire, ministro de Economía francés: “Está fuera de cuestión que [la libra] vaya a ser una divisa nacional. No puede y no va a suceder”.

Mark Carney, gobernador del Banco de Inglaterra: “Tendrá que estar sujeta a los criterios de regulación más estrictos”.

Sherrod Brown, miembro del Comité de Banca del Senado: “Facebook es ya demasiado grande y poderosa y ha empleado ese poder para explotar los datos de sus usuarios vulnerando su intimidad”.

“¿Qué va a pasar a continuación?”, se plantea Roa. “Quizás la presión obligue a Facebook a cancelar el proyecto”, pero su mero anuncio ha reabierto un debate que las limitaciones del bitcóin habían aparcado. Desde que Nakamoto sembró la semilla, las criptodivisas han continuado mutando y Libra quizás no sea la especie definitiva, pero tarde o temprano surgirá y los políticos deberían hacerse a la idea de que su monopolio tiene los días contados.

THE ASIAN DOOR: Los caminos de las empresas españolas para llegar a China. Águeda Parra

La Ruta de la Seda digital está posibilitando que los grandes titanes tecnológicos chinos realicen su expansión internacional. Un camino que se está consolidando como de doble sentido. Cada vez más, un número mayor de empresas españolas encuentran los mecanismos para incorporarse al complejo y dinámico mercado chino. Las diferencias culturales y la adaptación y conocimiento del cliente chino son cuestiones básicas que debe abordar con profundidad cualquier empresa extranjera que diseñe su estrategia de posicionamiento en el país. En esta nueva etapa de las empresas españolas hacia su internacionalización en el mercado chino, el buen reconocimiento del que gozan las marcas españolas en el extranjero está resultando ser un elemento diferencial.

Correos es uno de esos casos que ejemplifica cómo las empresas españolas están encontrando el camino que les lleve a abordar su incorporación en el mercado chino con garantías. Utilizando la fórmula de operar en el país gracias al acuerdo con socios locales, Correos pretende tener operativo a finales de año un centro de admisión y clasificación de paquetes a unos 100 kilómetros de Hong Kong. La región se ha consolidado como el área de comercio digital transfronterizo más importante del mundo, gestionando a través de su aeropuerto internacional el envío del 80% de la paquetería que genera la región asiática.

Para Correos, China significa poder iniciar el tránsito de los envíos desde donde tienen origen los cerca de 4.000 millones de paquetes que el gigante asiático envía al extranjero, de un total de 50.000 millones que genera el país anualmente. El potencial de la estrategia de internacionalización de Correos responde a la oportunidad que representa el país con el mayor mercado del e-commerce y el que más rápido crece del mundo, generando un volumen de paquetería que se estima crezca un 20% hasta 2022. Fomentar que los productos chinos alcancen más rápidamente otros mercados es lo que favorecen estrategias de internacionalización como la de Correos.

En China, el dominio del e-commerce corre a cargo de titanes tecnológicos como Alibaba y JD.com que, junto con otras empresas de tamaño más pequeño, como Pinduoduo y VIP.com, han configurado el comercio electrónico doméstico del país. Estas plataformas digitales están posibilitando que otras empresas extranjeras comiencen a operar en el maduro y dinámico mercado de comercio electrónico de China. En este ámbito, se entiende el acuerdo suscrito por ICEX con JD.com, para aprovechar la plataforma china como vía de entrada para las empresas españolas, que permitirá impulsar la internacionalización de nuestras firmas en el mayor ecosistema del e-commerce mundial. En el caso de la empresa de moda española Mango, la opción elegida para aumentar su presencia en las plataformas digitales de China se ha materializado a través de VIP.com, un acuerdo suscrito con un socio local que también contempla la apertura de nuevas tiendas físicas.

Al margen de los marketplaces digitales, otro de los factores que está posibilitando la internacionalización hacia el mercado chino es el reconocimiento de marca. Éste es el caso de SEAT, que comenzará a operar en el mercado chino en los próximos dos a tres años, gracias al acuerdo suscrito por Volkswagen, matriz del fabricante de coches español. La operación cuenta con un socio local a través de una joint-venture para impulsar la producción de coches eléctricos de marca española en el gigante asiático.

