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INTERREGNUM: Mercados y submarinos chinos. Fernando Delage

No hay mejor reflejo del poder chino que el hecho de que no haya una semana en la que su presidente no ocupe la primera página de los grandes medios internacionales. Y, en coherencia con las ambiciones de Pekín, las noticias no son sólo de cuestiones empresariales. Es ya imposible hablar del futuro de la economía global, pero también del equilibrio militar de poder, sin tener en cuenta a la República Popular.

El martes 10 de abril, en una intervención ante el Boao Forum—reunión que se celebra anualmente en la isla de Hainan, y es conocida como el “Davos asiático”—Xi Jinping asumió una vez más su ya conocido papel de principal defensor del libre comercio y la globalización. Xi recurrió a los mismos mensajes en los que ha hecho hincapié en el Foro Económico Mundial en enero de 2017, o en distintas ocasiones multilaterales, como las cumbres de APEC (la última de ellas en Vietnam el pasado noviembre). Pekín ha sabido ocupar el vacío creado por el nacionalismo económico de Trump, con una retórica que calma a los mercados internacionales sin abandonar al mismo tiempo la defensa de sus intereses nacionales.

Ambos objetivos coinciden en el anuncio realizado por Xi en el mismo discurso: prometió reducir las barreras a la inversión extranjera en la industria del automóvil y el sector financiero, disminuir los aranceles a las importaciones de vehículos de motor, y mejorar la protección de los derechos de propiedad intelectual. Su compromiso sobre estos asuntos centrales en las actuales disputas comerciales con Washington, y el tono conciliador empleado por Xi, han mitigado la preocupación por una inminente guerra comercial. La administración Trump se ha atribuido con celeridad la victoria, al interpretar la declaración del presidente chino como una concesión a sus presiones. Pero China aún tendrá que concretar su retórica en hechos. De momento, se ha garantizado la estabilidad que necesita su crecimiento—objetivo interno prioritario—, mientras—de cara al exterior—es la República Popular quien refuerza su imagen como país respetuoso de las normas multilaterales.

China, por resumir, ha vuelto a dar otro ejemplo de habilidad en su diplomacia económica. A lo que hay que sumar la demostración militar realizada sólo dos días más tarde. El despliegue de más de 10.000 soldados, 48 buques y submarinos de la armada y 76 cazas de la fuerza aérea carece de precedente. A bordo del destructor Changsha, el presidente chino pasó revista a siete grupos de batalla, y por primera vez hicieron aparición pública los submarinos nucleares 094A, dotados cada uno de ellos con 12 misiles intercontinentales (de un alcance estimado de 7.400 kilómetros). Las comparaciones históricas, siempre presentes en el imaginario nacional, llevó a algunos medios a describir la ocasión como la mayor concentración de buques chinos en 600 años, es decir, desde las famosas expediciones del almirante Zheng He. Como mínimo, sí revela la extraordinaria y acelerada modernización de las capacidades navales chinas desde la llegada de Xi Jinping al poder a finales de 2012; un poderío que puede poner fin—así lo reconoce el propio Pentágono—a la supremacía de Estados Unidos en las aguas del Pacífico occidental.

Como no habrá escapado a la atención de los observadores, los ejercicios también se han desarrollado en la isla de Hainan, plataforma central de proyección en el mar de China Meridional—la totalidad de cuyas islas Pekín reclama—, y punto de partida de la Ruta de la Seda Marítima. El mismo día que Xi se dirigió a sus tropas, también se anunció la realización de maniobras navales en el estrecho de Taiwán el 18 de abril. (Foto: Gerry Pink, Flickr)

Vietnam y Estados Unidos, con China al fondo. Nieves C. Pérez Rodríguez

Washington.- Vietnam estableció relaciones con los Estados Unidos en los años 50, una época convulsa pues los franceses seguían manteniendo la ocupación de la Península Indochina desde mediados del siglo XIX. Los vietnamitas expulsaron a los franceses en 1954, año en que Estados Unidos junto con sus países aliados comenzaron a colaborar militarmente con la provincia del Sur, para combatir el comunismo del Norte. El país quedó dividido en dos y los estadounidenses invirtieron billones de dólares en resistencia y en modernizar el sur con el propósito de parar el comunismo en la era de la guerra fría, lo que desencadenó la Guerra de Vietnam o la segunda guerra de Indochina.