Entre los caminos que están impulsando que las empresas españolas alcancen el mercado chino, destaca la guerra comercial entre Estados Unidos y China. Este escenario está posibilitando que aquellas economías que dispongan de productos de sustitución a las importaciones estadounidenses encuentren una vía directa de acceso a los consumidores chinos. En la estrategia de evitar los aranceles impuestos por Estados Unidos, la comunidad de Murcia ha registrado el mayor incremento de exportaciones a China, hasta un 107% interanual entre enero y marzo de 2019, situándose como la quinta provincia española que más exporta al gigante asiático por detrás de Barcelona, Madrid, Huelva y Zaragoza. Los productos de la industria química, los aceites minerales y el sector cárnico son los que se están viendo más favorecidos ante la reorganización de las cadenas de suministro global por la guerra comercial de desgaste que mantienen Washington y Pekín.

Sin embargo, mientras las rutas digitales están proporcionando nuevas vías de acceso a los productos extranjeros en el mercado chino, el desarrollo de marketplaces por parte de empresas internacionales no termina de funcionar en el país que mayor volumen de e-commerce registra. La venta de productos chinos en plataformas digitales parece estar cubierta por los titanes tecnológicos y las startups chinas, no teniendo cabida otras empresas extranjeras. Éste es el caso de Amazon que, después de estar operando en el país desde 2004 y conseguir una cuota de mercado del 15% entre 2011-2012, su cuota ha estado por debajo del 1% en los últimos años, según algunas empresas de investigación de mercado locales.

Los titanes tecnológicos están haciendo cada vez más fuerte la “muralla china digital” propiciando que algunos competidores extranjeros del sector, como Amazon, no tengan cabida en el mercado ante la imposibilidad de ofrecer a los consumidores locales una oferta diferencial. Amazon.cn ha dejado de operar en China desde el pasado mes de julio, aunque mantiene el compromiso de permanencia en el país con su plataforma de comercio electrónico transfronterizo, que permite a los clientes chinos buscar productos internacionales, además de mantener sus operaciones de servicios de cloud computing y la venta de lectores Kindle.

El competitivo mercado del comercio electrónico doméstico en China alcanza una valoración de 2 billones de dólares anuales, muy superior al mercado estadounidense que equivaldría a un cuarto del valor de éste, según eMarketer. Eventos de promoción de los productos chinos, como el que realiza anualmente Alibaba con su conocido Día del Soltero, y el carnaval de descuentos que ofrece JD.com cada 18 junio en conmemoración de su aniversario, se convierten en campañas promocionales contra las que otros marketplaces han tenido difícil competir.

INTERREGNUM: La bipolaridad que llega. Fernando Delage

La reunión del G20 en Japón ha servido para confirmar cómo la rivalidad entre Estados Unidos y China está creando un nuevo orden bipolar, a cuyas tensiones nadie puede escapar. Muchos de los países miembros del G20 comparten los temores de la administración norteamericana con respecto a las intenciones de la República Popular, pero les preocupa que la guerra comercial entre ambos pueda destruir el sistema económico global.

China no puede compararse a ningún rival anterior: si Estados Unidos y la Unión Soviética llegaron a tener unos intercambios comerciales de 2.000 millones de dólares al año, esa es la cifra del comercio diario entre Washington y Pekín. La administración Trump cree que la mejor manera de evitar que China acabe con su estatus de primacía pasa por romper la interdependencia ente las dos economías, pero la República Popular se encuentra en el centro de las cadenas globales de producción y distribución, de las que el mundo entero depende para su propia prosperidad.

Con todo, la competencia comercial y tecnológica es expresión en último término de un reajuste de los equilibrios geopolíticos. De ahí que cuando se señala que, al contrario que en el caso del conflicto entre Estados Unidos y la Unión Soviética, la rivalidad con China es de naturaleza económica, se pierden de vista otras variables estratégicas también en juego, como la búsqueda por Pekín de socios que puedan formar parte de su mitad del tablero. Uno de especial relevancia entre ellos, teniendo ya China a Rusia a bordo, es India. Como se indicó en esta columna hace un par de semanas, el encuentro de Xi Jinping y Narendra Modi con ocasión de la reciente cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghai puso de relieve los esfuerzos chinos por romper las suspicacias de Delhi acerca de la iniciativa de la Ruta de la Seda. Ambos líderes celebrarán una reunión informal en India en octubre, para volver a encontrarse en la cumbre de los BRICS en Brasil en noviembre.

Los movimientos de Pekín no pueden por lo demás interpretarse sin tener también en cuenta los de Moscú. Rusia, en efecto, también quiere asegurarse la activa participación de India en el proceso de integración euroasiático que impulsa junto a China, y aprovechar la oportunidad que representan los desplantes de Trump a Delhi. Pese a la visita a India la semana pasada del secretario de Estado, Mike Pompeo, y de la retórica sobre la asociación estratégica entre las dos mayores democracias del mundo, las sanciones comerciales que le ha impuesto la Casa Blanca—por la compra de armamento a Rusia, y de petróleo a Irán—no despejarán las dudas indias sobre la consistencia norteamericana. La asistencia de Modi como invitado de honor al foro económico de Vladivostok a principios de septiembre, ilustra asimismo el interés de Vladimir Putin por revitalizar el triángulo Pekín-Delhi-Moscú, una iniciativa diseñada hace veinte años por ese gran estratega que fue el exministro de Asuntos Exteriores y exprimer ministro ruso Yevgheni Primakov, con el fin de minimizar la influencia internacional de Estados Unidos.

En este juego de tronos euroasiático, resulta inevitable concluir con una pregunta recurrente: ¿Y Europa? (Foto: Marek Choloniewsky)

Cita en Corea

Trump ha sido el primer presidente de Estados Unidos y el dirigente occidental en pisar territorio norcoreano en una de sus operaciones de marketing y audacia frente a su misma sociedad y con la que aspira a mantener la iniciativa en las relaciones con el díscolo país asiático. El conflicto con Kim Jong-un está atascado. Tras llevar este al mundo al borde de la guerra y responder Trump como nadie estaba acostumbrado, enviando una flota capaz de destruir Corea del Norte a las costas de este país, sobre esta basa comenzó a negociar como tampoco nadie conocía, ni esperaba. Corea del Norte alcanzó un estatus objetivo de potencia, Estados Unidos fue capaz de sentarse con los norcoreanos cara a cara, estos aceptaron el principio de desnuclearización (aunque nadie cree que lo haga) y se abrieron vías de discutir soluciones globales con participación de China. Una situación completamente nueva.

Ahora, Kim pone un precio muy alto a pagar por EEUU y Corea del Sur por su desnuclearización y Trump necesita algún avance para mejorar su posición electoral en Estados Unidos. En medio, el conflicto comercial con China y la tensión creciente con Irán. Ese escenario es el que envuelve la visita a la frontera y los pasos, como los de Amstrong en la Luna, en territorio norcoreano.
Trump juega siempre en el filo de la navaja y hasta ahora le ha salido relativamente bien. Pero sus movimientos audaces, sus improvisaciones, sus cambios tácticos y sus intemperancias rompen la maquinaria diplomática anclada en métodos más tradicionales, mueve a sectores del aparato institucional de Estados Unidos acostumbrados  con suficiencia a ser ellos los que marquen los tiempos y las opciones, y desarma muchos reflejos automáticos de la Administración norteamericana. Cuáles van a ser las consecuencias de esto es difícil de prever. Pero las va a haber.

China, fines y medios. Nieves C. Pérez Rodríguez

Washington.- El avance de China en las últimas décadas ha sido extraordinario. Su economía brotó de una incipiente semilla para convertirse en la segunda más importante del mundo. A pesar del desarrollo ya obtenido, Xi Jinping sigue apostando por continuar por el camino del desarrollo, tal y como indica su plan quinquenal XIII -2016-2020- en el que se contempla mejorar internet y las telecomunicaciones con el resto de los países a través de cables terrestres y submarinos, que se han denominado Ruta de la Seda digital, según Águeda Parra.