En enero de 1973 se firmó en Paris el “Acuerdo de fin de la guerra y restauración de la paz de Vietnam”, lo que puso fin al conflicto y propició la reunificación del país bajo un solo régimen, el comunista.

En Vietnam pudo suceder lo que pasó en Corea. Sin embargo, la distancia entre el comunismo maoísta chino de aquel momento y el pragmatismo vietnamita fueron los elementos políticos diferenciales que evitaron este escenario. En 1975 la reunificación de ambos Estados se concretó y con ello una gran represión interna, lo que hizo que muchos vietnamitas del sur huyeran. En 1978 Vietnam invadió Camboya, lo que hizo que China comenzara una guerra con Vietnam que tan solo duró 17 días, pero aumentó la desconfianza entre chinos y vietnamitas. Ya la China imperial había ocupado Vietnam durante más de un siglo, episodio del que se liberaron en el 939. Todos estos hechos sucedidos en distintos momentos de la historia han hecho que China sea percibida como enemigo de Vietnam.

A pesar de seguir teniendo un régimen comunista, tras la guerra fría, el partido comunista de Vietnam comenzó una apertura en su economía que trajo cierta liberalización de su economía, proceso que comenzó en 1986, con la política “Doi Moi” o de puertas abiertas, que se puso en marcha con la idea de reorientar la economía hacia el libre mercado.

Los intercambios económicos son hoy extremadamente importantes para la economía vietnamita. De acuerdo a la organización Heritage, sus exportaciones e importaciones representan el 179% del Producto Interior Bruto vietnamita, en una económica en la que el Estado sigue estando muy envuelto en las actividades comerciales. Desde el 2000 el crecimiento económico de Vietnam está entre los más grandes del mundo. Razón por la cual entró en la Organización Mundial de Comercio en el 2007. El capitalismo se ha ido integrando progresivamente, y en los últimos 5 años la economía ha registrado un crecimiento promedio del 6%.

Con una económica basada fundamentalmente en el turismo y las exportaciones, es un país cercano a los Estados Unidos, cuyas relaciones diplomáticas se establecieron formalmente en 1995, y con el que han firmado convenios de cooperación en los años recientes en aéreas de apoyo diplomático, político, intercambio comercial, ciencia y tecnología, así como educación, salud, seguridad y defensa e incluso en materia de prevención de terrorismo nuclear, de acuerdo al Departamento de Estado. Así Hanói se ha convertido en un aliado estratégico de Washington en la región de Asia Pacifico, y viceversa.

China ha incrementado intensamente sus pretensiones expansionistas en la región del Pacifico. La construcción de las islas artificiales es una prueba de ello, pero además las distintas disputas de las Islas Paracels, Islas Spratly, e islotes, cayos, bancos de arena y arrecifes, que se disputan Filipinas, Brunei, Taiwán, Malasia y Vietnam, y que China reclama como propios dejando claro en más de una ocasión que son intereses estratégicos chinos en el Mar de China Meridional.

Vietnam cuenta con una ubicación estratégica a la vez muy vulnerable. Por el norte linda con el sur de China, y toda su costa este y sur hace frontera con el Mar Meridional de China. Para Estados Unidos un aliado como Vietnam sirve de contrapeso a las pretensiones chinas, e incluso fortalece su liderazgo en la región. Y por su lado, Vietnam necesita a Estados Unidos para contrarrestar el peso del gran dragón rojo y transmitir una imagen más fuerte. La administración Obama afianzó los lazos entre ambas naciones con la firma de más convenios, el incremento de la cooperación y la visita hecha por el presidente Obama en primavera del año pasado. La Administración Trump debería mantener el juego de poder ya establecido en la región y propiciar más acercamientos con Hanói, como contrapeso a Pekín, muy a pesar de su amistad con Xi Jinping. En el plano internacional las alianzas son la clave y las amistades necesarias y variantes, pero los intereses deben prevalecer.