Así mismo hemos visto como están en activa búsqueda de protagonismo en las organizaciones internacionales. El gran momento de Xi Jinping fue en Davos, cuando hizo un discurso magistral en el 2017 remarcando la importancia de la globalización. Después vino la intervención que hizo sobre el cambio climático en el 2018 en la cumbre del G20, en la que señaló que es un importante desafío que concierne al futuro y el destino de la humanidad, y la necesidad de que los países se adhieran a esta causa, después de que Trump rompiera con el acuerdo de París.

Estos son sólo algunos de los ejemplos que dejan claro cómo China ha ido haciéndose con espacios que han sido abandonados por Washington, y a los que Beijing ha estado atento y ha podido ocupar sin mayor dificultad.

A finales de la semana pasada en Osaka en la cumbre del G20, Xi aprovechó el micrófono una vez más para enviar un mensaje a Europa y a Japón:  “China está lista para acelerar las negociaciones con la UE y el libre comercio con Tokio y Seúl”. Mientras que afirmaba que una nueva ley sobre el respeto a la propiedad intelectual entrará en vigor a principios del año que viene, intentando endulzar los oídos de Trump antes de sentarse con él, diciéndole a Washington que ha oído sus quejas y desacuerdo con el robo de propiedad intelectual que ha tenido lugar en China.

Hace tan sólo una semana Beijing se hacía con la posición más alta de la FAO (Organización para Agricultura y Alimentación de Naciones Unidas). Con nada más y nada menos que 108 votos a favor de un total de 190, y en la primera vuelta, ambas cosas atípicas, pues el número es remarcablemente elevado, así como el hecho de que se eligiera al director en una primera votación.

El llamativo número de votos es producto de la presión de Beijing hacia los países que les apoyaron. A través de una fuente que pidió no ser identificada, 4Asia pudo saber que China negoció sus apoyos a cambio de recompensar a quienes le votaron y para canjear el premio habían pedido fotos de la papeleta antes de que las mismas fueran depositadas.

Por lo que 4Asia pudo conocer, Beijing presionó a un numeroso grupo de países amenazándolos con restringir acceso a su mercado. A otros, africanos, los compró pagando billetes a Roma en clase preferente a familiares de los representantes ante la FAO. Así como otros apoyos habían sido previamente negociados como fue el caso de Brasil, que desde la anterior elección en la que China apoyó a Brasilia, se había acordado su apoyo para esta elección.

Al parecer las ofertas de premios de China fueran tantas que acabó filtrándose algo, por lo que la FAO pidió a los representantes de cada país dejar fuera del recinto sus teléfonos para el momento de la votación, pero como suele suceder, a los embajadores ante Naciones Unidas no se les hace un cacheo físico antes de entrar a la sala, sólo se les informa.

Los métodos usados en esta elección son una prueba de la manera de proceder de China para conseguir sus objetivos. Desde que Naciones Unidas fue creada las negociaciones y las vías diplomáticas han sido la vía de negociación. El tener reuniones con otras naciones y pedir sus apoyos es parte natural de este proceso. Pero lo que no es admisible es que los valores que proclama la Carta de Naciones de libertad sean cambiados por la coacción y la manipulación para conseguir el liderazgo en una de las Organizaciones mundiales más importantes, cuyo presupuesto para este año es de 2,6 mil millones de dólares.

El problema con estas prácticas es que se generalicen y se normalicen. Pues el grave riesgo que se corre es que ocurra como repetidamente ha sucedido en países que caen en manos de dictadores, donde unos grupos permanecen en silencio mientras atacan a otros porque no los están molestando a ellos. Pero en autoritarismo todos acabaran siendo víctimas, antes o después, de quienes despóticamente tienen el poder. Y finalmente los derechos y libertades mueren para la gran mayoría mientras la minoría que se convierte en una elite abusa impúdicamente de ellos.