¿Filipinas, amigo o enemigo de los Estados Unidos?

Washington.- Filipinas, el archipiélago con más de 7000 islas, que goza de una ubicación estratégica en el Pacífico y con una de las líneas costeras más extensas del mundo, es una de las naciones más occidentalizadas del Pacífico, en parte debido a las estrechas relaciones que han mantenido con los Estados Unidos en las últimas décadas. Sin embargo, con el lenguaje soez de ambos líderes nacionales, la situación podría cambiar considerablemente.

Para Estados Unidos, Filipinas es un país clave en el Pacífico para mantener el pulso con China. Como quedó demostrado hace un par de años, cuando Filipinas comenzó el litigio por los islotes del sur ante la Corte Permanente de Arbitraje de la Haya, alegando que son rocas y no islas, matiz semántico fundamental, pues según la ley internacional de ser catalogadas como islas China ganaría automáticamente 200 millas náuticas. A pesar de que el tribunal rechazó los argumentos chinos basándose en que carecen de fundamento legal, Beijing se niega a reconocer el dictamen.

Estados Unidos y Filipinas tienen muchas décadas de relaciones diplomáticas, además de estrechos vínculos militares que comenzaron con George Bush, quien, en el marco de los ataques terroristas del 2001, puso en marcha un programa de capacitación y asistencia para las fuerzas armadas filipinas, para prevenir el crecimiento de “Abu Sayyaf”, grupo islámico separatista asentado en el sur, que se creó con dinero proveniente de Osama Bin Laden.

Estas relaciones se fortalecieron aún más durante la Administración Obama. El expresidente Aquino veía a China como potencial peligro, tanto para su país como la región, coincidiendo con la política exterior de Obama. Filipinas se benefició de recibir la mayor asistencia marítima dada por los estadounidenses en la región. Tan solo el año pasado acordaron la instalación de cinco bases militares americanas permanentes en diferentes puntos de la nación asiática. Obama veía esencial posicionarse en los más de 36.000 km de costa filipina para mantener protagonismo y presencia en el Pacifico. Según el Think Tank CSIS, Estados Unidos debería aumentar el tiempo de sus maniobras aéreas y marítimas en los Estados litorales del Mar meridional de China para dejar claro que están presentes y que no permitirán expansionismos o violaciones de las leyes internacionales.

El actual presidente filipino, Rodrigo Duterte, famoso por su retórica populista e impulsiva, ha expresado desde su campaña electoral que  buscará acercarse a China y a Rusia para cortar con la dependencia que tienen con Washington, poniendo énfasis en la adquisición de armamento. Rusia ha hecho una fuerte campaña en el sureste asiático para introducir y vender armas más allá de Vietnam, su viejo cliente. Los rusos ofrecen armamento más barato que los estadounidenses y créditos y compensaciones para hacerse más competitivos.

En Manila con Duterte y en Washington con Míster Trump, el tono de las relaciones puede llegar a ser ofensivo y desproporcionado viendo de lo que son capaces cada uno por separado. Sin embargo, es en interés de ambos intentar mantener un tono cordial y cooperante.  Filipinas, por su parte, tiene una fuerte dependencia militar de Estados Unidos y  debería protegerse de las intenciones expansionistas chinas y/o rusas apoyándose en los norteamericanos. Y Estados Unidos conoce la importancia de mantener neutralizada a China, punto crítico de la política exterior de Trump, tal y como han expresado en múltiples ocasiones. Para ello debe robustecer su presencia en el Pacífico, apoyándose en sus aliados regionales, Corea del Sur, Japón y Australia. Con Vietnam como amigo y con Filipinas de la mano, el Pacífico podría ser el mayor freno para una China imperialista que tiene la segunda economía más fuerte del mundo, la mayor población del planeta y un gran deseo de reinar.